LOS EFECTOS DE EXPERIMENTAR ESTADOS EMOCIONALES COMPLEJOS

27 Abr 2007

Gonzalo Hervás y Carmelo Vázquez

Universidad Complutense de Madrid (UCM)

El estudio de los procesos emocionales y sus disfunciones es una asignatura pendiente en la investigación en psicopatología. En la depresión por ejemplo, a pesar de que uno de los síntomas centrales del trastorno es la desregulación en el estado de ánimo, los estudios sobre el papel de los procesos emocionales en estas disfunciones son aún sorprendentemente escasos. Dentro de este contexto, ha aparecido el constructo denominado complejidad emocional, que se ha definido como la tendencia a experimentar de forma simultánea numerosas emociones negativas. La investigación previa ha mostrado que la complejidad emocional parece ser un factor clave para comprender el origen de las respuestas rumiativas que, como a continuación veremos, es uno de los factores que más importancia han demostrado tener en los procesos de vulnerabilidad a la depresión.

El estilo rumiativo es el elemento central de la teoría de los estilos de respuesta a la depresión (Nolen-Hoeksema, 1991). Esta teoría afirma que la forma en que las personas responden a los primeros síntomas depresivos influye de una forma determinante en la duración e intensidad de éstos. En concreto, aquellas personas que se enzarzan en rumiaciones, centrando su atención en sus síntomas, o en las posibles causas y consecuencias de los mismos, sufrirán durante más tiempo los efectos del estado de ánimo depresivo que aquellos que se distraigan de los mismos (Nolen-Hoeksema, 1991).

 

La investigación, tanto longitudinal como experimental, ha demostrado que las personas con un estilo de respuesta rumiativo tienen más probabilidades de intensificar su estado de ánimo depresivo, pudiéndose llegar en muchos casos a desarrollar una depresión clínica. Asimismo, se han observado numerosas consecuencias negativas de la actividad rumiativa como, por ejemplo, una mayor tendencia a elaborar atribuciones negativas, un mayor pesimismo, una peor capacidad para resolver problemas, etcétera.

En cuanto a los precursores de las rumiaciones, la teoría inicial sugería que el estilo rumiativo podría ser aprendido a lo largo del desarrollo evolutivo de los modelos disponibles (Nolen-Hoeksema, 1991), aunque este aspecto aún no ha sido demostrado. Por otra parte, otros autores han propuesto que algunas personas perciben cierta utilidad en el proceso rumiativo, pues creen que rumiar les ayuda a mejorar la comprensión acerca de sí mismos o a resolver los problemas que les generan malestar (Papageorgiou y Wells, 2003; Watkins y Baracaia, 2001). Sin embargo, esta explicación podría ser una justificación ad hoc que se dan a sí mismas estas personas para explicarse su propia conducta. En cualquier caso, y aunque estas creencias puedan favorecer la aparición y el mantenimiento de estas respuestas rumiativas, es probable que éste no sea el único factor que esté en la base de las rumiaciones.

 

De hecho, otros autores han sugerido que el estilo rumiativo podría ser la vía por la cual el neuroticismo genera una mayor vulnerabilidad a la depresión. En este sentido, dos investigaciones longitudinales han demostrado que el estilo rumiativo aparece como el mecanismo por el cual el neuroticismo genera aumentos en sintomatología depresiva a lo largo del tiempo (Nolan, Roberts, y Gotlib, 1998; Roberts, Gilboa y Gotlib, 1998).

Recientemente, se ha completado aún más esta cadena causal, incluyéndose otro eslabón entre la variable neuroticismo y el estilo rumiativo: la complejidad emocional (Hervás, Hernangómez y Vázquez, 2004). Parece que el neuroticismo podría generar no sólo una mayor vulnerabilidad a experimentar diversas emociones negativas, sino también a desarrollar estados emocionales complejos, es decir, compuestos de varias emociones negativas simultáneamente.

En paralelo, la investigación sobre procesos emocionales ha mostrado también que una baja claridad emocional y una baja reparación emocional parecen estar asociados con una mayor tendencia a rumiar (Ramos, Fernández-Berrocal y Extremera, en prensa; Salovey et al., 1995).

Para aclarar aún más estas relaciones, se diseñó una investigación en la que se evaluaba el papel de la complejidad emocional y la inteligencia emocional en el origen de las respuestas rumiativas. En este caso, la inteligencia emocional se conceptualizó a través del modelo de Mayer y Salovey (1993), incluyendo tres variables: atención emocional, claridad emocional y reparación emocional.

Los resultados muestran que las personas con una mayor tendencia a experimentar estados emocionales complejos parecen prestar una mayor atención a sus emociones y, fruto de ello, activan con mayor facilidad respuestas rumiativas. Es posible que la acumulación de emociones negativas, fruto de un acontecimiento estresante, active de forma relativamente automática una tendencia hacia la autofocalización con el objetivo de favorecer el procesamiento emocional de dicho acontecimiento. De esta forma, cuando se produce una acumulación excesiva de emociones negativas, y la persona no es capaz de procesarlas, podría desencadenarse un episodio rumiativo, el cual se podría mantener hasta que el procesamiento de las emociones se completase de forma efectiva, o hasta realizar una reorientación de los recursos atencionales a través de una actividad alternativa. Los resultados también mostraron que la variable emocional con mayor peso en la predicción del estilo rumiativo fue la complejidad emocional.

Estos resultados reafirman la importancia de estudiar los procesos emocionales para poder comprender los mecanismos por los cuales ciertas personas son más proclives a deprimirse. Por otra parte, y desde un punto de vista más aplicado, estos hallazgos nos indican que la intervención directa sobre ciertos procesos emocionales podría ser de utilidad en el tratamiento de la depresión. En concreto, podría ser interesante evaluar la posible eficacia de un entrenamiento en habilidades de procesamiento emocional (v.g. etiquetación emocional) o de regulación emocional (v.g. automatización de estrategias elevadoras del estado de ánimo) como un elemento añadido al tratamiento estándar para la depresión.

Referencias

El artículo original en el que se basa este trabajo puede encontrarse en la revista Ansiedad y Estrés: Hervás, G. y Vázquez, C. (2006). Explorando el origen emocional de las respuestas rumiativas: El papel de la complejidad emocional y la Inteligencia Emocional. Ansiedad y Estrés, Vol. 12 (2-3), pp. 279-292.

Sobre los autores:

Gonzalo Hervás es Doctor en Psicología y Máster en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es investigador postdoctoral en dicha universidad. A nivel internacional ha colaborado en el Depression Research and Treatment Program de la Universidad de New York con el prof. John Roberts, y más recientemente con el prof. Martin Seligman de la Universidad de Pennsylvania.

Carmelo Vázquez es Catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Fue becario Postdoctoral Fulbright en Northwestern University (Evanston, Illinois), desde 1984 a 1986, y ha publicado numerosos artículos en revistas nacionales e internacionales sobre procesos cognitivos en trastornos afectivos y psicóticos.

PSICOLOGÍA EN RED


LOS COLEGIOS HABLAN

MÁS NOTICIAS