La Psicología tiene un importante papel en el abordaje del acoso escolar-Entrevista a David Álvarez, 5º Congreso Internacional de Psicología Clínica y de la Salud en Niños y Adolescentes

12 Nov 2019

A mediados de 2019, Amnistía Internacional puso de relieve el grave problema del acoso escolar y la necesidad inmediata de emprender medidas de cara a prevenir y hacer frente a esta problemática.

En esta línea, la UNESCO alertaba que “ningún país puede lograr una educación inclusiva y equitativa de calidad si los estudiantes experimentan violencia en la escuela”, abogando por crear aprendizajes seguros, no violentos, inclusivos y eficaces.

Dentro del contexto educativo, la convivencia constituye un objetivo fundamental. En los últimos años, la línea de intervención para la mejora de la convivencia que actualmente está recibiendo una mayor atención es la Educación en Resolución de Conflictos. Precisamente, basándose en este modelo, ha surgido el programa ARCO (Aprende a Resolver Conflictos), un programa preventivo dirigido a alumnado de Educación Secundaria, y orientado a la mejora de la convivencia escolar, enseñando a los y las jóvenes a abordar los conflictos cotidianos dentro y fuera del aula.

David Álvarez García

Podremos conocer más sobre este interesante y eficaz programa este jueves, 14 de noviembre, en el marco del 5º Congreso Internacional de Psicología Clínica y de la Salud en Niños y Adolescentes, que se celebrará en Oviedo entre los días 14 y 16, durante la sesión aplicada que se llevará a cabo bajo el título “Buenas prácticas para la prevención del acoso escolar”.

Con motivo de su participación en Congreso, tan importante para la Psicología Infanto-juvenil, y para hablarnos en profundidad sobre el programa ARCO, Infocop Online ha querido entrevistar a David Álvarez García, miembro del grupo de investigación en Aprendizaje Escolar, Dificultades y Rendimiento Académico (ADIR) –grupo que ha desarrollado el programa-. David Álvarez es profesor titular en el área de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Oviedo (España), y ha participado en numerosos proyectos de investigación, entre ellos, “Análisis de la convivencia escolar en los centros educativos del Principado de Asturias”, “Factores de riesgo asociados a cibervíctimización en la adolescencia” o “La formación de los futuros docentes frente a la violencia escolar”. Es coautor de distintos instrumentos de evaluación –tales como el Cuestionario de Violencia Escolar-3 (CUVE3) y ARCO-, así como de distintos estudios de prevalencia y análisis de predictores, publicados en revistas científicas de impacto.

ENTREVISTA

A modo de introducción, sabemos que su principal línea de investigación se ha centrado en la convivencia escolar, el acoso escolar y el ciberacoso. ¿Podría decirnos cuál es la prevalencia actual del acoso escolar en nuestro país?

En el último estudio sobre prevalencia en el que ha participado nuestro grupo de investigación [el grupo de investigación en Aprendizaje Escolar, Dificultades y Rendimiento Académico (ADIR), de la Universidad de Oviedo], obtuvimos que el 8,9% de los estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) de Asturias dicen ser víctimas de acoso escolar y el 4.2% de ciberacoso, por parte de algún alumno del centro.

Estos datos son similares a los obtenidos en la última gran encuesta realizada a nivel nacional en España, publicada por Save the Children, en la que el 9,3% de los estudiantes de ESO de España informan que son víctimas de acoso escolar y el 6.9% que son víctimas de ciberacoso.

¿Qué consecuencias tiene el acoso escolar para los y las menores?

Las víctimas, además de las consecuencias directas del acoso (las lesiones o los robos, por poner un ejemplo, de los que hayan sido objeto), pueden desarrollar problemas internalizantes como ansiedad (por ejemplo, alteraciones del sueño, malestar gástrico, fobia escolar, ansiedad social) y sintomatología depresiva (pérdida de interés, baja autoestima,..). Estos síntomas suelen tener un impacto negativo en lo académico, con problemas de concentración, bajo rendimiento y absentismo escolar. En los casos más severos, el acoso escolar es causa de autolesiones, ideación suicida o incluso suicidio consumado. Pasados los años, las personas que han sido víctimas de acoso escolar pueden mostrar desconfianza y dificultad para establecer nuevas relaciones.

Aunque sin lugar a dudas las víctimas sean quienes más sufran las consecuencias el acoso escolar, esta situación tiene también un impacto negativo en agresores y testigos. Con respecto a los agresores, la aprobación de su conducta por parte de sus compañeros puede favorecer que continúen con este tipo de comportamientos e incluso los trasladen luego a otros contextos, como el laboral o el de la pareja. Con respecto a los testigos, crecer en un entorno en el que el abuso, las burlas y las agresiones son habituales, puede insensibilizar hacia este tipo de hechos. Se puede normalizar este tipo de situaciones, en realidad inaceptables. En ocasiones, los testigos se unen al maltrato, convirtiéndose en agresores. Les puede servir para mejorar su posición social en el grupo y para evitar ser ellos mismos víctimas del maltrato.

