EL PAPEL DEL PADRE EN LA DINÁMICA FAMILIAR

29 Ene 2007

Sagrario Yarnoz

Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea

Hace 30 años Michael Lamb, un psicólogo estadounidense, escribió un artículo en el que formulaba su creencia de que los padres eran los contribuyentes olvidados al desarrollo del niño. Indudablemente, ser madre está marcado por condicionantes biológicos, mientras que ser padre es un constructo cultural, sensible al modo de pensar y a las condiciones de una sociedad en un momento determinado. Éstas son cambiantes y el papel asignado al padre también. Así, podemos constatar cómo el ideal sobre el padre ha cambiado a lo largo de los últimos dos siglos desde el padre distante, proveedor del sustento de la familia, al padre implicado que juega con sus niños y les cambia los pañales.

Las mujeres están mejor preparadas para hacerse cargo de los niños

 

Durante mucho tiempo ésta ha sido una afirmación absolutamente incontestada: puesto que el padre trabaja fuera de casa, cuidar a los hijos es trabajo de las madres. Un trabajo sagrado, para el cual están especialmente preparadas las mujeres. Esta situación permaneció inmutable hasta los años 60, en que la naciente extensión del movimiento feminista puso en cuestión una serie de principios relacionados con el reparto de poder y responsabilidades, no sólo dentro de la familia, sino desde un punto de vista más general.

Pero el movimiento feminista no fue el único factor responsable de ese cambio. También han contribuido los cambios en el perfil demográfico de las familias actuales, el aumento del empleo materno y su impacto en la repartición de las labores domésticas y, finalmente, los debates sobre el bienestar de los niños, especialmente en situaciones de divorcio y separación.

La sacralización de la maternidad y la presión social ejercida durante siglos hacia las mujeres para conseguir una dedicación exclusiva a la prole, han tenido consecuencias nefastas, no sólo para las madres que trabajan (actualmente una mayoría) sino también para los padres. Recientemente se han publicado estudios que muestran cómo las madres, y en menor medida también los propios padres, presentan un cierto grado de ambivalencia hacia una mayor implicación masculina en el cuidado y la educación de los niños. Es el fenómeno conocido como gatekeeping, traducible como portero o guardabarrera. Podría ser descrito como una serie de creencias, actitudes y comportamientos que inhiben la colaboración entre hombres y mujeres, limitando con ello las oportunidades de realizar una repartición más satisfactoria del trabajo doméstico. La ambivalencia y los problemas sobre la identidad como madre están presentes en el gatekeeping, así como la desconfianza en las habilidades de los padres para desenvolverse adecuadamente en el ámbito doméstico.

¿Es la paternidad importante para los hombres?

En cualquier caso, existen pocos estudios centrados en la importancia que los propios padres otorgan a la paternidad y cómo afecta a sus vidas. En un estudio realizado en EEUU en 2001 encontraron que la influencia que la paternidad tenía en las vidas de los hombres no estaba relacionada simplemente con el hecho de ser o no ser padres, sino que dependía del contexto dentro del que ejercían su paternidad. Así, existía poca diferencia entre padres y no padres en aspectos relacionados con la salud psíquica o física, pero sí observaron diferencias en la conducta social, familiar y laboral. Padres en diferentes situaciones mostraban distintos niveles de implicación, siendo los más implicados aquellos que vivían con sus propios hijos. Y había poca diferencia entre los hombres que no eran padres y aquellos cuyos hijos vivían en otra parte (por separación de la madre, o porque los hijos ya eran mayores) en cuanto a sus conexiones sociales o su conducta laboral.

Los padres y el divorcio

El conflicto marital (que puede o no terminar en divorcio) influye negativamente sobre diversos aspectos de la efectividad parental (uso de métodos disciplinarios duros, niveles bajos de implicación) tanto en padres como en madres, aunque afecta más a los padres.

 

La implicación paterna tras el divorcio está mediatizada por los procesos del duelo y pérdida con respecto a los niños. El divorcio, especialmente cuando los hijos residen en otra parte, aumenta la ambigüedad del rol del padre, así como la frustración derivada de la falta de control sobre los mismos, y subyace a la menor implicación paterna constatada en esta situación.

El impacto de las secuelas del divorcio en la calidad y cantidad de las relaciones padre-hijo/a muestra que, en general, existe un descenso en la cantidad del tiempo que los niños pasan con el padre (que suele ser el cónyuge no residente tras el divorcio) así como en la calidad de las mismas (con una fuerte tendencia a ser recreativas más que instrumentales). Desgraciadamente, en comparación con los padres que viven en casa, los padres separados más que ayudar a sus hijos con las tareas escolares, marcar reglas o supervisar su comportamiento, se limitan a pasar ratos de ocio juntos, lo cual no necesariamente garantiza un impacto positivo sobre el desarrollo del niño.

El artículo original puede encontrarse en la revista Anales de Psicología: Yarnoz, S. (2006). ¿Seguimos descuidando a los padres? El papel del padre en la dinámica familiar y su influencia en el bienestar psíquico de sus componentes. Anales de Psicología, 22 (2),175.185.

Sobre la autora:

Sagrario Yarnoz es Psicóloga, Profesora titular de la Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea. Investiga en el tema del Apego y las Relaciones Interpersonales y es Presidenta de la Sección Iberoamericana de la International Attachment Network. Autora de diversas publicaciones, actualmente trabaja sobre el tema del divorcio, las relaciones entre los ex cónyuges y el papel del padre. Colabora con Kidetza, la Federación de Euzkadi de madres y padres separados.

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