LA EVALUACIÓN DE LA CAPACIDAD INTELECTUAL EN LOS SERVICIOS DE ORIENTACIÓN EDUCATIVA

2 Oct 2007

Ángela María Muñoz Sánchez y Remedios Portillo Cárdenas

Universidad de Málaga

Una de las funciones asignadas por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía (CEJA) a los integrantes de los Equipos de Orientación Educativa (EOE) es la de realizar la evaluación psicopedagógica del alumnado con necesidades educativas específicas (NEE) y proponer la modalidad de escolarización adecuada para ellos. Sin embargo, el poder calificar como «discapacitados» a determinados escolares, que se sitúan en el rango de discapacidad intelectual ligera o retraso límite, presenta dificultades en cuanto a resultados de las pruebas, factores personales de los sujetos y a la propia decisión de los orientadores/as que los evalúan. Numerosos autores (Matuszeck y Oakland, 1979; Larkin y otros, 1980; Bautista y Paradas, 1991; de Mesquita, 1992; Muñoz, 1996 y 1999; Sternberg 1997, etc.) describen esta problemática sin aparente solución.

 

En nuestros centros, es elevado el número de escolares para los que el profesorado solicita que sean considerados alumnos con discapacidad y que obtienen, al ser evaluados con diferentes tests de inteligencia, puntuaciones CI que oscilan entre capacidad intelectual límite y discapacidad intelectual ligera. A lo anterior se añade también la dificultad de la inexistencia de pruebas que claramente delimiten el déficit en las diferentes áreas de la conducta adaptativa, con las que poder realizar un claro diagnóstico según los requerimientos de los instrumentos oficiales (DSMIV y CIE-10).

En respuesta a este problema, aportamos nuestra investigación que integra varios instrumentos, entre ellos el cuestionario dirigido a orientadoras y orientadores en ejercicio denominado «Método de Asignación a Grupos de Necesidades Educativas Especiales» y que describimos en este trabajo.

El objetivo de este cuestionario ha sido recoger información, sobre la forma de evaluación por parte de los profesionales de la orientación escolar, incidiendo de forma específica en la metodología que emplean para diferenciar al alumnado que presenta discapacidad intelectual ligera del que muestra capacidad intelectual límite.

Los diferentes apartados de que consta nuestro cuestionario son los siguientes:

a) Elementos que se deben incluir como componentes en la evaluación de la discapacidad intelectual, expresando en una escala de 1 a 10 la importancia dada a cada uno.

b) Preferencias acerca de la forma de evaluación de cada uno de ellos: tests, observación, entrevista familiar y entrevista al profesorado.

También se pide a los orientadores que estimen la forma de evaluación de otros componentes tales como: conducta adaptativa, competencia curricular, potencial de aprendizaje, ambiente familiar, problemas de conducta, motivación para aprender, personalidad y otros factores.

Posteriormente se ha realizado un análisis cuantitativo y cualitativo de las elecciones de los encuestados en cada una de las diferentes áreas.

A modo de resumen y como datos significativos de los resultados obtenidos en este análisis, subrayamos lo siguiente:

Todos los orientadores y orientadoras encuestados consideran que los componentes que determinan la discapacidad intelectual son: funcionamiento intelectual global, funcionamiento intelectual específico, conducta adaptativa, competencia curricular, potencial de aprendizaje y motivación para aprender. En menor grado, el ambiente familiar (97%), los problemas de conducta (97,1%), los rasgos de personalidad (85,7%) y otros factores (44%).

En cuanto a la forma de evaluación, la observación del orientador es la forma más elegida en todos los componentes indicados para el diagnóstico, excepto en la evaluación del funcionamiento intelectual, donde se prefiere la aplicación de tests. La opinión del docente es la forma que se elige en segundo lugar para valorar otras áreas que se consideran significativas para «etiquetar» al niño o niña como «escolar con discapacidad».

 

La entrevista familiar resulta un instrumento de gran utilidad para recoger información sobre el ambiente doméstico. Sin embargo, es la forma menos elegida para evaluar el funcionamiento intelectual, la competencia curricular y el potencial de aprendizaje. Es decir, los orientadores y orientadoras no utilizan los datos que los progenitores puedan aportar cuando se consideran factores de tipo cognitivo.

En cuanto a las pruebas preferidas, podemos decir que existe un consenso en cuanto a tests para valorar la inteligencia, pero no en la valoración de otros factores también incluidos en la determinación de la discapacidad intelectual.

Así, los profesionales de la orientación escolar expresan que el diagnóstico del alumnado con NEE debe ser comprehensivo y abarcar los diversos factores señalados en nuestro cuestionario. Sin embargo, resulta difícil en la práctica realizar una exploración tan exhaustiva al ser el diagnóstico una más de las múltiples tareas que se les asigna (Decreto 213/1995 de 29 de noviembre por el que se regulan los Equipos de Orientación Educativa).

En este sentido va también nuestra consideración final sobre los resultados de la investigación. Cuando se explora la opinión de los profesionales en ejercicio sobre sus métodos de trabajo, objetivos, procedimientos, etc., no podemos perder de vista que en muchos casos lo que se reflejará es el modo «ideal» de proceder que, según las condiciones concretas de cada caso, se acercará mas o menos al real. Es decir, la información que recoge una encuesta como la que hemos elaborado y administrado, estará seguramente más próxima a la del «deber ser» que a la posible en la práctica profesional habitual.

Este trabajo se basa en el artículo aparecido en la revista Apuntes de Psicología: Muñoz, A. M., Portillo, R. (2007). Evaluación psicopedagógica de la discapacidad intelectual ligera y del retraso límite: elementos y modos de evaluación. Apuntes de Psicología, 25 (2), 111-127.

Sobre las autoras:

Ángela María Muñoz Sánchez es Doctora en Psicología. Profesora Titular del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Málaga, imparte docencia en la Facultad de Psicología en los Cursos de Doctorado «Intervención socioeducativa en contextos familiar, social y escolar». Ha publicado diversos libros y artículos sobre Adaptación Escolar, Competencia Social y Mejora de la Convivencia Escolar. Actualmente dirige varias investigaciones relacionadas con intervención psicoeducativa, género y educación.

 

 

Remedios Portillo Cárdenas es Doctora en Psicología, Profesora Asociada del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Málaga, Orientadora Escolar de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. Ha publicado diversos textos sobre intervención psicoeducativa y artículos relacionados con su tesis doctoral «Discapacidad Intelectual y Necesidades Educativas Especiales Asociadas: Retraso Mental Ligero frente a Retraso Límite «.

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