ESCUELA DE PADRES: LA TAREA DE EDUCAR A LOS HIJOS/AS

8 May 2006

El pasado 26 de abril, se presentaba ante los medios una colección de cuadernillos que, bajo el nombre genérico de Escuelas de Padres, pretende ofrecer una herramienta útil para madres y padres, aportando consejos prácticos acerca de la educación de sus hijos, con una edad comprendida entre los cero y los tres años. Alrededor de 6.000 pediatras distribuirán estos libros en las consultas de Atención Primaria de todo el país.

Ángela Bartolomé, autora de estos materiales educativos, habla para los lectores de Infocop Online acerca del papel de la Psicología en el ámbito educativo, partiendo de sus más de 20 años de experiencia profesional. Desde su propuesta educativa, Escuela de Padres, la autora ofrece diferentes claves desde las cuales, tanto padres como madres, pueden educar a sus hijos de manera adecuada, utilizando las herramientas y los conocimientos que la Psicología puede aportar en este campo. La autora concluye con aquellos aspectos que, desde su punto de vista, son los más destacados y define el papel de la Psicología en el ámbito escolar, poniendo énfasis en la prevención, la evaluación y la intervención. 

 

Ángela Bartolomé

Ángela Bartolomé García desempeña su labor profesional en la clínica privada Alba Psicólogos desde 1986, desarrollando tareas de evaluación y tratamiento clínico y escolar. Desde la misma fecha, trabaja en diversas escuelas infantiles, impartiendo el modelo educativo denominado Escuelas de Padres. Igualmente realiza asesoría psicológica y familiar en radio (Rk80) y en televisión (El Corredor del Henares). Es autora de Escuela de Padres, editado por laboratorios Lutsine.

Ángela Bartolomé García

Escuela de Padres es un proyecto que nace con la vocación de ayudar a los padres y madres de hoy a afrontar la tarea de educar a sus hijos: comprender por qué actúan de una determinada manera, y saber solucionar de forma autónoma los pequeños conflictos que surgen en el día a día.

En mis años de trabajo, he llegado a la conclusión de que los padres son perfectamente capaces de afrontar, resolviendo con éxito, las pequeñas dificultades que les van planteando sus hijos. Mi labor, como psicóloga, es orientarles sobre las preguntas que se deben hacer o qué aspectos tienen que observar, dónde tienen que mirar, etc. Y una vez que disponen de esta información, ellos deben adaptarla tanto a sus hijos, como a la situación concreta.

En un primer momento, es esencial hacer conscientes a padres y madres de que la conducta de sus hijos es modificable, que se puede cambiar; cosa que muchos de ellos se cuestionan como algo imposible, ante las dificultades que tienen que afrontar. A continuación, es necesario que los padres y las madres reflexionen sobre el estilo educativo que suelen seguir con más frecuencia, haciéndoles conocedores de sus ventajas e inconvenientes. Y posteriomente, plantearles la existencia del modelo educativo propuesto por la Escuela de Padres, contándoles también sus ventajas y algún que otro inconveniente, en cuanto al aprendizaje que supone y la tarea de cambio consecuente (cuadernillo uno).

Hay que enseñar a los padres las consecuencias que tiene el hecho de que sus palabras no vayan acompañadas de acciones concretas; de cómo sus palabras se quedan vacías, sin contenido; de cómo sin quererlo, fomentan la «sordera conductual»; de por qué las palabras de los padres pierden credibilidad, y el sentido de autoridad no existe en el niño. En este sentido, los padres entienden «el por qué» y entonces pueden disponer de recursos para afrontar las situaciones, construyendo.(cuadernillo dos).

Últimamente se habla mucho en los medios de comunicación, en la calle… que la falta de límites está generando problemas muy serios. Los padres se sienten presionados para poner a sus hijos estos límites, pero tampoco saben cómo hacerlo; en algunos casos lo hacen de forma indiscriminada y desde un modelo autoritario; en otros casos lo intentan, viéndose sobrepasados y vuelven al modelo permisivo. En estos casos, les decimos lo que no tienen que hacer, lo que no es correcto. A veces les decimos lo que hay que hacer, pero no les explicamos porqué hay que hacerlo y cómo hay que hacerlo. Por poner un ejemplo, es como si estás comiendo la sopa con tenedor y te dicen que la sopa no se come con tenedor; con suerte te dicen que la comas con cuchara, pero no te dan la cuchara y tampoco te explican porqué se come la sopa con cuchara. Yo propongo explicarles detalladamente porqué la sopa se come con cuchara y además enseñarles a construir la cuchara.

Hay que poner limites, pero desde el análisis. ¿Y si enseñamos a los padres? Es fácil, ellos aprenden con mucha rapidez, están muy motivados para hacerlo. Les enseñamos que toda conducta tiene una finalidad, que sólo existen cuatro finalidades, a saber: atención, revancha, poder y autosuficiencia. Si la conducta de nuestro hijo es positiva, debemos «alimentar» dicha finalidad, para que aumente la probabilidad de su repetición y, por el contrario; si la conducta es inadecuada, basta con no darle su finalidad, para que ésta tienda a disminuir (cuadernillo uno).

