PSICOLOGÍA Y DISLEXIA: APORTACIONES DE LA PSICOLOGÍA EN EL CAMPO DE LAS DIFICULTADES DE APRENDIZAJE

5 Jun 2006

Tal y como se recoge en su página web, la Asociación Valenciana para la Dislexia y otros Problemas de Aprendizaje (AVADIS), ha elaborado un protocolo de actuación ante el problema de la dislexia en el ámbito educativo, presentado recientemente a la diputada del PSOE, Ana Noguera. En este documento se apuntan una serie de propuestas a considerar para incluir en el desarrollo de la LOE a partir del próximo septiembre.

El objetivo que se proponen con este protocolo, según se explica en este documento, es ofrecer unas pautas básicas tanto a padres como a profesionales de la educación, para que puedan afrontar los problemas que tienen los niños y niñas que padecen dislexia.

Partiendo del derecho de los niños a ser educados, y teniendo en cuenta sus necesidades especiales, AVADIS exige a las instituciones políticas y judiciales una legislación que contemple las peculiaridades de este problema, ya que en la actualidad no existe en España una ley de estas características.

Algunas de las propuestas que se recogen, apuntan de manera directa al papel que los psicólogos pueden desempeñar en el campo de la dislexia, tanto con los niños que la padecen, como con su entorno familiar, escolar y entre iguales.

Con motivo de la presentación de esta propuesta, Sonia Espinosa Catalá y Concha Sancha Montoro, psicólogas colaboradoras de AVADIS y directoras del C.E.S.S.E.M., Psicología y Aprendizaje de Valencia, han hablado para los lectores de Infocop Online acerca del papel del psicólogo en el ámbito de la dislexia.

  Sonia Espinosa Catalá

 Concha Sancha Montoro

CESSEM – Psicología y Aprendizaje

A menudo acuden a nuestro gabinete niños y niñas, chicos y chicas con problemas de aprendizaje. Y, frecuentemente, dichos problemas están relacionados con un bajo dominio de la lectoescritura, elemento imprescindible en nuestros días para la adquisición de información.

¿Qué podemos aportar a estos niños, padres, profesores, desde el terreno de la Psicología? Como psicólogos tenemos mucho que dar y aún mucho camino por hacer. El aprendizaje es la entrada de nuevos conocimientos: antes, durante y después de aprender, interviene una serie de procesos psicológicos básicos, que es preciso conocer si queremos entender cómo aprende un niño.

Pero además, en la sociedad donde vivimos, se emplea como principal herramienta para canalizar estos conocimientos, la lectura y la escritura. Vivimos en una época más simbólica que nunca. Gracias a ellos, los símbolos, aprendemos de otros y enseñamos a otros, y ese legado pasa de generación en generación, formando la cultura que heredamos e interiorizamos.

Cuando a nuestro centro acude un niño o niña con fracasos escolares continuos, los psicólogos nos centramos en qué proceso psicológico, del continuo del aprendizaje, ese niño o niña tiene problemas. Al hablar de dislexia, como uno de los problemas de aprendizaje más frecuentes, no queremos entrar en debate de si es un problema cualitativo o cuantitativo, de si tiene un substrato físico, biológico o neurológico concreto; o si no debemos utilizar esta palabra, por miedo a un acercamiento excesivo al diagnóstico médico, sin demostrarlo más que con pruebas «estadísticamente significativas».

 

Cuando decimos que un niño tiene dislexia, nos ayuda a buscar los medios para intervenir en todos los campos que podamos, nos ayuda a conocer qué le pasa, cómo piensa e incluso porqué se comporta así. Nosotros, los psicólogos, hemos de contribuir a la confirmación o no de si un niño tiene o no dislexia, explorando con todos los medios que tenemos a nuestro alcance.

Esta exploración supone abordar nuestro contacto con este niño gracias a la entrevista psicológica con los padres. Dicha entrevista tiene como objetivo prioritario sacar la información precisa que necesitamos en el menor espacio de tiempo posible. Es decir, diseñar una entrevista eficaz. Para ello, nos ayudamos, no sólo de nuestros conocimientos acerca de cómo sacar información del entorno del sujeto (ambiente familiar, escolar, anámnesis de su vida, etc.), sino también de nuestra experiencia en este campo como profesionales de la Psicología. Así, aplicamos, aunque con matices diferentes, un proceso de entrevista parecido al que se aplica en el análisis funcional de la conducta, dentro de la Psicología clínica.

