Otra forma de intervención en las fobias específicas: la exposición multimedia

23 Nov 2020

Antonio Ruiz-García y Luis Valero-Aguayo

Depto. Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico, Universidad de Málaga

Las fobias específicas son muy frecuentes, encontramos una prevalencia del 3 al 12% de casos en la población general, pero de estos solo se animan a solicitar ayuda clínica en torno al 15% (APA, 2014).

¿Pero qué es una fobia? Se define como un miedo de tipo irracional e inadaptativo en relación al estímulo o situación que lo provoca, bien porque el estímulo tiene poca entidad o porque no está presente y se anticipa, etc., y que va a evitarse o escapar de él (Eaton et al., 2018). Por ejemplo, una mujer con fobia a las lagartijas evita pasar sola por la galería de su recinto porque está ajardinada y vio alguna vez lagartijas allí, provocándole una respuesta de ansiedad intensa (taquicardias, sudor, temblores, sensación de ahogo…) de forma que, en la actualidad, o pasa corriendo por esa zona o espera a que alguien la acompañe hasta el portal.

Fuente: www.pexels.com Artista:
Pixabay Fecha descarga: 01/10/2020

La intervención de elección para las fobias específicas, como para otros problemas de ansiedad, es la exposición en vivo a los estímulos o situaciones reales temidas. No obstante, muchas personas con esta problemática van a rechazar un tipo de intervención tan directa y confrontativa debido al propio terror que le provoca, y entre aquellas personas que dan el paso y empiezan una intervención de este tipo, se van a producir altas tasas de abandono (entre un 25% y un 45% según los estudios) (Choy et al., 2007). Para ello, se han desarrollado diferentes tipos de intervención, basados en la exposición, pero que permiten aproximaciones paulatinas y graduales a los estímulos temidos. Por ejemplo, intervenciones empleando exposición en imaginación y con jerarquías, estas con aplicación de técnicas de relajación (como en el caso de la desensibilización sistemática).

En la actualidad están en auge las intervenciones basadas en realidad virtual o realidad virtual aumentada, que favorecen una inmersión mucho más real sin la huida total de la estimulación real. En la primera se crearían escenarios virtuales donde aparecen los estímulos fóbicos, por ejemplo, una mesa virtual por donde se mueven arañas virtuales y donde se presenta también una mano virtual con arañas entre los dedos. En el segundo caso, se toma el mundo real y se añade el elemento que produce fobia, por ejemplo, ver una cucaracha virtual corriendo por tu mano.

Sin embargo, pueden plantearse tratamientos intermedios controlados y sencillos, entre la imaginación y la realidad virtual, como es la intervención mediante exposición progresiva multimedia, realizada a través de fotografías y de vídeos. Esta estimulación provoca también las mismas respuestas de ansiedad (subjetiva, fisiológica y evitación), pero suele hacerlo con menor intensidad. Este tipo de instrumentación es mucho más simple y accesible para cualquier terapeuta, ya que las fotografías y vídeos pueden obtenerse de Internet con facilidad y de forma gratuita, o incluso pueden ser creados con un teléfono móvil por el propio terapeuta. También es posible utilizar los paisajes, visitas y objetos virtuales ya disponibles en Internet, en el mismo ordenador de la consulta. Además, para su presentación puede usarse simplemente con un ordenador convencional, altavoces y un cañón proyector, o bien presentarlos directamente sobre la pantalla, una tableta o teléfono móvil. De esta forma, el/la terapeuta puede controlar totalmente la presentación de las imágenes (en fotos y en vídeos), graduar su carácter ansiógeno en la exposición, y utilizar estimulación muy específica para la fobia del cliente (p.ej., pájaros, mariposas, payasos, reptiles, fuegos artificiales, tormentas, lugares cerrados, grandes alturas, sangre, coches, etc.).

La presentación de imágenes y vídeos no es algo nuevo para la intervención psicológica en fobias. Sin embargo, sí lo es el trabajo que hemos desarrollado de protocolizar un tratamiento que los incluya y con el que comprobar su eficacia (Ruiz-García y Valero-Aguayo, 2020a). Este estudio se realizó con un total de 36 participantes aleatorizados, con un diseño entre-grupos con medidas repetidas (3×4), con tres grupos (experimental, lista de espera y control), y cuatro evaluaciones (pre, post, seguimiento1 y 2). El protocolo de intervención tenía diversas fases. En primer lugar, una fase de evaluación, con elementos fotográficos y de vídeo del estímulo fóbico en concreto, donde se presentan 10 elementos de cada uno de ellos. Se evalúan ansiedad subjetiva ante el estímulo (escala Likert 0-10) y tasa cardíaca máxima (mediante pulsioxímetro). En las imágenes se dan unos segundos para responder y ante los vídeos unos 30 segundos para ver la escena. Además, se emplean entrevistas y cuestionarios generales de ansiedad y específicos de fobias. Las evaluaciones eran comunes en todos los grupos, y el experimental era donde se introdujo la intervención multimedia.

