ENTREVISTA A MARIANO FERNÁNDEZ BERMEJO, MINISTRO DE JUSTICIA

27 Feb 2008

El pasado 21 de enero de 2007, D. Mariano Fernández Bermejo, actualmente Ministro de Justicia, concedía a Infocop una entrevista, y recibía a los dos psicólogos que acudieron en representación de la publicación en su propio despacho del Ministerio. La entrevista, conducida por D. Javier Urra, Psicólogo Forense de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y de los Juzgados de Menores de Madrid, primer Defensor del Menor en España (1996-2001) y presidente de la Red Europea de Defensores del Menor, transcurrió en un ambiente distendido y amable, y sirvió para constatar, una vez más, el enorme papel que cumplen los psicólogos dentro del ámbito de la Justicia, y la necesidad creciente del psicólogo en los diferentes sectores que la componen.

Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, donde también realizó un máster en Derecho Comunitario, Mariano Fernández Bermejo ingresó en la carrera fiscal con el número 1 de su promoción en marzo de 1974. Hasta su nombramiento como Ministro de Justicia, y desde el 1 de julio de 2004, desempeñaba el cargo de Fiscal Jefe de la Sala Tercera (Contencioso-Administrativo) del Tribunal Supremo. Con anterioridad había sido, durante once años, fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad de Madrid, desde julio de 1992 a julio de 2003, fecha en la que fue cesado. En la Fiscalía de Madrid creó secciones especializadas en menores e incapacitados, así como en afrontar problemas medioambientales y perseguir delitos económicos.

 

D. Mariano Fernández Bermejo       

Ha sido abogado fiscal de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife y de la Audiencia Territorial de Cáceres, fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Segovia y asesor ejecutivo del Ministro de Justicia Fernando Ledesma. Durante esta etapa participó en los estudios que precedieron a la reforma de la legislación sobre menores, incluido el Código Civil, así como en la elaboración y seguimiento parlamentario del proyecto de Reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y en la elaboración del proyecto del decreto regulador de la Policía Judicial.

ENTREVISTA

Javier Urra: ¿Cuál es su valoración de la confluencia entre Justicia y Ciencia Psicológica?

Mariano Bermejo: Creo que pertenezco a ese escaso grupo de fiscales que, desde el principio, tuvo claro que el tratamiento del objeto propio de la Justicia no podía ser realizado desde una óptica exclusivamente judicial, empleo el término judicial como propio de jueces. Hay una especie de «juecentrismo» en la Justicia y yo creo que hace ya mucho tiempo que se empezó a intentar verla ampliando la lente. La Justicia es cosa de jueces, que duda cabe, porque hay alguien que al final ha de decidir; pero todos los que participamos en el proceso sabemos que éste no es lo mismo si no se tienen en cuenta los puntos de vista de otras personas. Hablar hoy de tratamiento multidisciplinar es una realidad, pero es una realidad todavía necesitada de afinamiento para saber qué queremos decir exactamente cuando nos referimos tratamiento multidisciplinar.

J. U.: Bajo el punto de vista del Ministro, del que ha sido Fiscal tanto tiempo, de la Justicia, ¿cuál sería la valoración global del trabajo de los psicólogos que laboramos en este momento en los ámbitos de justicia, con víctimas, con menores, en los juzgados de familia, en las Clínicas Médico Forenses…?¿Servimos? ¿Estamos siendo a veces utilizados? ¿Cubrimos lo que la ciudadanía necesita? ¿O nos falta formación? Con toda la capacidad crítica, coméntenos hasta qué punto los psicólogos somos o no somos eficaces o cumplimos un servicio.

M. B.: Creo que es obvio que se cumple un servicio insustituible. Conformar la realidad que es objeto del proceso judicial, desde el punto de vista de los operadores que tenemos que tratar esa realidad, significa aportar, desde muy diversos puntos de vista, distintos conocimientos sobre esa realidad. Durante demasiado tiempo el único operador en la justicia ha sido jurídico. Esto es lo que ha empezado a cambiar, aunque llevamos un desarrollo muy escaso.

