“Mi profesor me odia”, pautas para ayudar a los niños a resolver sus conflictos con los docentes

28 Oct 2022

El profesorado puede tener un gran impacto en los niños y las niñas; sin embargo, cuando el/la menor manifiesta que tiene problemas en el aula con un profesor -especialmente aquellos/as con dificultades de aprendizaje o TDAH-, puede ser una situación bastante desagradable.

Cuando surgen este tipo de conflictos, los niños suelen sentirse heridos o ansiosos por el trato recibido, y pueden preocuparse ante la frustración exhibida por su profesor/a, atribuyéndola a sí mismos o sus capacidades académicas (“soy un niño malo”, “soy mal alumno”).

Así lo afirma el Instituto de la Mente Infantil (Child Mind Institute) en un artículo publicado en su página Web, a través del cual brinda a las familias las siguientes pautas y recomendaciones para ayudar a sus hijos e hijas a manejar cualquier posible conflicto que pueda surgir en el aula con sus docentes:

Tome en serio sus problemas

Cuando los niños expresan preocupaciones o fuertes sentimientos, es importante tomarlos en serio. Aunque la frase «¡mi profe me odia!» puede parecer algo exagerada, es importante recordar que, para su hijo/a, ese sentimiento es muy real y muy perturbador.

Foto: Los muertos crew Fuente: pexels Fecha descarga: 30/09/2022

Si menciona que está teniendo problemas con un profesor o una profesora, lo primero que está pidiendo es sentirse escuchado y comprendido. En lugar de decirle «¡Oh, seguro que son cosas tuyas y le caes bien!», habría que intentar decir: “¡Uff, qué sensación tan dura! Me alegro de que me lo hayas contado».

Durante esta conversación, es esencial considerar una serie de aspectos:

  • Los niños con TDAH, dificultades de aprendizaje o problemas de ansiedad son más propensos a interpretar incluso una retroalimentación leve como una fuerte crítica. A modo de ejemplo, si el/la profesor/a le dice: “tu trabajo es muy interesante, tenía muy buenas ideas, pero parece que has tenido problemas para organizarlas”, el/la niño/a escucha: “este trabajo es un desastre. Eres un mal estudiante».

  • Es probable que su hijo o hija tenga algo de razón, al menos, en cuanto a percibir la frustración de su profesor/a. Los docentes también son humanos y trabajar con niños -principalmente, con aquellos que presentan problemas de salud mental, de aprendizaje y/o de conducta- puede ser un desafío. Las conductas derivadas de estas dificultades (olvidarse de los deberes, comportarse mal en clase, no hacer caso, no prestar atención, etc.) pueden percibirse como problemáticas, dando lugar a comentarios negativos y/o malas contestaciones por parte de los docentes, tensando la relación profesor-alumno. ¿Significa esto que el profesor de su hijo o hija los «odia»? No, pero su hijo/a podría estar captando las reacciones del docente ante su comportamiento e interpretándolas de forma negativa.

Hable en profundidad sobre el tema

Los y las menores con problemas de salud mental y con TDAH, suelen tener dificultades con frecuencia con la autorreflexión. Comprender cómo nos afectan nuestras acciones y hábitos es una habilidad clave cuando se trata de realizar cambios positivos. Pero los niños y las niñas con problemas de aprendizaje, con TDAH y con problemas de salud mental, a menudo, “se ven atrapados/as en sentimientos que son instantáneos e intensos” y que “no dejan mucho espacio para la reflexión”.

Las experiencias que desencadenan esos sentimientos (por ejemplo, una interacción negativa con un/a docente), pueden dejar a los niños agobiados en el mismo momento en que se dan, y, más adelante, sentirse heridos y/o desarrollar conductas evitativas. De hecho, preguntas tan normalizadas como “¿Qué tal te ha ido hoy en el colegio?”, pueden dar lugar a arrebatos desconcertantes.
Establezca un lugar seguro para que su hijo o hija comparta sus sentimientos, ayudándole mediante preguntas amables y reconociendo sus sentimientos. Una vez validados, trate de indagar más en la situación:

  • Realizando preguntas abiertas y libres de prejuicios. Sea consciente de sus propias frustraciones, por ejemplo, si el conflicto por las tareas escolares suele ser diario, y su hijo/a manifiesta que no le cae bien a su profesor/a, evite hacer inferencias del tipo: «Bueno, ¿crees que podría estar enojada porque no has estado haciendo tus deberes?». Este tipo de preguntas que implican culpa probablemente generen más molestia e impidan que puedan reflexionar sobre su experiencia. En su lugar, es recomendable realizar otro tipo de preguntas como: «¿Cómo te ha hecho sentir eso?”, «¿por qué cree que ha pasado?», «¿te había pasado antes?».

