IMPULSIVIDAD, INTELIGENCIA Y RENDIMIENTO ACADÉMICO

Fàbia Morales Vives es licenciada en Psicología, profesora asociada del área de Metodología de las Ciencias del Comportamiento (Departamento de Psicología) de la Universidad Rovira i Virgili y psicóloga en ejercicio de la residencia geriátrica Riucorb.

En los últimos años hemos asistido a un progresivo auge de los cuestionarios de personalidad basados en superfactores, siendo posiblemente el modelo de los cinco factores o «big five» el más conocido y ampliamente utilizado. No obstante, distintos autores han señalado que, en muchas ocasiones, estos modelos basados en superfactores presentan una menor capacidad predictiva de la conducta que otras dimensiones relacionadas con aspectos más específicos de la personalidad. Entre dichas medidas cabe destacar el notable interés que ha despertado la impulsividad, como una dimensión de la personalidad que parece jugar un papel crucial en la predicción de distintas conductas en torno a las cuales se ha generado, así mismo, interés.

Teniendo en cuenta que los individuos impulsivos se caracterizan por presentar déficits en la inhibición de respuestas y por la búsqueda de recompensas inmediatas, en contraposición a conductas alternativas que pueden generar beneficios a largo plazo, la impulsividad se ha relacionado con comportamientos como pueden ser las conductas adictivas, la agresividad y la violencia o distintos comportamientos que implican una asunción excesiva de riesgos (Vigil-Colet y Codorniu-Raga, 2004).

Entre los distintos modelos que abordan la impulsividad uno de los más interesantes ha sido el propuesto por Dickman (1990), que distingue dos tipos básicos de impulsividad, la disfuncional y la funcional. La impulsividad disfuncional se caracterizaría por un estilo de toma de decisiones poco reflexivo, que implica una tendencia a actuar precipitadamente, sin tener en cuenta las consecuencias de las acciones. La impulsividad funcional, por su parte, es la que caracteriza a aquellos individuos que toman decisiones rápidas tan sólo en aquellos casos en que las mismas implican algún tipo de beneficio para el sujeto. De este modo, la falta de inhibición de la conducta sería una característica de ambos tipos de impulsividad pero, en el caso de la disfuncional, tendría que ver con una forma de actuar ante cualquier tipo de situación, mientras que en el caso de la funcional, tan solo actuaría en aquellos casos en que esta estrategia reportara algún tipo de beneficio para el individuo.

Uno de los ámbitos sobre los que existen pocos estudios en relación al papel de la impulsividad es el que analiza las posibles relaciones de esta dimensión con la inteligencia y el rendimiento académico. Dichos estudios parecen apuntar a la existencia de una relación negativa entre la impulsividad y el rendimiento académico, aunque no establecen claramente hasta qué punto esta relación puede venir determinada por las relaciones entre impulsividad e inteligencia.

Partiendo de este punto, nuestro estudio propone que la impulsividad disfuncional parece actuar como una variable moderadora en la relación inteligencia/rendimiento académico. En este sentido, diversas características de los individuos impulsivos, como pueden ser la utilización de estrategias inadecuadas en tareas en las que la respuesta no es obvia o la utilización de procesos de resolución de problemas inadecuados, interferirían con los procesos de aprendizaje de tal modo que, para un mismo nivel de inteligencia, implicarían menores logros. De este modo, la impulsividad no influiría directamente en la inteligencia, entendida como inteligencia general o fluida, pero sí en los resultados de la interacción entre la misma y los procesos de aprendizaje, como pueden ser la inteligencia cristalizada o el rendimiento académico.

Con la intención de contrastar esta hipótesis, nuestra investigación (Vigil-Colet y Morales-Vives, 2005) administró a 241 estudiantes de secundaria el test de Thurstone de Habilidades Mentales Primarias, la adaptación española del test de impulsividad de Dickman (Chico, Tous, Lorenzo y Vigil, 2003) y registró de forma simultánea el número de asignaturas suspendidas en la evaluación más reciente.

Los resultados no presentaron ninguna relación significativa entre las escalas con mayor saturación en inteligencia fluida del PMA (espacial y razonamiento) y las dos escalas de impulsividad. Por otra parte, todas las escalas del PMA que presentan una mayor relación con la inteligencia cristalizada (verbal, numérica y fluidez verbal) presentaron una relación significativa con la impulsividad disfuncional pero no con la funcional. Así mismo, el número de asignaturas suspendidas presentó una relación significativa con la impulsividad disfuncional, pero ninguna relación con la funcional.

Teniendo en cuenta estos resultados, aparentemente se confirma la hipótesis de partida en lo que refiere al papel que la impulsividad ejerce como mediadora entre la inteligencia de los individuos y sus logros. Además, aunque la relación observada entre impulsividad y rendimiento académico es relativamente moderada, su magnitud es superior a la obtenida habitualmente con otras dimensiones más generales de personalidad, como pueden ser la apertura a la experiencia, el neuroticismo o el psicoticismo. Finalmente, cabe señalar que las relaciones entre impulsividad y rendimiento parecen específicas de medidas de la impulsividad, como puede ser la impulsividad disfuncional y no pueden generalizarse a todos los factores de impulsividad identificados por los cuestionarios psicométricos.

El artículo completo puede encontrarse en la revista The Spanish Journal of Psychology: Vigil-Colet, A., & Morales-Vives, F. (2005). How Impulsivity is Related to Intelligence and Academic Achievement. The Spanish Journal of Psychology, 8, 199–204.