CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO: CONVIVIR EN LA IGUALDAD – ENTREVISTA A MARGARITA LAVIANA

24 Nov 2006

Como ya informó recientemente Infocop Online, mañana 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se celebrará una Jornada relacionada con esta temática, organizada por el Área de Psicología e Igualdad de Género del Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos.

Con motivo de la celebración de esta jornada y del día internacional para la lucha contra la discriminación hacia las mujeres, Infocop Online ofrece a sus lectores la siguiente entrevista realizada a Dña. Margarita Laviana, Coordinadora Estatal del Área de Psicología e Igualdad de Género del Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos.

ENTREVISTA

El 25 de noviembre se estableció como Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con el objetivo de evidenciar y denunciar, pública e institucionalmente, las distintas formas en que se manifiesta la violencia contra las mujeres. ¿Cuáles son los objetivos principales de esta jornada que ahora se realiza en Córdoba?

 

El primero de estos objetivos es expresar que no podemos y no queremos consentir que, a día de hoy, en este año, hayan muerto en nuestro país 61 mujeres a manos de sus pareja y exparejas; y no podemos consentirlo porque uno de los objetivos básicos de nuestra profesión es conseguir un desarrollo armónico de la persona, unas relaciones ecológicas entre las personas y la sociedad en su conjunto, etc.

El segundo consiste en empezar a darnos visibilidad como profesionales que trabajamos de lleno en este ámbito. Si bien somos un colectivo de profesionales que no trabajamos todo lo necesario en este campo, también es cierto que lo hacemos más de lo que se piensa.

El tercer objetivo pretendido es iniciar un camino que permita tanto a los diferentes Colegios Oficiales de Psicólogos como al Consejo General conocer con una objetividad razonable lo que hacemos desde cada organización, tarea que en este momento es difícil. Se ha iniciado un sistema de información que esperamos de sus frutos a medio plazo.

Por último, esperamos compartir un momento importante con miles de personas, hombres y mujeres, que luchan por erradicar la violencia contra las mujeres con la esperanza de que podamos conseguirlo.

Es evidente que la manifestación extrema de la violencia contra las mujeres la tenemos en el escalofriante número de víctimas mortales de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, sin otro factor común que el hecho de ser mujeres, y de haber sido asesinadas por hombres con los que en algún momento de sus vidas compartieron proyectos ilusionantes de convivencia y futuro.

Desde su punto de vista, ¿cómo podemos definir la violencia estructural hacia las mujeres desde la Psicología?

La violencia contra las mujeres tiene causas estructurales y reconocerlo es fundamental para definir las posibles estrategias a implementar. Su base radica en la desigualdad sobre la que se organiza la sociedad, sobre la construcción de un sistema sexo-género que asigna papeles diferentes a hombres y mujeres, otorgándole a cada cual valores diferentes y desiguales. A los hombres se les asignan los que se vinculan al mundo del poder; las mujeres, en cambio, son las eternas cuidadoras, «las que quieren» a los demás, etc. Deben ser y se sienten fuertes para las demás personas (de las que cuidan) y, al mismo tiempo, débiles para con ellas mismas (autoestima, valoración, etc.).

Es una manera dicotómica de vivirse como persona, lo que las hace evolucionar entre polaridades complejas de satisfacer, sin experimentar importantes «desgarros», sobretodo si los puntos de apoyo son frágiles.

De la violencia estructural se derivan las importantes desigualdades que hoy vive la mujer en la mayor parte del mundo, en especial, en los países más pobres: la feminización de la pobreza, la discriminación salarial, la imposibilidad de conciliar la vida familiar y la profesional/social, la educación y la cultura que refuerzan el papel de la mujer como principalmente cuidadora, etc.

La mayor parte de las muertes de mujeres a manos de sus parejas o exparejas, es la culminación de una situación previa y consolidada de violencia psíquica. Esta violencia afecta a millones de mujeres, muchas de ellas anuladas en su desarrollo como persona, inexistentes socialmente.

En el caso de las mujeres víctima de esta clase de violencia, se desarrolla una continua y progresiva manipulación emocional. Son humilladas, culpabilizadas, ignoradas, desvalorizadas, controladas, desautorizadas frente a terceras personas (en especial, de los hijos y las hijas), que generan en ellas una sensación profunda de inseguridad, baja autoestima, falta de autonomía en las decisiones y, contradictoriamente, vivencia de angustia ante la posibilidad de la «perdida» de su pareja.

 

Ello las convierten en unas personas altamente vulnerables, en pésimas condiciones para ejercitar una adecuada función educadora (y menos en valores de igualdad) en hijos e hijas, y en continua situación de alerta emocional, que las hacen aún más frágiles frente a las manifestaciones más extremas y descontroladas de violencia física, psíquica y sexual.

Es evidente que la vulnerabilidad es el elemento más definitorio y superarla, el principal objetivo de nuestro trabajo a partir de un lento, profundo, doloroso y a veces infructuoso, camino de reconstrucción personal y recuperación de autoestima y fortaleza.

