Día mundial de la salud: cobertura sanitaria universal y salud mental

6 Abr 2018

Con el lema “La salud para todos”, la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra el 7 de abril de 2018 el Día Mundial de la Salud. A través de esta campaña, la OMS solicita a los líderes mundiales que adopten un compromiso firme para implementar acciones concretas que promuevan la salud de todas las personas, garantizando una cobertura sanitaria universal (CSU).

La cobertura sanitaria universal constituye uno de los objetivos del Desarrollo Sostenible e implica que todas las personas, independientemente de su condición, puedan tener acceso a servicios de salud esenciales y de calidad, es decir, que los sistemas sanitarios permitan el acceso a tratamientos para abordar las principales causas de morbilidad y mortalidad, y que la calidad de esos servicios sea lo suficientemente buena como para mejorar la salud de las personas que los reciben.

El análisis de la situación en relación al logro de este objetivo revela que aunque se han realizado importantes progresos, todavía muchas personas quedan excluidas de esta cobertura sanitaria universal.

A este respecto, el Banco Mundial ha querido poner sobre la mesa la discriminación que sufren las personas con problemas de salud mental y la disparidad que existe entre la atención y recursos que se destinan a las enfermedades físicas frente a los trastornos mentales. Una disparidad que, de acuerdo con el Banco Mundial, no tiene justificación a la luz de los datos.

Los trastornos mentales como la depresión, los problemas de ansiedad, las adicciones, etc., contribuyen de forma notable a la carga mundial de enfermedades, situándose entre las principales causas de mortalidad prematura y discapacidad y afectando a la calidad de vida y funcionamiento de los individuos. A su vez, la ausencia de tratamiento para estos problemas de salud mental puede afectar negativamente también a la evolución y pronóstico de otras enfermedades físicas concurrentes como los trastornos cardiovasculares, el cáncer o la diabetes. Los trastornos mentales, por tanto, tienen un impacto negativo en el desarrollo económico, a través de la pérdida de oportunidades de producción y consumo tanto a nivel individual como social. Según los últimos datos aportados por el Banco Mundial, se estima que la pérdida de producción económica causada por los problemas de salud mental no tratados, resultado de la disminución de la productividad laboral, las bajas asociadas o los gastos en asistencia social, asciende a más de 10 mil millones de días de trabajo perdido anualmente (el equivalente a 1 billón de dólares al año).

Tal y como advierte el Banco Mundial, los países no están preparados para enfrentar este desafío a menudo “invisible” e ignorado. A pesar de la enorme carga social que suponen, los problemas de salud mental siguen relegados a la sombra debido al estigma, los prejuicios sociales o el temor a las implicaciones que supone su difusión (como pérdida de puestos de trabajo, desprestigio social…) o debido a la ausencia de recursos suficientes y de calidad en el sistema sanitario. Por este motivo, y para revertir esta tendencia, el Banco Mundial ha lanzado la campaña «Fuera de las sombras: hacer de la salud mental una prioridad mundial», cuyo vídeo de difusión puede verse a continuación.

La campaña pretende aumentar la concienciación pública sobre el desafío que supone la salud mental para el desarrollo de los países y sobre los costes económicos y sociales asociados a la inacción, así como fomentar la reflexión sobre los beneficios económicos y sociales de invertir en salud mental e identificar formas para que las partes interesadas actúen en todos los sectores con el objetivo de que la paridad entre los problemas de salud mental y física  sea una realidad y no un ideal distante.

Tal y como señala el Banco Mundial, para cumplir plenamente el objetivo de la cobertura universal de salud en todo el mundo, es fundamental integrar los servicios de prevención, tratamiento y atención de salud mental, junto con los mecanismos de apoyo psicosocial, en programas accesibles de prestación de servicios sanitarios y asignándoles la correspondiente protección financiera. Además, los responsables sanitarios y líderes políticos deberían identificar los «puntos de entrada» en todos los sectores para ayudar a abordar los factores sociales y económicos que contribuyen al inicio y la perpetuación de los trastornos de salud mental y establecer las siguientes líneas prioritarias de actuación:

  • Aumentar visiblemente los recursos destinados a la atención a los trastornos mentales, tanto a nivel nacional como internacional (incluido en el ámbito de la migración, la ayuda humanitaria, la inclusión social y la reducción de la pobreza, y la protección de los derechos humanos y la cobertura universal de salud. A este respecto, el Banco Mundial advierte de que se necesita un fuerte liderazgo para hacer de la salud mental una prioridad, comprometerse con servicios innovadores y de calidad, canalizar recursos hacia los sistemas de salud mental y fortalecer los servicios comunitarios.
  • Introducir o reforzar los programas que promuevan y protejan el bienestar mental en los servicios generales de salud (atención integrada), en el ámbito escolar y en los planes de estudio (habilidades para la vida) y en el ámbito laboral, así como promover una mejor coordinación entre estos sectores.
  • Destinar recursos adicionales para implementar programas comunitarios de salud mental y fortalecer el tratamiento general de los trastornos mentales como parte de la realización progresiva de una cobertura sanitaria universal.

En definitiva, el Banco Mundial pretende que la salud mental deje de considerarse un sector periférico y pase a ocupar el centro de la agenda mundial para el desarrollo. Invertir en acciones para mejorar el tratamiento a los problemas de salud mental, lejos de ser un gasto económico, supone invertir en capital humano, lo que repercute positivamente a medio y largo plazo en la mejora del desarrollo y progreso económico de los países.

Fuente:

Banco Mundial

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