UNA MIRADA SOBRE LA MEDITACIÓN Y LA PSICOLOGÍA

17 Jul 2007

Entrevista a Mónica Rodríguez Zafra

Mónica Rodríguez Zafra es licenciada en Ciencias de la Educación y Licenciada y Doctora en Psicología, con premio extraordinario de Doctorado. Es, así mismo, Profesora Titular en la Facultad de Psicología de la UNED, Especialista Universitario en Asesoramiento Psicológico de orientación Gestáltica y Dinámica y Especialista en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica por la Universidad de Comillas. Ha publicado Cuerpo y estados de conciencia: psicobiología de la meditación trascendental en la Revista Miscelánea de Comillas y La ayuda psicoterapéutica a cuidadores de mayores dependientes, en la Revista Crítica.

Editora y co-autora del libro Crecimiento personal: Aportaciones de oriente y occidente, en la colección Serendipity de DDB, ha colaborado en la elaboración de un libro que se publicará el próximo otoño sobre Psicología y consciencia.

En esta entrevista, parte de la serie de noticias que se han publicado estos días, relacionadas con la Psicología de la Meditación y terapias de tercera generación, Mónica Rodríguez aclara algunas dudas sobre la Psicología de la Meditación, y cómo ésta se vincula y entiende dentro de las terapias de tercera generación.

ENTREVISTA

Infocop: En primer lugar, queremos agradecerle que nos haya concedido este espacio. Aunque se habla mucho en los medios de comunicación acerca de la meditación, se aprecia una idea mística y esotérica de la misma, lo que hace pensar que existe un desconocimiento sobre su naturaleza. ¿Cómo se puede definir la meditación? ¿Qué es exactamente?

Mónica Rodríguez: El término meditación tiene muy diferentes sentidos dependiendo de las múltiples técnicas, escuelas, sistemas filosóficos, etc. que existen y que utilizan la meditación como herramienta. Quizá podríamos decir que todas ellas tienen en común el aprendizaje, el entrenamiento y el control de los procesos atencionales con el objetivo de mejorar la salud, el bienestar mental, emocional y espiritual de la persona y sus capacidades, en general.

 

Este entrenamiento y trabajo sobre los procesos atencionales se produce en dos niveles:

1. El primero se centra en la experiencia directa de los factores distractores de la atención, lo que permite tomar conciencia de los procesos psicológicos que mantienen determinados círculos de pensamiento y pautas de comportamiento repetitivas e insanas.

2. El segundo se centra en el desarrollo de determinados procesos corporales, emocionales, cognitivos y espirituales beneficiosos que tienen lugar cuando se aprende a controlar la atención . Estos procesos permiten, nuevamente, tomar conciencia de lo que ocurre y permiten encontrar el significado psicológico que tienen tanto en el momento psicológico presente del individuo como dentro del proceso de crecimiento personal en el que la persona se encuentre en ese momento concreto.

Aunque hay áreas en las que los resultados de las investigaciones son contradictorios, tomados en su conjunto puede decirse que hay un patrón psicobiológico que acompaña al estado de meditación que se caracteriza, desde el punto de vista fenomenológico, como un estado de alerta relajada y, desde el punto de vista biológico, por una disminución en la actividad del sistema nervioso periférico (común a las técnicas de autocontrol, como la relajación), una actividad sostenida del sistema nervioso central (específica de la meditación), el mantenimiento de la atención y una serie de cambios electroencefalográficos específicos integrados en la vigilia y el sueño. Estos efectos son centrales (la meditación no es una actividad que afecte únicamente a la actividad del sistema nervioso autónomo) y no se explican sólo desde una menor actividad o una inhibición general del sistema nervioso.

Podríamos pues concluir que la meditación produce un estado de atención relajada y que el aprendizaje de la misma consiste en un entrenamiento de la capacidad de dirigir y focalizar la atención con consecuencias directas sobre el funcionamiento del sistema nervioso central y periférico.  

 

I.: Bajo su punto de vista y experiencia, como conocedora de los fundamentos biológicos de la conducta humana, ¿qué relación existe entre meditación y Psicología? ¿Qué es lo que la convierte en una técnica beneficiosa en esta disciplina?

