“Cómo prevenir situaciones en las que prevemos mal pronóstico y cómo podemos actuar con antelación, será un reto de futuro importante”-Entrevista a Fernando Fernández Aranda

18 Mar 2021

La crisis sanitaria causada por la pandemia de la COVID-19 ha agudizado los trastornos de conducta alimentaria y su tratamiento. Al estrés y a la ansiedad de la situación social se sumaron además las dificultades de acceso al sistema sanitario. Aquí ha jugado un papel importante el uso de las nuevas tecnologías para continuar dando el tratamiento a los afectados por este trastorno. De todo ello hablará en el CNP2021 Fernando Fernández Aranda, profesor de la Universidad de Barcelona y coordinador de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital de Bellvitge.

El próximo mes de julio, entre los días 9 y 11, tendrá lugar la celebración del Congreso Nacional de Psicología (CNP2021) en el que usted ofrecerá una conferencia sobre un tema en el que es uno de los mayores expertos nacionales e internacionales. ¿Podría adelantarnos en qué consistirá?

Foto: Fernando Fernández Aranda

Mi conferencia consistirá básicamente en actualización sobre los trastornos de la alimentación. Un tema de importante actualidad que está afectando a nivel mundial con unas altas prevalencias especialmente a mujeres, pero también a hombres, no debemos olvidarlo, como también en unas edades especialmente críticas, entre los catorce y los veinticinco o treinta años. Hablaremos de novedades a nivel diagnóstico, novedades a nivel de tratamiento. Sobre todo, aplicaciones novedosas, centradas en nuevas tecnologías y que resultados están dando y evidentemente también tratamientos basados en las evidencias y que está mostrando actualmente.

¿Se han agudizado los casos durante la pandemia?

Ciertamente durante el tiempo de pandemia, hemos visto, y sobre todo como consecuencia de la misma, que ha habido, más que una mayor incidencia, una mayor gravedad de los casos. Hemos ido viendo que cada vez, sobre todo a partir de septiembre, nos han venido casos con una mayor gravedad, debido a determinado tipo de factores. Será un tema que evidentemente también abordaremos en esta conferencia y que creo que será importante ver un poco cuál ha sido la capacidad de resiliencia de algunos de ellos y también como ha habido también resiliencia por parte de los profesionales, de los psicólogos para adaptarse, más o menos rápidamente, a la nueva situación de cambio que nos ha supuesto y sí a la utilización de nuevas tecnologías.

¿Varía mucho la forma de tratar a estos pacientes a través de la pantalla y no de manera presencial?

Cierto. Ellos mismos lo comentan. Lo que era la entrevista face to face, cara a cara, evidentemente la han valorado siempre de una forma más positiva pero sí es cierto que hemos extraído, como no puede ser de otra forma siempre el positivismo está ahí, y también los pacientes los aspectos positivos de todo esto, es decir, en qué medida las nuevas tecnologías ya se han incorporado, han favorecido que pacientes, que de otra forma no podían acudir con tanta regularidad, sí lo puedan hacer y hayan entendido que los tratamientos tienen que ir combinando aspectos presenciales con aspectos virtuales. En general sí han sido valorados como positivos y cada vez más, cuanto más se han ido instaurando desde el principio.

A pesar de la situación, ¿puede ser que algunos pacientes hayan salido fortalecidos?

Sí, así es. Ha habido tal vez, si queremos, un grupo en donde se ha observado un empeoramiento claro, con el confinamiento y dificultad para realizar una actividad, ha generado, sobre todo, en casos más de anorexia, una mayor restricción o las preocupaciones; las situaciones de estrés emocional han provocado, en otros casos, un desencadenante más frecuente para sí tener episodios sobre ingesta. Sin embargo, ha habido otro grupo en donde hemos visto que ha habido factores de resiliencia, rasgos de personalidad, que han hecho que no les afectara en tanta medida y por supuesto también con la situación de confinamiento ha habido una mayor presencia familiar que en algunos casos también ha ayudado, como mínimo, a dar un mayor soporte.

Un tercer grupo será, tal vez, el de los casos que no habían debutado y que debido a toda esta situación han comenzado a aflorar, a aparecer con corta duración, pero con una importante virulencia. 

