LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD HOY- ENTREVISTA A ELENA PEÑA FERNÁNDEZ

14 Abr 2008

El interés por la promoción de la salud y la prevención de enfermedades debido al aumento de los gastos sanitarios y al cambio de valores de nuestra sociedad, ha impulsado la consolidación y expansión de la Psicología de la Salud como un área de intervención.

   Elena Peña Fernández

Hace 58 años, la ONU fundó en Ginebra la Organización Mundial de la Salud. A partir de ese momento, y en conmemoración a su fundación el 7 de abril de cada año, se celebra el Día Mundial de la Salud, con el que la ONU insta a los países a que trabajen en aras a prevenir, ayudar y conservar la salud para forjar un porvenir más seguro y fomentar la toma de conciencia sobre aspectos relevantes de la salud mundial.

Con motivo de la celebración de este día, Infocop Online ha querido entrevistar para sus lectores a Elena Peña Fernández, profesora de Psicología de la Salud y del Bienestar Social de la Universidad Complutense de Madrid.

ENTREVISTA

Infocop: En una sociedad en la que la obesidad está adquiriendo un carácter epidémico, la nutrición y el ejercicio físico son dos de las áreas más importantes en la promoción y prevención de la salud. ¿Cuáles son los factores psicosociales más decisivos en el establecimiento de hábitos saludables en la nutrición y el ejercicio físico?

Elena Peña: El problema fundamental que tiene nuestra sociedad para establecer hábitos saludables en nutrición y ejercicio físico es que, por diversas razones que después podemos comentar, es más difícil alimentarse de forma saludable que de forma poco sana y, del mismo modo, para la mayor parte de la gente, es más fácil no hacer ejercicio que hacerlo.

Si me permites una breve aclaración, tratándose de hábitos, preferiría hablar de hábitos de alimentación en vez de nutrición, ya que la nutrición se refiere al proceso que comienza tras la ingesta de los alimentos. Los psicólogos de la salud nos encargamos, por tanto, de hábitos de alimentación.

Creo que hay muchos factores/razones que hacen que lo fácil sea comportarse de forma poco saludable. El primero se relaciona con el hecho de que muchas personas comienzan a interesarse por estos hábitos saludables en un momento determinado de su vida adulta, cuando llevan ya bastantes años con hábitos diferentes que deben cambiar.

Modificar hábitos es complicado, aunque se puede. Sin embargo, no siempre resulta fácil. Si nunca has comido verduras ni has realizado deporte, es posible que te cueste cambiar. Los hábitos a los que nos acostumbramos en nuestra infancia y adolescencia no se cambian de un día para otro. Por eso, insistimos tanto en la importancia de que estos hábitos saludables se aprendan desde niños: comer verdura, beber agua, hacer ejercicio físico regularmente… Si conseguimos que estas conductas se conviertan en hábitos será más fácil que la gente las practique.

Un segundo factor/razón tiene que ver con el hecho de que hay situaciones que facilitan los comportamientos sanos y, como es lógico, si conseguimos «estar» en esas situaciones, será más probable que nos comportemos de forma sana. Desde este punto de vista, tener la nevera llena de frutas y verduras facilitará que las comamos cuando tengamos hambre. Del mismo modo, tener amigos deportistas facilitará que realicemos deporte.

Existe un tercer factor tiene que ver con las consecuencias de estos hábitos saludables. Todo el mundo sabe que comer sano o hacer ejercicio físico de forma regular tiene consecuencias positivas pero, a veces, las consecuencias positivas tardan mucho en llegar y, a corto plazo, sólo llegan las agujetas, las complicaciones de comer sano, o los problemas de falta de tiempo. En este sentido, los psicólogos trabajamos para «hacer fácil lo saludable» y tenemos que ayudar a la gente a prepararse de modo que sea fácil lo saludable. Por ejemplo, no comprar comida poco saludable porque si se tiene en la nevera es más fácil comérsela.

I.: ¿Cuáles serían los pilares fundamentales que debería contemplar desde la psicología un programa de intervención para la promoción de hábitos saludables de alimentación y ejercicio físico?

E.P.: Las actividades de promoción de hábitos saludables de alimentación deben ir dirigidas especialmente a la infancia, que es precisamente cuando se forman estos hábitos y cuando existe, además, la posibilidad de evitar los efectos a largo plazo de una alimentación inadecuada, promoviendo hábitos alimenticios adecuados (equilibrados) y combatiendo la idea de que un niño sobrealimentado es un niño sano.

La promoción de hábitos saludables sobre nutrición debería centrarse no sólo en defender una dieta equilibrada que ayude a mantener la salud (al cubrir las necesidades energéticas y de elementos del organismo manteniendo constante el peso y evitando la aparición o el empeoramiento de posibles procesos morbosos directamente provocados por los desequilibrios nutricionales), sino también en luchar contra esas otras dietas que se llevan a cabo con el objetivo de perder peso, caracterizadas por la presencia de patrones alimenticios desadaptados, restrictivos y desequilibrados, que lejos de conseguir los objetivos deseados cronifican los problemas de sobrepeso, poniendo en riesgo la salud de la persona.

La promoción de la actividad física en forma de ejercicio físico sistemático y regular ha sido incluida ya en programas nacionales de salud de varios países. Se pretende promocionar un ejercicio de moderada intensidad, que logre entre el 40% y 60% de la capacidad máxima respiratoria, con una duración por sesión de entre 20 y 60 minutos de actividad aeróbica continuada y con una frecuencia de entre 3 y 5 días por semana.

