“No es necesario que la Navidad se convierta en un atracón consentido” – Entrevista a Mariona Ribas, psicóloga experta en trastornos de la conducta alimentaria

23 Dic 2022

Las fiestas navideñas pueden causar, no solo angustia, sino un terror absoluto cuando crees que tu mayor enemigo es la comida, porque son días, en los que todo, prácticamente todo, gira en torno a ella.

Así lo viven las personas que sufren un trastorno de la conducta alimentaria. Pero no solo ellas. También la Navidad puede ser un periodo de gran dificultad para familiares, amigos, etc, que no saben cómo gestionar o no tienen herramientas para ayudar a quien sufre un TCA.

¿Cómo afrontar, entonces, la Navidad con un trastorno de conducta alimentaria? ¿Existen recomendaciones para ellos/ellas? ¿Y para los que están a su alrededor?

Para contestar y ahondar en estas y otras cuestiones sobre este trastorno, hemos hablado con Mariona Ribas, psicóloga, experta en trastornos de conducta alimentaria y terapeuta humanista.

 

Mariona Ribas

ENTREVISTA

Bajo el epígrafe de TCA parecen englobarse problemas que se manifiestan con síntomas, aparentemente, muy diferentes. ¿De qué hablamos, entonces, cuando nos referimos a un TCA? ¿Qué tienen en común estos trastornos y qué los diferencia?

Es un conjunto de síntomas que son muy diversos y que van de menor a mayor gravedad. Yo los sitúo dentro de un continuo y donde poner el foco en el sufrimiento del conflicto, en el acto de comer. Eso es lo que tienen en común. Que todas las diferentes manifestaciones son una manera de comunicar un conflicto no resuelto donde la comida es el refugio, pero no es el problema real. El problema se manifiesta a través de la comida, pero no es la comida. El conflicto es un conflicto psicológico interno, también es familiar, también es social. Es algo que yo destacaría. No puede verse solo como algo individual. Esto es lo que tienen en común y lo que los diferencia es la forma en que se manifiestan.

La anorexia, por ejemplo, es conocida porque la persona reduce drásticamente las cantidades de comida hasta la mínima expresión. Podemos leer casos de personas que a lo mejor solo comen una manzana durante todo el día.

También diría que la sociedad actual influye. Los trastornos alimentarios cambian a medida que también cambia la sociedad. Actualmente podemos ver muchos casos donde las personas que padecen anorexia se reconocen delgadas. Antiguamente, si nos vamos muy atrás, las personas con anorexia no reconocían su extrema delgadez y actualmente es muy habitual ver que sí se reconocen muy delgadas, aunque mantienen el pánico a subir de peso.

Otro trastorno alimentario muy conocido es la bulimia donde la persona lo que tiende es a ingerir grandes cantidades de comida en muy poco tiempo.  Se llama atracón.

La forma de vivir el atracón actualmente también ha cambiado. Podemos encontrar lo que se llama la bulimia subjetiva donde la persona te habla de un atracón cuando en realidad no está ocurriendo ese atracón, pero lo vive. Tiene la vivencia de sentir ese atracón.

Y dentro de estas dos clásicas, la anorexia y la bulimia, hay muchísimas variabilidades.Hay personas que simplemente tienen trastorno por atracón sin ningún tipo de compensación. Está la doble anorexia donde se alternan periodos de anorexia y periodos de bulimia. La ortodexia que es la obsesión a comer sano, etc.

Los TCA son trastornos que causan un gran sufrimiento y malestar para las personas que los padecen y cuya prevalencia, sin embargo, está aumentando, así como lo está haciendo la edad en que debutan o, al menos, se identifican. ¿En qué estamos fracasando como sociedad para que estén proliferando los trastornos relacionados con la imagen corporal?

Nuestra sociedad sigue dándole excesiva importancia a la imagen y al peso. Pensemos que, desde que nacemos, se nos pesa y una de las preguntas que nos hacen cuando tenemos un hijo, una hija, cuando alguien nos cuenta que ha tenido un bebé, es cuánto pesó. Datos que quedan impresos desde que nacemos.

Históricamente hemos evolucionado a medida de la estética donde antiguamente estaba más basada en aspectos que estaban fuera del tema del cuerpo: el cabello, el color de la cara… que no afectaban a la salud directamente.

El problema es que hemos llegado a un punto, desde los años 60, donde la estética va vinculada y ha quedado afectada a un problema de salud porque ahora no es mirar un vestido bonito, un traje bonito, una camisa bonita, sino que nos fijamos en la percha, en el cuerpo que lleva ese traje o esa camisa.

Eso habla de una cultura narcisista. La obsesión hacia un cuerpo delgado, donde se prima ese valor, vivir siempre en una idea de juventud donde se rechaza la madurez, donde se rechaza la vejez, y con una idea además volcada hacia el éxito social.

