Análisis de los problemas de conducta en la infancia, nuevo informe del Centre for Mental Health

10 Dic 2018

1 de cada 12 niños de entre 3 y 14 años, presenta un alto riesgo de desarrollar problemas graves de conducta. Muchos de estos niños experimentan también otros problemas de salud mental concurrentes, como hiperactividad, ansiedad o depresión. Asimismo, los niños con problemas graves de conducta están expuestos a múltiples riesgos desde el nacimiento, incluyendo: riesgos socioeconómicos, riesgos relacionados con la familia/padres y riesgos relacionados con los niños (por ej., retraso en el desarrollo, temperamento “difícil”).

Estas son las principales conclusiones recogidas en el nuevo informe publicado por el Centro para la Salud Mental de Reino Unido (Centre for Mental Health) junto con el Colegio Universitario de Londres (University College of London), a través del cual analiza el comportamiento de los niños y los problemas de conducta infanto-juveniles.

El informe se basa en datos extraídos del Estudio Cohorte Millenio (Millennium Cohort Study-MCS) -estudio longitudinal que sigue a una gran muestra de niños nacidos en el Reino Unido entre septiembre de 2000 y enero de 2002-, para explorar tres aspectos fundamentales:

1. El curso de los problemas de conducta en la infancia en función del género

Se analizaron en función del género los problemas, según el momento y la persistencia de los mismos, hallando 4 grupos con distinta trayectoria en su desarrollo:

– El 54% de los niños y el 78% de las niñas presentan un bajo riesgo de problemas graves de conducta en todas las edades, de 3 a 11 años.

– Alrededor del 8% de los niños y el 5% de las niñas tienen un riesgo de problemas graves de conducta que es elevado a los 3 años y sigue siendo alto en todas las edades, hasta los 11 años.

– El 35% de los niños y el 10% de las niñas presentan un alto riesgo de problemas graves a los 3 años, que va decreciendo en edades posteriores.

– El 3% de los niños y el 6% de las niñas tienen un bajo riesgo de problemas graves a los 3 años, que se va incrementando con la edad.

Al valorar las posibles asociaciones entre los distintos riesgos a los que los niños están expuestos en la infancia y sus consecuencias, se encontró que:

– Los niños y niñas que desarrollan problemas de conducta a edades muy tempranas tienen una mayor probabilidad de haber estado expuestos desde un inicio temprano a múltiples riesgos, que aquellos pertenecientes al grupo de problemas bajos y aquellos cuyos problemas comenzaron durante sus años de escuela primaria.

– Los niños parecen más sensibles que las niñas a los factores de riesgo tempranos relacionados con los padres, como, por ejemplo, monoparentalidad, bajo apego materno y/o negligencia.

– En el caso de los niños, se observa una fuerte relación entre un retraso en el desarrollo temprano y el curso y persistencia de los problemas de conducta, mientras que entre las niñas se da una mayor asociación entre problemas de conducta y aspectos del temperamento infantil.

– Se encontró que los bajos ingresos familiares a los 9 meses son el único factor de riesgo individual común para niños y niñas que se asocia con problemas de conducta preescolar que persisten, en lugar de resolverse.

2. El desarrollo de los problemas de conducta y el impacto de múltiples riesgos a lo largo del tiempo

Se extendió el análisis hasta la edad de 14 años para observar la evidencia de problemas graves de conducta durante la educación secundaria. Igual que en el punto anterior, los datos mostraron cuatro trayectorias distintas en el curso de estos problemas:

– En el 56% de los niños de entre 3 y 14 años el riesgo de problemas graves de conducta es bajo.

– El 8% de los niños tiene un alto riesgo de presentar problemas graves de conducta en todas las edades.

– El 23% de los niños presenta un riesgo de moderado a alto de desarrollar problemas graves de conducta a los 3 años, que disminuye rápidamente a un riesgo bajo.

– En el 13% de los niños, el riesgo de problemas graves de conducta oscila de bajo a moderado entre los 3 y los 7 años, aumentando sustancialmente a los 14 años.

Se analizaron los distintos riesgos a los que los niños estuvieron expuestos durante la infancia de manera persistente o intermitente, y las consecuencias de estos riesgos en niños de 9 meses y 3, 5, 7, 11 y 14 años, encontrando que:

– El impacto del riesgo socioeconómico (por ej., pobreza, viviendas inseguras…), parece ser mucho mayor en los primeros años de vida, que en la infancia y la adolescencia.

– Los riesgos familiares, como enfermedades físicas o mentales de los padres, tienen un impacto modesto pero significativo en la mayoría de las edades.

– Los problemas de salud mental en la infancia y la baja capacidad cognitiva y verbal, muestran un impacto sistemáticamente mayor que cualquier otra categoría o tipo de riesgo.

– Los niños cuyos problemas comienzan temprano y persisten hasta los 14 años muestran mayores posibilidades de haber estado expuestos a riesgos más severos y duraderos durante su infancia y adolescencia temprana.

– Entre aquellos cuyos problemas comenzaron temprano pero no persisten, la probabilidad de haber experimentado riesgos clave después de los 7 años es significativamente menor.

– Los niños cuyos problemas se desarrollan por primera vez durante sus años escolares han enfrentado riesgos mucho mayores a los 3 años que aquellos que se encuentran en el grupo de problemas bajos.

