ATENCIÓN A ENFERMOS DE ALZHEIMER Y OTRAS DEMENCIAS: A. LOSADA BALTAR, SERVICIO DE PSICOLOGÍA CLÍNICA U. REY JUAN CARLOS

23 Ene 2007

Andrés Losada Baltar es Doctor en Psicología, y profesor investigador y miembro del Servicio de Psicología de la Clínica Universitaria de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), dirigido por Cecilia Peñacoba Puente, y que está localizado en la facultad de Ciencias de la Salud. Este servicio viene ofreciendo desde su apertura, hace casi dos años, atención psicológica tanto individual como grupal.

Dentro de las intervenciones grupales, merecen destacarse dos importantes líneas de especialización vinculadas a proyectos de investigación I+D nacionales y llevados a cabo a través de convenios con diferentes instituciones: fibromialgia y fatiga crónica y cuidadores informales de personas con demencia. Concretamente, y en relación al programa de cuidadores, el servicio ofrece intervenciones gratuitas para cuidadores y para enfermos de Alzheimer y otras demencias en las que participan tanto psicólogos como terapeutas ocupacionales. Este proyecto supone una continuación del trabajo «Estudio e intervención sobre el malestar psicológico de los cuidadores de personas con demencia» que ha recibido el premio Infanta Cristina por parte del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y que ha sido publicado recientemente por el IMSERSO.

 

Infocop Online ha querido entrevistar a Losada para conocer los objetivos y trabajo de este servicio así como su opinión sobre papel del psicólogo en situaciones de dependencia.

ENTREVISTA

¿En qué consiste el servicio de atención a enfermos de Alzheimer y otras demencias, así como a cuidadores?

En este momento, gracias a un proyecto financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia (SEJ2006-02489/PSIC), estamos ofreciendo a las personas que cuidan a un familiar enfermo de Alzheimer o demencia un servicio a través del cuál atendemos tanto al enfermo de demencia como a su cuidador principal. A diferencia de ediciones anteriores, la atención que se presta actualmente a los cuidadores en el programa Cuidar Cuidándose es interdisciplinar, y es prestada tanto por psicólogos como por terapeutas ocupacionales. La intervención para los cuidadores consiste en 12 sesiones, de las cuales 8 son dirigidas por un psicólogo y son de corte cognitivo-conductual, y 4 están dirigidas por un terapeuta ocupacional. En conjunto, a través del programa se pretende que los cuidadores adquieran habilidades que les permitan enfrentarse al cuidado de su familiar de una forma adaptativa, proporcionándoles recursos que les permitan cuidar de una forma más saludable, esto es, prestando una mayor atención a su propia salud psicológica y física y a su situación social.

La intervención dirigida a los enfermos, denominada terapia ocupacional cognitiva, está diseñada por terapeutas ocupacionales y por psicólogos, y a través de ella se pretenden estimular las capacidades cognitivas, motivacionales y funcionales de los enfermos.

Durante el tiempo en el que se está en contacto con las familias (aproximadamente un año) se llevan a cabo evaluaciones tanto de los cuidadores como de los enfermos dirigidas a valorar su situación personal y la eficacia de la intervención que se lleva a cabo.

El servicio de Psicología de la URJC ha establecido diferentes convenios con áreas de salud y de servicios sociales de la Comunidad de Madrid, de cuyos centros son derivados a la clínica cuidadores y enfermos que solicitan ayuda, aunque independientemente de estos convenios, el servicio está disponible para cualquier persona que pueda necesitarlo.

¿Por qué se consideró necesaria la creación de un servicio de estas características?

Son muchas las razones que hacen necesario un servicio de atención psicológica a los cuidadores familiares de enfermos de Alzheimer. En primer lugar, no existen apenas recursos de este tipo, a pesar de que son muy necesarios para las familias. Además, desde el punto de vista de las familias, nadie nace sabiendo cuidar, y siempre es posible adquirir nuevas habilidades o recursos para atender en mejores condiciones al familiar y hacer frente a las importantes demandas que exige el cuidado de una persona con demencia.