Los medios de comunicación son los encargados de transmitir estos valores sociales.

¿Cuáles son los mensajes que llegan a través de los medios de comunicación? Que si estás delgada tendrás éxito, tendrás pareja, tendrás trabajo, tendrás amigos…Estos son los referentes que tienen hoy nuestros jóvenes y que el sistema de alguna manera potencia y que ellos acaban creyendo. El sistema los potencia, muchísimas familias lo asumen, y luego los jóvenes se lo creen.

Actualmente, ¿qué podemos añadir? Las redes sociales, sobre todo en Instagram, a la que se denunció porque se sabe que potencia el malestar corporal entre los jóvenes, porque se hace apología de la delgadez, y está siendo muy difícil vetar páginas que potencian la anorexia y la bulimia, porque una vez que desaparecen vuelven a surgir otras.

Por eso, además de poner unos límites sociales que no acaban de ser muy claros, necesitamos construir unos valores sociales en todo nuestro entorno educativo, familiar, que cuestione esta idea de que cuanto menos pesas más vales.

Estamos también en un momento en el que, la pandemia ha sido un detonante que ha hecho que aumentaran estos casos, han aparecido casos más jóvenes y son más graves.

Aquí vuelvo a insistir. Ha jugado un importante papel el miedo que se ha inculcado, constantemente, a través de los medios de comunicación, una y otra vez, una y otra vez, sobre el virus, sobre la muerte, y este miedo constante ha generado conductas depresivas en las personas de manera que, durante el confinamiento, hubo una sensación, una necesidad de refugiarnos, volver a sentir, buscar la protección porque nos sentíamos más vulnerables ante la idea de que había un virus que iba matando por ahí.

Esa necesidad de buscar refugio, de seguridad, ha hecho que muchísimas personas desarrollaran de nuevo o se desencadenara un trastorno alimentario o que las personas con un TCA tuvieran recaídas más graves.

Además, los medios, durante todo el confinamiento, señalaron a los jóvenes como posibles contagiadores, de manera que estuvieron muy señalados como culpabilizadores.

Me enfadó y me pareció que iba a dar señales de alarma y es lo que ha ocurrido. Ha sido salir del confinamiento y normalizada la pandemia, y vemos a los jóvenes muchísimo más ansiosos, más deprimidos y evidentemente con muchos más trastornos alimentarios.

Se acercan las navidades y son fechas caracterizadas por el encuentro y las celebraciones en torno a la mesa. ¿Es cierto que las fiestas navideñas pueden ser un momento difícil para quienes sufren un trastorno de la conducta alimentaria?

Yo llamo a la navidad la “bulimia socialmente consentida”. Es como que hay un permiso social donde podemos comer alimentos muy copiosos, muy contundentes…y parece que vale. También hay más consumo de dulces, de estar mucho tiempo en la mesa sentados, compartiendo mesa, como que hay un permiso para que eso ocurra.

Después acabarán las fiestas y comenzarán todos los mensajes de debemos ir al gimnasio, aparecerá una nueva dieta del año, etc. Quiero decir. Creo que el sistema está haciendo un doble mensaje que también deberíamos cuestionar y deberíamos cambiar. No es necesario que la navidad se convierta en un atracón consentido.

¿Qué ocurre para las personas que sufren trastorno alimentario? Pasan una situación tremendamente difícil, de muchísimo miedo, en la que, de alguna manera, se sienten obligadas a compartir estas comidas, a pasarlas en familia, a participar, incluso con familias con las que no hay vínculos muy fuertes o que no se han visto en muchísimo tiempo. Es un momento de una gran exposición fóbica, de mucho miedo…en el que además las familias hablan mucho más de las comidas que hay que hacer…

Las personas con trastornos alimentarios, de hecho, anticipan muchísimo y planifican para entrar en ese pánico. Se sumergen en un ciclo de control.

¿Qué pueden hacer, entonces, las personas que tienen un TCA para afrontar estos días? ¿Existen algunas recomendaciones para ellos/as?

Para afrontar estos días, yo diría que busquen hablar, con un familiar con el que se sienta más cercano, más respetado, que entienda un poco más, que está más cerca de lo que está viviendo, y que hable de aquello que le asuste más.

Que busque acordar momentos difíciles en la mesa, como, por ejemplo, que no tenga necesariamente que estar después de la comida en la sobremesa donde en la mesa quedan polvorones, turrones…la exposición de los dulces, y que pueda levantarse…

Recordar que lo importante es poner la atención o poner el foco en la compañía. La comida es de alguna manera el medio por el cual nos reunimos, pero lo importante es reunirnos, encontrarnos.

