¿PODEMOS MEJORAR LAS SITUACIONES DE APRENDIZAJE COOPERATIVO?

17 Ago 2006

Benito León del Barco

Universidad de Extremadura

La mayoría de las investigaciones sobre el aprendizaje cooperativo se han centrado en la comparación de situaciones cooperativas, competitivas e individualistas, y en las aplicaciones del aprendizaje cooperativo sobre variables académicas, afectivas y sociales. En los años noventa aparecen, por primera vez y en minoría, investigaciones que se dirigen principalmente a resolver las cuestiones relativas a la eficacia del aprendizaje cooperativo y los factores implicados.

 

En nuestro país son minoritarias las investigaciones relacionadas con los factores que median la eficacia del aprendizaje cooperativo. La mayoría de los trabajos existentes se dirigen a analizar los resultados y consecuencias de la utilización del aprendizaje cooperativo sobre diferentes aspectos académicos, sociales y afectivos. El estudio que nosotros hemos publicado recientemente, y que aquí presentamos, se enmarca dentro de las investigaciones que analizan las cuestiones relativas a la eficacia del aprendizaje cooperativo y los mecanismos mediadores implicados.

Es lógico que en situaciones de aprendizaje cooperativo primen variables que tengan relación con las interacciones sociales y con los procesos interactivos que se dan en el trabajo en grupo. Son muchos los autores que enfatizan la importancia de las habilidades sociales de los miembros del grupo y la madurez grupal. Así, por ejemplo, Echeita (1995) afirma que un factor vital que condiciona los efectos de los métodos de aprendizaje cooperativo es la existencia de habilidades sociales entre los participantes del grupo. Para Johnson, Johnson, Stanne y Garibaldi (1990), variables importantes mediadoras en la eficacia del aprendizaje cooperativo son las habilidades interpersonales y de interacción en pequeño grupo.

Según Fabra (1992), a estar en grupo no se aprende por intuición. El grupo que no está preparado para trabajar en equipo no sacará partido de las situaciones de aprendizaje cooperativo. Para Pallarés (1993), la productividad, el aprendizaje de grupo depende de la madurez que alcance en su crecimiento. Slavin (1983) señala que cuanto más se consoliden en el grupo los recursos de interacción social, mayor será el rendimiento de los sistemas cooperativos.

Si son importantes las habilidades sociales y la madurez del grupo, ¿por qué no comprobar su influencia sobre el rendimiento y sobre los procesos interactivos en situaciones de aprendizaje cooperativo?. Éste ha sido el objeto de nuestras investigaciones, para ello entrenamos, previamente, a varios grupos de alumnos en habilidades sociales y en dinámica de grupo y comprobamos su eficacia sobre el rendimiento, roles y conductas verbales manifestadas en diferentes situaciones de aprendizaje cooperativo.

 

Los resultados de nuestro estudio demuestran que el entrenamiento en habilidades sociales mejora el rendimiento y aumenta la frecuencia de determinadas conductas verbales que se dan en la interacción grupal, como «das ayuda» «solicitas ayuda», «das explicaciones», «recibes explicaciones», «preguntas» y «das respuestas». Estas conductas verbales no implican, necesariamente, que el grupo rinda más y que los alumnos obtengan mejores resultados. Sin embargo, garantizan la eficacia del proceso de aprendizaje cooperativo y aumentan, considerablemente, la posibilidad de que a mayor eficacia mayor rendimiento.

Nos parece clara la vía a través de la cual funcionan las habilidades sociales sobre el rendimiento. Un grupo con habilidades sociales desarrolla un mayor número de conductas verbales que garantizan el intercambio de información entre los alumnos e inciden sobre los procesos de atención, comprensión, reestructuración y almacenamiento de la información facilitando el aprendizaje.

Por otro lado, la intervención en dinámica de grupo aumenta la frecuencia de roles positivos como «organizar» y «conciliar» y disminuye la frecuencia de posturas y roles negativos, especialmente el rol «agresor». También, ha influido sobre el rendimiento. Lo que no tenemos tan claro es el mecanismo a través del cual esto ha sido posible. Sin duda, la mayor frecuencia de roles positivos y la reducción de roles negativos y de posturas que impiden el trabajo del grupo puede incidir, también, sobre los procesos que facilitan el aprendizaje.

Teniendo en cuenta nuestros resultados, nos parece de vital importancia entrenar previamente a los miembros del grupo, bien en habilidades sociales o bien en dinámica de grupo, para garantizar la eficacia de los procesos y el rendimiento en las situaciones de aprendizaje cooperativo. También lograríamos evitar el desencanto de alumnos y profesores originado por el fracaso de las primeras experiencias de aprendizaje cooperativo. Pues, en el aprendizaje cooperativo no basta con dejar que los alumnos se pongan a trabajar en grupo para obtener de manera inmediata unos efectos favorables sobre el desarrollo, la socialización y el aprendizaje. Lo importante no es la cantidad de interacción, sino la calidad de la misma.

Parece adecuado introducir los entrenamientos para enseñar a cooperar y a trabajar en grupo en los niveles educativos inferiores, primaria, y que formen parte del currículo. El éxito del ser humano se debe a la capacidad de cooperar. Pero cooperar no es una tarea fácil, cooperar supone compartir un objetivo, pero sobre todo ser capaz de ponerse en el punto de vista del otro. Proporcionar oportunidades y recursos para aprender a cooperar debería ser un objetivo primordial en el ámbito educativo.

Estos entrenamientos previos pueden ser utilizados no sólo en el ámbito educativo, sino en todos aquellos ámbitos en los que se necesite formar a personas para trabajar de manera cooperativa. En líneas de investigación futuras, se podrá encontrar un procedimiento de entrenamiento que incida sobre la mayoría de procesos que ocurren en una situación de aprendizaje cooperativo.

La investigación original sobre la que se basa este artículo puede encontrarse en la Revista Anales de Psicología: León del Barco, B.(2006): Elementos mediadores en la eficacia del aprendizaje cooperativo: Entrenamiento previo en habilidades sociales y dinámica de grupos. Anales de Psicología, 22 (1), 105-112.

Referencias Bibliográficas:

Echeita, G. (1995). El aprendizaje cooperativo. Un análisis psicosocial de sus ventajas respecto a otras estructuras de aprendizaje. En P. Fernández y A. Melero (Comps). La interacción social en contextos educativos. Madrid: Siglo XXI.

Fabra, M.L. (1992). El trabajo cooperativo revisión y perspectivas. Aula de Innovación Educativa, 9, 5-12.

Johnson, D.W., Johnson, R., Stanne, M. y Garibaldi, A. (1990). Impact of group processing on achievement in cooperative groups. The Journal of Psychology, 130, 507-516.

Pallarés, M. (1993). Técnicas de grupo para educadores. Madrid. Publicaciones ICCE.

Slavin, R.E. (1983). When does cooperative learning increased student achievement? Psychological Bulletin, 94, 429-445.

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