Como experto, ¿qué acciones se pueden emprender para prevenir y abordar eficazmente esta problemática? ¿Qué papel desempeña –y puede desempeñar- aquí la Psicología?

Para plantear cómo prevenir el acoso escolar, hay que analizar previamente por qué ocurre. Actualmente, contamos con un cuerpo de evidencia suficientemente sólido en este sentido, en el que los investigadores del campo de la Psicología han tenido un papel principal. Hoy sabemos que el acoso escolar es un problema complejo de origen multicausal, que ocurre por la interacción de múltiples factores de riesgo. Y sabemos cuáles son muchos de esos factores. No sólo son rasgos individuales de las víctimas o los agresores, sino  también factores familiares, escolares y comunitarios. Por lo tanto, una primera idea clave para la prevención o el tratamiento del acoso escolar es que no puede ser únicamente individual, trabajando sólo con los directamente implicados en la situación de acoso (víctimas y agresores), sino que también tiene que abarcar el contexto en el que los niños o los adolescentes se desarrollan.

En este sentido, hoy en día disponemos de buenas revisiones sistemáticas y meta-análisis que facilitan disponer de una panorámica de los principales predictores del acoso escolar y, con ello, de las principales líneas para su prevención. Por ejemplo, nuestro grupo de investigación ha publicado dos revisiones sistemáticas, en las revistas Aggression and Violent Behavior y Revista de Psicología y Educación, a disposición del lector interesado.

Con respecto a los agresores, existen ciertos rasgos psicológicos que aumentan la probabilidad del acoso. Entre ellos destaca la impulsividad, la falta de empatía, las actitudes y valores, y la autoestima. En relación con esta última, un alumno puede utilizar el acoso para mejorar su estatus social en el grupo y, con ello, compensar su pobre autoconcepto en otras áreas. Entre los factores familiares de riesgo, destacan la exposición a violencia familiar, las actitudes y valores de la familia y el estilo educativo parental (escaso control y pobre comunicación). Entre los factores de riesgo escolares, si un alumno muestra un escaso compromiso con lo académico; si los compañeros apoyan y son permisivos con la conducta de maltrato del agresor; si el profesorado muestra un escaso control y una pobre comunicación hacia el alumnado; y si desde el centro no se adoptan medidas apropiadas de gestión de la convivencia, eso puede aumentar la probabilidad de que ocurra el acoso. Entre los factores comunitarios, se puede destacar la relación con los amigos de fuera del colegio (apoyo, actitudes y valores), los valores sociales y ciertos modelos de conducta ofrecidos en los medios de entretenimiento.

En lo referido a las víctimas, una variable clave es la presencia de algún rasgo diferenciador que sirve de excusa para el maltrato, así como timidez, inseguridad y baja autoestima, que favorecen que el maltrato ocurra y se mantenga. En cuanto a los factores familiares, tanto la sobreprotección parental como el escaso control y pobre comunicación aumentan la probabilidad de ser acosado. En el contexto escolar, un escaso apoyo de los compañeros, un escaso control y pobre comunicación por parte del profesorado y una escasa sensibilización hacia el acoso escolar constituyen también factores de riesgo. En el ámbito comunitario, un escaso apoyo por parte de otros chicos o chicas en el barrio también es factor de riesgo.

Por lo tanto, la prevención del acoso escolar requiere un tratamiento global. Desde la familia, la escuela y la comunidad, se puede y se debe prevenir el acoso. En este contexto, la Psicología tiene un importante papel.

Los psicólogos y las psicólogas trabajan día a día no sólo en el estudio cada vez más preciso de los factores de riesgo, sino también en la formación de profesionales en contacto directo con el alumnado y sus familias; en el asesoramiento a la Administración; y en el diseño y puesta en marcha de programas preventivos en los centros educativos y en el ámbito comunitario.

Las líneas de trabajo, por lo tanto, son numerosas y variadas. Pero, tratando de ser más concreto, citaré algunas acciones que se pueden impulsar desde un colegio o instituto: actividades de información y sensibilización acerca del acoso escolar, dirigidas a alumnado, profesorado y familias; impulsar la educación en valores, la formación en habilidades sociales y la competencia emocional; el desarrollo de metodologías de aula que favorezcan la interacción y la ayuda mutua en grupos heterogéneos (aprendizaje cooperativo, juegos cooperativos); favorecer una correcta acogida al alumnado de nuevo ingreso; fomentar la gestión constructiva y democrática de la convivencia (mediante la mediación escolar o el tratamiento participativo de las normas, por ejemplo); seguir al alumnado en situación de vulnerabilidad de ser víctima o agresor; crear estructuras de ayuda y apoyo entre iguales (por ej., alumnos mediadores, alumnado ayudante, cibermediadores o ciberayudantes, círculo de amigos,..); desarrollar la competencia digital del alumnado (por ej., a través de la cibermentoría); y tratar de motivar al alumnado hacia el aprendizaje, tratando con ello de evitar la desconexión con lo académico, que es un factor de riesgo de acoso escolar. La Psicología tiene un importante papel en el diseño y desarrollo de todas estas líneas de actuación.