En ocasiones, es necesario aplicar consecuencias (lógicas, naturales, opciones limitadas…); hay que elegirlas bien, en base al análisis anterior, y se deben aplicar de formas muy concretas (teniendo en cuenta la edad del niño, el comportamiento anterior,…) (cuadernillo tres).

Y por último, el cuadernillo cuatro se centra en la comunicación entre padres e hijos; en cómo elogiar, estimular, trasmitir normas,… y aplicar todo lo dicho desde el respeto y el amor.

También es importante trasmitir a los padres las siguientes ideas:

La educación de un hijo es una tarea complicada y difícil, pero se puede simplificar mucho más de lo que creemos y éste es uno de los errores que cometemos: pensar que es muy difícil y que no lo vamos a hacer bien. En mi opinión, dentro de su complejidad, la educación de un hijo es bastante más sencilla de lo que pensamos y si tuviéramos una formación y unos conocimientos adecuados, podríamos simplificar esta tarea.

El segundo error que se suele cometer es que reaccionamos y no actuamos con los hijos; es decir, constantemente partimos de reacciones. Por ejemplo, si nuestro hijo no quiere lavarse los dientes o no quiere comer, reaccionamos repitiendo, rogando, sermoneando… y diciendo todos los días lo mismo. Esto es un error y lo que hay que hacer es pararse a pensar, analizar y elegir una forma de actuar, porque puedes pasar años repitiendo lo mismo y no conseguir nada.

Otro error es que esa forma de reaccionar la hacemos desde el enfado (muchas veces porque partimos de un modelo permisivo autoritario) y no conseguimos que el niño obedezca. Entonces, poco a poco nos vamos enfadando más y no hablamos con serenidad y tranquilidad, lo cual, considero que es un error bastante importante.

Este proyecto de Escuela de Padres está basado es un pequeño resumen de la escuela que yo vengo impartiendo en los centros escolares donde trabajo, desde hace 20 años. El programa tiene una duración de veinte horas aproximadamente y a lo largo de ellas, se va creando un ambiente positivo, donde creo que los padres deben sentirse identificados y comprendidos, para así poder construir. Creo que la crítica negativa, voraz y destructiva que se está haciendo hoy en día de los padres y las madres, no los prepara para su labor; muy al contrario, los confunde, desalienta y les crea todo tipo de dudas. Los psicólogos debemos dar respuestas concretas y apoyar a los padres en su gran tarea.

Pero hay que apoyarles desde la formación, si entienden los porqués de las conductas de sus hijos, están en una posición cómoda y segura para responder. Estamos hablando de conductas cotidianas, que no implican ninguna patología. Los psicólogos, cuando escuchan a un padre, un pequeño problema de conducta: «no se quiere ir a la cama»; realizamos las preguntas pertinentes, que nos llevan a un análisis, buscamos saber cuál es la finalidad del niño, necesitamos saber cómo responde el padre para conocer qué está alimentando o manteniendo esas conductas… Pues bien, si madres y padres cuentan con las herramientas y los conocimientos adecuados, pueden resolverlo de forma autónoma. Y que acudan al psicólogo para resolver problemas complejos y patologías concretas. Trabajemos desde la prevención.

Una tarea muy similar realizo con las educadoras, las apoyo en la resolución de los problemas que surgen en el aula, juntas buscamos soluciones. Pero desde el mismo marco, desde la observación y el análisis, teniendo ellas un papel activo.

El papel de un psicólogo en una escuela infantil puede ser muy importante, sobre todo, en las siguientes áreas:

  • Detección de retrasos madurativos, dificultades de aprendizaje, problemas conductuales… Con su posterior derivación, en aquellos casos que sea necesario.

  • Detección y, en su caso, corrección de modelos educativos no adecuados (sobreprotección, inhibicionismo, etc.).

  • Formación a padres en pautas educativas correctas.

  • Trabajo conjunto con educadoras y educadores, optimizando su tarea y favoreciendo un clima positivo y estimulador en el aula.

  • Colaborando en la creación con educadoras y educadores de una programación didáctica, adecuada y ajustada a las necesidades y potencialidades de cada niño.

  • Primera toma de contacto de los padres con el mundo de la psicología. En este sentido, la relación debe ser cercana y útil.

  • Trabajo dirigido a la prevención, fomentando dinámicas familiares saludables. Favoreciendo, por tanto, el crecimiento del niño en ambientes positivos y estimuladores.

Trasmitir a los padres y las madres cercanía, apoyo, comprensión, etc. es la primera labor del psicólogo; para que ellos te cuenten y de ese modo, poderles enseñar que ellos tienen todas las respuestas. Sólo hay que ayudarles a mirar hacia la dirección adecuada, tal y como una vez me dijo un padre «Ángela, en realidad no nos cuentas nada del otro mundo, pero a la vez es muy sorprendente lo que nos dices, a mi me has colocado el armario». Utilicemos los conocimientos que nos ha dado la Psicología sobre la conducta humana para hacerles reflexionar, que es el primer paso para aprender. Ellos ya ponen el amor. 

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