DIFERENCIAS DE GÉNERO EN LA PSICOPATOLOGÍA DE LOS ADOLESCENTES

29 Sep 2009

Nieves Rojo – Facultad de Psicología. UCM

La adolescencia o ¿qué ha pasado con mi hijo?

Esta es una pregunta que no pocos padres se hacen cuando sus hijos comienzan a transitar por el inestable y provisional período de la adolescencia. Aquellos niños que conocían tan bien en poco tiempo se convierten en chavales malhumorados, bruscos, reivindicativos, a ratos ensimismados.

Todos estos cambios que aprecian los padres son el reflejo de que los hijos, a la vez que cambian sus cuerpos, están afrontando los retos vitales que son propios de esta etapa de desarrollo: la configuración de su identidad y de lo que serán sus ideales de vida, la búsqueda de una mayor autonomía y el establecimiento de fuertes sentimientos de pertenencia al grupo de sus iguales (Silverio y García Hernández, 2007). Los adolescentes, a medio camino entre la infancia que abandonan y el futuro que atisban como adultos, se estrenan en cómo lidiar con ciertas contradicciones: la necesidad de independencia y la de dependencia y protección, el impulso a una mayor autonomía y la necesidad de pertenencia a grupos, la sensación de seguridad y de inseguridad personal.

Aunque incómodas para los adolescentes (como para los padres y educadores), estas vicisitudes tienen la misión de consolidar su desarrollo personal y social. Es cierto que la adolescencia es una etapa de inestabilidad pero no necesariamente problemática. En líneas generales, cabe esperar que niños sin una historia de serios problemas emocionales ni de conducta, con un adecuado apoyo familiar y social sean capaces de convertir las turbulencias propias de adolescencia en oportunidades de aprender a ser «mayor».

Adolescentes y psicopatología: una cuestión de género

No obstante, en ocasiones, las fuertes demandas propias de este período pueden provocar en los adolescentes distintos problemas relacionados con la autoestima, la ansiedad, las conductas de riesgo o la depresión. Si a las exigencias propias de la adolescencia se suman otros factores tales como que, durante esta etapa, ocurran cambios ambientales estresantes (como el divorcio de los padres), problemas previos durante la niñez (conductas oposicionistas o hiperactividad), conductas parentales disfuncionales (escasa supervisión, bajo control) el riesgo de la aparición de distintas psicopatologías se incrementa.

Es en este punto en el que, tanto la evidencia epidemiológica como clínica, apuntan a un hecho que se repetirá después en población adulta: el impacto de los problemas psicológicos es diferente en función del sexo. Así, mientras que las chicas adolescentes son más propensas a presentar problemas de tipo emocional (ansiedad y depresión) y trastornos de la conducta alimentaria, los chicos adolescentes son más vulnerables en relación con los trastornos por déficit de atención y trastornos perturbadores.

Parece contrastado que, en muchas de las psicopatologías específicas, el sexo supera en importancia a otras variables a la hora de detectar diferencias individuales y, aunque la incidencia evoluciona de forma diversa, puede decirse que la distancia entre los sexos aumenta con la edad. El sexo puede influir en todos los aspectos de la fenomenología de la enfermedad en la población, incluyendo las exposiciones a tóxicos ambientales, la vulnerabilidad a los trastornos, la sintomatología, las características de la expresión sintomática, la historia natural de la enfermedad, la selección del tratamiento, la respuesta al tratamiento, el apoyo social y la capacidad funcional (Alarcón et al., 2000).

¿Por qué se producen estas diferencias? ¿Cuáles son las razones que conducen a que los trastornos mentales tiendan a presentarse durante la adolescencia de forma distinta en razón de sexo? En la explicación de estas diferencias, la defensa de lo biológico frente a lo ambiental o viceversa (la vieja polémica natura versus nurtura) no se sostiene empíricamente en la actualidad. No somos exclusivamente producto de nuestra herencia biológica ni lo somos tampoco de nuestra socialización sino de la interacción de estos factores.

Podemos afirmar que cualquier comportamiento (los adecuados y los disfuncionales, los saludables y los patológicos) a cualquier edad (también en la adolescencia) precisa de una explicación multifactorial en el que se consideren tanto las variables biológicas como las psicológicas y ambientales. Por tanto, aquellos modelos de corte biopsicosocial son los que permitirán aportar una mejor comprensión de, entre otras cosas, por qué los adolescentes presentan distintos tipos de problemas según su sexo.

Resulta, pues, necesario desarrollar índices individuales específicos que tengan en cuenta los procesos por los que dichas disposiciones temperamentales y circunstancias ambientales interactúan para dar lugar al riesgo psicopatológico o a la resistencia. Dado que está fuera de toda cuestión que la variable sexo discrimina significativamente la prevalencia e incidencia de algunos trastornos psicológicos y que esta diferencia se inicia y/o consolida de forma importante durante la adolescencia, se impone la necesidad de conducir estudios que permitan abundar en el conocimiento de esta fenomenología. Así, autores como Grant y Weissman (2009) proponen una agenda de investigación para la edición del DSM-V y futuras ediciones que contemple aspectos tales como:

  • Consideración del sexo/género en el diseño y los análisis de los estudios psicosociales y biológicos.
  • Realización de encuestas longitudinales de gran envergadura y representativas sobre niños y adolescentes para determinar la edad a la que se empiezan a manifestar las diferencias sexuales.
  • Análisis de la contribución de la raza, la etnia, los factores socioeconómicos y sociodemográficos y otros supuestos factores de riesgo respecto a las diferencias de sexo en diversos trastornos psicológicos.
  • Insistencia en la identificación empírica de los criterios diagnósticos sesgados por el género

El artículo original puede encontrarse en la Revista de Estudios de Juventud:

Rojo, N. (2009). Diferencias de género en la psicopatología de los adolescentes. En S. Pérez Camarero, N. Rojo y A. Hidalgo (Coord.). La Salud Mental de las Personas Jóvenes en España. Revista de Estudios de Juventud, 84,11-25.

Bibliografía:

Alarcón, R.D., Bell C.C., Kirmayer L.J. et al. (2002). Beyond the funhouse mirrors: Research agenda on culture and psychiatric diagnosis. En Kupfer, First y Regier (Eds): A Research Agenda for DSM-V. Washington: American Psychiatric Association, 219-281.

Grant, B.F. y Weissman, M.M. (2009). Género y prevalencia de los trastornos psiquiátricos. En W.E. Narrow, M.B. First, P.J. Sirovatka y D.A. Regier (Coords) Agenda de Investigación para el DSM-V. Consideraciones sobre la Edad y el Género en el Diagnóstico Psiquiátrico. Madrid: Elsevier Masson

Silverio, M.A. y García Hernández, M.D. (2007). Autopercepción de adaptación y tristeza en la adolescencia: La influencia del género. Anales de Psicología, vol. 23, 1, 41-48

Sobre la autora:

Nieves Rojo Mora. Es Doctora en Psicología. Profesora Titular de la Facultad de Psicología en el Departamento Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos (UCM). Miembro del Grupo de Investigación Estructura y Dinámica de la Personalidad. Profesora del Master Complutense «Mujer y Salud». 

PSICOLOGÍA EN RED


LOS COLEGIOS HABLAN

MÁS NOTICIAS