PAPEL MODULADOR DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA ANSIEDAD ANTE LA MUERTE

3 Jul 2007

Joaquín T. Limonero*, Joaquín Tomás-Sábado** y Jordi Fernández-Castro*

*Universidad Autónoma de Barcelona y **Escuela Universitaria de Enfermería Gimbernat (UAB)

A pesar de que las emociones forman parte inherente de nuestras vidas, su estudio no ha despertado un gran interés por parte de la Psicología científica hasta hace aproximadamente un par de décadas, debido, especialmente, a la aparición de un nuevo enfoque en la consideración de la influencia de las emociones en el funcionamiento psicosocial de los individuos.

 

Aunque siempre se ha tenido presente que las emociones negativas pueden deteriorar el bienestar de las personas que las padecen, se ha prestado poca o ninguna atención a la influencia que las emociones positivas pueden tener sobre los procesos de adaptación personal, debido a su influencia sobre las reacciones individuales y la interpretación de la información emocional de las personas.

La Psicología Positiva es un ámbito de nuestra disciplina que ha emergido en los últimos años y que se centra en los factores que favorecen el bienestar y la salud, especialmente los de tipo emocional. La Psicología Positiva nació como reacción al peso excesivo que ha tenido en el desarrollo de la Psicología del siglo XX el estudio de las emociones negativas, los riesgos para la salud, el malestar y los factores psicológicos nocivos para la salud. Precisamente en el contexto de la Psicología Positiva fue dónde apareció el concepto de Inteligencia Emocional, de la mano de Mayer y Salovey, y popularizado posteriormente por los trabajos divulgativos de Goleman.

La Inteligencia Emocional (IE) es un tipo de inteligencia que implica la habilidad para controlar las propias emociones y las de los demás, discriminar entre ellas y utilizar la información como guía de los pensamientos y acciones. Esta concepción, además, permite aventurar que los diferentes componentes de la IE se pueden aprender, y que, por lo tanto, la competencia emocional se puede ir mejorando.

Teniendo presente esta acepción de IE, diversas investigaciones han puesto de manifiesto que es un buen predictor de las estrategias adaptativas de afrontamiento a las vicisitudes de la vida. Concretamente, la IE sería una variable mediadora entre los acontecimientos vitales y las consecuencias que estos sucesos pueden tener sobre el bienestar y la salud personal. En otras palabras, la IE estaría relacionada con los procesos de adaptación, facilitando las respuestas adecuadas a los diferentes acontecimientos que una persona ha de afrontar en su vida diaria, disminuyendo las reacciones emocionales desadaptativas, facilitando la experimentación de estados de ánimo positivos y reduciendo la incidencia de los negativos.

La ansiedad ante la muerte y ante todas las situaciones y circunstancias asociadas a ella, es una emoción negativa que se produce ante una situación límite e ineludible que supone un auténtico banco de pruebas para la capacidad adaptativa de la inteligencia emocional.

La ansiedad ante la muerte se puede definir como la reacción emocional producida por la percepción de señales de peligro o amenaza (reales o imaginadas) a la propia existencia, tanto propia como ajena (Limonero, 1997). En el caso de aquellas personas que, por su trabajo, han de afrontar, directa o indirectamente, el sufrimiento y la muerte de los demás, la ansiedad ante la muerte se convierte en un estado emocional el cual deben regular y controlar de forma habitual.

En el estudio que llevamos a cabo con estudiantes universitarios, se relacionaron los niveles de ansiedad ante la muerte (evaluada a través de la Death Anxiety Inventory -DAI- de Tomás Sábado y Gómez-Benito, 2005) con la competencia emocional de los sujetos, medida ésta a través de la escala de IE Trait Meta Mood Scale –TMMS- de Mayer y Salovey en la versión española de Berrocal, Extremera y Ramos (2004). Esta escala de IE consta de tres componentes: atención emocional, claridad emocional y regulación emocional.

Los resultados indicaron que un alto porcentaje de los participantes presentaron niveles de ansiedad ante la muerte entre moderados y altos, datos que son consistentes con otros estudios que se han realizado en nuestro país, dando a entender que ésta es una reacción emocional común en la especie humana, que genera, en una parte importante de ella, tensión y malestar.