También recordar que la navidad son vacaciones. Por tanto, no todo va a ser comer. Vamos a poder tener tiempo para pasear, para poder acercarnos a alguien, quedar más con amigos a los que no hemos podido dedicarle tiempo.

Dedicar más tiempo a descansar…si hace buen día, estar un rato al sol, etc.

Recordar también que, esas comidas más especiales, son excepcionales, son momentos en el que rompemos la rutina. Por lo que ayudaría mucho saber que flexibilizar no es lo mismo que perder el control porque hay personas que viven con trastorno alimentario y se ubican mucho en ese binomio entre control y descontrol y toda la vida, todo aquello que hacen, está muy orientado a esa vivencia de control o no control.

Recordar que no se trata de eso. Flexibilizar, porque es un día especial, no significa que pierdas el control y por tanto no hay que entrar en un bucle de conducta compensatoria.

¿Y para los que están a su alrededor? ¿Cómo pueden ayudar para no herirles con frases, preguntas…, aunque no sepan exactamente qué les ocurre?

Me remito a algunas de las ideas que he dado en la pregunta anterior.

Es importante dar un espacio para que se pueda hablar en familia y rebajar la tensión, y de alguna manera, recordar que estamos juntos en ello.

Recordar que, si la persona no está bien, si se siente un poco sobrepasada, puede pedir ayuda, dar una señal de ‘necesito salir un momento’, hablar un poco y que eso sea acordado y que se dé ese permiso.

Pactar que no necesita quedarse en la sobremesa, que puede descansar, leer un libro…

Recordar que es importante no hablar de comida mientras se come, ni del peso y menos trivializar sobre ello porque está tan normalizado en nuestra sociedad hablar de comida, de esto, de aquello, que a veces no le damos la importancia que tiene cuando una persona está ahí con un TCA, del dolor que le genera.

No presionar a que la persona coma.

Recordar que la idea es encontrarnos y eso debería ser motivo de alegría, pero también podemos dar espacios a momentos, a emociones que puedan ser más difíciles. A lo mejor podemos recordar a alguien que no está, que también haya cabida para la tristeza, por ejemplo.

Luego una idea posible es que después de comer, en lugar de estar en una sobremesa con todos los dulces, se pueda hacer un juego de mesa, por ejemplo. Buscar otras alternativas.

Si hay una reunión familiar en el que puedan estar otros familiares, fuera de la familia nuclear, hablar con esos familiares de la situación compleja y delicada que vive esa persona de manera que estos otros familiares eviten hacer comentarios sobre sus cambios físicos. Por ejemplo, personas que hace tiempo que no ven a la persona con TCA, pueden manifestar ya sea a través de expresiones, o de gestos, sorpresa, porque ha habido un cambio físico drástico…

También evitar comentarios sobre su aspecto físico incluso aunque sea en forma de halago ‘que delgada te has quedado’ o ‘estás más guapa’… La persona todo eso lo va a traducir en su salud mental…y lo va a vivir de manera muy dolorosa.

También podemos reflexionar sobre lo qué podemos regalar. Un regalo muy habitual suele ser ropa y ese puede ser un momento también muy doloroso o de mucho enfado para la persona que vive un TCA… Mejor regalamos experiencias: visita a un spa, una entrada de teatro, o a un concierto… Y lo que decía más arriba. Se pueden planificar unas fiestas diferentes. También podemos pasar un rato de la navidad en la montaña o en el campo

¿Hay alguna otra cuestión que desee destacar?

Yo destacaría, de la última pregunta, que tenemos que recordar que los trastornos alimentarios son muy complejos y además afecta a toda la vida de la persona. Por tanto, es muy normal y se comprende perfectamente que la persona misma que lo vive como las personas de alrededor, familiares, buenas amistades, no entiendan que está pasando y se sientan muy desconcertadas, totalmente asustadas, por el alcance tan grave que se puede estar viviendo.

Aunque sea difícil de entender podemos mostrarnos cercanos, afectuosos, de esto que le está ocurriendo.

Para mí es muy importante y forma parte de mi manera de trabajar, comprender el significado profundo del trastorno alimentario, es decir, no ir específicamente y solamente a los síntomas, los síntomas remitirán y van desapareciendo a medida que la persona va encontrando un sentido al trastorno, para volver a recuperarse a sí misma.

Recordar que la comida no es el problema, es el refugio, aunque el 90% de los pensamientos de la persona sea la comida. Si solo escuchan o entienden el trastorno desde esa lectura superficial es muy fácil que entren también en la angustia, en el malestar, porque no entienden nada.

Es importante que la persona esté en un proceso de ayuda psicológica, profunda, cercana, y de todas las ayudas que pueda necesitar.

Autor: jed owen Fuente: 
unsplash Fecha descarga: 12/12/2022

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