En segundo lugar, en estos momentos la sociedad se enfrenta a unos cambios tanto socio-políticos como científicos y económicos que hacen más necesario, si cabe, ofrecer recursos de atención a los cuidadores. Cada vez es mayor el grupo de población de las personas mayores y éstas cada vez viven más años. Esto está inevitablemente asociado a una mayor fragilidad y, por lo tanto, a la dependencia. Además, las redes familiares están sometidas a múltiples cambios. Las familias cada vez son de menor tamaño, la dispersión de las mismas es mayor por motivos laborales y, afortunadamente, la mujer está cada vez más incorporada al mundo laboral.Todas estas circunstancias provocan que la forma de cuidado a las personas mayores más tradicional, la llevada a cabo por las familias (fundamentalmente las mujeres), se encuentre en una situación de «riesgo». Los cuidadores no disponen de tanto tiempo y respaldo familiar para atender al familiar, las economías familiares no son suficientes para sostener las demandas exigidas por el cuidado del enfermo, y las instituciones, en el momento actual, no ofrecen la diversidad y flexibilidad de recursos que serían necesarios para facilitar que el cuidado se lleve a cabo en la comunidad en unas condiciones adecuadas. Todas estas cuestiones en conjunto contribuyen, sin duda, a aumentar el nivel de estrés de los cuidadores, originado a partir de las importantes consecuencias familiares, sociales, económicas y de salud que el cuidado provoca, motivo principal por el que el programa puede ayudar a los cuidadores.

¿Considera que la atención a este tipo de pacientes ha estado, hasta el momento, suficientemente cubierta en el Sistema Nacional de Salud? En caso contrario, ¿por qué razones?

Tajantemente, no. De nuevo, las razones son múltiples. Tal y como se señala en el Libro Blanco de la Dependencia, «las políticas públicas dan por supuesto que las familias deben asumir la provisión de bienestar a sus miembros […] sin que, por parte de los mecanismos protectores, se dediquen apenas prestaciones a las familias». Igualmente, los cuidadores han sido tradicionalmente «utilizados» como un recurso para atender a las personas mayores dependientes más que como un usuario del sistema. Tal y como reflejan las publicaciones especializadas, el nivel de malestar de los cuidadores es tan elevado, (se asocia incluso a un mayor riesgo de mortalidad en estas personas que en aquéllas que no cuidan), que sus necesidades psicológicas y físicas deberían, sin duda, ser objeto de atención por parte del Sistema Nacional de Salud.

Además, de la misma forma que los cuidadores necesitan formación y recursos para poder llevar a cabo su tarea de una forma más adaptativa, existe también una evidente necesidad de formación y provisión de recursos a los profesionales que atienden a los cuidadores. Existen estudios que muestran que los profesionales de la Salud y de los Servicios Sociales consideran que no tienen una formación adecuada en la atención a las demencias y que no disponen de recursos instrumentales y personales para llevar a cabo esta atención. Igualmente, al igual que ocurre con otras muchas situaciones problemáticas, la intervención dirigida a los cuidadores debería ser interdisciplinar, dado que las necesidades que manifiestan son tanto físicas como psicológicas y sociales, y es bien sabido por todos que disciplinas como la Psicología se encuentran muy poco representadas en el marco de atención social y sanitaria a la dependencia.

Por último, sería deseable una mayor coordinación entre Servicios Sociales y Salud que facilitase la atención a las familias afectadas.

¿Le parece que la aplicación de la recientemente aprobada Ley de Dependencia paliará las deficiencias que puedan existir en este sentido?

Sin duda alguna, la existencia de una Ley en la que puedan ampararse las familias cuidadoras supone un avance significativo con respecto a la situación previa, principalmente porque coloca en el centro del debate social y político la situación de estas familias. No obstante, es necesario ser prudentes respecto a las consecuencias aplicadas de la Ley: será necesario esperar un tiempo razonable hasta ver exactamente cuáles son los resultados concretos de su implantación. Atendiendo al contenido del texto y a los informes realizados por expertos de diferentes sociedades y colectivos (por ej., Colegio de Psicólogos o Sociedad Española de Geriatría y Gerontología), todo parece indicar que el tipo y cantidad de necesidades de las familias que deben ser atendidas no será cubierto a través de los mecanismos que establece la Ley de la misma forma que están siendo cubiertas las necesidades sanitarias.

En definitiva, a pesar de que hay espacio para el optimismo, dado el importante avance que supone esta Ley, será necesario mantener una actitud de observación de en qué medida responde a las necesidades vinculadas a la dependencia, entendida ésta como un fenómeno multidimensional, que es explicado y que debe ser tratado desde un enfoque bio-psico-social, y demostrar agilidad a la hora de establecer o sugerir posibles mejoras que sean recogidas a través de los mecanismos de rectificación de la Ley que, deseablemente, se habiliten en el futuro.

Algunos profesionales opinan que la Psicología es la ciencia que cuenta con más herramientas y conocimientos para la evaluación e intervención en el área de dependencia. Bajo su punto de vista, ¿qué papel ha ocupado tradicionalmente la Psicología en el área de dependencia?