Para la intervención propiamente dicha, se seleccionaron imágenes y vídeos adecuados para cada caso en particular. Antes de las sesiones de exposición se entrena a la persona en la técnica de respiración diafragmática, de forma que le permita manejar su estado de activación e inducir relajación frente a lo que antes le producía ansiedad. De esta manera las fases serían: (1) fase de exposición a fotografías, (2) fase de exposición con vídeos, (3) fase de exposición con elementos simulados (insectos de plástico y muertos, jeringuillas, sangre de animal, videojuegos de operaciones, coches, sacar sangre, etc.); y (4) fase de exposición a los estímulos reales (arañas vivas, perros, alturas, conducir, extracción de sangre, etc.). Entonces, la intervención comenzaría por la exposición a fotografías, pasando a la siguiente fase una vez se haya reducido a la mitad la primera fase anterior. Así sucesivamente hasta la exposición real. Normalmente las fases podían solaparse, y paulatinamente pasaban de una a otra, cuando la ansiedad subjetiva disminuía grandemente.

Este tipo de intervención ha sido empleada también con niños y adolescentes, y con personas adultas, en otros estudios de caso único (Ruiz-García y Valero-Aguayo, 2020b). El tratamiento suele durar entorno a tres meses, empleándose de media unas 10 sesiones. Esta extensión es similar a la exposición en vivo tradicional, pero con una tasa de abandono muy baja (4,5 %). En todos los casos tratados se ha conseguido una mejora significativa a nivel estadístico (con un tamaño del efecto d de Cohen entre 1.37 y 5.37), que no ha ocurrido en los grupos control y lista de espera. Pero, también cambios sustanciales en la vida diaria de los clientes, donde se han eliminado las conductas de evitación/escape, e incluso las personas interactúan con los estímulos que antes eran ansiógenos (p.ej., teniéndolos incluso como mascotas en casos de fobia a animales). Además, en los seguimientos realizados los cambios obtenidos se mantuvieron en el tiempo incluso hasta 2 años tras la intervención con exposición progresiva multimedia.

El artículo completo puede encontrarse en la revista Psicothema:

Ruiz-García, A., & Valero-Aguayo, L. (2020). Multimedia intervention for specific phobias: A clinical and experimental studyPsicothema32(3), 298-306.

Referencias:

American Psychiatric Association (2014). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Author.

Choy, Y., Fyer, A.J., & Lipsitz, J.D. (2007). Treatment of specific phobia in adults. Clinical Psychology Review, 27, 266-286. https://doi. org/10.1016/ j.cpr.2006.10.002.

Eaton, W.W., Bienvenu, O.J., & Miloyan, B. (2018). Specific phobias. Lancet Psychiatry, 5, 678-686. http://dx.doi.org/10.1016/S2215- 0366(18)30169-X .

Ruiz-García, A., y Valero-Aguayo, L. (2020a). Multimedia intervention for specific phobias: A clinical and experimental study. Psicothema, 32(3), 298-306.

Ruiz-García, A., y Valero-Aguayo, L. (2020b). Intervención mediante exposición multimedia en un caso de fobia infantil a las avispas. Behavioral Psychology/Psicología Conductual (en prensa)..

Antonio Ruiz García

Doctor en Psicología, profesor del Depto. de personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Málaga. Investigador principal y colaborador en varios proyectos sobre problemas de ansiedad (fobias específicas, ansiedad por separación en adultos), sexualidad y terapias de tercera generación.

Luis Valero Aguayo

Catedrático de Psicología, profesor del Depto. de personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Málaga. Investigador principal y colaborador de varios proyectos y contratos de investigación sobre valoración de programas, aplicaciones tecnológicas en los tratamientos psicológicos y terapias de tercera generación. Con 70 artículos en bases de datos internacionales, y numerosos libros y capítulos de libros sobre psicología clínica, evaluación clínica, tratamientos psicológicos, y Psicoterapia Analítica Funcional.

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