Editorial julio – septiembre 2012

18 Sep 2012

Decía el Dr. José Ortega y Gasset (1883-1955), eminente filósofo y ensayista español versado en psicología, que «la psicología es una ciencia que se practica como un arte«. A esta aseveración, habría que añadir que «es una ciencia que se mueve entre la unidad y la diversidad» y «que se crece en los momentos de adversidad«.

En momentos de florecimiento histórico, cultural y económico, la psicología se diversifica, «se especifica y cristaliza», se imbrica en todas las facetas del ser humano, desarrollándose y contribuyendo a la salud, la educación y la justicia. Ayudando a una distribución más justa de los recursos sociales y potenciando los recursos humanos en el mundo empresarial. A veces el desarrollo es tan espectacular que incluso muchos psicólogos acaban por creer que no hay una sola psicología, sino muchas y diversas, llegando en ciertos momentos históricos a existir el peligro de disgregarse tanto la disciplina como la profesión.

Los momentos de crisis, como el que afecta actualmente a nuestro país y a toda Europa, y que obviamente afecta a nuestra profesión, permiten que la psicología vuelva a la esencia de sí misma, tome fuerza y las diversas líneas de desarrollo de la misma se vinculen en lo esencial y se apoyen mutuamente.


Francisco Santolaya Ochando

Es esta unidad lo que ha permitido a nuestra profesión seguir adelante, consiguiendo el desarrollo y reconocimiento que hemos alcanzado a nivel científico, profesional y social.

Son obvios, notorios, preocupantes y, ciertamente, desesperanzadores, los momentos que se están viviendo en España y saber que, independientemente de las causas y los causantes de la misma, las consecuencias las vivimos todos. Los efectos de la crisis económica van seguidos según parece «necesariamente» de la constricción de los servicios públicos, reducción de los salarios de los funcionarios, eliminación de algunos elementos de la cartera de servicios, cambios en los baremos que se utilizan en servicios sociales, restricciones de personal en el ámbito educativo o de la empresa. Todo ello puede ser una cosa temporal, o más o menos permanente, pero en ambos casos es importante tener una profesión unida y solidaria, que permita a la psicología seguir marcando su propio camino hacia el futuro.

No me cabe la menor duda de que los distintos Colegios Autonómicos están realizando importantes esfuerzos para proteger a sus colegiados, desarrollando distintos mecanismos según su capacidad e ideario (seguro de responsabilidad civil gratuito o semi-gratuito, servicio de orientación laboral, formación gratuita, concesión de becas a parados y un largo etcétera).

Además de todo ello, es importante aunar en estos momentos, en el seno de la Organización Colegial de la Psicología (COP), el esfuerzo de las distintas asociaciones, mundo académico y profesional, en una dirección única y solidaria que nos permita no retroceder en los logros profesionales y académicos conseguidos en las últimas décadas y que han revertido en la calidad de vida y salud de las personas y de la sociedad española en general.

Desde hace «algo más de algunos meses» se ha puesto de manifiesto este esfuerzo, por poner un ejemplo, en el área de Psicología de la Educación como se ha visto en el Manifiesto en Defensa de la Profesionalidad de la Orientación Educativa firmado por el Consejo General de la Psicología, la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España, y la Asociación de Psicólogos Educativos. En el Área de Psicología de la Salud y Psicología Clínica, por poner otro ejemplo, con fecha de 10 de agosto de 2012 se ha hecho llegar al Director General de Política Universitaria del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y al Director General de Ordenación Profesional del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, sendas cartas firmadas por la Asociación Profesional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR) y por este Consejo, en el que se defiende tanto la pronta creación del Título de Psicólogo Sanitario, como la necesidad de un itinerario para acceder a la formación PIR.

Asimismo, a finales de agosto se mantuvo una reunión con el Director General de Ordenación Profesional, en la cual se trataron los diversos temas que afectan a la profesión: colegiación, petición de puesta en marcha del máster sanitario, acceso y reducción sufrida en la convocatoria de las plazas PIR, etc. En el momento de escribir este editorial, está también previsto mantener, a principios de septiembre, una reunión en el Ministerio de Educación, con D. Federico Morán (Director General de Universidades), Dª. Margarita de Lezcano- Múgica (Subdirectora General de Títulos y Reconocimiento de Cualificaciones) y D. Rafael Caballero (Subdirector General de Coordinación Académica y Régimen Jurídico) en la que se abordará en profundidad, entre otros temas, la regulación del Máster sanitario.

Para finalizar, e independientemente de la unidad y solidaridad que debemos de mostrar los profesionales de la psicología en estos momentos de crisis, es necesario que nuestra profesión esté definitivamente estructurada. Es por ello que el Consejo, junto a las Divisiones de Psicología del Deporte y de Psicología del Trabajo y los Recursos Humanos, está poniendo en marcha las Divisiones de Psicología Educativa, Psicología Jurídica, y Psicología de la Salud y Clínica, que dejarán vertebrada completamente nuestra profesión. Desde estas líneas, deseo animaros a inscribiros en ellas cuando se publiquen los plazos de inscripción, así como a participar en las actividades y premios que promueve la Psicofundación, fundación primordial de la psicología española, que impulsa y estimula la calidad profesional y la investigación de la psicología en España.

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