A pesar de los avances acaecidos en los últimos años, la violencia de género sigue siendo, lamentablemente, un hecho incuestionable en el mundo entero, siendo necesario el trabajo conjunto de toda la ciudadanía para su erradicación. De manera general, ¿qué puede ofrecer la Psicología actual a la investigación, intervención y denuncia en torno a la violencia contra las mujeres?

El año pasado leí un artículo de Victoria A. Ferrer Pérez y Esperanza Bosch Fiol, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Baleares, el cual me pareció muy relevante, pues hablaba de la importancia de incorporar la perspectiva de género en la investigación psicológica. Las autoras de este trabajo recomendaban una postura crítica y autocrítica en cuanto a los modelos teóricos, los procedimientos, las muestras y los instrumentos utilizados en las investigaciones, recomendando explícitamente no utilizar aquellos con evidentes sesgos de género. Para empezar, ésta me parece una muy buena propuesta.

Por otra parte, considero importante desarrollar espacios de reflexión y análisis de la realidad entre profesionales que trabajan en este ámbito, comprobar algunas hipótesis en relación con los programas de «reeducación» de maltratadotes, etc. Pero en especial, desarrollar «intervención» preventiva, trabajar con niños y niñas que viven en medios conflictivos, que incorporen la mediación como estrategia de resolución de desencuentros y conflictos desde la escuela.

Al igual que no consentir entre nuestros «ponentes», profesores/profesoras, «profesionales de reconocido prestigio», en definitiva, a nadie que defienda valores contrarios a la igualdad desde el ámbito de la Psicología.

De manera amplia, ¿considera que los y las profesionales de la Psicología estamos sensibilizado hacia las cuestiones de género? De no ser así, ¿qué podríamos hacer para fomentar la tan necesaria perspectiva y sensibilidad de género en nuestro quehacer psicológico?

La violencia de género es producto de la suma e interacción de múltiples factores, de origen multicausal y por ello, su abordaje debe, necesariamente, ser transversal e integral, y debe de constituir una potente línea de intervención desde los poderes públicos hacia la sociedad en su conjunto.

No caben excusas, ni caben argumentos de qué es primero, si la prevención, la atención a víctimas, la reeducación de maltratadotes, etc. Se trata de una apuesta política y social de transformación progresiva de valores, incidiendo de forma especial en los aspectos preventivos y en el apoyo coherente a la educación de los niños y las niñas en la convivencia en igualdad.

 

Ello exige mayor inversión en educación, en equipos de intervención multidisciplinares que desde los diferentes ámbitos de la organización social puedan desarrollar apoyo efectivo a la infancia, a las familias, a las mujeres, etc. Además, implica la incorporación de las aportaciones de la Psicología en el conocimiento y comprensión del desarrollo de la persona, de gran importancia en el diseño y ejecución de las políticas públicas en materia de igualdad.

Esto supone también la incorporación de los psicólogos y las psicólogas en todos los niveles educativos, desde el preescolar hasta el universitario, como profesionales imprescindibles desde una perspectiva preventiva, que contribuyan a favorecer y potenciar el desarrollo armónico de la persona, identificando indicadores y situaciones de riesgo y proponiendo intervenciones comprensivas del fenómeno de la violencia de género.

No es posible abordar un problema como éste sólo desde la intervención, cuando la violencia ya se ha producido en forma de agresión física y de muerte; no podemos obviar que cuando la mujer llega a algún servicio en busca de ayuda, su situación ya es crónica, experimentando una media de 8 años situaciones repetidas (cuando no continuas) de violencia, y su abordaje debe ser necesariamente más complejo.

No podemos quedar satisfechos ni satisfechas con una propuesta de seis u ocho sesiones de intervención psicológica, la mayor parte de las veces grupal, sin tener continuidad de proceso ni poder conocer el impacto a medio plazo de dichas intervenciones en la capacidad real de la mujer de afrontar su situación.

Esta jornada representa un hecho más del interés del colectivo de psicólogas y psicólogos por erradicar esta lacra social. Como Coordinadora Estatal del Área de Psicología e Igualdad de Género, ¿qué otras medidas y acciones se están tomando o se pondrán en marcha próximamente desde este área?

Deseamos generar un importante interés por ese enfoque de trabajo, convertirnos en una verdadera área transversal, que penetre en el conjunto del discurso y del quehacer profesional; deseamos contribuir a desterrar el sexismo benevolente de los psicólogos y las psicólogas de nuestros colegios; pretendemos que nos resulte importante y valioso mirar un poco mas allá de las palabras y ayudar a las mujeres, a las niñas, a expresar su miedo y su impotencia cuando están soportando abusos, desprecios, sufrimientos, etc.

Para ello, queremos mejorar nuestros conocimientos realizando actividades de formación y reciclaje; potenciando la investigación sobre nuestra práctica profesional; desarrollando las técnicas más eficaces desde la evidencia científica, etc.

En resumidas cuentas, procuraremos mantener una postura activa a favor de la convivencia igualitaria como mejor herramienta para erradicar la violencia contra las mujeres.

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