PERCEPCIÓN DE CONTROL Y RESPUESTAS CARDIOVASCULARES

7 Mar 2006

En último número la revista International Journal of Clinical and Health Psychology, aparece publicada una investigación bajo el título «Percepción de control y respuestas cardiovasculares». Se Ofrecen en el siguiente artículo aspectos destacados de esta investigación.

Cristina Guerrero Rodríguez es licenciada en Psicología e investigadora contratada en el Equipo de Investigación de Emociones y Psicofisiología Cardiovascular de la Universidad Jaume I de Castellón (UJI).

   

 

Francisco Palmero Cantero es catedrático de Psicología Básica en la Universidad Jaume I de Castellón (UJI).

                                      

Cristina Guerrero Rodríguez

  Francisco Palmero Cantero

Uno de los aspectos que más discusión ha suscitado en los últimos tiempos, entre quienes nos dedicamos al estudio de la emoción, tiene que ver con la eventual asociación entre percepción, valoración y respuesta fisiológica del organismo. El objetivo de nuestro trabajo ha sido establecer la existencia de una conexión entre percepción de control y responsividad cardiovascular en una situación de estrés.

La muestra la conformaron estudiantes de la Universidad de Castellón, los cuales participaron de forma voluntaria. La prueba de estrés consistió en un examen real de una asignatura de la titulación de Humanidades. A partir de aquí, lo que esperamos encontrar es que las respuestas cardiovasculares (medidas a través de la tasa cardiaca, la presión sanguínea sistólica y la presión sanguínea diastólica) dependen de la percepción de control que el individuo tiene, o cree tener, sobre la situación.

Dentro del tema del control percibido y desde el ámbito que tiene que ver con la investigación básica, cobra especial relevancia el modelo de la valoración cognitiva. Según la teoría cognitivo-conductual que trata de explicar el proceso de estrés (Lazarus y Folkman, 1986), la adaptación psicológica de las personas a nuevas circunstancias puede ser facilitada o impedida dependiendo de factores contextuales, los cuales incluyen los recursos o limitaciones personales y los ambientales. Así, la percepción de control podría ser considerada como un recurso ante la situación de estrés. Desde esta perspectiva, y teniendo en cuenta la gran relevancia de la valoración que realiza el individuo, así como de la percepción de controlabilidad sobre la situación de estrés a la que se enfrenta dicho individuo, estimamos que uno de los asuntos notables sería averiguar el papel de la variable cognitiva «percepción de control» sobre la situación, para ver cómo influye y modula las manifestaciones de determinados parámetros del sistema fisiológico de respuesta cardiovascular. Este tema nos parece interesante, pues con frecuencia se han desatendido las claras vinculaciones entre subjetividad y objetividad; en efecto, las variables fisiológicas, objetivas en sí mismas, puede que pierdan su verdadera significación si no llegamos a discernir que, en muchas ocasiones, son el simple y llano mecanismo de respuesta asociado a una interpretación, evaluación y valoración subjetivas, junto con la creencia, real o no, de que se posee o no se posee control sobre una determinada situación.

El experimento llevado a cabo en el laboratorio de Psicofisiología de las Emociones de la Universidad Jaume I de Castellón, consistía en la medición de las variables fisiológicas mientras los participantes se enfrentaban a una situación de estrés: la realización del examen. Constaba de tres fases, una primera fase de adaptación en la cual no se presentaba ningún tipo de estimulación, para tomar los valores basales del individuo en situación de reposo (10 min.); a continuación comenzaba la fase de tarea en la cual se le iban presentando los estímulos, en este caso las preguntas del examen, a razón de una pregunta por minuto (30 seg. de presentación y 30 seg. más hasta la presentación de la siguiente pregunta); y una tercera fase de recuperación, en la cual tampoco se presentaba ningún tipo de estimulación, en este caso para poder observar y estudiar el tiempo que la persona tarda en volver a sus valores basales una vez finalizada la situación de estrés. Esta última fase es fundamental de cara a la salud cardiovascular, puesto que, cuanto más tiempo permanezcan en el torrente sanguíneo las sustancias nocivas generadas por el aumento en las variables fisiológicas, tanto mayor es el riesgo de producir daños en el sistema cardiovascular.

 

En cuanto a los instrumentos, para la medición de las variables fisiológicas utilizamos el Finapres (Finger Arterial Pressure) 2300 Ohmeda, un sistema integrado con sensores específicos para cada una de las variables implicadas, que permite el registro de las mismas de una forma continua y no invasiva. Y para la medición de la variable percepción de control utilizamos un autoinforme en el cual se preguntaba al participante su grado de percepción de control de la situación (antes, durante y después de realizar la tarea experimental).

En este trabajo consideramos las puntuaciones referidas a la percepción de control «durante» la tarea experimental. A partir de los resultados obtenidos, llegamos a las siguientes conclusiones:

Por un lado, la alta percepción de control podría ser considerada como una variable que acelera la desactivación una vez ha concluido la situación de estrés. Por esa razón, parece pertinente incluir la fase de recuperación como elemento relevante en la detección del eventual riesgo de disfunciones futuras. Éste es un detalle de interés, pues, desde un punto de vista neuroendocrinológico, la respuesta asociada a las situaciones de estrés implica la activación del Sistema Simpático-adrenomedular (con la consiguiente secreción de las catecolaminas epinefrina y norepinefrina) y del Sistema Hipofisario-adrenocortical (con la secreción de cortisol). Si bien, estas sustancias son imprescindibles para que el organismo pueda llevar a cabo las actividades relacionadas con la respuesta que ofrece, pueden llegar a ser perniciosas si persisten en el torrente sanguíneo más tiempo del aconsejable.

Por otro lado, de los distintos parámetros cardiovasculares considerados en nuestra investigación, la tasa cardiaca parece especialmente válida para la fase de adaptación; la presión sistólica y la diastólica para la fase de tarea y de recuperación; más concretamente la diastólica parece especialmente válida para la fase de recuperación.

Finalmente, hemos de señalar que, bajo ciertas circunstancias, especialmente en el ámbito de la salud, la ausencia de significación puede ser tanto o más relevante como la existencia de significación. Como hemos propuesto anteriormente (Palmero y cols., 2002), en determinadas situaciones, la significación estadística es un detalle sólo relativamente importante. Así, cuando se trata de analizar aspectos relacionados con el funcionamiento vital de un organismo, la existencia de una diferencia relacionada con un riesgo, aunque no alcance la significación estadística, consideramos que ya posee en sí misma una significación funcional.

Para concluir, al hilo de lo expuesto, respecto a la implicación de la percepción de control en la funcionalidad de los perfiles psicofisiológicos, considerando los valores promediados de las variables fisiológicas a lo largo de cada una de las tres fases del registro, nuestra hipótesis hacía referencia a que el perfil psicofisiológico mostrado por los individuos que perciben control sería más adaptativo que el de los individuos que no perciben control. Como se ha señalado anteriormente, así se confirmó, presentando dicho grupo una mayor y más rápida recuperación de sus niveles basales. Queremos remarcar la vital importancia de este aspecto, ya que cada uno de los diferentes patrones de reactividad cardiovascular puede estar asociado a distintas probabilidades de sufrir trastornos en general, puesto que sus repercusiones sobre la homeostasis del organismo son apreciablemente distintas.

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