Es evidente que Psicología puede contribuir de forma significativa a la atención a la dependencia, y en este sentido, en nuestro país los psicólogos contamos con un bagaje de conocimientos y experiencia investigadora en este ámbito reconocida internacionalmente. En cualquier caso, la experiencia y la lógica sugieren que, para lograr una optimización de los resultados y de la calidad de la atención ofrecida, se hace necesaria la colaboración y coordinación adecuada con otras disciplinas, estrategia imprescindible para ofrecer una atención integral y eficaz a la dependencia. Lamentablemente, a pesar de que lo anterior sea incuestionable, la participación activa de los psicólogos en la atención a la dependencia ha sido, y actualmente sigue siendo, muy limitada, siendo quizá en los ámbitos residenciales o en unidades de memoria en los que se encuentra más presente. Así, es fundamentalmente en este tipo de centros en los que la labor de los psicólogos es considerada (lo que no quiere decir que la labor de la Psicología se vea facilitada y valorada en su justa medida), y consiste, fundamentalmente, en la realización de evaluaciones neuropsicológicas y en la planificación e implantación de intervenciones de estimulación psicológica y cognitiva a los usuarios. Considerando que la dependencia es un fenómeno multicausal, y que además de las causas físicas u orgánicas los aspectos sociales y psicológicos contribuyen de manera significativa al origen y mantenimiento de la misma, sin duda alguna, las posibilidades de participación de la Psicología en la dependencia son mayores y más amplias, y la respuesta a las necesidades de las familias y de las personas dependientes se vería muy beneficiada si se abriera el campo de trabajo a los profesionales de la disciplina.

¿En su opinión, y a pesar de que aún están pendientes los desarrollos posteriores de la Ley de Dependencia, le parece que está suficientemente contemplada en la misma la participación del colectivo de psicólogos?

De acuerdo con los informes elaborados por diferentes expertos, sociedades, colegios, etc., la Ley en su estado actual tiene un importante grado de ambigüedad e imprecisión (por ejemplo, no aclara la composición de los equipos profesionales encargados de valorar la dependencia ni los criterios que se emplearán para tal valoración), y, por lo tanto, no resulta fácil concluir nada definitivo. Un aspecto alarmante tiene que ver con que únicamente se hace referencia al enfoque biopsicosocial al tratar (en los artículos 24 y 25) la atención en Centros de Día y de Noche y Residenciales, y no en otros puntos del texto.

 

La incuestionable naturaleza multicausal de la dependencia, y la influencia de factores psicológicos y sociales en su mantenimiento, no parece por lo tanto ser reconocida explícitamente en la medida en que sería deseable, y esto puede significar que prevalezca un enfoque de evaluación y atención a la dependencia sesgado hacia alguna de las posibles causas de la dependencia (causas biológicas), y que además prevalezca un misma.

Igualmente, y en la medida en que es evidente que la principal vía de atención a la dependencia es la familia, y concretamente los cuidadores informales principales, la indefinición existente en cuanto a los procedimientos a través de los cuáles se proporcionará apoyo a los cuidadores (formación, información, atención, respaldo económico…) parece que tampoco es sensible a la abundante literatura existente, que refleja que no todas las intervenciones son igual de eficaces. Así, por ejemplo, los datos empíricos indican que las intervenciones psicoeducativas y psicoterapéuticas son las más efectivas a la hora de reducir el malestar de los cuidadores y facilitar que éstos atiendan a su familiar (dependiente) en las mejores condiciones posibles. Al igual que señalaba anteriormente, debemos esperar y desear que la Ley, a pesar de su imprecisión actual, sea sensible y permeable a los conocimientos adquiridos a través de la investigación, que incluya mecanismos de potenciación de tal investigación y que adquiera desarrollos futuros a través de los mecanismos de rectificación o ajuste que se plantean en ella.

En definitiva, en base a la información disponible, a pesar de que la Psicología dispone de herramientas eficaces para evaluar e intervenir en el proceso de la dependencia y de que, además, el conocimiento en el área de la gerontología se encuentra en un estado de crecimiento progresivo que demuestra ampliamente su importante potencial para mejorar la atención a la dependencia, la participación de la Psicología en la atención a la dependencia no parece estar suficientemente reflejada y garantizada en el texto de la Ley. Así pues, será necesario que los psicólogos continuemos luchando por conseguir un reconocimiento más explícito e inequívoco de nuestra disciplina en fases posteriores de desarrollo y rectificación de la misma.

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