DIA MUNDIAL DE LA LUCHA CONTRA EL SIDA: ENTREVISTA A MARÍA DE LA PAZ BERMÚDEZ – UNIVESIDAD DE GRANADA

1 Dic 2005

 

En el día mundial de la lucha contra el SIDA hemos querido saber la opinión de una experta en la materia, María de la Paz Bermúdez, sobre diversos aspectos relacionados con esta pandemia, fundamentalmente la situación actual de los adolescentes y jóvenes españoles. Licenciada y doctora en Psicología por la Universidad de Granada, actualmente ejerce como docente en dicha universidad. Ha publicado y presentado múltiples trabajos en congresos nacionales e internacionales sobre evaluación de factores psicosociales de riesgo para el VIH/SIDA en adolescentes españoles, temática en la que lleva trabajando desde el año 1997. En la actualidad dirige dos proyectos de investigación en Colombia sobre prevención del    VIH/SIDA en adolescentes y diseña estrategias preventivas para la infección por el VIH dirigidas a adolescentes españoles.

 

 

 

Entre sus publicaciones destacan diversos artículos publicados en revistas científicas sobre adaptaciones al castellano de instrumentos de evaluación de factores de riesgo para el VIH y el libro Recent Advances in HIV Infection Research.

Infocop-On Line ha llevado a cabo la siguiente entrevista.

Acaba de hacerse público el Informe de la situación del SIDA en 2005 elaborado por ONUSIDA y la OMS en el que se indica que «España sigue siendo uno de los países de mayor incidencia de SIDA en Europa Occidental. Según tu punto de vista ¿a qué crees que se debe este hecho?

Para comprender el modelo real de transmisión de la infección del VIH/SIDA, es necesario recurrir a factores individuales, contextuales y socioculturales. En líneas muy generales, considero que, entre otros motivos, titulares publicados en medios de comunicación como este: «Desde que se extendió el uso de medicamentos antirretrovirales en nuestro país, el SIDA ha disminuido un 70%» o, este otro: » En España, la esperanza de vida actual de un recién infectado son prácticamente las mismas que las de una persona no infectada de la misma edad» aún siendo ciertos, pueden crear expectativas falsas sobre el control de la infección, ya que en muchos casos, en algunos sectores de la población, aún no se conoce la diferencia entre estar infectado del VIH y presentar el SIDA. Igualmente, en cierta medida, la información de que el SIDA es una enfermedad crónica como la diabetes, por ejemplo, hace que se baje la guardia con respecto a la emisión de conductas preventivas para la infección por el VIH. Sería necesario realizar una evaluación exhaustiva a la población española general para, realmente, definir cuáles son los factores determinantes de que España presente esta incidencia con respecto al VIH/SIDA. Por otro lado, cabría considerar la posibilidad de realizar más y mejores campañas preventivas, pues, en este tema no se puede nunca bajar la guardia.

En dicho informe también se señala que la incidencia de la enfermedad ha disminuido entre los consumidores de drogas intravenosas pero que ahora las relaciones sexuales de riesgo se han convertido en la principal vía de transmisión. ¿Cuáles pueden ser las razones de este incremento?

Inicialmente, las campañas de prevención han ido dirigidas, principalmente hacia homosexuales y consumidores de drogas por vía parenteral y han sido esos colectivos los que han ido cambiando sus pautas de riesgo. Sin embargo, no se han adoptado medidas preventivas por miedo al VIH/SIDA entre aquellas personas que no eran consumidores de drogas por vía parenteral u homosexuales, y se continúa utilizando un modelo de respuesta muy básico frente al VIH/SIDA que consiste en el pensamiento simple de «…a mi eso no me va a ocurrir, eso les pasa a otros» y que a su vez se traduce en unos comportamientos en los cuales las conductas de riesgo son muy altas debido, sobre todo, a una muy baja prevalencia percibida en nuestros círculos próximos.

Se habla de que ya casi la mitad de las personas infectadas (40 millones) son mujeres así como de una «mayor vulnerabilidad de la mujer frente al VIH en el mundo». ¿Qué opinión te merece este hecho? ¿En qué medida crees que influyen los roles de género?