El próximo mes de noviembre, usted participará en el 5º Congreso Internacional de Psicología Clínica y de la Salud en Niños y Adolescentes, que se celebrará en Oviedo, entre los días 14 y 16, con una sesión aplicada titulada “Buenas prácticas para la prevención del acoso escolar”. ¿Podría decirnos en qué consistirá y qué aspectos abordará?

En primer lugar, repasaré algunas ideas clave para la prevención del acoso escolar. Posteriormente me centraré en el programa preventivo Aprende a Resolver Conflictos (ARCO), desarrollado por nuestro grupo de investigación (el grupo ADIR, de la Universidad de Oviedo). Mi intención es ofrecer ideas y materiales concretos y aplicados, y espero que al final haya tiempo para el intercambio de ideas y experiencias con los asistentes.

En relación con la pregunta anterior, ¿podría detallarnos en qué consiste el programa ARCO y cuál es su nivel de eficacia?

Aprende a Resolver Conflictos (ARCO) es un programa preventivo, dirigido a alumnado de Educación Secundaria. El objetivo de ARCO es enseñar a los adolescentes a abordar sus conflictos cotidianos de manera constructiva, mediante el diálogo y el respeto, para de esta forma prevenir las conductas violentas en general y el acoso escolar en particular.

Ello implica enseñar el proceso, las actitudes, los principios y las habilidades (emocionales, de toma de perspectiva, comunicativas, de pensamiento creativo y de pensamiento crítico) que facilitan la resolución constructiva de conflictos.

El programa ARCO, tal como ha sido publicado, consta de una guía para el profesorado y un CD-ROM. La guía se estructura en cuatro partes. En la primera, se presenta el Cuestionario de Violencia Escolar (CUVE) y se orienta sobre cómo aplicarlo y cómo analizar los datos obtenidos, para analizar la situación de partida y comprobar la eficacia de la aplicación del programa. En la segunda, se describen los principales modelos de intervención sobre la convivencia escolar, se analiza el enfoque que fundamenta el programa -la Educación en Resolución de Conflictos- y se presenta brevemente el programa ARCO. En la tercera, se ofrece un temario para la formación en resolución de conflictos, que consta de siete unidades (Conflicto y violencia,  Afrontamiento constructivo del conflicto, Condiciones adecuadas para el afrontamiento, Análisis del conflicto, Búsqueda de soluciones, Evaluación de soluciones y posibles acuerdos y Práctica de resolución de conflictos). El CD-ROM contiene las fichas para el alumnado de las diferentes actividades. En la cuarta parte, se aportan orientaciones para el desarrollo de cuatro estrategias que permiten aprender a resolver conflictos mediante la práctica cotidiana (servicio de mediación, alumnado ayudante, asamblea de aula y  consenso de normas). El programa formativo presentado en la tercera parte del manual constituye una importante herramienta para el desarrollo de estas cuatro estrategias.

El programa ARCO es un programa abierto y flexible, en cuanto que ofrece varias posibilidades de intervención en función de las necesidades y de las características de cada centro. Los resultados obtenidos por nuestro grupo de investigación muestran la eficacia del programa para reducir conductas violentas por parte del alumnado en centros de Educación Secundaria.

Finalmente, ¿le gustaría añadir algún otro comentario?

Simplemente agradecer al grupo de investigación AITANA, de la Universidad Miguel Hernández, por la organización de esta quinta edición del International Congress of Clinical and Health Psychology on Children and Adolescents, que se celebrará en Oviedo. A buen seguro que será un excelente lugar de encuentro, para la divulgación de investigaciones y el intercambio de ideas y experiencias. Animo a todos los estudiantes y profesionales interesados en la Psicología Clínica infanto-juvenil a asistir y participar en este Congreso.

Agradeceros al equipo de Infocop, por interesaros por el acoso escolar en general y por nuestro trabajo en particular. Gracias por difundir nuestro trabajo.

Y por supuesto, quiero aprovechar para agradecer a las entidades que financian nuestros estudios. En la actualidad, la Universidad de Oviedo; el Gobierno del Principado de Asturias, a través de su Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación 2018–2022; la Unión Europea, a través de los Fondos FEDER; y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España.

Nos vemos en Oviedo.

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