ISAAC AMIGO Y JOSÉ ERRASTI: “EL PROBLEMA DE LA OBESIDAD INFANTIL HA DE SER ABORDADO CONJUNTAMENTE POR NUTRICIONISTAS Y PSICÓLOGOS”

22 Dic 2006

Isaac Amigo y José Errasti

Universidad de Oviedo

Los profesores de la Universidad de Oviedo Isaac Amigo y José Errasti, pertenecientes al Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, acaban de publicar «Quiero chuches», un libro sobre técnicas eficaces para combatir la obesidad y el sobrepeso infantil. Con tal motivo Infocop Online mantuvo una charla con ellos sobre este asunto de tan notoria actualidad.

Como punto de partida, ¿cuál es la idea central de «Quiero chuches»?

Básicamente es un libro que nace de la insatisfacción que nos producía ver cómo el tema de la obesidad y el sobrepeso infantil se estaba abordando desde una lógica muy limitada, como si se tratara de un asunto exclusivamente nutritivo, como si los nutricionistas tuvieran la palabra única y final al respecto.

Según esto, un enfoque de la obesidad infantil desde un punto de vista nutricionista será forzosamente un enfoque muy limitado…

 

Isaac Amigo y José Errasti

Claro, nunca ha existido una sociedad cuyos habitantes tengan tanta información sobre nutrición como la nuestra, y, al mismo tiempo, nunca ha habido una sociedad que tenga peores hábitos de alimentación, -no forzados por carencias económicas, claro está-, que la nuestra. Ésa es la paradoja. Términos científicos como «calorías», «hidratos de carbono», «proteínas» o «vitaminas» casi se han convertido en términos habituales entre todos nosotros, pero eso no se ha traducido en que nosotros mismos o nuestros hijos hayamos empezado a comer como los expertos en nutrición recomiendan. Es algo que los psicólogos sabemos desde hace mucho tiempo: la mera información no cambia las conductas, sobre todo cuando esa información es probabilística y se refiere a efectos muy demorados en el tiempo. Saber que algo no se debe hacer no significa saber cómo no hacerlo. Y ahí es donde los psicólogos podemos colocar la pieza que le falta al enfoque nutricionista de la obesidad infantil.

Porque libros nutricionistas sobre la obesidad infantil ya hay muchos.

Sí, y dicen que los niños deben acudir por las mañanas a la escuela habiendo realizado un desayuno adecuado. Y los padres saben que los niños deben acudir por la mañana a la escuela habiendo realizado un desayuno adecuado. Y los niños no acuden por la mañana a la escuela habiendo realizado un desayuno adecuado. Y también dicen que los niños deben comer frutas y verduras, y los padres lo saben, pero sus hijos no las comen. Y lo mismo ocurre con el consejo de no practicar un ocio sedentario y con tantas cosas más. En este sentido, «Quiero chuches» no es un libro más sobre consejos de nutrición y dietética aplicados a la infancia, sino que es un manual de educación que no se centra tanto en qué deben comer los niños como en enseñar herramientas a los padres para que sus hijos coman mejor.

Así que «Quiero chuches» está centrado en la conducta de comer.

 

Somos psicólogos, estudiamos el comportamiento. La parte central del libro está dividida en dos grandes capítulos. El primero realiza un listado de nueve hábitos de comportamiento que la investigación demuestra que están vinculados a la obesidad y el sobrepeso infantil. Pero, tal y como estamos diciendo, no basta con saber qué es lo que no se debe hacer para no hacerlo, de forma que el segundo gran capítulo enseña cómo enseñar hábitos alternativos a ésos que pretendemos combatir, qué técnicas educativas son más eficaces, cómo pueden los padres utilizar su actividad como padres para este fin.

¿Cuáles son esos nueve hábitos?

En el libro aparece descrito con detalle cuáles son y cómo se relacionan con la obesidad. Brevísimamente, únicamente por que queden mencionados aquí, podríamos nombrarlos: serían los hábitos de comer viendo la televisión, de tener horarios irregulares en la comida y abusar del picoteo entre horas, de comer solo, de saltarse sistemáticamente el desayuno, de comer únicamente lo que le gusta al niño, de dormir poco, de utilizar la comida para aliviar el aburrimiento, o para superar la ansiedad y la depresión. Por último, también es importantísimo que el niño se acostumbre a practicar un ocio activo, o, al menos, en el que se alternen prácticas sedentarias con otras que lleven incorporada una cierta cantidad de ejercicio físico.

¿Y cómo se enseñan estas conductas?

No es fácil, supone esfuerzo y la práctica de unos principios educativos de forma sistemática, coherente y continuada a lo largo del tiempo. Es difícil encontrar principios generales que se puedan exponer en pocas líneas. Por ejemplo, en el terreno de la educación de los hábitos alimenticios aparece con frecuencia una cuestión propia de toda la educación infantil: en infinidad de momentos los padres tienen que elegir entre algo cómodo para ellos y para los niños a corto plazo, y algo bueno a largo plazo aunque molesto de forma inmediata. Padres e hijos se guían por distintos plazos: si el niño no quiere las espinacas es porque no quiere sentir ese sabor en su boca aquí y ahora, si el padre quiere que las coma es porque quiere que el niño está bien nutrido durante las próximas semanas y que el niño se vaya acostumbrando a todo tipo de sabores, lo que le traerá innumerables ventajas a largo plazo. El problema es que para los padres también es lo más cómodo a corto plazo ceder a las exigencias de los niños. Pero así no hay forma de educar hábitos alimenticios adecuados a largo plazo.

¿Y hasta qué punto la obesidad infantil es un problema con raíces sociales?

Hasta gran punto, claro está. Basta consultar las curvas de crecimiento de la obesidad y el sobrepeso infantil en los diferentes países occidentales para comprobar que se trata de un problema de salud pública vinculado a la estructura socioeconómica del Primer Mundo actual. Sobre todo en relación a dos aspectos: las ideologías hedonistas que se centran en la obtención de sensaciones agradables inmediatas en todo momento y las nuevas formas de emplear de ocio, centradas en el consumo hasta el punto de que los centros comerciales se han convertido en los nuevos lugares a donde se va a pasar el tiempo libre. Justamente por ello, «Quiero chuches» termina con un capítulo en donde se pretende ofrecer una serie de reflexiones que complementan el análisis individual que se ofreció en los capítulos anteriores. El problema de obesidad y el sobrepeso infantil está íntimamente relacionado con el consumismo y las degeneraciones de la idea de felicidad tan propias de nuestra época en nuestro mundo. Esta es la tesis, y en el libro la justificamos. Pero que este problema de salud tenga raíces sociales no impide que padres responsables tengan en sus manos las herramientas necesarias para conseguir que sus hijos no sufran el problema.

Pues hasta aquí llega esta charla, ¿queréis añadir algo más?

Nada especial. Solamente agradeceros el interés que os habéis tomado. Esperemos que esta charla ponga su grano de arena en la difusión de estas ideas.

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