El 8% de los adolescentes admite haber agredido psicológicamente a sus padres de forma reiterada– Entrevista a Esther Calvete

3 Nov 2016

La violencia filio-parental constituye una línea de investigación y actuación en pleno desarrollo dentro de la Psicología. Por este motivo durante el III Congreso Nacional de Psicología, organizado por el Consejo General de la Psicología de España (COP), que se celebrará los días 3 y 7 de julio de 2017, se ha programado una conferencia para analizar y conocer la evidencia actual acerca de este problema. Para ello, se contará con la participación de Esther Calvete, mediante la conferencia que lleva por título Violencia filio-parental: Comprendiendo sus causas para prevenir.

Esther Calvete es autora de numerosas publicaciones sobre la violencia filio-parental, profesora de Psicología en la Universidad de Deusto e investigadora principal del equipo Deusto Stress Research, una unidad de investigación centrada en la vulnerabilidad y resiliencia al estrés y la adversidad.

A través de la siguiente entrevista concedida a Infocop, nos proporciona un avance de los temas que abordará en el marco de este evento.

Esther Calvete

ENTREVISTA

Para encuadrar el tema, ¿qué es la violencia filio-parental?

Generalmente por violencia filio-parental nos referimos a situaciones en las que hijos e hijas actúan reiteradamente con la intención de causar dolor físico, psicológico o económico a sus progenitores, o bien para hacerse con el control y el poder sobre uno de los progenitores. No consideramos que hay violencia filio-parental cuando ha tenido lugar una agresión aislada sino cuando las agresiones se repiten en el tiempo, causando considerable indefensión y ansiedad en los padres y madres.

¿Qué impacto y qué consecuencias tiene en el entorno familiar y en la sociedad?

Las consecuencias son muy negativas tanto para las víctimas directas, que son los progenitores que sufren las agresiones, como para los propios adolescentes que agreden. Todos los miembros de la familia sufren enormemente cuando existe violencia filio-parental. La sociedad también se resiente, al sentir cierta indefensión y perplejidad por la existencia del fenómeno.

¿Qué datos disponemos sobre la incidencia de la violencia de hijos a padres en nuestro país?

A nivel estatal contamos con varios estudios epidemiológicos recientes. En el último que hemos realizado con una muestra grande de adolescentes, hemos encontrado que entre el 8-9% de los adolescentes admiten que han agredido psicológicamente (insultos, robos, etc.) de forma reiterada a alguno de sus progenitores en el último año. Las agresiones físicas (empujones, patadas, etc.) repetidas son menos frecuentes, entre 3-5%.

Es muy interesante que cuando se pregunta a los progenitores, estos informan en menor medida de las agresiones: 5-6% de agresiones psicológicas y 1-3% de físicas. Estas discrepancias sugieren que algunos progenitores podrían minimizar algunas de las conductas agresivas de sus hijos e hijas, al igual que ocurre con la violencia de género.  Algunos progenitores podrían sentirse incomodos admitiendo que sus hijos e hijas les tratan de forma agresiva debido a que la sociedad a menudo interpreta que la violencia filio-parental es signo del fracaso de los progenitores a la hora de educar y establecer límites a sus hijos.

Su línea de investigación se ha centrado en el estudio de este tipo de violencia. A partir de los resultados obtenidos, ¿cuál suele ser el perfil de los adolescentes que ejercen violencia física y verbal contra sus progenitores y de las familias en las que esta violencia tiende a producirse?

En cuanto a los adolescentes que ejercen violencia filio-parental, encontramos que cada vez son más frecuentes los casos de chicas. Si bien las agresiones físicas son más frecuentemente realizadas por chicos, despunta un perfil de chicas agresoras que ejercen sobre todo violencia verbal y económica hacia sus madres.

Los agresores suelen ser chicos y chicas que muestran a menudo rasgos de narcisismo secundario, deseando poder lograr todo lo que desean aquí y ahora. Este narcisismo enmascara importantes problemas de autoestima e incluso sintomatología depresiva. Por eso me refería anteriormente a que los propios agresores sufren mucho. A veces su conducta agresiva es una forma de manifestar su malestar y hastío con su realidad.

Además, es muy habitual encontrar un perfil de consumo abusivo de alcohol y substancias tales como cannabis. Hemos encontrado que a menudo surgen las agresiones en el contexto de discusiones en casa por el dinero para adquirir drogas.

En cuanto al perfil de las familias, el problema es algo más frecuente en familias monoparentales. Además, son bastante habituales los antecedentes de exposición a la violencia familiar. Algunos adolescentes, en su infancia, fueron testigos de violencia contra su madre o incluso fueron víctimas directas de agresiones físicas y abusos psicológicos por parte de sus progenitores. Esto es algo muy frecuentemente relatado por los adolescentes a quienes hemos entrevistado en centros especializados.

