LA CONDUCTA ANTISOCIAL PERCIBIDA POR ADOLESCENTES DE ENSEÑANZA SECUNDARIA OBLIGATORIA (ESO)

4 Feb 2008

Gerard Martínez y Manuel Gras

Grup de Recerca en Infància i Adolescència (GRIA). Departament de Psicologia Evolutiva i de l’Educació. Universitat de Barcelona

El estudio que aquí se reseña aborda la presencia de diversos tipos de conductas antisociales (CAS) en la vida cotidiana de un grupo de 479 adolescentes (chicos y chicas) estudiantes de ESO. Las CAS son manifestaciones que suponen una violación recurrente de los patrones de conducta socialmente establecidos, que incluyen agresiones, falta de autocontrol, estragos, robos, burlas, peleas, consumos de sustancias, incumplimiento de normas, etc.

La información para este estudio se ha obtenido mediante cuestionarios y entrevistas con los/las alumnos/as y sus profesores/ras.

 

Uno de los objetivos del estudio consistió en conocer y analizar los contextos donde se producen las manifestaciones de CAS. Al respecto, se ha comprobado que en el instituto y sus alrededores ocurren casi la mitad de las mismas; los espacios de ocio y donde los alumnos pasan su tiempo libre le siguen en importancia; y la menor frecuencia se encuentra en sus propios hogares.

Con el segundo objetivo planteado se trata de conocer a qué atribuyen los adolescentes estos comportamientos. En este sentido, los resultados demuestran que los jóvenes atribuyen estas conductas más a causas internas (satisfacción, falta de control, etc.) que a factores externos (educación, mass media, etc.).

Algunas de las siguientes conclusiones, interrogantes y reflexiones provienen de los datos obtenidos a partir de los análisis más precisos realizados. Por otro lado, en este trabajo le damos especial importancia a la intervención educativa.

Según nuestras informaciones, de manera general, se incumplen tareas y normas escolares, se muestran malos modales y mala educación en las relaciones; se reconoce que no hacen deberes e incumplen las normas de la institución. Por otro lado, las conductas más graves (ataques sexuales o robos) son muy infrecuentes.

En nuestro estudio, la tasa de víctimas es significativamente menor que la de agresores; cuesta más reconocerse como víctima (débil, perdedor) que como agresor, especialmente en la adolescencia.

Los más jóvenes y las chicas observan un mayor número de conductas graves. ¿Esto responde mejor a la realidad cotidiana, o magnifican lo que ven?, ¿los mayores son más cautos en sus informaciones o tienden a dar menos importancia a lo que observan (porque quizás ya se han habituado)?  

 

Los chicos informan de una mayor cantidad de agresiones físicas y verbales, y practican el insulto y tirar objetos a otros compañeros. En este sentido, se puede establecer una clara conexión entre el fenómeno del bullying y las CAS que ellos practican.

A ciertos contextos corresponden algunos tipos de CAS: en «casa de los amigos»·se ridiculiza, critica y desprestigia a otros, se fuma y se bebe alcohol; pero no se producen peleas, robos o estragos (ensuciar paredes o romper mobiliario). En ciertos entornos no suelen aparecer ciertos comportamientos, como por ejemplo, en los «lugares de práctica deportiva» raramente se ve fumar, beber alcohol o consumir drogas.

Los elevados índices de coincidencia entre los estudiantes y los tutores nos confirman que el cuadro de CAS resultante de nuestro trabajo representa bastante bien la realidad de los centros participantes. Las principales discrepancias se encuentran en los apartados de contexto y atribución. Los adultos no ven la asociación tan elevada que los estudiantes dicen que existe entre CAS y entorno escolar. Además, los tutores no estarían de acuerdo con una explicación de las CAS basada en causas internas y tampoco perciben un número tan elevado de estos comportamientos. En este sentido, una tutora se expresó así: «No creía que se fumasen tantos porros cerca del instituto». La figura del profesor es fundamental en la intervención y conviene que tenga toda la información sobre la situación en que se encuentran los alumnos y alumnas.

El hecho que los adolescentes atribuyan estas formas de comportamiento principalmente a causas internas puede ser importante, puesto que podría suponer una complicación adicional para la intervención sobre estos comportamientos indeseables. Entendemos que la situación detectada conlleva la necesidad de intervenir para mejorar el clima escolar de la ESO.

