El apoyo socioafectivo debe formar parte del currículum del alumnado sordo, según un informe

10 Nov 2021

«A pesar de los avances legislativos y del aumento, en años recientes, del acceso de las personas sordas a la Universidad, el conocimiento sobre la situación educativa, las barreras y los diferentes apoyos para la inclusión con los que las personas sordas se encuentran es, en este ámbito, escaso».

Así lo afirma un estudio llevado a cabo por la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE), en colaboración con el Equipo de Estudios e Investigación Social de ILUNION Tecnología y Accesibilidad, y financiado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social y la Fundación ONCE, a través del cual se pretende conocer la situación actual de la juventud sorda en el ámbito educativo, sus necesidades, barreras y aspectos facilitadores de la inclusión.

Foto: Shvets production Fuente: pexels Fecha descarga: 08/11/2021

Tal y como señalan sus autores, la finalidad de este estudio es generar un mayor acercamiento a esta temática, indicando cuáles son los recursos de accesibilidad y soportes a la inclusión actuales, su disposición en la práctica, qué medidas se están implementando para favorecer la inclusión y qué problemáticas existen, destacando la experiencia educativa de la juventud sorda y la repercusión de todos estos factores en su rendimiento académico.

Entre las principales conclusiones del estudio destacan las siguientes:

  • Cada vez hay más evidencia en torno a las ventajas de la adquisición de la lengua y del aprendizaje temprano de la lengua signada y la lengua oral a partir de modelos y enfoques de bilingüismo intermodal. No obstante, pese a estos avances y el reconocimiento legal del rol de la lengua de signos en la educación, las experiencias bilingües que se llevan a cabo actualmente continúan siendo aisladas y progresan lentamente, “en determinadas situaciones con incertidumbre, por falta de apoyos suficientes desde las administraciones educativas”.

  • Se observa una “oposición de enfoques teóricos en la comprensión del alumnado sordo basados en una dicotomía de identidades excluyentes”. A este respecto, es predominante la interpretación de la realidad sorda bajo el prisma de un enfoque clínico y terapéutico, como condición médica que puede solucionarse a través de la tecnología (por ej., implantes cocleares). Este hecho produce que se asignen de forma separada los recursos de apoyo, mediante una alternativa excluyente lengua oral/lengua de signos, que en etapas iniciales puede conllevar una privación lingüística tanto de la adquisición del lenguaje como de los conocimientos. La privación lingüística puede derivar en problemas serios en su desarrollo tanto comunicativo como cognitivo, psicológico y social.

  • A pesar de que el marco normativo reconoce la lengua de signos y su papel en la educación inclusiva, aún no se llega a garantizar la educación inclusiva/bilingüe de acuerdo con los mismos criterios que el marco jurídico establece. Asimismo, en cada territorio hay variabilidad en cuanto a la normativa en materia educativa y lengua de signos, “con distintos grados de reconocimiento/prácticas en leyes educativas y estatutos autonómicos”.

  • Si bien la juventud sorda “ha experimentado cambios notables” en el acceso a la educación, todavía persisten frenos a la inclusión, así como presiones sociales, lo que eleva el riesgo de exclusión. A esto se añaden factores relacionados con los roles y estereotipos de género y otros aspectos sociofamiliares. Asimismo, con la pandemia de la COVID-19 se han agudizado los problemas de acceso equitativo al sistema educativo ya existentes con anterioridad.

  • Una mayoría de la juventud sorda proviene de familias oyentes, lo que supone “un reto de acompañamiento y atención en la primera infancia, para la adquisición de un bilingüismo intermodal efectivo en la escuela y mediante el apoyo al aprendizaje de esta lengua en su familia”, más teniendo en cuenta el rol fundamental de apoyo de la familia en estos casos.

  • A lo largo de las distintas etapas, hay una serie de factores clave en la inclusión y el éxito educativos, tanto personales como materiales, que pueden ser eficaces para el apoyo y facilitar la inclusión, o bien convertirse en barreras ante determinadas carencias materiales o personales.

    Los factores más destacados son: el papel del profesorado, fundamental en todas las etapas educativas. Puede ser positiva su disposición favorable, comprometida y proactiva en la adaptación a las necesidades del alumnado sordo. Por otro lado, se han identificado barreras relacionadas con el desconocimiento, que genera desconcierto, incomprensión y conductas de miedo.

    Prácticamente no hay profesorado sordo y se dispone de forma muy puntual, de docentes que impartan las materias en lengua de signos.

    El acompañamiento y el refuerzo por parte de la familia, la confianza y elección de centros acordes a las necesidades de apoyo de sus hijas/os, son también factores esenciales en su desarrollo formativo, aunque destacan en algunos casos actitudes sobreprotectoras.

  • Por las edades y por los contextos comunicativos en los que la mayoría de los y las jóvenes sordos se desenvuelve (familias oyentes poco o nada signantes), pueden presentar carencias afectivas y muchas dificultades emocionales, algo que es necesario tener en cuenta para ofrecerles la atención que precisan: el apoyo socioafectivo (educación emocional, la información social, entrenamiento en habilidades sociales, etc.), debe formar parte del currículum de este alumnado.

  • El principal recurso de apoyo para los y las estudiantes es el soporte en lengua de signos, brindado por profesionales sordos especialistas en lengua de signos y, principalmente, intérpretes de lengua de signos. No obstante, en algunos casos hay dificultades a la hora de contar con intérpretes de lengua de signos al comienzo de curso/asignatura, lo que se traduce en pérdida de clases.

El informe finaliza con una serie de recomendaciones, entre ellas, la importancia de alcanzar un aprendizaje consistente de la lengua de signos en las primeras etapas educativas, lo cual supone dedicación de recursos pedagógicos, la necesidad de apoyo socioafectivo hacia este alumnado, como parte del programa educativo, de la participación escolar, con sus iguales, o la importancia de superar la oposición de paradigmas reduccionistas en la comprensión del alumnado sordo, con predominio de los enfoques terapéuticos, fonocéntricos, que se traduce en un etiquetado de identidades excluyentes y asignación separada de recursos de apoyo.

Se puede acceder al informe completo a través del siguiente enlace:

Estudio sobre la situación educativa de la juventud sorda

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