Recomendaciones de la BPS para la intervención psicológica con personas que llevan a cabo conductas de acoso

7 Feb 2023

La experiencia de ser acosado tiene un impacto psicológico devastador en las personas que lo sufren, por lo que trabajar con quienes realizan el acoso para evitar que continúen con su comportamiento es vital para el bienestar tanto de las víctimas como de las personas que acosan.

Así lo afirma una nueva guía publicada por la Sociedad Británica de Psicología (BPS-Bristih Psychological Society) bajo el título Working with individuals who have engaged in stalking, un recurso dirigido a profesionales de la Psicología, para la intervención con personas que han llevado a cabo conductas de acoso, con el fin de ayudarles a modificar su comportamiento dañino, eliminarlo y mejorar su bienestar.

Dada la importante función que desempeña la Psicología en la comprensión del acoso, la evaluación de los riesgos de esta grave conducta, el desarrollo de intervenciones de tratamiento y la formulación de objetivos, y partiendo de la base de que las necesidades de quienes lo perpetran y quienes lo sufren son distintas, se ha elaborado este documento específico, que brinda a los/as psicólogos/as una amplia visión general de los aspectos clave a tener en cuenta cuando se trabaja con esta población, incorporando herramientas basadas en las mejores prácticas actualizadas para un abordaje eficaz.

Foto: yan krukau Fuente: pexels Fecha descarga: 20/01/2023

Tal y como señala la BPS, el acoso es psicológicamente dañino y consiste en un patrón continuo de intrusión no deseada en la vida de los demás, a menudo con altas tasas de reincidencia después de la detención: de acuerdo con los datos aportados por la Sociedad en su informe, cerca del 50% de los casos reinciden y el 80% lo hace en los 12 primeros meses tras la detención. Sin embargo, pese a que está tipificado como un delito debido a su impacto negativo en quienes lo sufren (que puede incluir daños tanto físicos como psicológicos y son acumulativos y de gran alcance debido a su naturaleza persistente), el comportamiento de acoso sigue estando, en gran medida, mal comprendido en comparación con otro tipo de delitos e infraidentificado; la falta global de un enfoque y de concienciación general deja, tanto a las personas víctimas de acoso como a quienes se involucran en este tipo de conductas, sin saber cómo detenerlo y dónde acceder a un apoyo eficaz.

Por lo general, manifiesta, es un “comportamiento impulsado por objetivos, a menudo alimentado por emociones y vinculado a obsesiones y patrones internos desadaptativos”. Quienes realizan este tipo de conductas son, en su mayoría, hombres. Si bien el acoso comparte muchas características con otros tipos de conductas ofensivas y dañinas, se distingue por “su naturaleza fija, obsesiva y dirigida y por una persistencia inquebrantable”.

De acuerdo con la Sociedad, el modelo biopsicosocial proporciona un marco general para comprender el desarrollo y el mantenimiento de los comportamientos problemáticos, incluido el acoso. Asimismo, ayuda a identificar formas de apoyar el cambio de conducta al abordar las vulnerabilidades psicológicas y desarrollar capacidades para la efectividad intra e interpersonal. Aunque actualmente existe una investigación muy limitada sobre la eficacia de las intervenciones psicológicas para el acoso, la evidencia disponible sugiere que un enfoque psicológico, dirigido a áreas específicas de necesidad, es bastante prometedor.

Según indica el documento, para abordar de forma eficaz el acoso es esencial reconocer el patrón de comportamiento de la persona que lo perpetra; de este modo, puede reducirse el daño psicológico y, a veces, físico que causa su conducta problemática en quien la sufre.

La evaluación psicológica es crucial cuando aparecen delirios en torno a la víctima, y que contribuyen al comportamiento de acoso, muy probablemente entre las tipologías de buscador de intimidad y resentido. Solo en raras ocasiones el acoso surge directamente de la psicopatología (es decir, trastornos delirantes) y, a menudo, es el resultado de la interacción de las circunstancias y una personalidad vulnerable. A este respecto, la ineficacia se ha relacionado con la persistencia de los problemas fundamentales que impulsan el acoso para esa persona. Debido a que el acoso surge en respuesta a circunstancias respaldadas por una vulnerabilidad psicológica, los autores del informe consideran necesaria la flexibilidad en el tratamiento.

Por lo tanto, las intervenciones psicológicas dirigidas basadas en una sólida evaluación de riesgos probablemente serán el enfoque más eficaz para reducir el riesgo de recurrencia del acoso.

Conocer las tipologías de acoso es fundamental para realizar la formulación de casos, y, en particular, comprender las funciones de esta conducta, lo que ayuda a validar y desarrollar planes de intervención. De acuerdo con los autores, algunos elementos centrales de la intervención psicológica para reducir los comportamientos de acoso son el abordaje de la desregulación emocional, la rumia, las actitudes, creencias y valores de apoyo al delito, así como posibles déficits de habilidades psicológicas y sociales.

Partiendo de lo anterior, la Sociedad Británica recoge las siguientes recomendaciones clave:

  • El acoso es frecuente y persistente, por lo tanto, los/as profesionales de la Psicología deben estar atentos a los riesgos continuos durante las intervenciones de tratamiento, así como en el seguimiento.

  • Es necesario comprender qué es el acoso y sus distintas tipologías, los riesgos que la persona que lo perpetra puede entrañar para aquella a la que está acechando, para sí misma y para los demás, y las sanciones legales vigentes o posiblemente aplicables por la conducta de la persona con quien se está trabajando.

  • Como parte de un equipo multidisciplinar, es fundamental recopilar información completa sobre la persona con la que se está trabajando, acordando a su vez protocolos de intercambio de información con otros profesionales, relacionada con el riesgo.

  • Llevar a cabo una evaluación de riesgos específica para el acoso y otras evaluaciones de capacidad de respuesta y necesidad, y utilizarlas para realizar una formulación clínica del caso.

  • Es esencial que los enfoques de participación sean compasivos, que validen las experiencias internas de angustia de la persona y que las discusiones sobre las consecuencias negativas del comportamiento mantengan un enfoque en la persona con la que está trabajando inicialmente (el objetivo es la pérdida de prioridad de la meta).

  • Comprender los riesgos y necesidades asociados con la tipología del caso para abordarlos a través de planes de tratamiento y/o gestión de riesgos, garantizando una sólida planificación de la seguridad de la o las víctimas de su conducta. Las intervenciones psicológicas dirigidas, basadas en una sólida evaluación de riesgos son el enfoque más eficaz para reducir el riesgo de recurrencia del acoso.

  • Elaborar un plan de tratamiento personalizado, basado en la evidencia y que comprenda elementos destacados como áreas de necesidad.

Se puede acceder al documento desde la página Web de la BPS o bien directamente aquí:

Wheatley, R., Henley, S. & Underwood, A. (Eds.) (2022). Working with individuals who have engaged in stalking: A resource for psychologists. Leicester: British Psychological Society 

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