  • Ayudando a su hijo o hija a comprender y nombrar sus sentimientos. Por ejemplo, si le explica que su profesor/a le regañó en clase por hacer mucho ruido, podría decirle: «Me pregunto si eso te hizo sentir vergüenza».

  • Con paciencia. Probablemente el problema no va a resolverse sólo con una conversación. Los niños y las niñas, sobre todo, los más pequeños, pueden necesitar más tiempo para pensar detenidamente. Hágale saber a su hijo/a que, incluso, si en este momento las cosas todavía son desafiantes, está orgulloso/a de él o ella por reflexionar sobre sus sentimientos y trabajar para encontrar una solución. Asimismo, recuerde que, aunque parezca que ha habido un avance, en realidad los niños/as siguen pensando en sus experiencias y trabajando en el problema, y no siempre compartirán su proceso de pensamiento con usted.

Darle a su hijo/a espacio para hablar sobre cómo se siente les ayudará a ambos a comprender mejor lo que está sucediendo.

Elaborar un plan o un guion

Es esencial trabajar juntos para establecer un plan. Ayude a su hijo/a tomar autoconciencia para pensar en soluciones y poner en práctica sus habilidades de autorreflexión. Por ejemplo, si le han regañado por hablar con un compañero en clase, se le puede decir: “Me he dado cuenta de que tu profesor te dice con frecuencia que te calles cuando te sientas con X, ¿qué podemos hacer al respecto?».

Elaboren un guion para que el niño pueda utilizarlo con su profesor la próxima vez que surja un problema. Por ejemplo: “Dibujar me ayuda a mantener la concentración. Sé que no parece que esté prestando atención, pero lo estoy «, “siento haber hecho mucho ruido hoy en clase”, “sentí vergüenza cuando me regañó por mis deberes frente a todos mis compañeros, ¿podríamos hablar después de clase?”, etc.

Permítale tomar la iniciativa, asegurándose de que sepa que usted está ahí para apoyarle y ayudarle en cualquier momento. Aprender a expresar sus necesidades y defenderlas será de gran utilidad para su hijo/a, tanto ahora como a lo largo de su vida.

Intervenir

Independientemente de las habilidades que desarrollen los niños, hay un límite a lo que pueden hacer. Anime a su hijo/a a hablar sobre sus necesidades, pero esté preparado para intervenir en caso de que sea necesaria la intervención de un adulto.

Si el problema con el profesor o profesora persiste, o incluso si está preocupado/a o siente curiosidad, comuníquese con el centro y solicite una reunión. Cuando hable con el profesor, hágale saber cómo se ha estado sintiendo su hijo/a. Recuerde que los docentes son personas. Escuchar que un niño o niña lo está pasando mal y/o no se siente bienvenido en su clase puede hacer que un/a profesor/a se sienta abatido/a, frustrado/a o sorprendido/a.

Tenga en cuenta que el objetivo es ayudar a su hijo a sentirse seguro y cómodo en clase. Asegúrese de que el profesor sepa que está ahí para encontrar una solución conjunta, no solo para desahogarse. Se podrían plantear una serie de preguntas, entre ellas, las siguientes: “¿Qué adaptaciones podrían ser útiles aquí?”, “¿hay alguna intervención que podamos probar en casa?”, “¿cómo ha manejado problemas similares en el pasado?”, “¿Qué suele ser útil para niños con desafíos similares?”, “¿cuáles son algunas de las cosas que ambos podemos hacer para desarrollar la autoestima de mi hijo?”. La búsqueda conjunta de alternativas y soluciones ayudará a mantener abiertas las líneas de comunicación entre familia y docentes en situaciones futuras.

Fuente: Child Mind Institute

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