VIDA FÉRTIL PARA LA PSICOLOGÍA – ENTREVISTA A LA PSICÓLOGA DEL INSTITUTO VALENCIANO DE INFERTILIDAD – SEDE MADRID

27 Jun 2007

Recientemente, diversos medios de comunicación se hacían eco del estudio realizado por el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), en el que se analizan los efectos que tiene la presencia de un/a psicólogo/a en los tratamientos de reproducción asistida. Este trabajo evidencia, una vez más, la importancia de atender los factores psicológicos para garantizar el éxito en este tipo de tratamiento.

Tal y como se recoge en la página web del IVI, este estudio revela que el 90% de las parejas con problemas de infertilidad presenta sintomatología ansioso-depresiva, efectos que influyen de manera negativa en el éxito del tratamiento.

Infocop Online ha querido entrevistar para sus lectores a Soledad Chamorro Barranco, psicóloga de la Unidad de Apoyo Psicológico del IVI – Madrid. En esta entrevista, Soledad Chamorro habla de este estudio, de los objetivos principales del abordaje psicológico en el tratamiento de la infertilidad, así como de su valoración acerca de la falta de reconocimiento de la Psicología como profesión sanitaria.

 

ENTREVISTA

¿Cuáles son las principales conclusiones que se extraen del estudio que han realizado en el IVI?

Este estudio, realizado en Valencia, es el reflejo de los resultados que se vienen obteniendo en las clínicas IVI desde que se empezara a considerar necesaria la presencia de un psicólogo en las mismas.

Tanto para el caso de los profesionales de IVI Madrid, quienes llevamos algo más de diez años trabajando en el mundo de la infertilidad, como para quienes han dado los primeros pasos desde el paradigma psicológico en la medicina de la reproducción, la apuesta por añadir al tratamiento de la reproducción asistida el apoyo de un/a psicólogo/a que pudiera estar atento a las necesidades emocionales detectadas, ha sido un objetivo perseguido con perseverancia. En este marco, el estudio realizado cobra especial relevancia en tanto que demuestra su pertinencia.

De los resultados obtenidos, quizás los más significativos apunten a concluir que el grupo de mujeres que formó parte del programa de apoyo psicológico tuvo una tasa menor de abandono y, por lo tanto, una mayor tasa de éxito, lo que se traduce en un mayor número de embarazos.

Éste es sólo el principio de una trayectoria comenzada por el equipo IVI, que cada vez más apuesta por la mejora de la calidad asistencial y, por ende, por dar cobertura a las necesidades percibidas y manifestadas por las personas que se someten a tratamientos de reproducción, y es ahí donde el papel de la Psicología cobra especial relevancia.

Dentro del ámbito sanitario, ¿qué puede aportar la Psicología en el tratamiento de la infertilidad? ¿Cuál es la especificidad de nuestra profesión en un tratamiento de esta índole? ¿Cómo se integra con el tratamiento médico-farmacológico?

Nuestra profesión, por su especificidad, aporta un valor añadido a los tratamientos de infertilidad, ocupándose de atender aquellos aspectos no abordados por otras disciplinas, ya veteranas en este mundo. La infertilidad se configura como una situación en la mayoría de los casos de estrés, que pone en riesgo la estabilidad emocional de las personas y que puede derivar en trastornos psicológicos mayores. Una vez más, es el psicólogo quién está preparado para poder dotar, entrenar e incorporar habilidades de afrontamiento en las personas, haciéndolas más eficaces y competentes.

Creo que hemos de ser un recurso disponible para quienes nos necesitan, y somos los profesionales de la reproducción quienes tenemos la responsabilidad de trasladar a nuestros pacientes la importancia de atender también a los costes psicológicos que supone la infertilidad.

Si el equipo de profesionales está sensibilizado con este aspecto, la labor del psicólogo se encaja desde el principio y hasta el final en el tratamiento, a la par que el proceso médico; intensificándose en los momentos en los que se detecte como necesario. Una vez más, es la evaluación individualizada y el diseño de la intervención como caso único lo que da valor, eficacia y eficiencia a nuestra intervención.

