A TRES AÑOS DEL 11-M – ENTREVISTA CON LA PSICÓLOGA DE LA ASOCIACIÓN DE AYUDA A LAS VÍCTIMAS DEL 11-M

22 Mar 2007

El pasado domingo se cumplían tres años del terrible atentado terrorista acaecido en Madrid, que conmocionó al mundo entero y se saldó con la muerte de 192 personas y con más de 2.000 heridos.  Esta fecha coincide en el tiempo tanto con el inicio del tan esperado juicio a los presuntos implicados en los actos terroristas, como con la publicación de un informe en el que se recogen algunas de las consecuencias psicológicas y sociales de las víctimas y sus familiares, presentado recientemente por la Asociación de Ayuda a Víctimas del 11-M.

Con motivo de la conmemoración del tercer aniversario de la brutal masacre y la publicación de este trabajo, correspondiente a la segunda fase de un estudio iniciado a los pocos meses del atentado, Infocop Online entrevista de nuevo para sus lectores a Syra Balanzat, psicóloga de la Asociación de Ayuda a Víctimas del 11-M.

Syra Balanzat es Licenciada en Psicología y Máster en Ansiedad y Estrés por la Universidad Complutense de Madrid. Lleva atendiendo a las víctimas y familiares del 11-M algo más de dos años. En esta entrevista, Balanzat nos habla de las consecuencias psicológicas de los atentados, transcurridos tres años, y de cómo afrontan en la asociación el reciente comienzo del juicio más mediático en la actualidad.

 

 Syra Balanzat

ENTREVISTA

Recientemente se han publicado los resultados del estudio llevado a cabo en la asociación sobre las consecuencias psicológicas de las víctimas y sus familiares, continuación de un trabajo anterior que llevaba por título Estudio sobre las consecuencias sociales de los atentados en Madrid. ¿Cuáles son los principales resultados, transcurridos ya tres años? Comparando los datos con el estudio anterior, ¿qué nos encontramos ahora?

Los principales resultados que hemos podido obtener a través del estudio, 36 meses después de los atentados del 11-M, son los siguientes:

En primer lugar, como dato más significativo, se puede destacar el porcentaje de víctimas que han obtenido algún grado de incapacidad permanente como consecuencia de las lesiones físicas y/o psíquicas derivadas de los atentados. El 22,1% de las víctimas ha obtenido algún grado de incapacidad; de las cuales, el 59,1% ha obtenido la incapacidad permanente parcial, el 22,7% la incapacidad permanente total, el 9,1% la incapacidad permanente absoluta y el 9,1% la gran invalidez.

El 65,3% de las víctimas ha tenido que acudir en alguna ocasión al Tribunal Médico en estos 36 meses, para la valoración de las secuelas físicas y psíquicas derivadas del atentado; de los cuales, el 49,2% ha acudido a dicho tribunal una vez, el 26,2% dos veces y el 24,6%, en más de dos ocasiones.

Igualmente, a tres años del atentado, el 22% de las víctimas se encuentra en la actualidad en trámites en la valoración de secuelas e indemnizaciones. Encontrándose el 21% y el 49,4% de las víctimas poco o nada satisfechas con la baremación de secuelas físicas y psíquicas.

Las principales secuelas derivadas del atentado que presentan las víctimas en la actualidad, son auditivas (59,3%) y psicológicas (50,4%). Por tanto, casi un 60% de las víctimas necesita acúfenos para desempeñar su vida diaria, lo cual dificulta en la mayor parte de los casos su reinserción laboral, social y familiar, agravando las patologías manifestadas anteriormente.

En cuanto a las víctimas y familiares que han vuelto a utilizar el tren como medio de transporte, nos encontramos que en el caso de las víctimas, el 84,1% ha podido hacer frente a esta situación; de las cuales, el 37,5% lo hizo durante el primer mes después de los atentados, el 21,9% durante los 6 meses posteriores, el 37,5% más de 6 meses y el 3,1% después de los 2 años.

En el caso de los familiares, el 82,7% ha vuelto a montar en tren; de los cuales, el 45,2% lo hizo durante el primer mes, el 19,4% durante los primeros 6 meses, el 33,9% durante los 6 meses posteriores y el 1,6% después de los 2 años. Por tanto, el 15,9% de las víctimas y un 17,3% de los familiares, a tres años del atentado, todavía no ha vuelto a utilizar el tren.

En cuanto a la necesidad que presentan las víctimas y los familiares de recibir apoyo legal en la actualidad, se obtiene que el 59,3% de las víctimas y familiares requieren dicho apoyo; de las cuales, un 31,9% solicita información sobre la celebración del juicio.

