II INFORME SOBRE VIOLENCIA ESCOLAR – ENTREVISTA A LA PRESIDENTA DE UNICEF-COMITÉ ESPAÑOL

4 May 2007

El pasado 5 de febrero de 2007 se presentaron en rueda de prensa los resultados del II Informe sobre Violencia Escolar, realizado por la oficina del Defensor del Pueblo y UNICEF-Comité Español. Este estudio, presentado por Enrique Múgica Herzog, actual Defensor del Pueblo, y Consuelo Crespo, Presidenta de UNICEF-Comité Español, ha sido elaborado por el Instituto UAM-UNICEF de Necesidades y Derechos de la Infancia (IUNDIA) y coordinado por Cristina del Barrio Martínez, Mª Ángeles Espinosa Bayal, Elena Martín Ortega, profesoras de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM); Esperanza Ochaíta Alderete, Catedrática de la misma universidad; y por Joaquín Trillo Álvarez, Asesor del Área de Educación del Defensor del Pueblo.

Consuelo Crespo 

Con motivo de la publicación de los resultados de este estudio, sin duda, un documento valioso para la elaboración de iniciativas que fomenten la convivencia escolar, Infocop Online ha querido entrevistar para sus lectores a Dña. Consuelo Crespo, Presidenta de UNICEF-Comité Español, quién nos habla acerca de los datos más relevantes de este trabajo y de sus expectativas con respecto al acoso escolar en nuestro país.

ENTREVISTA

El trabajo que recientemente se acaba de presentar ha contado con la participación de 3.000 estudiantes y 300 profesores de todo el territorio español. ¿Qué objetivos se tenían en mente cuando se diseñó esta investigación? ¿Cuáles son las características principales de este trabajo?

El objetivo general del estudio era determinar la situación actual del maltrato entre iguales en las aulas españolas de Educación Secundaria Obligatoria y compararla con la que había en el año 1999, cuando se realizó el primer estudio por parte del Defensor del Pueblo y UNICEF. Se ha tratado, por tanto, de saber si el problema del bullying ha aumentado o disminuido en los últimos años.

 

Las características metodológicas de la investigación a la que ahora me refiero son prácticamente análogas a las de la primera, ya que se trataba de analizar la evolución del problema en los siete años transcurridos entre una y otra. Tal como ha señalado en su pregunta, la muestra estuvo formada por 3.000 estudiantes de ESO, pertenecientes a centros educativos públicos, concertados y privados de todo el territorio nacional. Se encuestó también a 300 profesores y profesoras, jefes de estudio de los centros.

La elección de la muestra se hizo teniendo en cuenta los factores que pudieran ser relevantes para estudiar el acoso entre iguales, concretamente, la comunidad autónoma y el tamaño de la población en que se ubica el centro educativo, su titularidad, así como el género y el curso del alumnado. A posteriori, se analizó también la variable relacionada con el origen nacional de los y las escolares.

En cuanto al procedimiento para recoger la información, se utilizaron dos cuestionarios, uno para el alumnado y otro para el profesorado, prácticamente idénticos a los diseñados para la investigación de 1999. Es importante señalar que antes de comenzar con los cuestionarios, se explicaba el carácter necesariamente reiterado -no fortuito o accidental- que han de tener los malos tratos para que se consideren «acoso» escolar. Además, la encuesta preguntaba sobre conductas características de los distintos tipo de maltrato (por ejemplo, «hablar mal de alguien», «pegar», «no dejar participar», etc.), que luego se incluyen en categorías más amplias como maltrato verbal, físico o exclusión social.

Como usted ha indicado, este estudio supone la continuación de la investigación publicada en el año 2000. ¿Cuáles son los resultados más significativos? ¿Qué diferencias se encuentran entre el estudio de 1999 y éste de 2006?

Los resultados más importantes son los relativos a la evolución del problema ya que, a diferencia de lo que se había señalado en otros estudios, podemos decir que el maltrato entre escolares no ha aumentado entre 1999 y 2006. Por el contrario, la tendencia general ha ido hacia la disminución, si bien son las formas de maltrato más frecuentes las que disminuyen de forma estadísticamente significativa. Me refiero concretamente a algunas conductas de maltrato verbal, como «insultar», o «poner motes», y a otras que muestran exclusión social, «ignorar» o «no dejar participar».

