F. CHACÓN: UNA LEY ESENCIAL PARA DESARROLLAR EL CUARTO PILAR DEL BIENESTAR SOCIAL, LOS SERVICIOS SOCIALES

3 Nov 2006

Infocop Online ofrece a continuación a sus lectores, un resumen de los aspectos más interesantes de la intervención realizada por Fernando Chacón Fuertes, Vicesecretario del Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos y Decano del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, en el primer Desayuno de Infocop.

Este primer desayuno tuvo lugar en la sede del Consejo de Colegios Oficiales de Psicólogos, el pasado 23 de octubre, presentando como tema central de debate la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia.

Fernando Chacón estructuró su intervención valorando la Ley de Dependencia desde dos puntos de vista diferentes. Por una parte, desde una perspectiva social y política y, por otra, desde la óptica de la Psicología. Desde el primer punto de vista, Fernando Chacón se mostró totalmente de acuerdo con el resto de los participantes, en el sentido de que la consideró una ley fundamental en la atención a este colectivo. Expresó, como hicieron los demás invitados, que esta ley es esencial para el desarrollo, al menos en parte, del cuarto pilar del Estado de Bienestar, los Servicios Sociales en general.

Fernando Chacón

Chacón señaló como lo más destacado de la ley el hecho de que con la misma se genera un derecho subjetivo para los potenciales usuarios. Para el representante colegial es importante enfatizar este aspecto ya que, el que se hable de derecho subjetivo significa que cualquier persona tendrá derecho a exigir una atención determinada en el tema de la dependencia. Tal y como hizo ver el Vicesecretario del Consejo, hasta ahora si la Administración no contaba con recursos para ofrecer un servicio determinado, la persona podía no recibir la atención solicitada. Por ejemplo, en el caso de solicitar una atención domiciliaria, y que Servicios Sociales no contase con presupuesto para ello, la atención no se realizaba. Chacón señaló que esto es lo que va a cambiar a partir de la entrada en vigor de la ley, ya que si la persona está valorada en una determinada dependencia, tendrá derecho a unas prestaciones y, en el caso de que la Administración no las facilite, podrá reclamarlo. Esto, señaló el psicólogo, marca una diferencia importante.

No obstante, Chacón hizo una llamada a la prudencia, para no generar falsas expectativas en la aplicación de la Ley. Por una parte, indicó, el factor tiempo es una cuestión importante a tener en cuenta, pues el tiempo de aplicación y puesta en marcha de la ley puede ser muy largo. Por otra parte, quiso señalar, ésta es una ley muy compleja, ya que implica, de entrada, a las tres administraciones, existiendo una serie de competencias solapadas entre unas y otras. El representante colegial agregó que de la misma manera que los Sistemas Educativo y Sanitario están contemplados en la Constitución como competencias del Gobierno Central, esto no ocurre con la asistencia social, la cual recae en las Comunidades Autónomas. Para Chacón, la atención social también debería ser competencia del gobierno del estado.

Desde un punto de vista psicológico, el representante colegial manifestó su preocupación en tanto que en la ley «todos los aspectos psicológicos están muy reducidos«, debido a que se ha partido para su elaboración de una perspectiva muy biologicista. Esta opinión, matizó Chacón, es sostenida por diferentes organismos y entidades tal y como lo ha determinado, por ejemplo, el Consejo Económico Social.

Aunque Chacón consideró que este aspecto se ha corregido, en parte, a su paso de la ley por el Congreso de los Diputados, valoró que el hecho de que estuvieran excluidos de la ley los enfermos mentales, o los niños de 0 a 3 años, ilustra esta perspectiva biologicista. En este sentido, reconoció que no pocas instituciones y asociaciones han manifestado este mismo malestar al respecto.

Otro aspecto que enfatizó el Vicesecretario del Consejo, fue el tema de la evaluación, apoyando la postura reflejada por Fernández-Ballesteros. En total coincidencia con ella, reconoció que se trata de un tema que deberá recogerse más en profundidad en los desarrollos posteriores de la ley, y que por esa razón no tiene por qué estar contemplado con total detalle en la misma; sin embargo, insistió, una vez más, en que el Parlamento debería profundizar en el sistema de evaluación que se va a utilizar.

Participantes del primer desayuno de Infocop

Al igual que Fernández-Ballesteros, Chacón argumentó que, más allá de lo bien elaborado que pueda estar el baremo, éste debe de ser renovable. Añadió, asimismo, la dificultad que supone el hecho de que un baremo nunca se puede ajustar a las circunstancias personales, psicológicas y sociales de cada una de las personas, y que los casos particulares han de ser contemplados, encontrándonos, en este sentido, con un problema importante a la hora de realizar evaluaciones.

Por otra parte, el psicólogo incidió en que todo esto se complica con el debate acerca de quién debe realizar la evaluación, especialmente, cuando nos encontremos frente a casos más complejos. Propuso que, tal vez, una alternativa a las dificultades que puedan suponer los casos complicados o ambiguos de evaluar, podría ser contar con un sistema de valoración de dos niveles en el que se pudiese hacer un análisis más detenido, y contar con un buen sistema de quejas y reclamaciones, etc. Además, recordó que legalmente, a no ser que una persona esté incapacitada por un juez, es ella misma quien aporta la información necesaria para la evaluación; y señaló el psicólogo que aquí nos encontramos con una serie de colectivos (por ejemplo, enfermos mentales no incapacitados o personas demenciadas en las primeras fases de la enfermedad), en donde se puede dificultar la valoración de la dependencia y haya que estar muy entrenado en la detección.

Con respecto al problema de la evaluación del propio sistema, Chacón coincidió con Fernández-Ballesteros en su planteamiento y en la importancia que ésta concede a la formación de los profesionales que van a valorar la dependencia, así como en la importancia del error e imprecisión que puede conllevar el uso de determinados instrumentos de medida; aunque quiso resaltar la importancia de la evaluación de la utilidad de los programas como tal.

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