LA PSICOLOGÍA Y LA PSICOLOGÍA CLÍNICA EN EUROPA

17 Mar 2006

Manuel Berdullas Temes

José R. Fernández Hermida

La actual polémica que viene manteniendo la mayoría de la Psicología profesional y académica española con las autoridades ministeriales sobre el carácter sanitario de la licenciatura de Psicología, hace que la situación europea de la profesión salga a colación con mayor o menor frecuencia. Lamentablemente, venimos observando, no sin cierta desazón, que en distintos foros y documentos, algunos de carácter oficial, se realizan afirmaciones relacionadas con el desarrollo de la profesión en la Unión Europea que parecen denotar un amplio desconocimiento de la realidad o una profunda tendenciosidad en la interpretación de los datos.

 

En este breve artículo, se van a discutir tres ideas erróneas que se suelen repetir sobre la situación de la Psicología en Europa, con el fin de que el lector pueda tener más elementos para formarse su propio juicio sobre este asunto y no sea víctima de una visión unidimensional e interesada.

La primera idea que se quiere discutir se formularía así: «en Europa no hay psicólogos generalistas, sino sólo psicólogos especialistas en un campo concreto«; aunque también puede encontrarse de esta otra forma «en la mayoría de los países europeos se requieren estudios posteriores a la licenciatura (grado + master) para poder tener un ejercicio profesional independiente«. Según sus proponentes, esta idea se apoya en el hecho de que en Europa no se pueden encontrar psicólogos con nuestro nivel de licenciado que tengan atribuidas competencias para un ejercicio profesional sin supervisión e independiente, o lo que es lo mismo, que la práctica profesional está indisolublemente unida a la posesión de un título de especialista. Sin embargo, tal afirmación es completamente inexacta. La situación real es que, en líneas generales, para ejercer la Psicología en las diferentes áreas profesionales en Europa, sólo se precisa el nivel de educación universitaria que nosotros denominamos Licenciatura (5 años) y que en otros sistemas educativos se conoce como Magíster en Psicología, Master en Psicología (4+2 años ó 3+2 años) o simplemente Psicólogo (5 años). El tiempo medio que dura la formación para alcanzar ese nivel es de 5/6 años, como se deduce de la investigación de Lunt, Berdullas, Baneke, Hansson y Nevalainen (2002).

Este estado actual de las cosas se ha visto confirmado en la encuesta de EFPA (Tikkanen, 2006) y en el estudio de Berdullas (Diciembre, 2005), recogido en la Tabla 1, en los que claramente se aprecia que las legislaciones nacionales de los diferentes países europeos se refieren a la Psicología como una profesión unitaria y sólo reconocen a efectos profesionales la etiqueta de «psicólogo» sin establecer especialidades o subespecialidades. Únicamente existen excepciones allí donde los sistemas públicos de salud financian la realización de tratamientos psicológicos o psicoterapéuticos en el sector privado. En estos casos, «para cobrar las prestaciones de los fondos públicos,» al profesional se le exige demostrar una formación complementaria especializada en salud/clínica o psicoterapia, cuya acreditación se realiza en el marco de las Asociaciones Profesionales (Tikkanen, 2006). Ésta es, también, una de las razones por las cuáles en la certificación que se otorgue a los solicitantes del EDP (Certificado Europeo de Psicología), se recogerán, en un anexo, los detalles relacionados con la práctica supervisada, historial del ejercicio profesional por cuenta propia o ajena y áreas profesionales en las que acredita haber adquirido competencias. Esto, sin embargo, no implica, de ningún modo, que el EDP haya sido concebido por EFPA y por el equipo investigador que desarrolló el Proyecto Leonardo como un Diploma que acredita especialización. Desde que en el año 1993, el Colegio Oficial de Psicólogos por medio de uno de los autores, Berdullas, presentó a la Asamblea General de EFPA un primer borrador para establecer un Diploma Europeo como instrumento de reconocimiento mutuo oficioso de la formación entre Asociaciones, éste siempre fue pensado, y así se ha aprobado en la última Asamblea General de EFPA en Granada (Julio, 2005), como un certificado de reconocimiento de las Licenciaturas y del profesional «psicólogo» a secas. En este mismo sentido, el EuroPsy será presentado a la Comisión Europea, ya que la EFPA pretende que sea reconocido como una Plataforma Común oficial que facilite la libre circulación de psicólogos en la Unión Europea, a través del reconocimiento automático de aquellas titulaciones de los diferentes países que cumplan los requisitos contenidos en él.