M. R.: Las investigaciones sobre la psicobiología de la meditación ejemplifican la interrelación entre el cuerpo y los estados de conciencia ya que ponen claramente de manifiesto que los estados mentales, en este caso el estado de meditación, producen un patrón fisiológico característico que se caracteriza por un estado de alerta relajada. Es decir, mientras que se produce un estado de relajación del sistema nervioso periférico también se produce un estado de activación del sistema nervioso central.

Los efectos de la meditación están mediados por el sistema nervioso central, es más, el entrenamiento y la práctica continuada de la MT produce cambios en el modo en el que el sistema nervioso responde a los estímulos externos y sobre la recuperación de la pérdida de su homeostasis interna. Estos cambios se resumen en que se produce una mejora en la capacidad de respuesta del organismo y una mayor facilidad para la recuperación del equilibrio homeostático que se altera en respuesta a situaciones o estímulos estresantes. Aunque no conocía estos datos, Hans Selye, pionero en el estudio de la respuesta de estrés y conocido por haber descrito el Síndrome General de Adaptación (SGA), ya proponía en sus últimos trabajos que la mejor forma de recuperarse y adaptarse a las situaciones estresantes inevitables de la vida diaria era la práctica de la relajación y de la meditación.

Se puede concluir que la práctica de la meditación puede ayudar a que la mente y el cuerpo sean más flexibles y, por lo tanto, se adapten mejor a las circunstancias tanto internas como externas. De este modo, los cambios biológicos y psicológicos bruscos, es decir, respuestas biológicas y psicológicas a situaciones difíciles o muy estresantes, producirían un «menor impacto» biológico, y, en consecuencia, psicológico en los meditadores. Por lo que podríamos llegar incluso a sugerir que la flexibilidad y/o adaptabilidad biológica podrían constituir algunos de los correlatos biológicos de la expansión de la consciencia.

I.: La práctica meditativa se halla fuertemente vinculada a la experiencia en el «aquí y el ahora», ¿cómo se relaciona esta expresión y experiencia en el «aquí y el ahora», en el «momento presente», con la Psicología actual?

M. R.: Todos los cambios psicológicos se producen en el aquí y ahora. Desde los insights que se producen gracias a una interpretación psicoanalítica hasta las catarsis de integración que tiene lugar tras una sesión psicodramática, este tipo de procesos propician un nuevo «darse cuenta» una nueva conciencia que modifica toda la estructuración cognitiva y emocional de la persona.

Las diferentes técnicas que se centran en el «momento presente» tienen como factor común el inducir en la persona un estado de «no pensamiento» y el favorecer una conexión con las vivencias emocionales profundas. Van incluso más allá al permitir a la persona entrar en contacto directo con el significado individual y concreto de sus vivencias (¿qué significa esto en mi?) y permitir y/o favorecer la reelaboración de la vivencia concreta sobre la que se está trabajando dejando sentir lo que fue y lo que ahora, en otras circunstancias, puede llegar a ser, permitiendo la creación de nuevas respuestas, actitudes, sentimientos, cogniciones y significados vivenciales.

Todo ello favorece y facilita el desarrollo de la flexibilidad y de la adaptabilidad psicológicas. Creemos que es justamente el desarrollo de estas capacidades lo que subyace a la capacidad terapéutica de las orientaciones que se centran en el «aquí y el ahora».

Stevens (1999) señalaba que «Es increible cuánto se puede averiguar sobre la propia existencia por el mero hecho de prestarle atención y ser profundamente consciente de las experiencias que se viven. Lo que los sabios han afirmado durante siglos es cierto: el mundo está ahí; lo único que tenemos que hacer es vaciar nuestras mentes y abrirnos para percibirlo«.

I.: En su opinión, ¿qué une la meditación a otras técnicas como mindfulness, o a las llamadas terapias de 3ª generación, como la Terapia de Aceptación y Compromiso?

M. R.: El alto nivel de intimidad con uno mismo y de autoaceptación que pueden llegar a experimentarse durante los estados de consciencia que se favorecen con estas nuevas técnicas, permiten abandonar la necesidad de mantener una autoimagen idealizada o distorsionada , tanto ante uno mismo como frente al terapeuta, lo que a su vez permite que se pierda el miedo a ver, sentir y percibir la realidad y los procesos internos de una manera diferente de la habitual. Esto conduce a una autovaloración sana de lo que realmente somos. Es decir, basada en la aceptación de la realidad personal y no en el alcance de una personalidad idealizada. Este proceso, soportado por una profunda aceptación y comprensión, permite sentir gratitud y paz donde antes se sentía desconcierto, ver belleza en vez de fealdad y sentir amor donde se sentía miedo.