I.: La incidencia de los trastornos de presión arterial y, en consecuencia, de las patologías cardiovasculares han experimentando un incremento significativo en los últimos años, por lo que constituyen hoy en día un problema de salud de primer orden. Desde la perspectiva de la Psicología de la Salud se ha tenido muy en cuenta el importante papel que juegan las variables psicológicas en la mayoría de los aspectos relacionados con estas enfermedades. A este respecto nos gustaría preguntarle cuáles serían los factores psicológicos asociados a un mayor riesgo de hipertensión y enfermedades cardiovasculares.

E.P.: Aunque es evidente que es muy difícil saber las causas exactas de las enfermedades cardiovasculares, existe una serie de factores de riesgo asociados a dichos problemas y cuya presencia aumenta la probabilidad de que la persona acabe presentando estas enfermedades.

Así, podemos encontrar factores de riesgo inherentes a la propia persona como pueden ser la historia familiar, el género, la edad y la raza. Aunque dichos factores son imposibles de modificar, existen otros, como las condiciones fisiológicas, donde encontraríamos la hipertensión y unos niveles elevados de colesterol en sangre como principales factores de riesgo. De hecho, se considera la hipertensión como el elemento de predicción más claro de enfermedades cardiovasculares.

A nivel conductual, el tabaquismo y una mala alimentación (ingestión de alimentos con grasas saturadas y escaso consumo de fibra y antioxidantes) suponen un riesgo dos veces mayor de desarrollar enfermedades del corazón.

Los factores psicológicos asociados a un mayor riesgo de hipertensión derivan de hábitos de consumo insanos, como no seguir una dieta equilibrada por el abuso de sal, abuso de alcohol y tabaco, café, psicofármacos y drogas ilegales.

Finalmente, es preciso considerar los recursos que cada persona tiene para afrontar las situaciones de una forma adaptativa. Determinadas pautas de comportamiento, como la ira y la hostilidad, también pueden ser consideradas como factores de riesgo, junto al bajo nivel educativo, los escasos ingresos económicos y la ausencia de apoyo social.

I.: ¿Cuál es el papel de la Psicología en la reducción del riesgo de los trastornos de tensión arterial y, más concretamente, de la hipertensión?

E.P.: El psicólogo ha de dirigir un programa de intervención que disminuya los factores de riesgo y cambie los hábitos de comportamiento insanos entrenando a los pacientes a seguir hábitos saludables. Estos hábitos incluyen una dieta sana y equilibrada, rica en fibras y baja en grasas (con el objetivo de mantener niveles saludables de colesterol y así prevenir problemas de hipertensión y sobrepeso/obesidad); evitar el exceso de sal, azúcar o aditivos; abstenerse del uso de tabaco, alcohol, café, psicofármacos o drogas ilegales; e incentivar el ejercicio físico de forma regular evitando el sedentarismo.

También es importante que el paciente adquiera estrategias de afrontamiento y de relajación para controlar las expresiones violentas y las manifiestas de la ira y la impaciencia. Para alcanzar estos objetivos se puede hacer uso de técnicas cognitivas para el control de los pensamientos negativos, como entrenamiento en auto-instrucción o detención del pensamiento y técnicas de relajación progresivas, como entrenamiento autógeno, inoculación de estrés y técnicas de biofeedback de la presión sanguínea.

I.: La Psicología de la Salud es una especialidad reciente que ha adquirido mucha importancia en las últimas décadas tanto en la promoción y mantenimiento de la salud como en la prevención y tratamiento de la enfermedad. ¿Cómo valoraría la evolución de esta disciplina en los últimos años?

E.P.: En la actualidad, algunos psicólogos de la salud trabajan en hospitales con enfermos de cáncer, hacen manuales para que los fumadores abandonen su hábito, diseñan programas de educación para la salud a fin de promocionar la práctica del ejercicio físico y una dieta equilibrada, diseñan protocolos de actuación para las Unidades de Cuidados Intensivos de los hospitales o realizan programas de tratamiento para la hipertensión esencial. Aplican los conocimientos de la Psicología al campo de la salud, un contexto muy específico, que casi siempre requiere, además, de otros conocimientos como, por ejemplo, inmunología, endocrinología, o del funcionamiento de las Unidades de Cuidados Intensivos, de servicios de urgencias, etc.

Pero, a pesar de que la Psicología de la Salud ha experimentado un fuerte crecimiento en nuestro país durante los últimos 15 años, desarrollándose numerosas líneas de trabajo e investigación, éstas siguen manteniendo una relación muy estrecha con la Psicología clínica, jugando un papel esencial la terapia de conducta en dicha disciplina. De esta forma, los programas de investigación que más se han desarrollado tienen que ver con la intervención en la enfermedad, descuidando los otros dos ámbitos que definen la disciplina, como son, la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad.

I.: El ámbito de aplicación de Psicología de la Salud abarca cada vez mayor número de áreas y problemas a abordar. ¿Cuál es desde su punto de vista el papel de la Psicología de la Salud en el futuro?, ¿cuáles serían los nuevos ámbitos de aplicación de esta especialidad?

E.P.: El panorama futuro de la Psicología de la Salud podría dirigirse, por un lado, a la comprensión y tratamiento de las enfermedades crónicas que se han convertido en las causas principales de muerte en los países industrializados y, por otro, a ayudar a las personas a introducir cambios conductuales que les permitan desarrollar y promocionar su salud y prevenir futuras enfermedades, ayudando así a controlar el gasto sanitario. Sin embargo, debemos ser conscientes de que el cambio conductual no es fácil y de que la prevención, en la actualidad, no merece toda la atención del sistema sanitario que sería necesaria.

Así, para que los psicólogos de la salud ocupen un lugar destacado en el sistema sanitario del futuro deben continuar construyendo una base de investigación sólida, que proporcione la información necesaria sobre los vínculos que existen entre los factores psicosociales y biológicos de la salud y así desarrollar estrategias más efectivas para introducir cambios conductuales.

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