ESTUDIO SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO Y JUVENTUD – ENTREVISTA A CARMEN POZO MUÑOZ

17 Sep 2007

Recientemente, diversos medios de comunicación electrónicos se hacían eco de los resultados extraídos de un estudio realizado entre el Instituto Andaluz de la Mujer y la Universidad de Almería, en el que se concluía que el 12% de los adolescentes almerienses reconocía haber maltratado a su pareja.

Infocop Online ha querido conocer un poco más sobre esta investigación y ha entrevistado para sus lectores a Carmen Pozo Muñoz, responsable de la investigación y profesora del Área de Psicología Social del Departamento de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad de Almería.

ENTREVISTA

¿Cómo surgió la idea de hacer esta investigación? ¿Cuáles eran los objetivos de la misma?

El presente estudio ha sido realizado gracias a la firma de un contrato de investigación entre la Universidad de Almería y el Instituto Andaluz de la Mujer de la Consejería de Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía. Nuestro equipo de investigación se planteó la necesidad de profundizar en los factores desencadenantes de la violencia de género, tras los resultados de un primer estudio piloto desarrollado hace unos años también en colaboración con el Instituto Andaluz de la Mujer en Almería.

 

El principal propósito de esta investigación consistió en analizar la extensión, características y determinantes de la violencia contra las mujeres, en una muestra de adolescentes y jóvenes de la provincia de Almería. Estudios recientes evidencian que la población joven y adolescente sigue mostrando actitudes, creencias y conductas que perpetúan y justifican determinados estereotipos sexistas y que pueden derivar en violencia de género, por lo que resulta fundamental detectar cuanto antes los factores desencadenantes de estos comportamientos agresivos hacia la pareja, con el fin de evitar la cronificación de patrones violentos de interacción.

Este estudio se ha realizado con 962 adolescentes con una edad media de 15 años, procedentes de siete institutos de enseñanza secundaria de la ciudad de Almería. ¿Cuáles son los principales resultados?

Para el desarrollo de este trabajo hemos partido del modelo propuesto por Pratto y Walker (2004), según el cual la violencia hacia las mujeres representa una forma de perpetuar el poder de los hombres y los roles de género establecidos, manteniendo inamovibles las desigualdades de poder percibidas por hombres y mujeres.

Tomando como base este modelo, los análisis efectuados ponen de manifiesto un índice de violencia que pudiéramos calificar de»moderado» (un 12% con la escala de justicia íntima -violencia menos explícita-, y 7,7% en la escala de violencia física), sobre todo si lo comparamos con los hallados en contextos anglosajones (donde ronda el 28%), siendo la percepción de violencia significativamente mayor en los chicos que en las chicas.

Ahora bien, si dejamos de lado el aspecto más cuantitativo, resulta bastante preocupante el hecho de que en una población tan joven (la media de edad ronda los 15 años) ya se hayan producido distintos tipos de agresiones por parte de los chicos hacia sus parejas en una o más ocasiones (por ejemplo, un 7,1% ha dado una bofetada en más de una ocasión, un 16,5% las han empujado o un 6,1%, por citar algún ejemplo más, les han amenazado con algún objeto).

Estos índices de violencia son aún más elevados si nos centramos en la información aportada por la Escala de Justicia Íntima, quizá debido a que en la adolescencia las agresiones indirectas (por ejemplo, a modo de amenazas) suelen ser más frecuentes que las directas. Pero no sólo se dan este tipo de conductas cercanas a la violencia, sino que también aparecen en los chicos creencias y actitudes claramente sexistas. Pues bien, ellos manifiestan significativamente mayor sexismo en sus dos versiones, hostil y benevolente (considerando la escala globalmente 3,17 en chicos y 2,69 en chicas). Resulta también de interés el hecho de que, en relación al tipo de sexismo, en los chicos predomina el hostil (13%) mientras que en la muestra de chicas el benevolente (10%).

Otra de las variables analizadas hace referencia a la percepción de igualitarismo en los roles de género y que pretende indagar acerca de las creencias sobre los roles que se consideran «apropiados» para hombres y mujeres. Pues bien, en nuestro grupo de participantes, un 8% en el caso de los chicos y un 2% en el de las chicas manifiestan abiertamente actitudes no igualitaristas y discriminatorias hacia las mujeres en distintos ámbitos de la vida cotidiana (laboral, familiar, educativo, etc.), siendo nuevamente los hombres quienes muestran puntuaciones significativamente más altas.

 

Con objeto de determinar la incidencia de determinadas variables sociodemográficas se llevaron a cabo una serie de análisis que permiten concluir que no existen diferencias en los índices de violencia en función de la edad, el curso, el nivel de estudios de los padres o la profesión de los mismos. Aunque sí existen diferencias en función del centro (la selección de los centros se llevó a cabo teniendo en cuenta las diferentes zonas geográficas de la capital, con el principal propósito de abarcar diferentes estratos socioeconómicos).

Por último, con el fin de analizar en qué medida las creencias y actitudes sexistas contribuyen a la predicción de las conductas violentas entre los jóvenes adolescentes, se llevó a cabo una serie de análisis de regresión que indican que las variables implicadas en la violencia hacia las mujeres son las actitudes hacia la violencia en los hombres, el sexismo, la falta de igualitarismo percibido en los roles de género y la ubicación del centro.

¿Qué recomendaciones se podrían extraer de este estudio realizado por el Instituto Andaluz de la Mujer y la Universidad de Almería?

Los resultados encontrados nos reafirman en la idea de seguir indagando con mayor profundidad sobre estos factores desencadenantes de la violencia de género entre población joven y adolescente. Aunque algunos trabajos han señalado que estos jóvenes van adoptando comportamientos y actitudes menos sexistas con el paso de los años (Lameiras y Rodríguez, 2002), también es cierto que es en esta etapa de la vida en la que van a mantener sus primeras relaciones de pareja y dónde van a comenzar a establecer determinadas pautas de relación que, en el caso de ser violentas, cabe la posibilidad de perpetuarse en la vida adulta.

Consideramos fundamental tomar este tipo de estudios como base para el desarrollo de estrategias de intervención con carácter preventivo. Las estrategias de prevención podrían ir encaminadas hacia la modificación de las actitudes sexistas, los estereotipos de género y, en general, sobre las creencias que refuerzan el poder del hombre y la desigualdad en los roles de género. De hecho, estas son las futuras líneas de trabajo que estamos comenzando a desarrollar desde el Instituto Andaluz de la Mujer en Almería y nuestro grupo de investigación.

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