Los últimos años, sin duda alguna, han sido nuevamente llamativos en lo que se refiere al estudio de la prevalencia del VIH/SIDA en la población. Al respecto, se observa que el grupo con un mayor riesgo frente a la infección por el VIH/SIDA es el de las mujeres, sobre todo, las que viven en países del denominado tercer mundo, o de países en vías de desarrollo, aunque, las del mundo occidental no se han librado de esta pandemia. Por todo ello, cabe pensar en la existencia de una serie de factores ligados a la condición del rol femenino, o, lo que es lo mismo, de factores relacionados con el género, y el aumento en la vulnerabilidad frente a la infección por el VIH/SIDA. De manera específica, y en relación con esto, se puede identificar un número de cuestiones que hacen referencia a los roles de género y las dinámicas de poder en relación con la infección por el VIH/SIDA. Las normas emergentes a nivel cultural entre mujeres, sobre todo de poblaciones pertenecientes a clases socioeconómicas y culturales bajas, apuntan a un considerable riesgo que deviene, mayoritariamente, del riesgo comportamental derivado de la mala negociación de las mujeres frente a sus parejas masculinas, en cuanto se refiere a las prácticas de socialización en general y sexuales en particular. En las parejas se establecen unas dinámicas de poder, y la mujer suele adoptar un rol femenino convencional, con estereotipos comportamentales que, por sí mismos, ofrecen una mayor vulnerabilidad frente a la infección por el VIH/SIDA. En otras palabras, se le presupone al hombre un comportamiento activo para el uso de prácticas preventivas adecuadas en materia de salud y de sexualidad que, por el contrario, implican el despliegue de conductas pasivas por parte de la mujer, que debe, asimismo, confiar en el hombre y en la seguridad que ofrece su unión de pareja. Por ello, y como ponen de manifiesto diversas investigaciones, las ideologías masculinas, la orientación sexual de la mujer, junto con otros factores individuales y contextuales, pueden convertirse en un importante factor en el uso o no del preservativo y tiene fuertes implicaciones frente al riesgo por el VIH. Al mismo tiempo, hay que señalar que la susceptibilidad a la infección del VIH varía a lo largo del ciclo vital de la mujer, sobre todo si se considera su ciclo reproductivo. En este sentido, las adolescentes, como apuntan diferentes investigaciones, parecen ser la población más vulnerable, debido, sobre todo, a sus comportamientos sexuales de alto riesgo y a la inmadurez de su tracto genital, a lo que se añade un riesgo mayor durante el embarazo y el puerperio.

Por otro lado, es importante tener en cuenta que los desequilibrios en la dinámica de poder en la pareja pueden ser especialmente acusados cuando las adolescentes eligen parejas sexuales de mayor edad, dado que multiplica notablemente dichos riesgos, por el añadido del historial sexual de riesgo del varón.

Por segundo año consecutivo se está llevando a cabo una campaña sobre sexualidad dirigida por un grupo de organizaciones bajo el nombre de Plataforma Joven y cuyo lema es «sexo con seso». En dicha campaña un autobús recorre varias ciudades españolas y se trata de hacer participar activamente a jóvenes de entre 15 y 29 años, a través de información, sensibilización y una actitud responsable. ¿Qué te parece esta iniciativa?

Me parece una buena idea. No es frecuente que un adolescente solicite información por iniciativa propia. Por eso es necesario facilitarles y acercarles la información, la sensibilización y la actitud responsable, entre otras cosas. Igualmente, me parece muy recomendable la página web de la que dispone Plataforma Joven cuyo título también es «sexo con seso». Ahora, más que nunca, si queremos luchar contra esta enfermedad, no debemos sólo esperar a que los jóvenes y adolescentes se acerquen a nosotros buscando información, tenemos que llevársela hasta las puertas de sus casas, hasta sus pueblos y ciudades con el fin de que la descubran con mayor efectividad y con mejores garantías de éxito. A su vez, hay que buscar la manera de generar actitudes responsables y saludables de cara a la reproducción y la sexualidad pues, la información es muy necesaria, aunque no suficiente para producir respuestas conductuales adecuadas y, por ello, el trabajo a nivel actitudinal y comportamental es básico en un proceso preventivo óptimo y acorde a esta realidad que nos toca vivir.

De acuerdo con tus conocimientos sobre este tema, los jóvenes tienen una serie de actitudes e ideas erróneas que influyen en la prevención que hacen sobre el SIDA ¿Cuál dirías que es la actitud y/o idea errónea más generalizada entre ellos?¿A qué se puede deber?¿existe alguna diferencia entre sexos?

