Abuso sexual en la infancia y adolescencia según los afectados y su evolución en España, nuevo estudio de la Fundación ANAR

30 Mar 2021

Es necesario hacer hincapié en la prevención, detección temprana y en la atención a las víctimas de abuso sexual infanto-juvenil.

Esta es una de las recomendaciones de la Fundación ANAR recogidas en su informe sobre “Abuso sexual en la infancia y adolescencia según los afectados y su evolución en España”, un documento fruto del estudio llevado a cabo por la Fundación con el objetivo de analizar y comprender el abuso sexual el fenómeno del abuso sexual hacia niños/niñas y adolescentes en nuestro país.

Tal y como señala ANAR, este es el primer estudio que aborda la evolución de este silenciado problema en los últimos 11 años desde el punto de vista de las víctimas, y que arroja luz sobre asuntos como el perfil de éstas y de los agresores, las formas de abuso, las reacciones del entorno, los síntomas o las consecuencias, entre otros.

Los principales resultados del estudio son los siguientes:

Foto: Pixabay Fuente: pexels Fecha descarga: 29/03/2021

1. Evolución del abuso sexual análisis longitudinal 2008-2020

  • Se ha producido un elevado incremento en los casos de abuso sexual infanto-juvenil, pasando de 273 casos en 2008 a 1.093 casos en 2020. Especialmente en los 6 últimos años.

    Se detecta un aumento mucho más intenso en los últimos 5 años en los abusos a través de las Tecnologías: Grooming (36,7%), Sexting (25,0%).

  • En relación con el perfil de las víctimas, la inmensa mayoría son mujeres, de las cuales, el 59,1% son adolescentes de 13 a 18 años. En 1 de cada 5 casos son varones, en su mayoría (53,4%) de 12 años o menos.

    La edad media es 11,6 años. Un 16% de los y las menores tiene 5 años y en un 2,6% de los casos, presentan discapacidad. Se observa un peso importante de varones 5,9% vs mujeres 1,7%.

  • La proporción de mujeres se ha elevado del 63,0% en 2008 al 77,5% en 2018. Asimismo, se incrementa la edad de las víctimas, reduciéndose la proporción de menores de 12 años que ha sufrido abuso sexual (de 56,4% en 2008 a 42,6% en 2018).

  • En el 69% de los casos, el abuso ha sido reiterado, llegando a durar hasta 1 año en 81% de las situaciones.

  • En el 53,6%, el abuso sexual va acompañado de violencia física o intimidación, detectándose mayor presencia de violencia especialmente física en mujeres (28,8%) vs. varones (18,3%). La violencia aumenta de forma directamente proporcional con la edad de la víctima.

  • Los principales tipos de abuso son tocamientos obscenos -tocan a la víctima (35,5%), obligan a tocar al abusador o a un tercero (10,5%)- y penetración -con violencia (10,3%) y sin violencia (7,2%)-. En el caso de las mujeres son más graves y tienen como objeto el cuerpo de la víctima. Mayor frecuencia de tocamientos a la víctima 36,7% y penetración con violencia 11,9%. Sin embargo, existe una gran dificultad para demostrar el abuso: en el 80,2% de las situaciones no deja marcas o heridas.

  • 1 de cada 5 casos revela la presencia de tecnología, que se incrementa entre los 13 y los 15 años.

  • Con respecto al consumo de drogas, el 1,6% de las víctimas había consumido drogas, con mayor frecuencia en mujeres (2,1%) y adolescentes de más de 16 años (4,5%).

  • En lo referente al perfil del agresor o agresora, el 95,8% son varones frente al 4,2% de las mujeres. 7 de cada 10 agresores son mayores de edad (70,6%). Esta edad varía en función de la edad de la víctima: cuando es menor de 12 años el porcentaje de agresores adultos es mayor (76,6%), entre las víctimas de 13 a 15 años, los agresores menores de edad alcanzan el 38,9%, entre los 16 y hasta los 18 años los agresores son adultos en el 71,2%.

  • En 9 de cada 10 víctimas (89,5%) el abuso es perpetrado por un solo agresor. En la adolescencia avanzada es donde más peso tiene la figura del agresor único (92,3%).

