LA PREJUBILACIÓN EN LA ACTUAL GLOBALIZACIÓN

15 Feb 2006

 

Anastasio Ovejero es catedrático de Psicología Social en la Facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Valladolid (Campus de Palencia) además de director del Dpto. de Psicología de dicha universidad y miembro de su Junta Consultiva.

Infocop On line se ha puesto en contacto con él para que nos hable de la situación actual de los prejubilados y del papel de los psicólogos ante esta situación.

 
                                 

Anastasio Ovejero

Como primer objetivo de este artículo me gustaría desarrollar aquí algunas reflexiones que ayudarán a entender dos aparentes contradicciones relacionadas con la prejubilación. En primer lugar, y en contra de la creencia tan generalizada entre los psicólogos de las organizaciones de que el trabajo constituye un elemento central en las vidas de las personas, ciertamente son muchos los trabajadores que desean jubilarse anticipadamente y que, cuando tal momento llega, lo reciben con alegría e incluso con alborozo. Y en segundo lugar, ese momento de alborozo con que reciben a la jubilación anticipada suele, a veces, ser seguido de una etapa problemática y llena de incertidumbre: no todos los prejubilados saben adaptarse adecuadamente a la nueva situación. De ahí la necesidad de una intervención psicosocial por parte de los psicólogos/as. Pues bien, mostrar algunas de las principales directrices de esa intervención psicosocial, obviamente con menos detenimiento de lo que merece, constituye mi segundo objetivo.

Comenzaré recordando que la tradicional relación entre vejez y jubilación es cada vez menos pertinente, ya que cada día más personas se jubilan anticipadamente, a partir incluso de los 50 años, lo que significa que para este sector de la población sigan siendo válidas las conclusiones de los estudios sobre Sociología de la Jubilación (Atchley, 1976; Vega, Bueno y Buz, 2001), pero ya no las de las investigaciones sobre gerontología (Atchley, 1980) o sobre la Psicología de la Vejez (Birren y Schaie, 1977; Itassen y Thompson, 2000; Kalish, 1983; Lehr, 2004), dado que aunque sí son personas jubiladas, aún no son mayores ni ha comenzado en ellas aún, ni a nivel biológico, ni a nivel sexual, ni a nivel psicológico, el deterioro evolutivo propio de la tercera edad. En consecuencia, lógicamente, la intervención psicológica no puede ser aquí la tradicional de la gerontología, sino una intervención esencialmente psicosocial que tenga muy presente tanto la sociedad postmoderna (Ovejero, 1999) como el contexto de la actual globalización neoliberal (Ovejero, 2004b), incluso en algunos sectores de la propia Psicología (Ovejero, 2003, Cap. VIII).

En efecto, en la actual sociedad, postmoderna a nivel social y ultraliberal a nivel económico, han cambiado mucho los rasgos que tradicionalmente caracterizaban a la jubilación. Así, mientras que, a nivel laboral, la globalización supone esencialmente una cada vez mayor precariedad en el empleo, una paulatina pérdida de derechos laborales por parte de los trabajadores y una indiscutible y progresiva reducción salarial, lo que va haciendo que la motivación laboral intrínseca vaya disminuyendo, la postmodernidad está potenciando continuamente el hedonismo, la comodidad y el consumo. Por consiguiente, no debe extrañar que sean numerosos los trabajadores que incluso sueñan con jubilarse cuanto antes, al menos mientras la paga que les quede les permita mantener su nivel de consumo.

Sin embargo, incluso en estas condiciones postmodernas y en este contexto de la actual globalización, la jubilación anticipada no está exenta de riesgos psicológicos y psicosociales, en ocasiones muy serios. Y es que el paso de una época histórica a otra (por ejemplo, de la Edad Media a la Edad Moderna) no es algo automático e instantáneo. Por el contrario, durante un largo período de transición existen a la vez características propias de una época (que aún no se ha ido) y de la otra (que ya está llegando). Eso es justamente lo que está ocurriendo hoy día. Estamos en una época de transición. La Modernidad, que si se me permite simplificar un poco, se caracteriza ante todo por el trabajo, el esfuerzo, el ahorro y la producción, aún no se ha ido, mientras que la Postmodernidad, que, al nivel que aquí me interesa, se caracteriza por el ocio, el hedonismo, la falta de esfuerzo, el no ahorro y el consumo, aún no ha llegado del todo.