Cuando yo estuve la vez anterior en esta casa, como asesor del Ministro Ledesma, corría el año 86, eso empezó a cambiar, porque en esa época hicimos la gran reforma del Código Civil en materia de menores, tras lo que vino el resto: el gran proyecto de reforma de la legislación del menor. En definitiva, fue el momento en que empezó a modificarse, para empezar, una percepción: la del menor como objeto propiedad de sus progenitores; algo que lo ha mutado en sujeto de derechos, sujeto que, a su vez, tiene unas características propias, no es un adulto en pequeño, sino algo cualitativamente diferente. Y esa realidad, así entendida, produjo una necesidad: la de que los problemas que afectaban a ese menor, bien en tanto que objeto de maltrato, bien en tanto que hijo, bien en tanto que agresor, incluso como delincuente, debían ser analizados con una óptica variopinta; es decir, con un tratamiento multidisciplinar que hoy está, yo creo, asentado. Pero decir asentado es decir sólo inicialmente asentado. Me parece que hemos echado las bases, que necesitamos que esto tenga un poco más de recorrido para que empecemos a ver exactamente cuál es el resultado de esta experiencia que lleva poco tiempo de andadura, que hagamos una evaluación y sepamos por qué otros caminos vamos a transitar. Hoy la presencia de profesionales de la Psicología ya es una realidad en el ámbito de la jurisdicción de menores, también en el ámbito de la jurisdicción de familia… No podía ser de otro modo. Estamos hablando de los dos campos donde seguramente hace más falta, pero habrá que plantearse, en un futuro no lejano, otras áreas como el ámbito de incapacidades y seguramente , la que está a punto de nacer, que es la de mayores. Estamos a punto de ver nacer un área de tratamiento específico de mayores en el ámbito de la Justicia, con lo que llamamos tercera edad, sobre todo, el ámbito de la Ley de Dependencia. Dicho esto, la percepción que yo tengo, y como hace sólo unos meses que estoy aquí en el Ministerio, es más la percepción que tengo como fiscal, no puede ser sino positiva. Creo que la presencia de operadores no jurídicos, en concreto psicólogos, pero también sociólogos, trabajadores sociales, etc., está siendo enormemente enriquecedora. Ahora ya nadie concebiría entrar en el momento decisorio, ni siquiera en el momento promotor de la Justicia, hablo de la posición del fiscal, sin que previamente hayan intervenido operadores provenientes del mundo de estas otras humanidades y, en concreto, de la Psicología. Piénsese en el mundo en el Derecho de Familia, y dada su evolución, no podríamos andar, pero es que no ya no sabríamos andar ya sin esos otros operadores. Y dado que sin esos operadores no seríamos, hoy por hoy, capaces de andar, algo ha cambiado a mejor, y empiezan a ser insustituibles.

J. U.: Ha citado usted dos temas: uno de pasada, que es La Ley Orgánica de Responsabilidad Penal del Menor, el ámbito de menores más allá de cuando el niño es víctima, de la protección que ofrece y su reforma; y, otro, el de los juzgados de familia. Nos encontramos en la actualidad con dos debates. En relación al primero de los temas citados, pareciera que el legislador, aunque la ley referida fue una ley aprobada por todos los grupos parlamentarios, no ha conseguido que la misma cale en la ciudadanía, y se vislumbra un sentimiento, que se ha querido trasladar por los medios de comunicación, de que los menores tienen impunidad, que nada se hace a los menores y que, por tanto, jueces, fiscales, psicólogos… son defensores del agresor y no de la víctima; y se trata, además, de algo relativamente generalizado. En relación al segundo, en el ámbito de los juzgados de la familia, existe el debate sobre el síndrome de alienación parental. Se ha discutido si es algo que se está utilizando en las separaciones mal llevadas, las asociaciones de mujeres dicen que es un invento de los hombres… En definitiva, da la impresión de que desde la Justicia no llegamos o no sabemos transmitir a los medios de comunicación, que las cosas se hacen de manera técnica y científica. No sé si eso tiene alguna solución o si es un problema con el que tendremos que vivir.

