La necesidad de tener en cuenta a los y las menores en las políticas relacionadas con el COVID-19, según The Lancet

28 Nov 2020

Ocho meses después de la pandemia, la inadecuada consideración de los y las menores por parte del gobierno del Reino Unido en la respuesta a la COVID-19 está ocasionando un daño duradero a toda una generación. Si bien niños, niñas y adolescentes son, por lo general, menos vulnerables clínicamente al coronavirus que los adultos, los efectos más amplios de las políticas relacionadas con la pandemia han afectado de manera desproporcionada y negativa a los y las jóvenes.

Con esta introducción, The Lancet Child & Adolescent Health aborda la situación actual de la infancia en el contexto de pandemia por coronavirus y pone de relieve el impacto en los y las menores de las políticas establecidas en respuesta a la pandemia.

Si bien este artículo se encuadra en el contexto de Reino Unido, sus reflexiones en torno a la importancia de tener en cuenta a los y los menores a la hora de establecer políticas puede ser de interés también para otros países, entre ellos, España

Foto: Julia M Cameron Fuente: pexels Fecha descarga: 25/06/2021

Tal y como indica The Lancet, durante la primera fase de la pandemia en marzo-junio, el cierre de escuelas, guarderías y espacios de juego al aire libre, y la reducción de los servicios clínicos y comunitarios pusieron en peligro la salud infantil y ampliaron la disparidad preexistente. Los primeros datos evidenciaron que los niños/as pequeños/as (de 0 a 3 años) de entornos desfavorecidos tenían menos probabilidades de participar en actividades enriquecedoras, menor acceso a espacios al aire libre y libros, y gastaban más tiempo diario frente a las pantallas que sus compañeros pertenecientes a entornos de altos ingresos.

Las perspectivas educativas y económicas reducidas han agravado la carga de la pandemia sobre la salud mental y el bienestar de los y las jóvenes. De acuerdo con los datos expuestos por The Lancet, el 16% de los y las jóvenes presentaba un posible trastorno mental. Uno de cada diez jóvenes de 11 a 22 años, afirmó sentirse solo a menudo o siempre, y casi el 30% informó haber tenido problemas para dormir en los últimos 7 días. Asimismo, más del 40% de los/as adultos/as jóvenes de 18 a 29 años informaron de niveles más elevados de problemas de salud mental en abril de 2020, un aumento del 80% con respecto a los niveles registrados en 2017-19 y una proporción mucho más alta que otros adultos grupos de edad.

La inadecuada previsión durante el verano -en particular, la falta de implementación de una estrategia eficaz de prueba, rastreo y aislamiento y el escaso apoyo para la reapertura temprana de las escuelas- volvió a dejar a los y las menores en una situación caótica en septiembre. Después de alentar a los y las estudiantes a regresar a los centros educativos, muchos se quedaron aislados en sus casas con un apoyo limitado.

Dada la previsión de nuevas olas, estos errores no deben repetirse. Las necesidades de los niños, las niñas y los/as adolescentes ya no pueden dejarse de lado en la formulación de políticas. Los servicios sociales y de salud infantil deben seguir siendo accesibles y contar con el personal adecuado, especialmente, porque en la época de invierno suele elevarse la demanda de atención pediátrica de urgencias. Las escuelas deben permanecer abiertas el mayor tiempo posible y, en caso de cierres, se debe brindar apoyo adicional, como comidas escolares gratuitas y acceso a dispositivos portátiles y conexiones a Internet, a los niños vulnerables para evitar que las disparidades sigan aumentando. Deben existir tutorías de apoyo educativo y una planificación cuidadosa de los exámenes en 2021, para que el alumnado tenga una oportunidad justa en esta etapa crucial de la vida.

El manejo desastroso de la pandemia por parte del gobierno del Reino Unido ha exacerbado el estado ya precario de la salud infantil nacional como resultado de una década de austeridad y recortes en la financiación de los servicios para niños y niñas. Antes de la pandemia, el informe sobre el estado de la salud infantil de 2020 ya destacaba el aumento de la pobreza infantil en las familias trabajadoras, el empeoramiento de la salud mental y el aumento de las desigualdades. Con toda una generación “atrapada en un limbo en 2020”, el Gobierno debe intensificar de inmediato la inversión a largo plazo en servicios de prevención e intervención temprana para ayudar a los niños, niñas y adolescentes a recuperarse de los efectos de la COVID-19. Se necesitan intervenciones en la primera infancia para ayudar a los y las más pequeños/as a recuperar meses de desarrollo social y educativo perdido en los cruciales primeros 1.000 días de sus vidas. El apoyo a la salud mental en las escuelas, la puesta al día de las vacunas, la atención social para familias vulnerables y la financiación para aliviar la pobreza infantil deben ser prioridades.

Como bien señala The Lancet, “La pandemia finalmente pasará, pero no debemos dejar que sus sombras sigan definiendo y afectando a toda una generación de jóvenes”.

Fuente: The Lancet Child & Adolescent Health (2020). Growing up in the shadow of COVID-19. Editorial. Published online: November 05. DOI:https://doi.org/10.1016/S2352-4642(20)30349-7

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