Los avances en Neurociencia y Psicobiología sobre estrés han sido muy notables en las últimas décadas – Entrevista a Carmen Sandi, IV Congreso Internacional de Psicobiología

26 Abr 2022

Del 20 al 22 de julio de 2022 tendrá lugar la celebración del IV Congreso Internacional de Psicobiología en Valencia. El evento, organizado por la Sociedad Española de Psicobiología y que cuenta con la participación de grandes expertos internacionales, tiene como objetivo de difundir los hallazgos más recientes sobre la relación entre el sistema nervioso y el comportamiento.  

Para conocer algunos de los temas que se abordarán en el mismo, Infocop ha entrevistado a Carmen Sandi. Carmen Sandi es profesora de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) (Suiza), donde dirige el Laboratorio de Genética del Comportamiento. Su laboratorio explora el impacto y los mecanismos neurobiológicos por los que el estrés y la ansiedad afectan al cerebro y al comportamiento, centrándose actualmente en el comportamiento social y la motivación y en la contribución de las hormonas del estrés, las mitocondrias del cerebro y el metabolismo.

Foto: Carmen Sandi

Ha sido directora del Brain Mind Institute entre 2012 y 2018 y, actualmente, es codirectora del Centro Suizo de Competencia en Investigación Synapsy y fundadora y copresidenta de la Red Suiza de Estrés. Ha sido presidenta de la Federación de Sociedades Europeas de Neurociencia (FENS; 2018-2020) y del Programa de Formación en Neurociencia Avanzada de Cajal (2019-2020) y fundadora y presidenta de la Red ALBA (2018-2021).

En la presente entrevista nos narra su experiencia investigadora, así como algunos de los avances más significativos en nuestra comprensión del comportamiento humano desde el ámbito de la neurociencia y la psicobiología.

ENTREVISTA

Para comenzar, ¿qué motivó su interés hacia el campo de la neurociencia y la psicobiología?

Desde siempre, me he interesado por comprender cuáles son los procesos (neuro)biológicos que producen el comportamiento, qué mecanismos explican las diferencias individuales en nuestra conducta, qué componentes se deterioran en las enfermedades mentales. Ya en el colegio, en BUP, preparé un trabajo de ciencias naturales cuya temática fue libre sobre la importancia de los receptores dopaminérgicos en la esquizofrenia. Al consultar libros para elegir el tema del trabajo, me interesé inmediatamente al leer sobre una idea tan fascinante como que un neurotransmisor y sus receptores fueran responsables de alteraciones conductuales. En aquellos tiempos, el conocimiento general sobre psicobiología y neurociencia era prácticamente inexistente y este primer contacto con conceptos y conocimiento sobre algunos aspectos del ámbito me pareció fascinante. Así, en el momento de elegir qué carrera estudiar, yo tenía claro que quería estudiar psicobiología/neurociencia, pero en los años 80 no era fácil asesorarse sobre qué estudios podrían ser adecuados, ¿Medicina?, ¿Psicología?, ¿Biología? Ninguno de ellos se correspondía precisamente con psicobiología/neurociencia, pero me decidí por psicología pues mi interés central ha sido siempre entender el comportamiento. Después, durante mis estudios de psicología en Salamanca, tuve la suerte de ser admitida para realizar varios cursos en la faculta de Biología en paralelo, y aproveché esos años para leer alguna literatura asequible sobre el ámbito, particularmente difundida por Scientific American. Así que la respuesta a la pregunta inicial es que mi trabajo es totalmente vocacional. Siento una pasión total por descifrar cómo funciona el cerebro y qué hace que seamos lo que somos y lo que hacemos. Apasionante.

Posee una amplia línea de investigación. ¿Cuáles han sido las principales áreas que ha investigado?

Sí es cierto que mi producción científica puede parecer diversa; sin embargo, yo veo mis trabajos estrechamente relacionados, con un hilo central que podríamos definir como el estudio de los factores y mecanismos que determinan las diferencias individuales en conductas de adaptación a situaciones de estrés. Cronológicamente, me he interesado por estudiar cómo el estrés afecta a los procesos aprendizaje y memoria, pero también cómo afecta a la conducta social o la motivación; todos ellos, constituyen funciones alteradas en problemas de salud mental. Por ello, aunque mi interés mayor es explicar los mecanismos que producen la conducta normal y sus diversas manifestaciones, una derivación lógica es preguntar también cómo esas funciones se ven afectadas en psicopatologías, y mi investigación se ha centrado en gran parte en la ansiedad y la depresión. Para explicar al organismo, es importante integrar los distintos sistemas biológicos y, a nivel cerebral, diseccionar los distintos niveles o bloques que construyen nuestros circuitos, células y orgánulos. Por ello, en el laboratorio nuestros trabajos van desde aspectos conductuales hasta caracterización de circuitos con distintas técnicas de neuroimagen, así como análisis morfológicos y moleculares, y la manipulación de circuitos tanto genética como optogenéticamente. También, en los últimos años, hemos complementado los estudios en roedores con estudios en humanos utilizando realidad virtual y técnicas de psicología experimental combinados con espectroscopía y resonancia magnética funcional.

En relación con su participación en el IV Congreso Internacional de Psicobiología, ¿qué aspectos va a abordar? ¿Qué implicaciones tiene este tema?