M.B.: Los dos temas que planteas creo que, más allá de toda duda razonable, evidencian las consecuencias de someter al ámbito de la Justicia asuntos que no debieran estar en el ámbito de la Justicia. Y matizo. Cuando hablamos de la responsabilidad penal de los menores estamos hablando de la que se exige a aquéllos que han cumplido ya una cierta edad. Naturalmente, a los que no han llegado a esa edad, sencillamente no se les exige esa responsabilidad. Hay una cuestión previa, por tanto, de madurez de una sociedad y, sobre todo, de sus políticos, que deben ser capaces de aceptar ese axioma: quien no ha cumplido los 14 años no es responsable penalmente, y esto es un enorme avance en el camino hacia la mejora de todas las sociedades. Hay por ahí quien parece que no se ha enterado todavía y sigue instalado en la demagogia más absoluta intentando sacar un puñado de votos del morbo que significa que un menor de 14 años pueda cometer hechos horribles. Lo primero que hace falta en una sociedad madura es un gran pacto de los que se consideran Responsables Políticos, con mayúscula, para ser capaces de aceptar que, hasta cierta edad, no se puede exigir responsabilidad penal. Naturalmente, podemos y debemos discutir desde qué edad debe exigirse, y debemos discutir qué debemos hacer. Pero debemos también llegar a un gran pacto de no utilización de ese tema en el debate político. Primer punto. Segundo punto, y ahora vuelvo atrás: el menor no es un adulto bajito; el menor es algo cualitativamente distinto del mayor. El menor es lo que es. Si hemos aceptado eso y hemos aceptado que debe tener una responsabilidad diferente, debemos también ser responsables y hacer un gran pacto de no agresión con ese tema. No es de recibo que miembros del Partido Popular, que son los autores de la Ley del Menor, es más, que son los autores en materia de responsabilidad de una ley que era todavía menos exigente que la que hay ahora, porque el partido socialista reformó y agravó la exigencia de responsabilidad, debido seguramente a esa presión social; digo, que miembros de ese partido estén hoy embarcándose al rebufo de las víctimas, de algunas víctimas, que lo son y que tienen, no ya todo mi respeto, sino mi apoyo y mi comprensión, porque las víctimas deben ser comprendidas, no es de recibo que alguien se apunte a eso en posiciones de demagogia profunda, para arañar votos. No voy a necesitar calificarla, pero políticamente es una actitud de una indignidad que debe dirigirse a mejor causa.

En consecuencia, creo que el único modo de que esto se trate como se debe, es como ocurre con los grandes temas de estado, como ocurre con el terrorismo, dejándolo fuera del debate político y del debate partidista. Dejemos claras las bases. Pero una vez claras, es un tema tabú que debe estar fuera del debate partidista, si no, no avanzaremos nunca. Desde el profundo respeto a las víctimas, desde la comprensión de ser humano a ser humano, desde la comprensión del estado de ánimo de quien ha perdido a una hija en esas terribles condiciones, un añadido: a las víctimas todo el cariño, toda la comprensión, toda la ayuda y nunca olvido; pero la víctima por serlo no tiene toda la razón. Tiene sus razones, pero no toda la razón. En el decurso de la evolución social, es un avance extraer el debate, profesionalizarlo, salir de la venganza individual o de tribu, para pasar a un modo más civilizado de solventar el problema. No regresemos por ese camino. En definitiva, creo que hay que ser consecuentes y ser capaces de llegar a poner las bases de aquello que no debe ser discutido, aquello que debe de estar fuera del debate político. Y luego ser muy conscientes de que quizás no convenga exponerse, al actuar como he dicho hace un rato, y hablo ahora de políticos, exponerse con esas actitudes a que también en el debate político recordemos algunos que quizás quienes así actúan están simplemente intentando tapar sus vergüenzas porque no han sido capaces de desarrollar adecuadamente y poner los medios para que una ley, que es una buena ley, cumpla su función social como todos debemos.

Simplificando: saquemos del debate partidista aquello que no debe ser tocado. Cuando hagamos una ley, acostumbrémonos a poner los medios para que esa ley pueda ser cumplida, y, de lo contrario, si no es cumplida no echemos la culpa a la ley de lo que la tienen los políticos que no la aplican e intentemos dar todo el apoyo, el máximo apoyo, a las víctimas para que no se reproduzcan debates indeseables.

D. Javier Urra y D. Mariano Fernández Bermejo en el transcurso de la entrevista

Esto en cuanto a la responsabilidad de menores. Pero estamos en presencia de dos fenómenos que, finalmente, tienen mucho en común. Yo como hombre, como operador jurídico con experiencia, creo que estamos en un área, el de las separaciones traumáticas cuando hay hijos en que, una vez más, el debate se enturbia. Es uno de los debates que se lleva al ámbito de la Justicia antes de tiempo. Creo que entra directamente en el ámbito de la Justicia, pero debiera tener una oportunidad obligada de ser resuelto en otro esquema mental, con otra perspectiva, la de la mediación seguramente, bien entendida. Creo que ganaríamos mucho si fuéramos capaces, en la próxima legislatura ya le anuncio que es una de las leyes estrella, en generar un ámbito de mediación, tanto para el ámbito de la delincuencia llamada bagatela o sin respuesta, como para este tipo de crisis matrimoniales, necesitadas de una respuesta de este tipo. Nos ahorraríamos el debate del síndrome en cuestión, porque cuando se da una oportunidad y se mete cordura, y los jueces y los fiscales no podemos meter cordura, no sabemos meter cordura, no estamos ahí para meter cordura, sino para decidir, dando la oportunidad a otros operadores desde otro esquema mental, quizás se tiene resuelto ese tema. La experiencia dice que algo debe de haber de eso, pero no seré yo quien entre en el debate. Globalmente déjenme decir que creo que estamos ante otra de esas áreas en las que creo que la Justicia no debiera entrar de primera mano, igual que en el tema de menores.