William James señalaba que «en presencia del estímulo adecuado, se despliegan en toda su plenitud determinadas modalidades de conciencia que probablemente tengan una aplicación y adaptación en algún lugar (…) determinan actitudes –aunque no son formulables- y nos abren a nuevas dimensiones –aunque tampoco puedan proporcionarnos ningún mapa-. En cualquier caso, impiden que cancelemos prematuramente nuestras cuentas con la realidad. Recordando mis propias experiencias, todas ellas convergen hacia un tipo de conocimiento al que no puedo evitar atribuir un valor metafísico. Su nota dominante es, invariablemente, la reconciliación, como si los antagonismos del mundo que, con sus contradicciones y conflictos, crean todas nuestras dificultades y perturbaciones, se fundieran en la unidad» (James, 1994).

I.: ¿Qué tipo de razones y circunstancias cree que se están dando en el momento presente que favorecen el acercamiento a estas técnicas o la consolidación de terapias como la mencionada anteriormente?

M. R.: Hoy, quizás como siempre, necesitamos de aquellas aproximaciones a los problemas humanos que desarrollen la comprensión, la empatía, la compasión y el amor. Estos acercamientos se hacen especialmente importantes en una sociedad caracterizada por un alto nivel de individualismo, por la dificultad para ponerse en el lugar del otro y por la inseguridad personal que se intenta compensar insanamente a través de dominio y el control del otro. No obstante, cada vez somos más conscientes de que la manera y el contenido de lo que se ve, se percibe, se interpreta y se experiencia sobre la realidad se encuentran en gran medida condicionados por la capacidad de «darse cuenta» de cada persona. Así, los distintos niveles de la realidad pueden vivenciarse o experienciarse de forma diferente en función de la dirección y amplitud de la consciencia, lo que condiciona profundamente la experiencia de la realidad en la medida en la que a cada estado de conciencia determina una vivencia diferente de lo real.

Por ello, las técnicas que permiten explorar diferentes estados de consciencia y diferentes funciones de la misma favorecen la constatación de que esta capacidad de darse cuenta de los múltiples aspectos, matices y niveles de la realidad interior y exterior a la persona puede ser modificada, ampliada y/o re-direccionada mediante el trabajo personal hacia niveles más abarcadores y comprehensivos de la realidad. Este trabajo personal constituye uno de los caminos que conducen hacia mayores niveles de madurez y crecimiento personal.

I.: ¿Por qué es interesante introducir la meditación en la Psicología y cómo puede la Psicología beneficiarse de la meditación?

M. R.: Cada vez más, en el momento presente, somos más conscientes de que la conciencia es un componente esencial del proceso de crecimiento personal, de que la más profunda revolución humana que puede llegar a darse es la evolución de la conciencia y de que el más profundo conocimiento al que puede llegarse es el autoconococimiento que nos permite autorespondernos a las eternas preguntas: de dónde venimos, a dónde vamos y qué hacemos aquí.

La Psicología puede ayudar a la humanidad a ir más allá del yo limitado por su falta de autoconocimiento, caracterizado por su estrechez de consciencia y esclavo, por tanto, de sus tendencias, hábitos y condiciones personales para guiarle.

Algunos psicoterapeutas recomiendan a sus pacientes meditar atendiendo a sus efectos de reducción de la ansiedad y del estrés y el aumento en el autocontrol. También parece efectiva en el tratamiento de la hipertensión y del insomnio. Atendiendo a sus efectos terapéuticos, aunque la meditación se encuentra asociada con una mejora en variables de personalidad y bienestar del individuo, estos cambios y/o mejoras no son totalmente independientes de la personalidad del meditador, ya que la meditación no es algo que se hace a una persona sino algo que es hecho por alguien en un contexto de deseos y expectativas. Por ello el valor terapéutico de la meditación será más efectivo en aquellos pacientes que se implican en su propio desarrollo que en aquellos que quieren «ser curados» y adoptan una actitud pasiva.

La meditación puede, además, hacer aflorar recuerdos que pueden ser objetivo de psicoterapia, dado que constituyen un rico material psicodinámico y posibilita a la personas el ser conscientes de la impermanencia de sus propios contenidos de conciencia, lo que constituye la mayor demostración de que los pensamientos y lo que conllevan son transitorios.