En el Congreso de Psicobiología, en Valencia, este próximo verano, voy a presentar nuestros trabajos en roedores y en humanos que muestran una fascinante contribución de las mitocondrias -los orgánulos que producen energía en cada célula- y productos metabólicos a conductas motivadas. Nuestros resultados han mostrado que uno de los factores principales que nos diferencia en nuestras capacidades de afrontar retos que requieren persistencia, esfuerzo para lograr objetivos deseados pero desafiantes, es el rasgo de ansiedad de los sujetos. Los individuos (tanto personas como animales) más ansiosos por temperamento son más vulnerables a los efectos del estrés repetido, crónico; tienden a darse antes por vencidos, a desanimarse, a cansarse, a no confiar en sus fuerzas para superar los retos. Lo que nuestros resultados revelan es que diferencias en las mitocondrias y metabolitos en los circuitos implicados en la motivación son claves para explicar por qué los individuos más ansiosos presentan este tipo de vulnerabilidad. En mi charla mostraré las evidencias que hemos obtenido, así como nuestras observaciones de los cambios en el cerebro que se corresponden a las diferencias mitocondriales; cómo afectan a la morfología de las neuronas implicadas en la motivación, su conectividad, su funcionamiento e incorporación en los circuitos de la motivación. También presentaré ejemplos de tratamientos nutritivos que hemos realizado inspirados en estos hallazgos y los efectos de éstos tanto en la ansiedad y la motivación como sobre los distintos aspectos neurobiológicos implicados.

A su modo de ver, ¿podría describirnos brevemente cuáles son los avances más significativos que se han producido respecto a nuestra comprensión y conocimiento sobre la relación con el estrés, la depresión o la ansiedad y la respuesta neurobiológica asociada? ¿Qué sabemos actualmente?

Los avances proporcionados por la neurociencia y la psicobiología en estos temas en las últimas décadas han sido muy notables. Hemos aprendido que el estrés crónico desencadena tanto problemas de ansiedad como de depresión, y hemos identificado un gran número de áreas cerebrales y mecanismos celulares y moleculares implicados. Por ejemplo, sabemos que tanto el hipocampo y la corteza prefrontal -implicadas en procesos de memoria y de funciones ejecutivas- son altamente vulnerables al estrés crónico y que sus neuronas principales muestran procesos de atrofia que incluso pueden visualizarse en humanos a nivel de una reducción en el volumen de estas estructuras en situaciones de depresión, sobre todo, en el hipocampo. Por el contrario, áreas cerebrales implicadas en procesos emocionales, como la amígdala, tienden a exacerbar sus funciones, a mostrar una hiperactivación, como consecuencia del estrés y en ansiedad y depresión. Hemos también descubierto mecanismos moleculares a nivel sináptico que median estos procesos. En años recientes, hemos constatado que no son solo las neuronas las que están alteradas en estos procesos, sino también las células gliales, como astrocitos y microglía, y estudios recientes muestran un papel clave de la microglía en procesos de inflamación cerebral, conectando con la inflamación periférica, del organismo, y produciendo muchos cambios conductuales que se observan en las psicopatologías, como la depresión o la esquizofrenia. También, muy interesante, son las conexiones del resto del organismo con el cerebro y cómo influyen la conducta; el eje intestino-cerebro, o incluso la capacidad de componentes metabólicos de la grasa de comunicar con el cerebro y afectar también nuestras conductas. En realidad, hay muchos más ejemplos que estos que he destacado aquí; estamos en un momento muy activo en la investigación psicobiológica.

Desde su punto de vista, ¿cuáles son los principales retos a los que se enfrenta el estudio del estrés en el campo de la neuropsicobiología? ¿Qué preguntas quedan aún por resolver?

Quizá uno de los retos principales ahora mismo es integrar los múltiples factores que vamos sabiendo que son críticos para afectar a la conducta y la cognición desde un punto de vista dinámico. La mayor parte de la investigación realizada hasta ahora es estática, tiene en cuenta lo que ocurre en el individuo y su cerebro y el organismo en un punto concreto (o varios), cuando realizamos los experimentos. El reto a abordar ahora que las tecnologías van avanzando y nos empiezan a permitir estudiar a los individuos de forma continuada, en su vida real, es ir más allá del experimento, integrar la complejidad en modelos explicativos. Entender no solo qué constituye a los individuos resilientes frente a los vulnerables al estrés, sino también qué nos hace ser más vulnerables en un momento dado y no en otro, incluso a los mismos individuos. También es importante empezar a aplicar lo que hemos ido aprendiendo a lo largo de los años para ayudar a los que han desarrollado problemas de ansiedad y depresión como consecuencia del estrés; cómo protegernos de sus consecuencias perniciosas. En qué tipo de individuos funciona una terapia mejor que en otros…

Para finalizar, ¿le gustaría añadir algún otro aspecto de interés al tema que nos ocupa?

Algo que me está fascinando últimamente: la increíble información que podemos obtener tanto de la vulnerabilidad de los individuos al estrés como de sus características cerebrales a partir del análisis de la conducta. Me estoy refiriendo a la conducta locomotora, cómo el individuo se mueve, cómo explora situaciones de novedad u otras… Me refiero a ello como “el poder del comportamiento” para revelar por sí mismo infinidad de información sobre nuestro cerebro. Creo que no lo hemos explotado suficientemente y tanto la psicobiología como la neurociencia pueden beneficiarse inmensamente de una comprensión más fina de lo que la conducta puede revelar por sí misma.

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