 

Desde su propia experiencia como psicóloga especialista en el tema de la infertilidad, ¿qué reacciones psicológicas o emocionales son las más frecuentes ante un diagnóstico de este tipo?

Lo cierto es que el tema de la infertilidad conlleva un gran impacto y desajuste emocional, que para quienes no conocen el tema en profundidad, o no les ha tocado de cerca, puede resultar en algunos casos desmedido.

Vivimos en una sociedad donde la fertilidad se ha considerado desde siempre un valor intrínseco, fundamentalmente para quienes deciden vivir en pareja y formar una familia. Se espera de nosotros que, llegado un momento, juguemos el papel de la paternidad o la maternidad que nos ha sido designado. ¡Parece incluso a veces que más que una invitación, estamos obligados a ello!

Ya se encarga la propia sociedad y, en su nombre, el entorno social que rodea a quienes tienen problemas de infertilidad, de ejercer la presión necesaria para que el impacto de un diagnóstico de infertilidad desde un primer momento genere reacciones que derivan en patrones de comportamiento personales y sociales. Estas reacciones se caracterizan por:

  • Relaciones sexuales mediatizadas por el deseo de tener un hijo que derivarán en patrones de conducta alterados y desajustados.

  • Negación ante la posibilidad de tener problemas para concebir un hijo.

  • Valoraciones personales sobre la «capacidad» para ser padres y sobre las conductas sexuales: «seca», «frígida», «poca o nula virilidad», «impotencia», etc.

  • Creencias erróneas: «es muy fácil tener hijos, si se utilizan métodos anticonceptivos, luego es más difícil conseguirlo», «algo no estamos haciendo bien», etc.

  • Presión social:

    • Se empieza a indagar sobre el futuro reproductivo de la pareja y la sociedad se siente legitimada para ello.

    • Exposición constante a estímulos que pertenecen a una sociedad aparentemente fértil.

  • Desarrollo de conductas de evitación que regulan el malestar producido por la situación.

  • Aparecen respuestas emocionales de miedo e incertidumbre ante quién será el «culpable» de los dos, a tomar decisiones encaminadas a pedir ayuda, a tener que ocultar información y poner excusas ante personas significativas, a las posibilidades y efectos secundarios de los tratamientos, a fracasar a pesar de las ayudas para la reproducción, etc.

Particularmente en el trabajo que realiza en la Unidad de Psicología del IVI, ¿qué necesidades psicológicas considera que deben ser abordadas en la pareja que solicita este servicio, tanto a la hora de informar acerca del diagnóstico, como en fases posteriores del posible tratamiento a seguir? ¿Cuáles son sus elementos centrales? ¿Podemos de hablar de fases o etapas en este tratamiento?

El proceso de tratamiento en reproducción puede llevar asociado:

  • Trastornos como depresión y ansiedad.

  • Cambios drásticos en el estilo de vida.

  • Sufrimiento e implicaciones emocionales que suponen una carga para la vida afectiva de la pareja.

  • Estrés ante el régimen de visitas, medicación, intervenciones quirúrgicas, etc.

  • Alteración de:

    • creencias personales: «algo malo tenemos».

    • la propia identidad: la autoimagen, la autoestima y el autoconcepto.

    • sentimientos relacionados con la capacidad, competencia y autoeficacia.

  • Sentimientos de angustia, tensión, desesperanza y sensaciones de descontrol interno.

  • Relaciones de pareja en las que se maximizan los problemas y las tensiones de índole comunicativo, sexual, emocional y financiero.

    • Sentimientos de: soledad, aislamiento, rabia hacia la pareja, tristeza, enojo, envidia, resentimiento, vergüenza, temor, devaluación y pesimismo, etc.

  • Incapacidad para poder pensar en otra cosa.

  • Pérdida de control sobre lo que se había planificado que iba a ocurrir y sobre el resto de las áreas de la vida: trabajo, amigos, familia, etc.

los objetivos que nos planteamos en la relación de ayuda son:

  • Apoyar, asesorar y aportar información sobre la infertilidad y sus consecuencias físicas, psicológicas, sociales y vitales; así como sobre los procesos emocionales, expectativas e inquietudes que son esperables.