Estos resultados indican que podemos ser relativamente optimistas ya que, aunque el problema del maltrato entre iguales sigue siendo preocupante en nuestros centros de ESO, por lo que en modo alguno podemos dejar de trabajar sobre el tema, la tendencia general va hacia su disminución.

Hay que señalar también algunos de los datos relevantes que tienen que ver con los factores del entorno, del centro y del alumnado que pueden estar relacionados con el tema que nos ocupa. Al igual que sucedía en el estudio anterior, en el que ahora analizamos no se han encontrado diferencias entre las distintas comunidades autónomas ni entre los municipios grandes y pequeños, de tal manera que el problema se produce de forma similar en todos ellos.

La titularidad de los centros sólo parece indicar, en ambos trabajos, la existencia de mayores porcentajes de maltrato en los centros privados en algún tipo de abuso verbal. Los resultados relacionados con el curso del alumnado también se mantienen bastante estables en el tiempo: al igual que en 1999, también en 2006, se ha encontrado una mayor incidencia del maltrato en los primeros cursos de ESO, aunque los malos tratos verbales parecen no disminuir a medida que aumenta el nivel educativo.

 

Finalmente hay que señalar que, cuando se estudia el origen nacional del alumnado, encontramos que los estudiantes de origen extranjero sufren notablemente más que los autóctonos la exclusión social, concretada en la conducta de «ignorar».

Tal y como recogen otras investigaciones que se acercan al tema de la violencia escolar, parece ser que la variable género marca importantes diferencias en cuanto a la manifestación y frecuencia de determinados tipos de violencia. Concretamente, ¿qué muestra este estudio en relación a la varibale género?

Efectivamente, la mayor parte de los estudios sobre violencia escolar -y también otros que estudian este tema desde otras perspectivas- suelen coincidir en señalar que la agresividad o violencia es más característica del género masculino. Concretando en nuestros estudios, en términos generales puede decirse que los chicos suelen estar más implicados que las chicas en los distintos tipos de acoso, especialmente cuando el alumnado se autocalifica como agresor. Sin embargo, esta información debe matizarse teniendo en cuenta el tipo concreto de maltrato al que nos estemos refiriendo y también el curso de los y las escolares. Mientras que los alumnos suelen cometer más agresiones de tipo físico, las alumnas están más implicadas en los malos tratos de tipo verbal, especialmente cuando se trata de «hablar mal de algún compañero o compañera».

Como se recoge en el informe, las acciones preventivas parecen haber surtido un efecto relativo con respecto a los datos del estudio de 1999, ya que no se ha conseguido erradicar la violencia en los centros educativos. Siguiendo los datos del informe, las modalidades más graves de amenaza, ciertas formas de agresión física o la exclusión social parecen mantenerse en unos niveles similares a los del año 1999. En este sentido, ¿qué recomendaciones se proponen en este nuevo informe? ¿Qué medidas se espera poner en marcha?

Como ya he señalado, los malos tratos han disminuido en los siete años de intervalo temporal que se han estudiado, pero no se han erradicado, por lo que sigue existiendo el problema en nuestras aulas. No obstante, hay que matizar un poco los resultados relacionados con las conductas más graves. Los datos muestran bajadas generales en la casi totalidad de las conductas analizadas, pero cuando se trata de las más graves, como los porcentajes de incidencia eran ya bajos en el estudio de 1999, es difícil que las diferencias halladas en la comparación temporal alcancen el nivel estadístico necesario.

Los resultados obtenidos sobre la evolución del maltrato son moderadamente positivos, lo que nos lleva a pensar que las recomendaciones hechas en el primer estudio han podido ejercer alguna clase de influencia en esos resultados. Se trata de recomendaciones encaminadas, entre otras finalidades, a mejorar el conocimiento del problema, a involucrar en su prevención e intervención a todos los agentes implicados, a señalar pautas de actuación, o a dotar al personal docente de los medios y recursos necesarios. Muchas han sido puestas en práctica de manera literal y otras han sido tomadas en consideración a la hora de implementar políticas de prevención e intervención en los conflictos escolares. En cualquier caso, su carácter global y genérico y el hecho de que el problema sólo haya mejorado en cierta medida, nos ha llevado a mantener tales recomendaciones en la actualidad.