A nuestro parecer, el ejercicio de la autoridad y del castigo no son métodos adecuados. El clima de tensión que se genera en las aulas no puede ser gestionado únicamente por el profesorado, entre otras razones por la edad de los implicados. La necesaria extensión de la Educación Secundaria Obligatoria hasta los 16 años, ha convertido el centro educativo en un lugar de encuentro de jóvenes con intereses muy diversos. Un porcentaje que pocas veces suele bajar de la tercera parte del grupo que está allí obligado, sin entender lo que se explica. La búsqueda de identidad personal y de valoración positiva de la sociedad adulta y del grupo de iguales, típico del adolescente, tiene mucha importancia. Respecto a etapas escolares previas, ahora se precisa mayor atención a la individualidad.

La violencia y la agresividad en la escuela es una extensión de lo que ocurre en la sociedad, por lo que no será fácil su solución sin un planteamiento educativo global y a largo plazo. Creemos que un problema como el que abordamos, necesita el trabajo combinado de investigación e intervención. Probablemente nos estamos moviendo de forma simplista entre dos polos que llevan a los responsables educativos a inclinarse por las medidas punitivas (polo de acciones graves) o no hacer nada (polo de acciones leves). Las CAS son muy diversas y no sólo se deben presentar atendiendo a su menor o mayor gravedad: ¿cómo comparar una agresión personal con las interrupciones en clase?

Se debería explorar si se producen asociaciones y de qué tipo entre CAS, su relación temporal y si son graduales. Todo ello nos daría indicios sobre el momento justo para iniciar el plan de intervención.

Además, las intervenciones han de tener lugar en el contexto social habitual y dirigidas al grupo (la psicoterapia completará las necesidades de algún caso). Esta idea nos apareció con claridad cuando planteábamos cuestiones sobre los contextos en que se suelen dar las CAS y una chica dijo que más que de los lugares «dependen de los amigos/as con los que estás en estos lugares».

 

La figura de un/a profesor/a mediador/a o terapeuta que sea capaz de intercambiar sus papeles cuando surge el problema es un elemento central. Un planteamiento de intervención debe contar con la «fuerza social» del entorno, si no es así, se trabajará en el vacío. Entre el alarmismo de unos y la indiferencia de otros, se debe deslizar la intervención; desentenderse de estas manifestaciones esperando que el problema se solucione por sí mismo no siempre es aconsejable. La intervención puede resultar más complicada, si cabe, cuando va en contra de algunas creencias de los adolescentes; si piensan, por ejemplo, que estas prácticas son «incorregibles» (si ello se puede derivar del hecho de que nuestra muestra atribuya las CAS a causas internas).

En definitiva, los marcos globales de la «educación en valores», «educación moral», «educación para la ciudadanía»; el trabajo de las «habilidades sociales»; o la elaboración de planes de intervención específicos contra la violencia escolar, entre otras cuestiones, no deberían sustituir la intervención in situ ante la manifestación concreta de una CAS.

Nota: Esta investigación ha recibido financiación a través del Proyecto BSO2001-3270. Ministerio de Educación y Ciencia. Dirección General de Investigación.

El artículo original en el que se basa este trabajo puede encontrarse en la revista Apuntes de Psicología: Martínez Criado, G. y Gras Tornero, M. (2007). La conducta antisocial percibida por adolescentes de Enseñanza Secundaria Obligatoria: frecuencia, contexto y atribución causal. Apuntes de Psicología, 25, 3, pp. 285-304.

Sobre los autores:

 

 

 

Gerard Martínez es profesor jubilado de la Universidad de Barcelona. A lo largo de su carrera, su docencia e investigación se han centrado en temas de Psicología evolutiva. En la actualidad sigue dedicado a la investigación de temas psicosociales en adolescentes y jóvenes.

Manuel Gras es Profesor Titular de la Universidad de Barcelona. Ha trabajado dentro del ámbito de la Psicología educativa, en particular en educación especial; y ha investigado sobre el aprendizaje de las habilidades sociales y cognitivas en la infancia y la adolescencia.

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