Partiendo de los datos aportados en el último informe de la asociación, se puede observar que la demanda de servicios psicológicos ha descendido de un 48,6% hace 18 meses, a un 27,8%. No obstante, para el caso de los familiares parece que ha ocurrido lo contrario: de un 17,1% que solicitaron tratamiento psicológico, se ha pasado ahora a algo más del 29%. Desde tu punto de vista, ¿a qué atribuye estos datos? ¿Cuáles son ahora las principales necesidades psicológicas tanto de víctimas como de familiares?

Según los datos obtenidos en el estudio, el 50,4% de los afectados aún presentan síntomas de ansiedad, depresión y una sensación constante de miedo e inseguridad ante la vida. En muchos casos, estas manifestaciones están hoy en día dificultando la adecuada reinserción de la víctima o su familia, tanto a nivel social, como laboral, o familiar. De hecho, el 50% de las familias dicen no haber recuperado aún su vida social previa al atentado.

 

Así como los síntomas derivados del atentado en víctimas ha ido disminuyendo, es importante señalar que la necesidad de tratamiento psicológico en familiares ha aumentado con el tiempo. Un 29,7% de estos familiares se encuentra recibiendo tratamiento a día de hoy, por lo que podemos extraer que la familia como red de apoyo primaria se ha visto afectada a largo plazo.

La diferencia obtenida en los dos estudios realizados en el caso de los familiares, se atribuye a que después de producirse un atentado terrorista, en el que un miembro de la familia ha resultado afectado de forma directa, el núcleo familiar se ve alterado. Por un lado, por la presencia de secuelas físicas y/o psíquicas en el familiar afectado, teniendo que asumir nuevos roles, sobre todo si el familiar afectado ha obtenido algún grado de incapacidad permanente, que le haya obligado a abandonar su trabajo. Por otro lado, por ser la familia el principal apoyo en el que la víctima manifiesta sus preocupaciones y dificultades, a largo plazo, los familiares necesitan expresar y tener una orientación sobre cómo abordar sus dificultades y hacer frente al desgaste emocional.

Este hecho se pone de manifiesto en el estudio realizado «36 meses después», en el cual, les preguntamos a las víctimas si con posterioridad al atentado, la vida social de sus familias se había visto afectada. En este caso, el 81,3% de la muestra consultada contestó de manera afirmativa. Además, el 46,7% de los familiares afirma haber tenido dificultades en la convivencia familiar.

Con respecto a las principales necesidades que manifiestan las víctimas a 3 años del atentado, las más destacadas se presentan cuando los afectados se reincorporan a la vida cotidiana, como consecuencia de las dificultades a las que tienen que hacer frente en el desempeño de todas aquellas tareas que antes realizaban; así como por tener que abandonar algunas otras que, por motivos de salud, ahora no pueden realizar. Por éstas y otras razones, es por lo que la intervención psicológica todavía se sigue demandando de manera importante. Las víctimas necesitan una estabilización en todos los ámbitos de sus vidas, las cuales se han visto alteradas por la presencia constante de imágenes y noticias relacionadas con el atentado durante estos 36 meses. Por tanto, su reincorporación a la vida cotidiana es aún más compleja si tenemos en cuenta este factor.

Nos has hablado de las principales diferencias encontradas en una y otra fase del estudio, y por lo que has comentado, las secuelas siguen siendo muy importantes. Otro estudio epidemiológico, publicado recientemente, parece reflejar algo similar. En este trabajo epidemiológico se observa que, si bien la sintomatología psicológica manifestada por las víctimas no ha disminuido significativamente, sí parecen haberse producido diferencias tanto en algunas pautas de conducta como en la frecuencia de algunos síntomas. Por ejemplo, las personas de este estudio presentan menos ideas intrusivas y una menor hiperactivación, pero las conductas evitativas se han incrementado (evitar coger trenes, etc.). Desde tu punto de vista como psicóloga que atiende a las víctimas, ¿qué cambios has observado? ¿A qué se pueden deber estas diferencias?

Como hemos mencionado anteriormente, uno de los datos obtenidos en el estudio «36 meses después», es que un 50,4% de las víctimas presenta en la actualidad secuelas psicológicas. Entre las principales secuelas se encuentran los trastornos de ansiedad que se han ido manteniendo a lo largo del tiempo, entre los cuales podríamos destacar el trastorno de estrés postraumático y el trastorno de pánico. Igualmente, podríamos mencionar las somatizaciones que, mantenidas durante todos estos meses, han producido en las víctimas problemas de salud como hipertensión, colon irritable, agravamiento y cronificación de dolores en los músculos y articulaciones. También es importante la sintomatología ansioso-depresiva derivada de la dificultad que presentan los afectados en la reincorporación a la vida diaria.

 

A 3 años del atentado, estas patologías pueden ir acompañadas de transformaciones de la personalidad permanentes, caracterizadas por la presencia de creencias distorsionadas, como la creencia de que el mundo es peligroso, que éste no tiene sentido, que la gente no es honrada, percibiendo un futuro incierto y lleno de dudas. Aparecen sentimientos de indefensión e inseguridad con un gran temor ante la aparición de nuevos peligros y la sensación de no tener recursos para poder hacerles frente.