Múltiples investigaciones han puesto de manifiesto la importancia de evaluar las actitudes hacia el uso de preservativos y hacia temas relacionados con el VIH/SIDA, en general, por considerar que a mayor actitud positiva, mayor y más consistente es el uso del preservativo y, a su vez, mayor predisposición para tratar temas relacionados con la prevención del VIH. Por tanto, actitudes negativas hacia el uso de preservativos y hacia cuestiones relacionadas con el VIH/SIDA, promoverán la emisión de conductas de riesgo como la no utilización de preservativos y respuestas de evitación hacia información sobre prevención y transmisión del VIH. Por otro lado, aunque es bien sabido, tal y como hemos comentado, que la información sobre prevención y transmisión del VIH es una condición necesaria pero no suficiente para la adopción de medidas preventivas en la práctica, existen estudios que demuestran la necesidad de aportar información sobre prevención y transmisión del VIH a los adolescentes ya que tanto la falta de información como la creencia de ideas erróneas, podrían conducir al adolescente a la emisión de conductas de riesgo para la infección. En esa línea, mi grupo de investigación ha realizado un estudio reciente cuyo objetivo prioritario fue el de realizar una evaluación multidimensional del riesgo para la infección en adolescentes españoles. Concretamente, se evaluaron las siguientes variables: conocimiento e ideas erróneas (mitos) sobre prevención y transmisión del VIH, susceptibilidad a la infección por el VIH, autoeficacia en el uso del preservativo, actitudes hacia el uso del preservativo y hacia temas relacionados con el VIH/SIDA, comunicación del adolescente con sus amigos y con sus padres sobre temas relacionados con el VIH/SIDA, percepción de las normas del grupo de iguales que el adolescente tiene para llevar a cabo conductas de riesgo, locus de control para la infección e intención de cambio de conducta de riesgo.

Los resultados encontrados con respecto a las actitudes y las ideas erróneas ponen de manifiesto sobre ideas erróneas, por ejemplo, que el 27,5% cree que el SIDA puede curarse si se trata a tiempo y el 32,8% no sabe si el SIDA puede curarse o no; el 32,2% no sabe si se puede infectarse del VIH por usar váteres públicos; el 20,6% no sabe si se puede contraer el VIH compartiendo tenedores, cuchillos o vasos; sólo el 50,7% sabe que el VIH no se puede transmitir a través de la picadura de un mosquito; el 39,9% no sabe si existe un tratamiento médico que pueda prevenir la infección por el VIH; el 26,3% no sabe si una persona puede estar infectada y no presentar síntoma de la enfermedad y el 63,3% cree que un resultado positivo en la prueba del VIH significa que se tiene el SIDA. Sobre las actitudes, en líneas generales hacia personas infectadas, destacar que sólo el 63,3% de los adolescentes está de acuerdo con que personas con el VIH sean profesores y el 53,7% con que realicen trabajos de servicio al público, como camareros/as, cocineros/as, peluqueros/as; el 47% está en desacuerdo con que personas con el VIH trabajen en hospitales. El 54% de los encuestados preferiría contagiarse de otra enfermedad antes que del SIDA; el 24,2% considera que sus sentimientos hacia las personas con el SIDA dependen de cómo hayan contraído el virus y el 21,1% no sabe si está de acuerdo o en desacuerdo con esa afirmación.

En cuanto a las diferencias por sexo, los resultados hallados en este estudio indican que las mujeres tienen menos conocimiento sobre prevención y transmisión del VIH y menos ideas erróneas. A su vez, presentan menos percepción de autoeficacia en el uso del preservativo y menos actitudes negativas, más susceptibilidad a la infección, más comunicación con los amigos sobre temas relacionados con el VIH/SIDA y mayor intención para cambiar las conductas de riesgo por conductas seguras que los varones.

En base a estas actitudes e ideas erróneas, ¿Cuál crees que debe ser el papel de los padres en la educación sexual? ¿Y el de la escuela? ¿Dista mucho de ser lo que debería?

Investigaciones recientes apuntan a la necesidad de llevar a cabo la prevención del VIH a nivel familiar. Para ello, es fundamental la comunicación entre padres e hijos sobre cuestiones relacionadas con el VIH/SIDA y el control de los padres sobre los hijos. De hecho, según algunos estudios, aquellos adolescentes que mantienen más comunicación con sus padres, tienen mayor estabilidad en sus parejas y, por lo tanto, un menor cambio constante de pareja y de encuentros sexuales esporádicos con personas diferentes, menos actos sexuales sin protección, a la vez que consumen menos drogas que aquéllos que no se comunican con sus padres sobre temas relacionados con la sexualidad y el VIH/SIDA. Con respecto al control parental sobre los hijos, apuntar que la falta de control de los padres ha sido asociada con la participación del adolescente en: relaciones sexuales sin protección, iniciación más temprana a la actividad sexual y relaciones sexuales con parejas masculinas no monógamas, así como con relaciones sexuales con parejas masculinas múltiples. Por tanto, es fundamental fomentar, desde edades tempranas y a lo largo de todo el proceso de desarrollo de nuestros hijos, una comunicación abierta sobre temas relacionados con la sexualidad en general y con las enfermedades de transmisión sexual y el VIH/SIDA, en particular. A su vez, los padres deben ejercer control sobre la conducta de sus hijos, y así los adolescentes deben percibirlo. No obstante, es importante destacar que previamente, aquellos padres que no lo estén, deberían ser entrenados en prácticas de comunicación y recibir cursos de formación sobre sexualidad y VIH/SIDA.

