CÓMO INFLUYE EL ACOGIMIENTO RESIDENCIAL EN LOS MENORES EN DESAMPARO

22 Sep 2009

Juan M. Fernández-Millán(1), Andrés Hamido-Mohamed(2) y Mª del Mar Ortiz Gómez(1)
(1)
Universidad de Granada y (2) Centro Asistencial de Melilla

¿Cómo influye el acogimiento residencial en los menores en desamparo? Esta es la cuestión a la que se intenta dar respuesta en este estudio. La institucionalización o acogimiento residencial es una de las medidas más utilizadas, en sus diversas formas, como respuesta a la situación de desamparo en la que se encuentran algunos menores. Esta medida puede llegar a tener una duración prolongada que, en algunos casos, llega a cubrir casi la totalidad de la minoría de edad. Este dato debe hacernos comprender la importancia que tiene el acogimiento en el desarrollo personal y social del menor. Sin embargo, la realidad es que se han realizado escasas investigaciones al respecto.

El acogimiento residencial de menores en situación de desamparo no es un fenómeno nuevo en nuestra sociedad, habiendo experimentado una constante transformación y adaptación en su tipología, sus objetivos y su legislación (Fernández-Millán, Hamido-Mohamed y Fernández-Navas, 2007). Sin embargo, aún queda por indagar sobre el papel que ejerce la propia institucionalización en el desarrollo global del menor, sobre todo en los aspectos psicológicos y sociales. Con este fin se plantea nuestra investigación, partiendo de las hipótesis de trabajo de que la institucionalización no perjudica al menor y de que los menores llegan a los centros de acogida con problemas en su socialización y en su conducta y, por tanto, que es la historia previa de maltrato y negligencia la causante de estos problemas.

Para realizar la investigación, se partió de una muestra compuesta por 182 menores acogidos en 2 centros (uno mixto, de menores de 3 a 18 años, y otro sólo de niños, de 13 a 18 años) de los que 116 (63,7%) son niños y 66 (36,3%) son niñas. Respecto a la edad en el momento de realizarse la evaluación, el intervalo va de 4 a 17 años, siendo la media de 11,99 años y la desviación típica de 2,87.

El motivo de ingreso es distinto en cada caso, siendo todos ellos causa de desamparo (abandono, maltrato, incapacidad o imposibilidad de cumplir con las funciones parentales, etc.). Hay que anotar, no obstante, que un número importante de los ingresos corresponde a menores extranjeros no acompañados. Por último, señalar que el tiempo que los menores llevaban acogidos en el momento de su evaluación iba de 1 a 129 meses (algo más de 10 años).

Para evaluar los distintos factores relacionados con la socialización de los menores acogidos, se ha utilizado un conjunto de cuestionarios que evalúa directamente características o factores potenciadores/inhibidores del proceso de socialización como pueden ser el autoconcepto o la existencia de trastornos psicológicos.

El procedimiento se basó en la administración de algunos cuestionarios tras el periodo de adaptación del menor al centro (aproximadamente un mes) y en otros momentos de su acogimiento. Las pruebas han sido tanto de autoevaluación como de evaluación por parte de los educadores-tutores. Su administración estaba limitada por la edad del menor y por el nivel de conocimiento del idioma (así, a muchos de los menores extranjeros no acompañados, acogidos en centros, no se les pudo administrar las pruebas de autoevaluación por carecer de un cierto nivel del castellano, tanto escrito como hablado), por lo que las pruebas no se aplicaron a toda la muestra.

Tras recoger los datos y establecer correlaciones entre las variables trabajadas, se pudo concluir que la estancia en régimen de acogida en un centro de menores influye en una peor adaptación social y en el aumento de problemas escolares y la aparición de conductas disruptivas, de carácter agresivo, que dificulta la convivencia en el centro. Estos resultados coinciden con las conclusiones del estudio de Díaz-Aguado y Martínez-Arias (1995) sobre niños maltratados en el que aparecen como alteraciones conductuales, entre otras, la conducta antisocial y una inferior competencia social. También serían acordes con los resultados de Martín, Rodríguez y Torbay (2007) ya que, si bien en este estudio no aparece ninguna evolución negativa (empeora) en las dimensiones estudiadas, las de integración social en la residencia y la de competencia social en la escuela son las únicas que no experimentan una evolución positiva (mejoran).

Ante los datos hallados, cabe preguntarse por otras cuestiones que precisan de estudios más complejos. Una cuestión sería si el despliegue de estos comportamientos se debe a que son «adaptativos» en un entorno competitivo o si se deben a una falta de programas educativos centrados en las habilidades sociales y la resolución de problemas. Otro aspecto que precisa ser estudiado es si las características comportamentales de los menores acogidos son causados por variables previas al acogimiento y ligadas al historial socio-familiar del menor. Teniendo en cuenta el uso que se hace del acogimiento residencial y de la repercusión que el efecto del mismo puede tener en la vida de los menores, los autores consideran que este trabajo no debe ser más que parte de un conjunto que vaya proporcionando una aportación de datos, fruto de la experimentación, que sirvan de base para dirigir las futuras actuaciones psicoeducativas.

Referencias bibliográficas:

Díaz-Aguado, M.J. y Martínez-Arias, R. (1995). Niños con dificultades socioeconómicas. Instrumentos de evaluación. Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales.

Fernández-Millán, J.M., Hamido-Mohamed, A.M. y Fernández-Navas, M. (2007). El educador social de menores. Madrid: Pirámide.

Martín, E., Rodríguez, T. y Torbay, Á. (2007). Evaluación diferencial de los programas de acogimiento residencial para menores. Psicothema, 19 (3), 406-412.

El artículo original puede encontrarse en la Revista de Investigación Psicoeducativa:

Fernández-Millán, J.M., Hamido-Mohamed, A. y Ortiz Gómez, M.M. (2009). Influencia del acogimiento residencial para los menores en desamparo. Revista de Investigación Psicoeducativa, 7, 2, 227-236.

Sobre los autores:

 
Juan M. Fernández-Millán, Andrés Hamido-Mohamed y Mª del Mar Ortíz Gómez

Juan M. Fernández-Millán. Doctor en Psicología. Psicólogo del Centro Asistencial de Melilla. Profesor de Psicología Social de la UGR. Autor de «El educador social de menores», «apoyo psicológico en situaciones de emergencia», «Padres desesperados con hijos adolescentes«.

Andrés Hamido-Mohamed. Licenciado en Pedagogía. Experto universitario en Educación Social. Director del Centro «Hno. Eladio Alonso» y de la Casa Cuna del Centro Asistencial de Melilla. Autor de «El educador social de menores«.

Mª del Mar Ortiz Gómez. Es diplomada en Magisterio y Licenciada en Psicopedagogía, es profesora colaboradora en el Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada desde el año 1999. Investigadora en varios ámbitos de trabajo como la educación intercultural, el impacto de las nuevas tecnologías en la adolescencia y la juventud, la mediación de conflictos, así como en distintos aspectos relacionados con la comunicación interpersonal.

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