 

I.: ¿Hay alguna otra cuestión que desee comentar a los lectores de Infocop?

M. R.: Actualmente, desde distintas áreas de trabajo se pone de manifiesto la influencia de la mente sobre el cuerpo. Los resultados que se obtienen mediante el entrenamiento en técnicas de biofeedback muestran que el estado mental condiciona en buena medida el estado corporal al demostrar que la intención del participante, un acto de la mente, modula las variables psicofisiológicas corporales.

También los estudios que se han realizado sobre los diferentes efectos sobre el organismo de distintos estados de conciencia ponen de manifiesto que los diferentes estados de la conciencia correlacionan con diferentes estados fisiológicos.

Una forma de experimentar estados no ordinarios de conciencia consiste en entrenar a la mente en concentrar la atención voluntariamente y una vía para lograrlo es mediante la práctica de alguna de las múltiples técnicas de meditación desarrolladas a lo largo de los siglos.

En esta línea, uno de los estados de conciencia estudiado desde la perspectiva experimental es el alcanzado a través del entrenamiento en una técnica de meditación derivada de la tradición védica hindú que llegó a occidente en 1959 y que se denomina Meditación Trascendental (MT). Esta técnica entrena a la mente a través de la práctica de la concentración de la atención. Su estudio experimental cuenta con más de cuatro décadas de investigación en el ámbito académico y, debido al gran número de estudios realizados durante las décadas de los años 60 y 70, la Asociación Psiquiátrica Americana manifestó, en 1977, su postura oficial ante la meditación reconociendo su posible valor terapéutico y recomendando su investigación. 

Desde los primeros estudios sobre MT realizados en los años 70 hasta ahora, se han realizado más de 500 investigaciones sobre sus efectos fisiológicos, psicológicos y sociológicos en más de 200 universidades e institutos de investigación diferentes distribuidos en más de 30 países, trabajos rigurosos desde el punto de vista experimental que han sido publicados en revistas científicas de reconocido prestigio internacional. Sin embargo, ha sido en los últimos 10 años cuando se ha realizado una investigación profunda y sistemática sobre los efectos de la MT. Su evolución se ha caracterizado por la utilización de técnicas cada vez más sofisticadas en la medición de las variables dependientes, con un mayor control experimental, una mayor precisión en la selección de los sujetos estudiados y una descripción fenomenológica más concreta del estado meditativo. 

Los primeros estudios sistemáticos publicados fueron la Tesis Doctoral de Wallace (realizada en la unidad de medicina de la universidad de Harvard en el hospital de Boston y en la universidad de California en Irvine) y los posteriores experimentos realizados por Wallace y Benson. Estos autores encontraron que durante la meditación se producía una disminución en el consumo de oxígeno y en la eliminación de dióxido de carbono, una disminución de la concentración de lactato en sangre (subproducto del metabolismo aerobio que se ha relacionado con la ansiedad y con los ataques de pánico), un aumento del riego sanguíneo a los músculos, un aumento de la resistencia galvánica de la piel (la baja resistencia de la piel correlaciona con altos niveles de ansiedad y viceversa), una disminución de la tasa cardíaca, y un aumento de la frecuencia alpha en el registro electroencefalográfico en regiones las frontales y centrales del cerebro, observándose además, en algunos sujetos, ondas theta en las regiones frontales.

 

Las investigaciones realizadas hasta el momento ilustran la interrelación entre el cuerpo y los estados de conciencia ya que ponen claramente de manifiesto que el estado de conciencia que se adquiere a través de la práctica de la meditación, produce un patrón fisiológico característico. Patrón que se caracteriza por ser un estado de alerta relajada, es decir, mientras que se produce un estado de relajación del sistema nervioso periférico también se produce un estado de alta activación del sistema nervioso central.

Para terminar me gustaría destacar la actualidad de la siguiente cita de William James que resume parte de los presupuestos que estamos manejando: «… nuestra conciencia despierta corriente, a la que denominamos como conciencia racional, no es más que un tipo especial de conciencia, dado que al considerar la conciencia en su totalidad, existen –en potencia- otras formas de conciencia completamente diferentes, separadas de la conciencia corriente por una pantalla muy sutil. Podemos pasar por la vida sin sospechar su existencia… Ninguna explicación del universo puede ser completa si deja sin considerar suficientemente las otras formas de conciencia».

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