Otro problema añadido es que la autoestima se ha visto profundamente alterada, apareciendo dependencia emocional de los familiares y de las personas cercanas a ellos.

Por otra parte, en el estudio se ha obtenido que el 84,1% de las víctimas se ha subido al tren después del atentado, apreciando en ellos, a tres años, síntomas como ansiedad durante el trayecto, o la necesidad de ir acompañados por otra persona.

El comienzo del juicio en fechas recientes supone un evento especialmente impactante para los afectados, precisamente por el poder evocativo que tiene todo el proceso e incluso por las implicaciones que tiene participar en calidad de testigo en el mismo. ¿Cómo están afrontando los miembros de la asociación este evento? ¿Cómo está resultando el desarrollo de las sesiones para los pacientes? ¿Qué medidas se han tomado al respecto?

Es importante destacar que con la llegada del juicio, la aparición de la llamada victimización secundaria es un factor a tener en consideración de manera central. La victimización primaria deriva directamente del atentado y la secundaria de la relación posterior entre la víctima y el sistema jurídico-penal, por lo que una inadecuada gestión institucional puede contribuir a agravar el daño psicológico, cronificando las secuelas del atentado.

El juicio, celebrado tres años después de los atentados, produce que las víctimas se vean obligadas a revivir el hecho traumático en público, a mantener conversaciones con su círculo social y familiar sobre lo que acontece en él, por lo que para los afectados supone una reactualización constante del trauma y una posibilidad de generar sentimientos de indefensión y desamparo.

Otras fuentes de victimización secundaria son los medios de comunicación. Las noticias de nuevos atentados, la emisión de imágenes constantes y las investigaciones y el contenido de las mismas durante estos tres años, constituyen una fuente adicional de victimización.

Por todo esto, desde la Asociación de Ayuda a Víctimas del 11-M se ha realizado una preparación psicológica para ayudar a canalizar miedos, expectativas y aportar a las víctimas las herramientas necesarias para que las pongan en práctica durante el juicio, disminuyendo así el malestar producido.

Previamente a la realización de la preparación, se ha evaluado individualmente a cada uno de ellos para obtener información sobre su estado emocional y la presencia de posibles grupos de riesgo que pudieran desencadenar un agravamiento de su sintomatología previa. Una vez obtenida esta información, se realizaba la devolución de resultados, explicando la situación individual de cada uno, llegando a recomendar en la mayoría de los casos que no asistieran al juicio.

Durante la preparación psicológica realizada en grupos pequeños, se han abordado los siguientes aspectos: 1) la familiarización con la sala donde se está celebrando el juicio y los participantes (juez, abogados, inculpados, etc.) a través de esquemas y fotografías; 2) el ajuste de las expectativas sobre lo que podían oír, ver y sentir, y adecuarlas a la realidad; 3) la exploración de las motivaciones que tiene cada uno de ellos para asistir al proceso judicial; 4) el favorecer la expresión de emociones; 5) la valoración y reforzamiento de la capacidad para afrontar la situación; 6) la normalización de la presencia de sentimientos negativos durante todo el proceso; 7) el establecer un contacto agradable y tranquilizador, que aumente la sensación de apoyo a través de nuestro asesoramiento y compañía física; 8) la expresión y manejo de la ira; y 8) el entrenamiento de técnicas de relajación para que las puedan poner en práctica cuando empiecen a manifestar síntomas de ansiedad.

Desde un punto de vista psicológico, ¿qué actividades se están realizando actualmente en la asociación?

Se están realizando talleres grupales, uno específico para familiares y otro para víctimas, debido a las necesidades que hemos podido observar y de las que hemos dado cuenta en esta entrevista. Por otra parte, se realizan intervenciones individualizadas en la asociación y, además, cada mes realizamos reuniones con todos los que asistieron a la preparación psicológica para expresar y canalizar impresiones, sentimientos y expectativas sobre lo que va aconteciendo en el juicio.

¿Qué objetivos os planteáis ahora en la asociación con respecto a la atención a víctimas y familiares? ¿Cuáles son las expectativas al respecto?

Los objetivos principales que nos planteamos en la Asociación de Ayuda a Víctimas del 11-M desde el punto de vista psicológico, son los de seguir manteniendo una atención e intervención constantes para las víctimas y su núcleo familiar, con el fin de mantener los resultados obtenidos a través de las diferentes intervenciones individuales y grupales realizadas. También, por supuesto, la preparación y anticipación de las posibles consecuencias que pudieran surgir cuando finalice el juicio del 11-M, que, en función de las expectativas que las víctimas tengan con respecto a la resolución del mismo, podría producir de nuevo la aparición de sentimientos de indefensión y desamparo.

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