En los centros escolares se llevan a cabo programas de prevención del VIH/SIDA a nivel grupal destinados, principalmente, a facilitar información al adolescente sobre prevención del VIH y sobre el uso del preservativo masculino como estrategia preventiva. Sin embargo, en muchos casos, dichos programas no tienen en cuenta diferencias individuales como barreras psicológicas importantes, que son, en último extremo, las responsables de que la conducta de prevención, aún sabiendo cuál es, no se lleve a la práctica.

¿Qué crees que puede aportar el psicólogo en la prevención del VIH/SIDA?

Tal y como indicaba anteriormente, la evaluación psicológica previa a la puesta en marcha de un programa de prevención, es fundamental para que dicho programa resulte eficaz y efectivo. Son muchos los factores de riesgo a los que un adolescente puede estar expuesto por las características ambientales, socioculturales y/o personales. Diseñar un «paquete preventivo» en el que se tenga en cuenta todos esos factores para aplicarlo de forma grupal no resultaría nada práctico ni recomendable, ya que su aplicación llevaría mucho tiempo y, por otro lado, es muy probable que algunos integrantes del grupo reciban entrenamiento de habilidades que ya tienen adquiridas, con lo cual disminuiría la motivación. Por tanto, facilitar los instrumentos de evaluación necesarios, evaluar y determinar de forma individualizada a qué factores concretos está expuesto cada adolescente para que, posteriormente se puedan diseñar estrategias preventivas adecuadas, resulta una aportación primordial por parte del psicólogo.

No obstante, realizar una evaluación multidimensional del riesgo de forma individual lleva mucho tiempo y una gran dedicación, por tanto, en la actualidad resulta muy complicado llevarla a cabo, aunque sí es necesario para alcanzar los objetivos a los que estamos aludiendo.

En líneas generales, ¿qué propuestas de mejora plantearías con respecto a los programas de prevención dirigidos a los jóvenes y adolescentes?

En primer lugar, considero que es fundamental plantear y llevar a cabo una evaluación multidimensional del riesgo, y éste ha de ser, sin lugar a dudas, de forma individual. Algunas de las variables que se deberían evaluar son: conductas de riesgo para la infección, conocimiento e ideas erróneas (mitos) sobre prevención y transmisión del VIH, susceptibilidad a la infección por el VIH, autoeficacia en el uso del preservativo, asertividad sexual, actitudes hacia el uso del preservativo y hacia temas relacionados con el VIH/SIDA, comunicación del adolescente con sus amigos y con sus padres sobre temas relacionados con el VIH/SIDA, rol de género y dinámica de poder en la pareja, necesidad de búsqueda de sensaciones nuevas en el contexto sexual, ansiedad ante el VIH/SIDA, estado de ánimo, presencia de trastorno psicológico, autoestima, autocontrol, ocupación de tiempo libre, percepción de las normas del grupo de iguales que el adolescente tiene para llevar a cabo conductas de riesgo, locus de control para la infección e intención de cambio de conducta de riesgo, entre otras.

En segundo lugar, en función de los resultados de la evaluación, y bajo la consideración de su vertiente práctica o aplicada, sería necesario incluir diferentes módulos de entrenamiento destinados a: (i) aumentar la susceptibilidad a la infección; (ii) enseñar habilidades para la negociación en el uso del preservativo, que no dejan de ser habilidades sociales de interacción con personas del sexo opuesto; (iii) modificar de un locus de control externo para la infección, por uno interno; (iv) aumento de la autoestima y el autocontrol; (v) mejora del estado de ánimo, etc. Todas estas cuestiones, facilitarán el que en el grupo de referencia al que pertenece el adolescente se acepten, se fomenten y se refuercen las conductas preventivas. Ahora bien, otros aspectos importantes que deben ser incorporados en los programas preventivos, son: la dinámica de poder en la pareja (roles sexuales y de género), a nivel familiar el control de los padres y la comunicación con éstos y, a nivel social, la participación de los adolescentes en organizaciones sociales.

En tercer y último lugar, mencionar que es recomendable implicar en algunos módulos a padres y grupo de amigos más cercano.

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