Con referencia a la relación entre IE y ansiedad ante la muerte, observamos que aquellos estudiantes que prestaban mucha atención a sus sentimientos (alta puntuación en el componente Atención de la IE), padecían mayores niveles de ansiedad ante la muerte, ansiedad que se acentúa si no va acompañada de una suficiente capacidad para discriminar las emociones o capacidad para regularlas, dando lugar, en algunas ocasiones a la formación de un bucle emocional. En este sentido, el prestar mayor atención a las emociones sin tener la suficiente capacidad para discriminarlas, puede favorecer la ansiedad ante la muerte. Además, en estas circunstancias, se puede llegar a producir un sesgo cognitivo en el procesamiento de la información, facilitando la priorización interpretativa ante aquellos estímulos que pueden ser interpretados de modo amenazante y ser, por tanto, fuentes potenciales generadoras de ansiedad ante la muerte

Por otra parte, los estudiantes que comprendían adecuadamente sus emociones o tenían habilidades para controlarlas (altos valores en los componentes regulación o claridad en la escala utilizada), presentaban menor ansiedad ante la muerte. Así, en esta misma dirección, las personas que mejor saben discernir el estado emocional que están experimentando, así como las circunstancias que lo han originado, tendrán mayor facilidad para regularlo; y en nuestro caso concreto, reducir el impacto que la ansiedad ante la muerte puede tener sobre su bienestar personal.

 

Según se deduce de los datos analizados, aquellos estudiantes con un mejor ajuste emocional mostraron menores niveles de ansiedad ante la muerte. Es decir, aquellos estudiantes con puntuaciones moderadas o bajas en atención emocional y puntuaciones altas en claridad y regulación, tenían una mejor adaptación psicológica, y consecuentemente, menores niveles de ansiedad ante la muerte. Estos resultados ponen de manifiesto el valor predictivo de los diferentes componentes de la IE sobre la ansiedad ante la muerte.

A partir de estos resultados, pensamos que sería posible reducir el grado de ansiedad ante la muerte mejorando la competencia emocional de los sujetos, mediante el entrenamiento de cada una de las habilidades que componen la IE: atención emocional, claridad emocional y regulación emocional.

Esta sugerencia es muy atractiva, sobre todo para aquellos profesionales de la salud que han de ejercer su profesión en un medio en donde la enfermedad y la presencia de la muerte es frecuente, y en donde la ansiedad ante la muerte, puede, en algunos casos concretos, interferir en su competencia profesional y también afectar a su bienestar y a sus relaciones personales.

Referencias bibliográficas:

Fernández-Berrocal, P., Extremera, N., y Ramos, N. (2004). Validity and reliability of the Spanish version of the Trait Meta-mood Scale. Psychological Reports, 94, 751-755.

Limonero, J. T. (1997). Ansiedad ante la muerte. Ansiedad y Estrés, 3, 37-46.

Tomás-Sábado J, y Gómez-Benito J. (2005). Construction and validation of the Death Anxiety Inventory (DAI). European Journal of Psychologial Assessment, 21,109-115.

El artículo original en el que se basa este trabajo puede encontrarse en la revista Ansiedad y Estrés: Limonero, J. T., Sábado J. T. Y Fernández-Castro, J. (2006). Relación entre Inteligencia Emocional Percibida y ansiedad ante la muerte en estudiantes universitarios. Ansiedad y Estrés, Vol. 12 (2-3), pp. 267-278.

 Sobre los autores:

Joaquín T. Limonero es Doctor en Psicología y Profesor Titular de Psicología Básica de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Dedica especial interés al estudio de las emociones que genera la enfermedad y la proximidad de la muerte, tanto en el ámbito aplicado de los cuidados paliativos como a nivel conceptual; así como el papel que la inteligencia emocional y la competencia percibida tienen sobre los procesos de adaptación y bienestar humano.

 

Joaquín Tomás-Sábado es Doctor en Psicología y Diplomado en Enfermería. Profesor Titular de Metodología Científica y Bioestadística de la Escuela Universitaria de Enfermería Gimbernat, centro adscrito a la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Su campo de interés se centra, fundamentalmente, en la construcción y adaptación al español de instrumentos psicométricos de evaluación de las actitudes ante la muerte en profesionales sanitarios.

 

Jordi Fernández-Castro es Doctor en Psicología y Catedrático de Psicología Básica de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Es coordinador del Grupo de Investigación en Estrés y Salud (GIES) de dicha Universidad y coordinador del Máster en Psicología de la Salud. Su investigación se centra en los factores cognitivos que afectan al estrés y a las emociones.

 

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