 

 

Pues bien, todo lo anterior nos ayuda a entender lo que está ocurriendo, a nivel psicológico y psicosocial, en el campo de la prejubilación. Por una parte, la progresiva generalización de los valores hedonistas, permanentemente promovidos por la publicidad, tan ubicua en nuestra actual sociedad postmoderna, está fomentando el no-trabajo y, en consecuencia, el deseo por parte de muchos trabajadores de jubilarse anticipadamente, ya que esto haría posible, a la vez, no trabajar y seguir consumiendo.  

A ello habría que añadir que las propias empresas, y más cuanto más grandes sean, están deseosas de jubilar anticipadamente a parte de su plantilla, o bien porque la incorporación de tecnología nueva hace sobrante a muchos trabajadores o bien porque, obscenamente, quieren sustituir a muchos de sus trabajadores «más caros» por otros «más baratos«, prejubilando a los primeros y sustituyéndolos por otros más jóvenes, con menos derechos laborales y mucho peor remunerados (Bauman, 2003a, 2005; Boltanski y Chiapello, Ovejero, 2004b).

No obstante, como ya dije antes, no es raro que a un primer momento de júbilo le siga un periodo de zozobra, a la alegría primera de no tener que ir a trabajar le sigan las dudas de qué hacer ahora con tanto tiempo libre, al regocijo de no tener que ver más al jefe le siga la tristeza de no compartir ya tantas cosas como antes compartían con los compañeros y amigos del trabajo, etc. Y es que el trabajo no sólo era un «castigo de Dios«, ni sólo un «lugar de tormento«. Por el contrario, con el fin de motivar laboralmente a los trabajadores y de tener controlada a la ciudadanía, el capitalismo, tanto el privado como el de Estado, y con la ayuda inestimable de Carlos Marx, había conseguido que el trabajo se constituyera en elemento central de la vida de las personas, cumpliendo unas funciones tan básicas como las afiliativas, las de identidad y autoestima, las de consumo, las de gestionar el tiempo o las de autorrealización, además de las más puramente de subsistencia. Al fin y al cabo, los trabajadores que ahora se están prejubilando fueron socializados en los valores de la Modernidad y, por tanto, para ellos el trabajo sí cumplía, al menos parcialmente, esas funciones. Todo esto, a mi juicio, explica perfectamente lo que ya mencioné: que tras el alborozo inicial, el prejubilado puede entrar en una fase de incertidumbre, de zozobra y hasta de perplejidad, pues necesita adaptarse a la nueva situación. Y tal adaptación no es tan fácil como él creía, pues ahora se encuentra en unas condiciones psicológicas y psicosociales que no preveía o que creía que a él no le afectarían. Sabido es lo extendido que está el «sesgo de invulnerabilidad» («¿aburrirme yo si no vuelvo por el trabajo? Eso les pasará a otros, que a mi no»). Pero pronto constatan muchos prejubilados que no es lo mismo ver los toros desde la barrera que en el ruedo.

Por consiguiente, si los prejubilados desean disfrutar de una nueva etapa en su vida, deberían conocer los riesgos que tal etapa tiene y aprovechar sus indudables ventajas. Y para ello los/las profesionales de la Psicología les podrían ser de gran ayuda. En mi opinión, la intervención psicológica más eficaz y pertinente aquí sería la de tipo clínico-social, es decir, aquella perspectiva interventiva que uniera tanto la Psicología Social como la Psicología Clínica. Más específicamente, los principales riesgos de la prejubilación serían los siguientes: 1) los relacionados con la identidad y la autoestima, como consecuencia de que al jubilarse uno ya no se desempeña el papel profesional ni el papel social que antes se desempeñaba; 2) no saber qué hacer con su tiempo, dado que antes era el trabajo el que le obligaba a uno a planificar temporalmente su vida cotidiana; 3) la pérdida de relaciones interpersonales y de capital social, y sabida es la importancia que ambas cosas tiene en la vida humana (Putnam, 2002); 4) y, finalmente, por no mencionar sino los riesgos más importantes, los posibles conflictos familiares cuando los hábitos cotidianos deben por fuerza cambiar. Y la Psicología puede desempeñar aquí un papel realmente crucial y positivo, sobre todo en campos como el de las relaciones interpersonales (Ovejero, 1998), el entrenamiento en habilidades sociales (Caballo, 1993; Gil y León, 1998; Monjas, 1998; Verdugo, 1997), el fomento de instituciones de apoyo social y comunitario (Bauman, 2003b; Musitu y cols., 2004) o la negociación (Ovejero, 2004a), sobre todo la negociación familiar y comunitaria (Duffy y cols., 1996).