Esta defensa del título de generalista es plenamente compartida por las organizaciones europeas. La Psicología ha demostrado que sus aportaciones podían y pueden ser eficaces, eficientes y relevantes en casi cualquier área y etapa en la que pueda requerirse su presencia. Esta versatilidad de nuestra profesión se ha debido y se debe, en gran parte, a una licenciatura con contenidos curriculares bastante adecuados al mundo en que vivimos. Precisamente, por ésta y otras razones, las demandas de intervención que se nos realizan desde los diferentes sectores sociales se han multiplicado y debido a ello los psicólogos han tenido que generar conocimientos y estrategias específicos que les facilitasen dar respuestas adecuadas. Profesionales, investigadores y académicos han creído conveniente etiquetarlos como especialidades de la Psicología. Este fue el caso, durante décadas, de la Psicología Clínica, Educativa e Industrial (hoy del Trabajo y de las Organizaciones) y, posteriormente, de otras muchas. Sin embargo, estas actividades de la Psicología siempre tuvieron como base el reconocimiento de la existencia de «una Psicología de múltiples aplicaciones» (Peiró y Munduate, 1994), sentencia que implica mantener la unidad de la Psicología frente a la posible diversidad de sus aplicaciones o áreas de intervención. La Psicología europea, tanto a nivel de profesión como de ciencia, necesita ser percibida como cohesionada y unitaria desde las diferentes instancias y, muy especialmente, desde las instituciones gubernamentales tanto europeas como nacionales. Las razones que aducen los expertos no por obvias son menos importantes: «aún aquellas áreas de la Psicología aplicada que parecen más fuertemente establecidas, son enormemente vulnerables a la presión ejercida por otras profesiones, al intrusismo y a la lucha de éstas por nuevos y propios espacios de intervención en la práctica cotidiana. En el caso de la Psicología Clínica, los psicólogos ven frecuentemente cuestionados sus espacios de intervención, tareas como las de diagnóstico y evaluación, e incluso su independencia para llevar a cabo tratamientos por los psiquiatras y pseudo psicoterapeutas (trabajadores/as sociales y enfermeros/as) con nula formación psicológica» (Tikkanen, 2006). Esta situación no es una excepción, ya que se reitera, y de modo importante, en las áreas de educación y organizaciones. El modo, sin embargo, de enfrentarnos al problema no debiera pasar por la desvalorarización de las funciones que durante largos años vienen realizando y realizan los licenciados en Psicología o deteriorar la «etiqueta de psicólogo», que con enorme esfuerzo hemos prestigiado, con un discurso público que la define como insuficiente para ejercer tanto en el sector público como en el privado. Parafraseando a Belloch y a Olabarria (1994), «los psicólogos clínicos son, fundamentalmente, psicólogos«, subrayamos que los contenidos curriculares del grado de Psicología son, en general, bastante apropiados como base de una futura especialidad en Psicología Clínica. Esos mismos contenidos son los que hacen que un 68% de los licenciados se autoperciban, en el ejercicio de la profesión, como clínicos.

Una segunda idea muy extendida, se formula de la siguiente manera: «en Europa para ejercer en el campo sanitario se requiere haber hecho alguna especialidad, como la de Psicología Clínica, Psicoterapia, Psicología de la Salud, Neuropsicología, entre otras«. Esta idea también es completamente inexacta. Ya se ha dicho antes que el único título reconocido en toda Europa es el de Psicólogo, y es completamente falso que la existencia de tales titulaciones supongan la exclusión de los licenciados del campo sanitario. El título de especialista excluye únicamente del campo para el que fue específicamente creado, y no en todos los casos. Pero no hay ningún título de especialista en Europa que tenga reconocimiento universal por todos los países miembros. Por lo tanto, la presunta necesidad de un título de especialista para ejercer en el campo sanitario en Europa es falsa.

