LAS ENFERMEDADES CRÓNICAS, EN EL PUNTO DE MIRA DEL CONSEJO EUROPEO

19 Ene 2011

El pasado 7 de diciembre, el Consejo de la Unión Europea (EPSCO Council) adoptó una serie de conclusiones con relación al desarrollo de planes de actuación que disminuyan el impacto de las enfermedades crónicas en Europa. El documento, titulado Innovative approaches for chronic diseases in public health and healthcare systems, está basado en la Conferencia Ministerial que tuvo lugar el 20 de octubre de 2010 en Bruselas, y en la que participaron más de 300 expertos, representantes de numerosas instituciones internacionales vinculadas con la salud y asociaciones de pacientes, así como responsables políticos.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades crónicas son dolencias de larga duración y progresión generalmente lenta. Suponen la principal causa de mortalidad en el mundo, -en concreto, son responsables del 60% de las muertes-, y tienen un grave impacto en la vida diaria de los afectados y sus familiares, representando una enorme carga para la sociedad. La OMS advierte, además, que se espera un aumento de este tipo de enfermedades en la próxima década, debido al envejecimiento progresivo de la población europea. De esta forma, las enfermedades crónicas se han convertido en un desafío nuevo y de gran envergadura para los sistemas sanitarios de todo el entorno europeo.

A través de la adopción de estas conclusiones, el Consejo Europeo sitúa a las enfermedades crónicas como una prioridad para el presente y futuro de la investigación y del diseño de programas de intervención en Europa, solicitando a los Estados miembros y a la Comisión Europea que implementen de manera urgente medidas concretas y coordinadas que permitan hacer frente a este problema.

Específicamente, el Consejo invita a los Estados miembros a «desarrollar políticas centradas en el paciente para la promoción de la salud, la prevención primaria y secundaria, el tratamiento y la atención de las enfermedades crónicas, en cooperación con los responsables políticos y, especialmente, con las asociaciones de pacientes», así como a identificar e intercambiar información sobre las mejores prácticas en este ámbito, y evaluar la incidencia, prevalencia y el impacto de este conjunto de enfermedades.

Además invita a los Estados miembros y a la Comisión Europea a iniciar un proceso de reflexión y de diálogo con las partes interesadas (pacientes, profesionales, responsables sanitarios, etc.), con el objetivo de optimizar las respuestas de los gobiernos al problema de las enfermedades crónicas, a través principalmente de las siguientes áreas de actuación:

  • Promoción de la salud y prevención de las enfermedades crónicas: lo que supone el desarrollo de programas de prevención eficaces, integrar la educación en salud en los centros escolares, evaluar los costes/beneficios de los programas de prevención y promoción de la salud, apoyar la detección temprana y la evaluación de los factores de riesgo para las enfermedades crónicas, etc.

  • Atención sanitaria: identificar e intercambiar buenas prácticas que permitan que los pacientes con enfermedades crónicas maximicen su autonomía y calidad de vida, desarrollar programas proactivos de intervención temprana, facilitar el acceso a la atención sanitaria de estos pacientes, implementar modelos de atención sanitaria a enfermedades crónicas (especialmente en los niveles de atención primaria y comunitaria), etc.

  • Investigación en el campo de las enfermedades crónicas, con relación a los programas de prevención y de atención temprana, con el objetivo de mejorar las estrategias y recursos para que se fomente un envejecimiento activo y saludable.

  • Recogida de información a nivel europeo que permita comparar los datos de incidencia y prevalencia, así como los factores de riesgo y las consecuencias derivadas de las enfermedades crónicas, etc.

La adopción de estas conclusiones supone un importante paso para el desarrollo de las políticas sanitarias de los Estados miembros, ya que las enfermedades crónicas (como, por ejemplo, los trastornos cardiovasculares, los trastornos de alimentación, los trastornos respiratorios crónicos, la artritis reumatoide, los problemas de dolor crónico y la diabetes), comparten factores de riesgo prevenibles y relacionados con los hábitos y estilos de vida. Entre estos factores se puede mencionar el consumo de tabaco, una dieta poco saludable, la falta de actividad física y el consumo excesivo de alcohol. Se da la circunstancia, además, de que la gran mayoría de estas enfermedades puede prevenirse o tratarse mediante intervenciones de bajo coste, alto impacto y basadas en la evidencia científica, muchas de ellas desarrolladas en el ámbito de la psicología de salud. La inversión en estas líneas de actuación, particularmente en aquellas asociadas a la prevención primaria, representa un gran ahorro en términos de costes sanitarios y económicos.

Más información en:

Conclusions on «Innovative approaches for chronic disease in public health and healthcare systems»

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