OPINA LA SEPCyS: LA COMISIÓN HA QUEDADO EMPANTANADA EN EL PROCESO DE REVISIÓN DE SOLICITUDES

3 Jul 2006

Infocop ha conocido que dos importantes asociaciones de psicólogos clínicos, una de ellas, la Sociedad Española de Psicología Clínica y de la Salud (SEPCyS), han solicitado formalmente, y no se les ha otorgado por parte de las autoridades ministeriales, la posibilidad de que alguno de sus miembros forme parte de la Comisión Nacional de la Especialidad de Psicología Clínica (CNEPC), en el apartado de representantes de Sociedades Científicas. Dada la importancia de este órgano asesor ministerial, y la magnitud de los problemas relacionados con la demora en la tramitación de la resolución de expedientes de solicitud del Título de Especialista en Psicología Clínica, esta publicación ha querido que representantes reconocidos y cualificados de esas sociedades ofrezcan su opinión sobre el funcionamiento de la Comisión y su actual composición.

Con este propósito, se ofrece esta entrevista en la que Aurora Gavino y Serafín Lemos, Presidenta y Vicepresidente de SEPCyS respectivamente, dan su punto de vista sobre el estado actual de la Comisión.

 

¿Cómo valora su asociación la actuación de la Comisión Nacional de la Especialidad hasta el momento?

Tras el reconocimiento, por la administración sanitaria, del Psicólogo Especialista en Psicología Clínica, la Comisión Nacional ha quedado empantanada en el proceso de revisión de solicitudes, dejando de lado otras importantes cuestiones que atañen a la supervisión de la calidad y la eficacia de los programas de formación PIR, la vertebración del ejercicio profesional de la psicología clínica, la búsqueda de estándares de calidad en la actividad profesional, el estudio de necesidades de los psicólogos clínicos o el establecimiento de guías de intervención para los trastornos más prevalentes.

¿Considera que los procesos que se están dando en la Comisión y la transmisión de información están siendo transparentes?

Existe una total desconexión entre la Comisión Nacional, como órgano, y la base a la que representa; hasta tal punto que la escasa información disponible, aunque no oficial, proviene de alguno de sus miembros, como es el caso de la representación del COP. El carácter de órgano asesor de los Ministerios de Sanidad y de Educación no debe impedir que la Comisión Nacional traslade a sus representantes alguna de las decisiones y propuestas que les afectan. La ausencia de información sugiere que éstas no existen.

En el caso de que lo crea necesario, ¿qué medidas deberían promoverse desde la Administración para agilizar los trámites del estudio de expedientes? ¿Y desde el Consejo de Colegios Oficiales de Psicólogos?

La espera de años para resolver un expediente es un manifiesto ejemplo de ineficacia. O bien no se ha dotado de medios suficientes a la Comisión Nacional para resolver las solicitudes, o bien no existen criterios claros para su valoración, o bien no ha existido voluntad de hacer las cosas con diligencia; asumiendo que estas cuestiones no son excluyentes.

 

La creación de comisiones delegadas para la evaluación de los expedientes ha sido una buena decisión de la Administración; se trata ahora de que se facilite e incentive su trabajo, y se fijen límites temporales. Ante este estado de cosas, la iniciativa del COP para aconsejar a los afectados llevar el asunto al Defensor del Pueblo hace pensar que ya se están agotando otras vías.

En cualquier caso, es de justicia reconocer que, si algo se está moviendo, ha sido gracias a la presión de los profesionales afectados y de la organización colegial.

Sabemos que la SEPCyS no cuenta con representación en la Comisión Nacional. ¿Cómo valora el hecho de que su asociación no haya sido invitada a participar?

Sin dejar de reconocer que las sociedades que tienen representación en la Comisión Nacional en algún momento han hecho algo por la Psicología Clínica, es preciso contemplar también si sus actividades están mayoritariamente al servicio de ésta y si sus líneas de actuación apuntan más a cuestiones profesionales que otros fines. A nuestro entender, resulta sorprendente que la SEPCyS, que ha surgido como una iniciativa estrictamente profesional, que exige a todos sus miembros el requisito de la colegiación, que tiene una implantación nacional y que es absolutamente plural en su composición, en lo que se refiere a los ámbitos de actuación pública y privada, no tenga voz por el momento en la Comisión Nacional. A pesar de las trabas, en el futuro, obviamente, deberá ser aceptada su reiterada solicitud de formar parte de este órgano asesor.

Además de resolver los expedientes, la CNEPC es la encargada de asesorar al Ministerio sobre la normativa relativa a la Psicología en el ámbito sanitario. ¿Ve alguna relación entre este hecho y el que su asociación no cuente con representación en la Comisión?

La Comisión Nacional tiene aún una corta historia, hasta ahora más ligada a relaciones personales e ideológicas que a su verdadera naturaleza de representación de una profesión sanitaria; pero esta situación no puede durar mucho tiempo y está en nuestra obligación conseguir que las cosas cambien.

¿Qué tiene en su agenda la SEPCyS en relación con la formación de los Psicólogos Clínicos y su actividad profesional?

Lo que hoy es la Salud Mental se debe, en gran parte, a aportaciones de la Psicología Clínica; pero todavía queda mucho por hacer por nuestra disciplina en España. En la actualidad, es excesiva la medicalización de la Salud Mental. El modelo bio-psico-social es un referente teórico, pero que se convierte en un modelo sólo «bio», en torno al que gira todo el sistema de salud, las expectativas de la gente y una gran parte de la investigación. Es necesario hacer valer los conocimientos positivos de la Psicología Clínica y la disponibilidad de los tratamientos psicológicos eficaces; propugnar una absoluta simetría entre la naturaleza multi-determinada de los trastornos y los equipos terapéuticos que los tratan; resolver el aislamiento, la alineación y la insolidaridad entre muchos psicólogos clínicos; marcar una posición de la Psicología Clínica frente a los grandes asuntos de la Salud Mental; y evitar que los Psicólogos Clínicos corran el riesgo de perder identidad profesional, mimetizando la actividad bio-médica.

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