Pero además, se han hecho otras vinculadas a los resultados y conclusiones de este segundo estudio, tales como: evaluar las políticas de prevención e intervención, realizar programas de prevención dirigidos a las conductas violenta que no han disminuido entre 1999 y 2006, extender los programas de prevención a los últimos cursos de primaria, favorecer las estrategias de comunicación y las habilidades sociales del alumnado, o pedir a los medios de comunicación que extremen la prudencia y la objetividad en la difusión de las informaciones sobre la violencia escolar.

Como se ha indicado, en este estudio también han participado 300 docentes de diferentes centros de todo el territorio español, ofreciendo una visión bastante completa de la percepción y necesidades de este colectivo. ¿Cómo ven ellos esta problemática? Haciendo una relectura de estos datos, ¿cuáles serían las principales necesidades de este colectivo?

 

Hay varias cuestiones relacionadas con los profesores y profesoras que merecen ser mencionadas. Así por ejemplo, hay que resaltar el hecho de que en los dos años investigados, el acoso escolar no es el tema que más les preocupa, ya que sitúan por delante la falta de participación de las familias en la dinámica de los centros escolares y las dificultades de aprendizaje del alumnado; sin embargo, tanto en 1999 como en 2006, decían que el maltrato entre iguales ha aumentado ligeramente en los últimos años.

Respecto a las causas del bullying, los docentes siguen pensando que las causas para que un alumno o alumna se convierta en víctima son fundamentalmente las relacionadas con sus características personales y familiares, aunque también tienen en cuenta -seguramente por la influencia del alumnado de origen inmigrante- las diferencias culturales, sociales y religiosas.

En el ámbito de las actuaciones del profesorado y del centro, se observan en la actualidad algunos cambios que pueden interpretarse en sentido positivo y que tienen que ver con las recomendaciones a las que aludía anteriormente. Así, el estudio refleja que los docentes y los centros están llevando a cabo medidas para mejorar la convivencia. En este sentido, han aumentado los «partes» ante las conductas agresivas de los y las estudiantes, pero también otras como «hablar con las familias» o «pedir apoyo al departamento de orientación».

El estudio ha sido realizado por un equipo de psicólogas de la Universidad Autónoma de Madrid. Desde su punto de vista, ¿qué puede aportar la Psicología en este terreno?

 

Se trata de un equipo de profesoras y profesores universitarios vinculados al IUNDIA, el Instituto Universitario de Necesidades y Derechos de la Infancia y la Adolescencia del Comité Español del UNICEF y la Universidad Autónoma de Madrid. El instituto es de carácter interdisciplinar e interfacultativo, aunque en la actualidad está dirigido por dos psicólogas, profesoras de Psicología Evolutiva y de la Educación -una de ellas miembro del Patronato de UNICEF-Comité Español- y por un miembro del patronato de UNICEF que es también profesor de educación secundaria y de universidad.

Para esta investigación, se formó un equipo de expertas y expertos en Psicología del desarrollo y la educación que tienen gran experiencia en el tema del acoso escolar, y que ya se encargaron del estudio empírico correspondiente a la investigación que UNICEF y el Defensor del Pueblo publicaron en el año 2000.

Aunque yo no soy experta en Psicología, parece evidente que el área de Psicología del desarrollo y de la educación tiene mucho que decir en la violencia entre iguales, que se produce en el contexto escolar, tanto en lo referente a la investigación como en las tareas relacionadas con la prevención y la intervención.

De manera general, ¿qué opinión tiene acerca de las actuales políticas públicas encaminadas a reducir la violencia escolar y fomentar la convivencia en el ámbito educativo? ¿Cuáles son sus expectativas al respecto?

Es difícil referirse de una manera general a las políticas públicas, pero todo parece indicar que tales políticas van en la línea de las recomendaciones que hemos hecho en los dos informes conjuntos de UNICEF y el Defensor del Pueblo. Como he señalado anteriormente, buena parte de las recomendaciones dirigidas a las administraciones educativas han sido tenidas en cuenta y, necesariamente, deben tener alguna relación con la tendencia a la disminución del acoso escolar. Por eso se debe seguir trabajando en la investigación y tratamiento del problema, especialmente en las acciones dirigidas, sobre todo, a la prevención del maltrato y al fomento de las buenas prácticas en la resolución de conflictos, con la expectativa de que la incidencia del acoso entre iguales en los centros educativos sea cada vez menor.

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