Evidencias en torno a la necesaria especialidad sanitaria de Psicología Clínica de la Infancia y la Adolescencia

15 Jul 2022

Son muchos los argumentos que evidencian la necesidad de crear la especialidad sanitaria de Psicología Clínica de la Infancia y la Adolescencia en nuestro país, entre ellos, la urgente necesidad de mejorar la calidad de la atención a la salud mental de los y las menores, la necesidad de un programa de formación reglada propio para esta área de la Psicología Clínica (dada la especificidad y extensión de los conocimientos científicos y competencias profesionales necesarios para su ejercicio), o el hecho de que son los especialistas en Psicología Clínica quienes ya asumen en la actualidad la mayor carga asistencial de problemas de salud mental infanto-juveniles.

Así lo afirman psicólogos clínicos del Servicio Andaluz de Salud en un artículo publicado en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, a través del cual ponen de relieve la trascendencia de impulsar la creación de la especialidad sanitaria de Psicología Clínica de la Infancia y la Adolescencia en España.

Con esta finalidad, exponen y desarrollan una serie de argumentos que evidencian esta necesidad, entre ellos, los siguientes: 

Foto: Gustavo Fring Fuente: pexels Fecha descarga: 08/07/22 
  • Es prioritario mejorar la calidad de la atención a la salud mental de la infancia y la adolescencia: de acuerdo con diversos estudios, aproximadamente la mitad de los problemas de salud mental surgen antes de los 14 años de edad, detectándose algún problema de salud mental que requiere atención especializada en más de un 20% de los y las menores de edad. Estas problemáticas en la infancia conllevan unos costes económicos y sociales evidentes, siendo tratadas mayoritariamente por psiquiatras especialistas en atención a personas adultas, lo que deriva en diagnósticos erróneos, tratamientos inadecuados y sobremedicalización, cronificando los problemas de salud mental y generando, entre otros, depresión y ansiedad, “que llevan aparejados rechazo social, fracaso escolar o complicaciones en las relaciones familiares”. Todo ello pone de relieve la necesaria atención especializada a la salud mental de la infancia y adolescencia.

  • La existencia de la Psicología Clínica de la Infancia y la Adolescencia como rama científica diferenciada y consolidada: existen numerosos manuales dedicados de forma específica a la práctica y formación en esta materia que demuestran su existencia como rama científica aplicada claramente diferenciada dentro del área de conocimiento más general de la Psicología Clínica. Sin embargo, pese a su evidente utilidad, “el desarrollo de la Psicología Clínica de la Infancia y la Adolescencia como profesión y especialidad sanitaria necesariamente diferenciada por su especificidad y complejidad no ha tenido aún un reconocimiento legal en España”.

  • Es clave desarrollar un programa de formación reglada y un título de especialista sanitario específicos, teniendo en cuenta la especificidad y extensión de los conocimientos científicos y competencias profesionales necesarios para el ejercicio de la Psicología Clínica en población infanto-juvenil. Tal y como señalan los expertos, los seis meses actuales de rotación de los psicólogos internos residentes (PIR) en los dispositivos de salud mental específicos para niños/as y adolescentes (unidades de salud mental infanto-juveniles, USMIJ) son, a todas luces, “insuficientes para garantizar una formación adecuada de los profesionales que atenderán a este colectivo”. El hecho de que la legislación actual no permita la formación especializada y reglada necesaria esta área específica, impide garantizar que los y las profesionales que atienden a niños, niñas y adolescentes cuenten con la formación y experiencia necesarias para ello, lo que repercute en la eficacia y calidad de la asistencia prestada.

  • Aunque no se ha reconocido legalmente, la institución de la Psicología Clínica de la Infancia y la Adolescencia en una especialidad sanitaria diferenciada ya se está dando en muchos dispositivos de Salud Mental, al ser necesaria. Esta subespecialización por parte de los profesionales, viene dada ante la cada vez mayor especificidad de las intervenciones requeridas por la población menor de edad para su correcta evaluación y tratamiento.

  • Tal y como recogen las principales guías de práctica clínica basadas en la evidencia, los tratamientos psicológicos son la principal indicación terapéutica en la generalidad de los trastornos mentales infanto-juveniles.

  • En los últimos años, se ha incrementado la demanda de mejora del acceso a las terapias psicológicas, especialmente desde las familias como forma principal de ayuda para sus hijos e hijas con problemas de salud mental.

  • Según los datos, actualmente la mayor carga asistencial de problemas de salud mental infanto-juveniles atendidos en los servicios sanitarios públicos españoles son asumidos por los especialistas en Psicología Clínica. Ante este hecho, los autores del artículo consideran cuanto menos paradójico que se haya creado recientemente la -igual necesaria- especialidad de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia sin haber hecho ya lo propio con la de Psicología Clínica de la Infancia y la Adolescencia.

  • A diferencia de España, otros países europeos -como Alemania, Dinamarca, Finlandia, Francia, Holanda, Italia, Reino Unido o Suiza-, cuentan con especializaciones en Psicología Clínica infanto-juvenil (si bien esta formación no es homogénea o equivalente). Por su parte, en EEUU, esta especialidad está reconocida como una profesión diferenciada dentro de la Psicología, siendo necesaria una licencia para su práctica legal, obtenida mediante “la certificación oficial del cumplimiento de unos requisitos de formación y experiencia específicos muy exigentes”.

Fuente: Benítez Ortega, José L, Riquelme Viñas, Margarita, Olivencia Varón, Noelia, López Pérez-Díaz, Ángel G, y Martínez de Salazar Arboleas, Alma. (2022). Hacia la creación de la especialidad sanitaria de Psicología Clínica de la Infancia y la Adolescencia. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 42(141), 115-136. 

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