  • Esta grave conducta tiene lugar en entornos de confianza en el 80,8% de los casos: familiar (49,2%), compañeros y amigos (14,4%), adultos del entorno de confianza (9,2%) y novios y ex parejas (8%). A medida que aumenta la edad de la víctima, también lo hace la probabilidad de sufrir abusos fuera de casa.

  • El padre biológico sigue siendo el agresor principal. Aumenta la proporción de parejas de la madre (1,7% en 2008 a 6,2% en 2018) y disminuyen adultos conocidos o de confianza (6,2% a un 1,6%). Se incrementan las agresiones en grupo («Manadas»): víctima agredida por 2 o más personas (pasando de un 2,1% a un 10,5% en 2018). Crecen también los abusos cometidos por novios, parejas y ex parejas de la víctima, que pasan de representar el 3,3% del total de los casos en 2008 al 6,3% en 2018.

  • En el 64,4% de las veces, es el propio afectado/a quien revela la grave situación por la que está pasando. Muy pocos adultos se muestran dispuestos a ayudar.

  • 4 de cada 5 víctimas muestran al menos 1 de los siguientes síntomas: cambio brusco de conducta/ánimo (34,2%), somatización (15,6%), conocimientos no adaptados a su edad (12,6%), conductas sexualizadas (8,4%), agresividad (7,8%), dolor o molestias (6,7%), conductas sexuales explícitas (6,1%), rechazo social (5,7%), lesión física (2,5%) y tendencia a abusar de otros (0,4%).

    Estos síntomas difieren en función de la edad y el género: en las mujeres se detectan más cambios bruscos de ánimo (36,0%) y síntomas psicosomáticos (16,6%), mientras que en los varones se observan más conocimientos sexuales no adecuados para su edad (18,4%), conductas sexuales explícitas (13,8%) y agresividad (10,3%). Los cambios bruscos de ánimo se dan más en mayores de 16 años (47%), y los conocimientos sexuales (19,8%), síntomas psicosomáticos (14,4%) conductas sexuales no adecuadas (10,4%), dolor y agresividad (ambos 9,7%) en los menores de 12.

  • El rendimiento escolar también se ve afectado, siendo bajo en 41,8% de los casos.

  • En un 67,7% de las situaciones, las víctimas están en riesgo de reiteración del abuso al no haber adoptado ninguna medida que impida el contacto con el agresor, un riesgo que se incrementa en los menores de 12 años (74,4%).

  • Algunas de las razones que impiden que se tomen medidas en el entorno de la víctima son la negación de los hechos (37,8%), la justificación o encubrimiento del agresor o agresora (31,1%), la negligencia y/o falta de reacción (23,9%) y la culpabilización a la víctima (7,2%).

  • En el 28,6% de los casos los abusos sexuales se producen en otros menores de edad del entorno familiar. Sólo el 43,3% de los casos muestra intención de denunciar y únicamente el 10,6% denuncia.

  • Otras formas de abuso sexual como el sexting, el grooming, la pornografía y la prostitución, representan un 12,3% del total. En estas formas de abuso se observa una proporción de 4 mujeres por cada varón, siendo adolescentes en el 84,1% de los casos.

  • En todos los casos se ha requerido ayuda profesional, y en el 57,4% se ha recibido la orientación más completa de los expertos de ANAR (psicólogos/as, abogados/as y trabajadores/as sociales).

2. Evolución del abuso sexual 2008-2019

A lo largo de la última década, se detecta en los casos un incremento en tiempo de padecimiento y también en la frecuencia de las agresiones, siendo aún más graves las consecuencias para los menores de edad víctimas y manteniéndose la urgencia de la intervención en los niveles más elevados.

Dado lo anterior, la Fundación ANAR pone de relieve la necesidad de hacer hincapié en la prevención, detección temprana y en la atención a las víctimas, la importancia de enseñar a los/as menores de edad en aprender a decir NO y a ser capaces de reconocer como impropias las situaciones de abuso sexual y a pedir ayuda, así como educar a los y las adolescentes en los riesgos asociados al mal uso de las tecnologías (sexting, grooming y pornografía), siendo fundamental emprender campañas de prevención acompañadas de recursos y medidas de protección que favorezcan la revelación por las víctimas.

El informe concluye con una serie de recomendaciones dirigidas a niños/as y adolescentes, a familias e instituciones públicas, y de aportaciones para incorporar en el Proyecto de la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y Adolescencia frente a la Violencia.

Fuente: Fundación ANAR

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