En conclusión, y en contra de tantos estereotipos por ahí circulando, estereotipos que no son inocentes sino claramente interesados (lo que quieren es que trabajemos), la prejubilación es algo altamente positivo, aunque sí tiene algunos riesgos, de los que yo destacaría estos tres: los problemas de identidad y de autoestima, las dificultades de hacer amigos y de tener relaciones interpersonales y el no saber bien qué hacer con tanto tiempo libre. El tercero es relativamente fácil de solucionar, incrementando la actividad de ocio (excursiones, etc.), culturales, educativas, asociativas, etc. (véase Moragas, 2001, 2006), y solucionando éste casi quedan solucionados los otros dos. Pero para ello hay que preparar la jubilación (Madrid y Garcés de los Fayos, 2000). No olvidemos que las personas jubiladas anticipadamente tienen todas las condiciones para hacer ellos mismos lo que quieran de su vida. Y no siempre esta sociedad capitalista nos permite ser dueños de nosotros mismos y de nuestras vidas. Tal vez por primera vez, sus vidas están en sus manos, y todavía con muchos años por delante. Por tanto, es ahora cuando deben aprovechar la ocasión para disfrutar de su tiempo, para hacer amigos, para encontrar nuevas ilusiones y, en definitiva, para ser felices. Y en esta tarea, los profesionales de la Psicología pueden serles de gran ayuda.

Referencias Bibliográficas

Atchley, R.C. (1976): The sociology of retirement. Cambridge, Mass: Schenkman,

Atchley, R.C. (1980):The social forces in later life: An introduction to social gerontology (3ª ed.). Belmont, Calif.: Wadsworth.

Bauman, Z. (2003a): Trabajo, consumismo y nuevos pobres. Barcelona: Gedisa.

Bauman, Z. (2003b): Comunidad: En busca de seguridad en un mundo hostil. Madrid: Siglo XXI.

Bauman, Z. (2005): Vidas desperdiciadas: La modernidad y sus parias. Barcelona: Paidós.

Birren, J.E. y Schaie, K.W. (Eds.) (1977): Handbook of the psychology of aging. Nueva York: Van Nostrand Reinhold.

Boltansky,i, L. y Chiapello, E. (2002): El nuevo espíritu del capitalismo. Madrid: Akal.

Caballo, V. (1993): Manual de evaluación y entrenamiento de las habilidades sociales. Madrid: Siglo XXI.

Duffy, K.G., Grosch, J.W. y Olczak, P.V. (1996): La mediación y sus contextos de aplicación: Una introducción para profesionales e investigadores. Barcelona: Paidós.

Gil, F. y León, J.M. (1998): Habilidades sociales: Teoría, investigación e intervención. Madrid: Síntesis.

Itassen, K. y Thompson, R.A. (2000): Psicología del desarrollo: Adultez y vejez. Madrid: Editorial Médica Panamericana.

Kalish, R.A. (1983): La vejez: Perspectivas sobre el desarrollo humano. Madrid: Pirámide.

Lehr, U. (2004): Psicología de la senectud. Barcelona: Herder.

Madrid, A.J. y Garcés de los Fayos, E.J. (2000): La preparación para la jubilación. Anales de Psicología, 16, 87-99.

Monjas, I. (1996): Programa de entrenamiento en habilidades en interacción social (PEHIS). Madrid: CEPE.

Moragas, R. (2001): La jubilación, una oportunidad vital. Barcelona: Herder.

Moragas, R. (2006): Gerontología. Barcelona: Herder.

Musitu, G., Herrero, J., Cantera, L.M. y Montenegro, M. (2004): Introducción a la Psicología Comunitaria. Barcelona: Editorial UOC.

Ovejero, A. (1998): Las relaciones humanas: Manual de psicología social teórica y aplicada. Madrid: Biblioteca Nueva.

Ovejero, A. (1999a): La nueva psicología social y la actual postmodernidad. Oviedo: Universidad de Oviedo

Ovejero, A. (2003): La cara oculta de los tests de inteligencia. Madrid: Biblioteca Nueva.

Ovejero, A. (2004a): Técnicas de negociación: Cómo negociar eficaz y exitosamente. Madrid: McGraw-Hill.

Ovejero, A. (2004b): Globalización, sociedad y escuela. Valladolid: Universidad de Valladolid.

Putnam, R. D. (2002): Solo en la bolera: Colapso y resurgimiento de la comunidad norteamericana. Barcelona: Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.

Vega, J.L., Bueno, B. Y Buz, J. (2001): Sociología del envejecimiento. En J.F. Macías (Ed.): Geriatría desde el principio (pp. 39-55). Barcelona: Glosa.

Verdugo, M.A. (1997): P.H.S. Programa de habilidades sociales. Programas conductuales alternativos. Salamanca: Amarú Ediciones.

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