En su opinión, ¿el apego o la obsesión a las redes sociales ha podido influir en ese aumento de casos?

Sí, así es. Las redes sociales, el mayor consumo de Internet, en personas más vulnerables, ya no solo en trastornos alimentarios sino también en población general, ha hecho que realmente pueda afectar de forma negativa, como así ha sido. En el caso de trastornos alimentarios, los casos que han estado más pendientes, que han utilizado tal vez las redes, las redes sociales o Internet, de una forma no tan adaptativa, tan adecuada, hemos visto que han sido los pacientes que realmente han llevado una peor evolución y, en cambio, los que las han utilizado para incrementar el contacto social, para aumentar sí el soporte social o el contacto familiar, lo han valorado como positivo.

Tendemos a pensar que las personas que sufren anorexia o bulimia en este caso son extremadamente delgadas, pero he encontrado un dato de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad que dice que, en este periodo, ha incrementado el número de personas obesas con trastornos de conducta alimentaria…

En esta situación en las que ha habido situaciones importantes de estrés, de estrés familiar, si ha habido alguna pérdida de alguna persona querida, estrés psicosocial y económico, si pensamos en pérdidas de trabajo, y además unido a una incertidumbre, una de las válvulas generalmente de escape, en determinadas personas, suele ser la alimentación. Y sí, ha habido personas que tal vez sin una relación especial hacia la alimentación, pueden haber utilizado la alimentación como una válvula de escape para manejar esas situaciones de estrés que, tal vez de otra forma, no tenían recursos o herramientas para manejarlo de otra manera.

Como experto, ¿cuáles son los retos futuros para tratar este trastorno?

Los retos futuros tal vez serán, en determinado tipo de grupos, especialmente complejos, como son casos en los que hay una alta impulsividad, dificultades para regular emociones, en donde vemos que los tratamientos habituales tal vez no dan el resultado esperado o es inferior a lo esperado, en mejorar los procedimientos que se pueden utilizar en estos casos. Personalizar los abordajes de una forma más eficaz, más económica y más rentable también en casos que requieran una mayor intensidad. Que aportemos sí, abordajes más intensivos y en los que combinemos también nuevas tecnologías en los casos en los que no requieran tanta intensidad, que lo apliquemos y lo amoldemos también a ellos. Tal vez que mejoremos lo que son las transiciones, es decir, de etapa infanto-juvenil a adulto, que haya una continuidad asistencial será un reto importante y finalmente, con lo que estamos confrontados, no solo en España, en general a nivel internacional, es la cronicidad, es decir, cómo trabajar con cronicidad, cómo prevenir situaciones en las que prevemos mal pronóstico y cómo podemos actuar con antelación.

¿Sigue siendo la población joven la más afectada por este tipo de trastorno?

Sí. Generalmente suele ser así, es decir, incluso, hay un inicio un poco más temprano, vamos viendo, pero también un inicio tardío: es decir, vemos también con frecuencia casos que se inician a partir de los veinticinco o treinta años en donde las funcionalidades son distintas, pero hemos de tener en cuenta que un 10% aproximadamente se inicia en trastorno alimentario a partir de los 26, 27 años.

¿Hay resistencia de los psicólogos a iniciar estos tratamientos con las nuevas tecnologías?

No, no, no directamente. A veces es desconocimiento. El desconocimiento de qué tipo de situaciones tecnológicas o herramientas tecnológicas nos pueden ayudar en el manejo de trastornos alimentarios. Sinceramente, creo que, en todo ello, todos los profesionales, con excepción de los que ya dominaban claramente las tecnologías, hemos hecho un proceso de aprendizaje. Hemos visto que realmente la utilización de las nuevas tecnologías nos puede aportar más que quitarnos. Sí ciertamente hemos de aprender a gestionar el tiempo, es otro reto que tenemos enfrente nuestro, pero una vez utilizas las nuevas tecnologías es una herramienta que ha llegado para quedarse y que claramente enriquece más el tratamiento actual en la oferta terapéutica.

Puedes ver la entrevista completa aquí:

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