A veces puede encontrarse que algún defensor de esta falsa idea, equipara las distintas especialidades que enumera, de forma que podría creerse que son intercambiables. Parece decirse: todas son especialidades sanitarias de la Psicología, aunque con distintos nombres. Esto es, también, completamente falso. Un ejemplo de esta postura tendenciosa es la de asimilar la especialidad de Psicología Clínica a la especialidad de Psicoterapia, con el objetivo de demostrar cuán amplia es la implantación y consolidación de la Psicología Clínica como especialidad en los diferentes países de la Unión Europea, y por lo tanto, resaltar la supuesta existencia de una exigencia generalizada de la misma para el ejercicio profesional en el campo sanitario. Sin embargo, en aquellos países donde existen o coexisten como especialidades de postgrado de la Psicología, con reconocimiento legal propio, caso de Italia, Suecia, Austria y Holanda, lo hacen con contenidos formativos diferenciados que, en el caso de la Psicoterapia, son comunes y compartidos con otros ámbitos profesionales. Mantener y transmitir esta perspectiva, representa un grave peligro para la Psicología Clínica como especialidad si lo que se pretende es defender que es una actividad profesional exclusiva de los psicólogos, posicionamiento difícil de mantener en el caso de la especialidad de Psicoterapia. Por lo tanto, si nuestro objetivo es defender y acotar la Psicología Clínica como especialidad de los psicólogos, ambas especialidades no pueden ni deben ser confundidas y asimiladas una a la otra. Si, por otra parte, consideramos relevante generalizar a todos los países de la Unión un sistema como el PIR y queremos defenderlo porque se ha mostrado eficaz en la formación de profesionales cualificados, no creemos que para lograrlo, sea necesario denostar las competencias y habilidades adquiridas durante la formación previa, ni exagerar la exigencia europea actual de cualificación profesional para el ejercicio en el campo sanitario.

La Psicología Clínica en Europa

Una tercera idea que se extiende fácilmente en algún que otro documento oficial dice lo siguiente: «en Europa, para ejercer en el campo específico de la Psicología Clínica se necesitan, al menos, 8 años de estudios«. Esta aseveración es falsa por dos razones. En primer lugar, porque no hay una especialidad de Psicología Clínica de carácter europeo. En segundo lugar, incluso en los países donde está instituida, no es, en absoluto, homogénea.

Como ya se ha dicho anteriormente, en la mayoría de los países europeos el requisito básico y fundamental para trabajar en todas las áreas de la Psicología es la licenciatura o similar. Cabría otro discurso, pero sería un discurso de excepciones, como se puede deducir de los datos sobre la situación actual de la especialidad de Psicología Clínica en Europa, recogidos por la encuesta de Berdullas (Diciembre, 2005), que fue contestada por un total de 24 presidentes de asociaciones vinculadas a EFPA, y que se pueden ver en la Tabla 2.

El resultado de esta prospección muestra que el 70,83% de las veinticuatro asociaciones que respondieron a la encuesta refieren que no existe la especialidad de Psicología Clínica reconocida por ley en sus respectivos países y que para realizar funciones relacionadas con la Psicología Clínica y de la Salud es suficiente con estar en posesión de la licenciatura. El 29,17% de los veinticuatro, refieren la existencia de formación de postgrado en Psicología Clínica y la existencia de normas, decretos y/o leyes que regulan tanto ésta como el ejercicio profesional, tanto en el sector público como privado. Sin embargo, las exigencias de formación, su acreditación y el contexto en que se adquiere es muy diverso. En España y en el Reino Unido la formación se realiza en los Sistemas Nacionales de Salud. En el primer caso, como ya es conocido, a través de un sistema PIR con convocatorias anuales y una contratación laboral durante tres años. Los candidatos deben estar en posesión de una Licenciatura de cinco años y la acreditación final la otorga el Ministerio de Educación. El total de años de formación es de ocho. En el Reino Unido nos hallamos con el sistema tradicional y muy propio de acreditación, los graduados en Psicología (3/4 años) que desean especializarse en Psicología Clínica suelen ser admitidos en el Sistema Nacional de Salud bajo la fórmula de contratos de trabajo en periodo de formación. Los programas de formación de las diferentes dependencias del Sistema Nacional de Salud suelen estar acreditados por la British Psychological Society y cuando finalizan el contrato de formación piden la inscripción en el registro de Chartered Psychologists, que, al serles concedido, les capacita para el ejercicio de la Psicología Clínica. La duración total de la formación puede ser de 6 años (Bachelor + Especialidad o Master = 3+3 ó 4+2)