3. El curso de los problemas de conducta y los problemas de salud mental concurrentes

A la luz de la importancia de los problemas de salud mental concurrentes, se analizó el desarrollo de 4 tipos de problemas: problemas de conducta, hiperactividad/falta de atención, problemas emocionales como la ansiedad y problemas de relación con los compañeros.

Se identificaron cuatro grupos distintos según la presencia o no de problemas de salud mental concurrentes entre las edades de 3 y 11 años:

– El 52% de los niños de entre 3 y 11 años, presenta niveles consistentemente bajos de los cuatro tipos de problemas: es el grupo de «bajos problemas».

– El 27% tiene problemas de conducta e hiperactividad de leves a moderados, y bajos problemas emocionales y de relación: es el grupo de “externalización moderada y baja internalización”.

– El 12% revelaba problemas emocionales y entre iguales, de leves a moderados, y niveles bajos de problemas relacionados con la conducta y la hiperactividad: es el grupo de “internalización moderada y de baja externalización”.

– El 8% tiene dificultades de moderadas o graves en los cuatro problemas en todas las edades: el grupo de «problemas altos y persistentes».

De cara a evaluar el impacto de la exposición al riesgo, se analizó una amplia gama de factores de riesgo tempranos, en su mayoría a los 9 meses de edad, encontrando que:

– En general, la asociación con los factores de riesgo tempranos identificados es más fuerte para los niños en el grupo de «problemas persistentes» que para los niños de cualquier otro grupo.

– La probabilidad de que un niño presente “problemas altos y persistentes” se asocia con múltiples factores de riesgo de aparición temprana, incluyendo, entre otros, riesgo socioeconómico (ej., condiciones de vivienda adversas), depresión materna, la calidad de la relación padre-hijo, retraso del desarrollo y baja capacidad cognitiva y verbal.

Todos estos factores de riesgo se observan también en los grupos de «problemas moderados», junto con otros riesgos, como por ejemplo, vivir en una familia monoparental, que se asocia con una «internalización moderada y externalización baja».

– Se hallaron algunos factores con el potencial de proteger contra la posibilidad de desarrollar problemas de salud mental concurrentes, entre ellos, la capacidad cognitiva y verbal y, en menor medida, el calor parental y los hábitos y rutinas en la infancia. Entre los niños y las niñas, el estatus de minoría étnica también aparecía como un factor protector.

El documento concluye indicando que los resultados muestran que al menos la mitad de los niños mostraron buena salud mental hasta los 11 o 14 años, pero una minoría significativa de alrededor del 8% mostró problemas de conducta persistentes, que tienden a asociarse con otros problemas de comportamiento o emocionales. Según los autores del estudio, desde una edad temprana, los niños de este último grupo se han enfrentado a riesgos y desigualdades importantes (muchos de ellos, susceptibles de intervención), que socavan su bienestar actual y futuro.

Atendiendo a los elevados costes personales y económicos de los problemas de salud mental infanto-juvenil, especialmente los problemas de conducta, el informe pone de relieve la importancia de emprender medidas tempranas eficaces para la prevención y/o intervención, estableciendo las siguientes recomendaciones:

– El Gobierno debe tomar medidas contra la pobreza infantil y la inseguridad de las viviendas, en aras de “proteger a los niños contra los múltiples y persistentes problemas de salud mental”.

– Las autoridades locales de los departamentos de salud pública deberían trabajar de forma conjunta con profesionales de la salud y de la educación para mejorar la identificación y reducción de los factores de riesgo clave que determinan la probabilidad de que los niños desarrollen de forma temprana problemas de salud mental, estableciendo propuestas para brindar apoyo a las familias y a los centros educativos.

– El Gobierno debería invertir en intervenciones basadas en la evidencia para apoyar la crianza positiva de los hijos, incrementando la disponibilidad de los programas aprobados por el NICE y garantizando que estas intervenciones estén bien implementadas y dirigidas adecuadamente a las familias con mayores necesidades.

– Los Sistemas de Salud deberían garantizar que los «equipos de apoyo a la salud mental» de los centros educativos prioricen a los niños con problemas graves de conducta y múltiples problemas de salud mental, ayudando a las familias a acceder a intervenciones basadas en la evidencia, y trabajando con ellas y el personal educativo para concienciar sobre el modo de apoyar eficazmente a estos niños.

– El Sistema Sanitario debería continuar mejorando la calidad del apoyo disponible para las madres, los padres y los niños afectados por los problemas de salud mental de sus padres, asegurando a los padres un rápido acceso a terapias psicológicas eficaces, priorizando un enfoque de «pensamiento en familia» tanto en los servicios de salud mental de adultos como infanto-juveniles, y apoyando a las escuelas y los servicios para que detecten cuando un niño está afectado por los problemas de salud mental de los padres.

– El Instituto Nacional de la Excelencia para la Salud y la Atención del Reino Unido (National Institute for Health and Care Excellence, NICE) debería desarrollar una guía orientada a la mejora de la comprensión de las intervenciones eficaces para niños con múltiples problemas de salud mental.

El informe completo (en inglés) se encuentra disponible en la página Web del Centro para la Salud Mental, o bien directamente a través del siguiente enlace:

Children of the millennium: understanding the course of conduct problems during childhood

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