Por otra parte, la Psicología se hace necesaria, indudablemente, en una evaluación y posterior diagnóstico adecuados. Como ciencia que es, también nos ofrece a los profesionales que la practicamos, una manera rigurosa y sistemática de tratar estos datos y establecer hipótesis. Para ello, también es importante conocer las indicaciones de otros profesionales tales como médicos neurólogos, profesores y maestros que nos ayuden a completar nuestro «diagnóstico» (puesto entre comillas para no dar pie a debates). Sobra decir, aunque lo añadamos, que es necesario antes de acudir a las pruebas adecuadas, conocerlas de primera mano y saber interpretarlas; aspecto éste que sólo nos compete a los psicólogos.

Cuando finalmente encontramos adecuado decir, y así lo comunicamos a padres y profesores, que ese niño o niña tiene dislexia, es importante empezar a analizar cómo asimila la información, que patrones sigue, tanto en su estilo de aprendizaje, como en las conductas relacionadas con el mismo y de esat manera, poder abordarlos en la práctica cuanto antes.

Hay muchos matices que distinguen a dos niños o niñas disléxicos, por eso hemos de conocerlos interactuando con él o ella, observando sus reacciones y viendo qué materiales son los más adecuados. En esta línea, se hacen necesarios e imprescindibles los conocimientos en Psicología evolutiva, si queremos hacer bien nuestro trabajo: en qué etapa estamos del proceso de aprendizaje nos encontramos, cuál es el grado de abstracción que presenta la persona, ¿es conveniente utilizar medios más concretos o incluso lúdicos para una correcta asimilación?, etc.

 

También debemos abordar otros procesos psicológicos co-protagonistas en el procesamiento de la información dentro del aprendizaje. No hay que perder de vista en el estudio psicológico del sujeto, procesos como la atención y memoria, siempre desde un enfoque cognitivo integrador y significativo.

Además, contamos con muchos más elementos provenientes de la Psicología general que ponemos en práctica: la dependencia e independencia de campo; el procesamiento global (visual) frente al secuencial (verbal), tan propio de uno y otro hemisferio y cuya predominancia y lateralización podemos observar en un test de inteligencia; etc.

Por otra parte, podemos orientar a otros profesionales para que, con los conocimientos que tenemos del sujeto, puedan elaborar una correcta metodología. No es enseñarles cómo enseñar, cosa que ya saben por su profesión, sino ofrecerles una información de cómo hacer que su trabajo dé mejores resultados con estos sujetos. Buscar la «llave» para hacerles llegar la información nos compete a todos.

Finalmente, hay que añadir que un psicólogo es el profesional adecuado para dar soporte emocional a estos niños y niñas que padecen dislexia. Niños y niñas que viven diariamente fracasos, burlas, que son erróneamente etiquetados como vagos, tontos, despistados e incluso, cosas peores. Es decir, nosotros podemos contribuir a que se conozcan y se valoren así mismo y sean reconocidos y valorados por los demás: tratarlos, como se dice por ley, desde su individualidad. En otras palabras, reforzar su autoestima.

Una de las tareas esenciales del psicólogo es trabajar para disminuir la angustia de las familias que vienen con quejas del tipo «no sé qué le pasa a mi hijo…», «tengo que estar constantemente repitiéndole las mismas cosas», «las tareas escolares se hacen interminables», etc. En este sentido, hay que proporcionar la información necesaria tanto a los niños y niñas, como sus padres y madres, a sus profesores, etc. Decirles de qué manera aprenden y cómo podrían aprender mejor.

 

Igualmente, es necesario instruir a los niños y niñas con unos conocimientos mínimos curriculares, en eso estamos de acuerdo. Pero también hemos de hacer que el día de mañana sean personas felices y que, conociendo sus limitaciones, como todos tenemos, reconozcan su valía y su aportación en la sociedad.

Como psicólogos, no debemos pensar nunca en techos absolutos en la «psique» humana, ni caer en determinismos. Hemos de creer que todo puede cambiar, sólo hay que encontrar la manera. Hemos de aumentar el potencial de aprendizaje de estos sujetos y contribuir a que consigan más logros en su etapa escolar, que encuentren el saber más atractivo y no se desmotiven. En definitiva, debemos fomentar tanto su bienestar y calidad de vida como el de sus familias, e intentar que sean más felices en este mundo de símbolos en el que vivimos.

 Sobre las autoras:

Sonia Espinosa Catalá y Concha Sancha Montoro son psicólogas y directoras del centro C.E.S.S.E.M., Psicología y Aprendizaje. Han trabajado en centros educativos privados tanto en la práctica, como en la orientación psicopedagógica. Llevan varios años trabajando en el campo de las dificultades de aprendizaje, así como en el de la Psicología clínica. El centro que ambas dirigen cuenta con un equipo multidisciplinar, formado por otros profesionales del campo de la pedagogía y la educación infantil.  

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