Por último, pero no menos importante, la característica familiar que en mayor medida hemos encontrado que predice la violencia filio-parental es la falta de afecto positivo en la crianza de los hijos. Muchas veces son progenitores que no dedican un tiempo de calidad en la vida cotidiana a conversar con sus hijos o en interesarse por sus problemas. Quizás les proporcionen regalos y satisfagan sus caprichos pero fallan en ese tiempo de juego y apoyo emocional.

Como bien señala en el título de la próxima conferencia que impartirá durante el Congreso Nacional de Psicología, Violencia filio-parental: Comprendiendo sus causas para prevenir, resulta fundamental comprender los factores que pueden precipitar la violencia de los hijos hacia sus progenitores para poder realizar programas de prevención adecuados. Teniendo en cuenta estos datos, ¿cómo se puede intervenir desde la Psicología para reducir el impacto de este tipo de comportamientos?

Los resultados de la investigación sugieren varias pistas para las intervenciones.  En primer lugar, está la vía del trabajo con las familias.  La educación a padres y madres es fundamental. Algunos progenitores no saben abordar la crianza de los hijos de una forma adecuada. Quieren a sus hijos y desean lo mejor para estos pero en ocasiones no cuidan la comunicación con sus hijos y tampoco saben poner límites a los deseos de estos. La psicología tiene un rol clave en el proceso de ayudar a desarrollar relaciones saludables en las familias.

En segundo lugar, dado que existe un perfil de violencia filio-parental asociado a la exposición a la violencia familiar, los profesionales deberían estar especialmente atentos en los casos de violencia de género. Cuando una mujer víctima tiene hijos, habría que evaluar la posible co-ocurrencia de violencia filio-parental. Incluso, si los hijos son aún pequeños, habría que introducir programas preventivos de la transmisión intergeneracional de la violencia.

Por último, las características de los adolescentes también son importantes y hay mucho por hacer en intervención a través del trabajo directo con los jóvenes. Los estudios muestran que son adolescentes con importantes problemas emocionales y conductuales. Por ello, los psicólogos y psicólogas tienen un ámbito amplio de trabajo centrado en el desarrollo de estrategias de regulación emocional, control de la ira y facilitación de un auto-concepto adaptativo. Este trabajo puede realizarse de forma universal en centros educativos y también en centros especializados con casos remitidos por violencia filio-parental.

¿A qué retos debe enfrentarse el profesional sanitario para la intervención en este campo?

El trabajo con las familias en las que la violencia filio-parental ocurre es difícil y entraña muchos retos. Un primer reto es la detección misma de los casos. Muchas familias son reacias a buscar ayuda. Piensan que serán juzgadas de una forma negativa por parte de los profesionales y de la sociedad en general. Sienten vergüenza por lo sucedido. Por eso es muy importante realizar campañas de concienciación que informen adecuadamente y de forma rigurosa sobre el problema y los recursos existentes. Los medios de comunicación, a veces centrados en el sensacionalismo, no siempre han contribuido a generar una imagen correcta del problema.

Un segundo reto yace en las intervenciones mismas con las familias. A menudo, los profesionales van a encontrarse con progenitores que simplemente desean que “alguien arregle el problema que tiene su hijo” y los profesionales tendrán que esforzarse por hacerles entender que el problema es de toda la familia y que todos ellos deben participar activamente en el proceso terapéutico.

El estudio de la violencia filio-parental ha recibido menos atención en comparación con el estudio de otros tipos de violencia, si bien en los últimos años se ha producido un creciente interés. ¿Qué avances se han producido en los últimos años respecto a nuestra comprensión de este fenómeno?

En este punto me parece importante resaltar que España es probablemente el país donde más estudios se llevan a cabo sobre violencia filio-parental. Esto ha llevado a que tengamos un conocimiento importante sobre factores como los mencionados que aumentan el riesgo de violencia filio-parental. Paralelamente, han surgido excelentes programas de intervención en numerosas comunidades. Los profesionales están realizando un trabajo muy valioso y ayudando a estas familias. Sin embargo, este trabajo no es sencillo y requiere que la investigación continúe para así mejorar las intervenciones.

Para finalizar, ¿le gustaría realizar algún comentario más al respecto?

No hace mucho tiempo la violencia contra las mujeres permanecía oculta en el ámbito de la familia. La sociedad no estaba sensibilizada y no había recursos para abordar el problema. Aunque aún hay un gran camino para solucionar el problema de la violencia de género y aún muchas mujeres la sufren en silencio, se ha avanzado mucho. En años futuros deberíamos avanzar con la violencia filio-parental en la misma línea: con sensibilización, prevención y tratamientos adecuados.

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