  • Manejar la ansiedad y reducir el estrés que el tratamiento conlleva.

  • Disminuir la producción de:

    • pensamientos negativos.

    • pensamientos desesperanzadores.

    • sentimientos de indefensión.

    • creencias irracionales.

  • Aumentar:

    • la expresión emocional.

    • la comunicación.

  • Enriquecer la vida de pareja y la sexualidad.

  • Incrementar la calidad de vida y el bienestar psicológico.

  • Afrontar los problemas, manejar alternativas y tomar decisiones.

  • Valorar otras alternativas de embarazo.

Ciertamente, podemos hablar de fases en el tratamiento. Hay momentos clave en los que las necesidades emocionales son diferentes. Los primeros pasos por una clínica de reproducción son quizás los más importantes. Es preciso evaluar el impacto que la infertilidad ha causado, el grado de comprensión del tratamiento, las expectativas con respecto al mismo, los temores, legitimar y normalizar las emociones que se experimentan, así como facilitar su expresión. Todas estas cuestiones deben ser nuestros primeros logros.

 

Una vez comenzado el tratamiento, existen momentos críticos en los que el apoyo y asesoramiento psicológicos se hacen más necesarios. Claros ejemplos de ellos son, por ejemplo, el inicio del tratamiento médico, un proceso que es costoso física y emocionalmente; el momento de la punción o extracción de óvulos; la transferencia de los mismos y sobre todo los días de espera al resultado de la prueba de embarazo.

El estudio al que nos referíamos inicialmente viene a apoyar los resultados de otros informes, como los aportados por la Sociedad Americana de Infertilidad, en los que se establece una clara relación entre el equilibrio emocional y el mayor éxito en este tipo de tratamiento. Un buen número de estudios, en diferentes ámbitos, habla de la importancia del papel del psicólogo/a en el ámbito sanitario. No obstante, esto no parece ser reconocido en su justa medida por parte de las autoridades sanitarias de nuestro país, habida cuenta del escaso número de profesionales de la Psicología en el SNS y de la no consideración de la profesión como sanitaria. ¿Nos podría dar su opinión al respecto? ¿Considera que, como profesión sanitaria, la Psicología cuenta con el reconocimiento institucional que la ciudadanía demanda desde hace ya tanto tiempo?

Desgraciadamente me tengo que sumar no sólo a la opinión sino a la sensación generalizada y arrastrada desde hace tiempo de que la Psicología y los psicólogos no estamos donde tenemos que estar. «Todos los que estamos somos, pero no somos todos los que estamos». Y eso es lo verdaderamente triste, el sistema establece cambios mucho más lentamente de lo que se necesita.

En nuestro caso, el Sistema Sanitario de Salud, sintiéndose en la mayoría de los casos muy necesitado de la labor de los psicólogos, y hablo de los profesionales de a pie que son quienes parecen tener más claro que como disciplina dedicada al comportamiento somos una pieza más del puzzle de nuestra sanidad, va demasiado despacio.

Aún así, creo que somos los propios psicólogos los que tenemos que tener la responsabilidad de ir también allanando este camino, demostrando que lo que hacemos lo hacemos bien y que lo que hacemos, tiene resultados y efectos muy positivos siempre acordes y en sintonía con los objetivos que se persiguen de bienestar y mantenimiento de la salud física y psicológica de las personas. Demostrando asimismo que nuestra disciplina aporta un valor añadido y que se complementa con otras disciplinas.

 

Por último, considero que hemos de aprovechar los momentos en los que las circunstancias son favorables para que nuevos horizontes se abran en el mundo de la Psicología. Creo que este es mi caso: el mundo de la fertilidad y de la reproducción está ahora abierto y es sensible a las necesidades psicológicas que se derivan de los tratamientos de reproducción. Al menos, yo vivo esto como un reto profesional, con la responsabilidad de colocar a la Psicología en el lugar que merece y con el objetivo de hacerlo lo suficientemente bien como para demostrar a otras disciplinas que no sólo somos necesarios, sino que además aportamos un valor incuestionable. 

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