El sistema británico mantiene, en cuanto a las especializaciones, el sistema tradicional de acreditar competencias y habilidades adquiridas en el mundo laboral en el día a día, y lo hace a través de las organizaciones específicas de los diferentes sectores laborales. A diferencia de la acreditación de formación de postgrado que realizan las asociaciones del resto del continente, tiene fuerza de ley. En el caso del Reino Unido, donde no existen leyes reguladoras del ejercicio de la Psicología ni de la Psicología Clínica, se puede deducir de su peculiar sistema de formación y acreditación que sus instituciones sanitarias prefieren nutrirse de psicólogos con formación clínica acreditada por la British Psychological Society.

En Italia, la especialidad de postgrado en Psicología Clínica se realiza en Escuelas Especializadas dependientes de las facultades de Psicología o de las respectivas universidades. La formación, que no el ejercicio, se encuentra regulada por ley y suele durar entre dos y tres años. En la actualidad, se enfrenta a fuertes tensiones provenientes del sector médico que exigen vuelva a ser una especialidad compartida.

En Austria, la formación de postgrado en Clínica y Salud está regulada por ley y se realiza bajo la supervisión de Escuelas de Especialización. El ejercicio y la formación se hallan regulados por ley y la duración, incluyendo teoría y prácticas, es de 1480 horas.

En Suecia, los programas de especialización están definidos por las asociaciones, y la formación se realiza tanto en la universidad como en las asociaciones profesionales. La duración es de tres años.

La Federación Suiza de Asociaciones refiere que la formación de postgrado se adquiere, fundamentalmente, en las universidades, asociaciones e instituciones privadas, y que para el ejercicio de la Psicología Clínica en algunos cantones establece requisitos legales.

Unas pocas asociaciones (Malta, Estonia, Croacia y Suiza) refieren que en sus respectivos países existe algún tipo de legislación que determina que para ejercer la Psicología en el ámbito sanitario se debe ampliar la formación en clínica pero la especialidad, como tal, no está reconocida por ley.

Sin ánimo de exhaustividad, y para no ser prolijos, podemos concluir en este punto, por lo ya visto, que la situación europea no es homogénea en absoluto. A partir de estos datos, no queda más remedio que reconocer la variedad de situaciones legales y de matices en relación tanto a la formación como al ejercicio de la Psicología Clínica en los diferentes países europeos. En consecuencia, parece completamente lógico que se insista en la necesidad de mantener a la profesión unida y cohesionada en torno a un título generalista único y fuerte, dado que es la base que nos sustenta. En caso contrario, podemos estar sentando los precedentes para que nos encontremos, a medio o largo plazo, con una profesión dividida y debilitada que favorezca la aparición de una problemática similar a la italiana, en la que los espacios de formación y de intervención de los psicólogos clínicos, antes exclusivos, son ahora contestados y parcialmente ocupados por la clase médica.

Referencias Bibliográficas

Belloch, A y a Olabarria, B., (1994). Clinical Psychology: Current Status an Future Prospects. Applied Psychology. Vol. 43 (2), 201-202.

Lunt,I., Berdullas, M., Baneke, R., Hansson, B., Nevalainen BV. (2002). Laws and Regulation for Psychologists in European Countries. London. BPS.

Peiró, J.M., Munduate, L. (1994).Work and Organizational Psychology in Spain. Applied Psychology. Vol. 43 (2), 231-274.

Tikkanen, T. (2006). The Present Status and Future Prospects of the Profession of Psychologists in Europe. European Psychologist. Vol.11(1) , 2-5.

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