J. U.: En ese mismo sentido, hay un tema que es el de la violencia de género. Ahí la Justicia, el legislador, han avanzado muchísimo. ¿Ve un encaje ahí de los psicólogos? ¿Existe un desequilibrio en las utilizaciones de la norma que también genera a veces una disensión entre lo que es el hombre y la mujer? Es decir, en defensa de una persona que es más desfavorecida, en este caso la mujer, el varón se siente tal vez herido. ¿O es que sigue existiendo una mala interpretación de lo que es la violencia de género en ese sentido?

M. B:. Violencia de género. ¿Por qué los grandes temas acaban siendo utilizados del modo tan desviado como se hace? Se genera una Ley Integral Contra la Violencia de Género, que acaba de nacer, un intento de encarar el tema en su complejísima dimensión, e inmediatamente se produce un duelo de partido para intentar descalificar esa respuesta, antes de que la Ley, como tal respuesta, haya tenido el más mínimo tiempo de desarrollarse en todo su potencial. Eso es lo que está ocurriendo.

Y por centrar el tema, en el ámbito de la violencia de género, como en todos los ámbitos que tienen que ver con relaciones humanas muy complejas, en el ámbito de la pareja en este caso, es indispensable este tratamiento con otro esquema mental. De ahí que hayamos, modestamente, en el ámbito de la Justicia, en ese engranaje del tratamiento multidisciplinar, promovido las unidades integrales de valoración. Esas unidades integrales deben de acompañar a cada juzgado de violencia especializado, y están integradas por un médico forense, un psicólogo y un trabajador social. Se trata de que entre los tres intenten, por un lado, y cada uno en su trabajo, establecer un diagnóstico preciso de lo que puede estar siendo una continuada agresión física y moral, un análisis, diagnóstico del ámbito psicológico y ayuda, en el ámbito puramente socio institucional. Esas unidades integrales de valoración existen en cada uno de los juzgados de violencia que están ahora todavía en lo que llamamos «territorio Ministerio», que gestiona el Ministerio, y lamentablemente, no existen en muchas Comunidades que no se han gastado dinero en ello. Recientemente, en un viaje a la Comunidad Valenciana, me encontré con que allí, que tienen 12 juzgados exclusivos de violencia de género, ni uno solo cuenta con unidades integrales de valoración, y tuve que pedir que, por favor, las pongan en marcha, esto no es de recibo. Creo que tenemos un planteamiento de seriedad y no puede uno estar torpedeando una ley a la que está coadyuvando a hundir. Estas hipocresías deben de ser denunciadas y, desde luego, procurar no hacer entrar en el debate partidista estos temas tan serios de la violencia de género.

J.U: Otro tema importante son los Institutos de Medicina Legal. Se acaba una legislatura, pero si continúa usted a la cabeza de este Ministerio, ¿qué idea habría de los Institutos de Medicina legal? ¿Hay cabida para los psicólogos? ¿Existe la idea de generar un cuerpo de psicólogos forenses? ¿Eso, en este momento en este país, es imposible por ser algo nacional y no querer crear figuras que sean un cuerpo nacional sino que sea algo gestionado por cada Comunidad Autónoma?…

M. B. La idea de cuerpos tiene algo de atávica. Si lo piensa, hubo un tiempo en que la Justicia se componía de Juez –por orden de aparición en escena-: juez, secretario, fiscal y médico forense. Eso era lo básico, a lo que se unía, sustentándolo, un cuerpo de funcionarios de secretaría –oficiales, auxiliares y agentes. Ya tiene el modelo. Ciérrelo porque no había nada más. Un día, empezamos a caminar por otros derroteros y empezamos a hablar de tratamiento multidisciplinar. ¿Y a dónde hemos llegado en ese tratamiento multidisciplinar?. No es un concepto unívoco, ni debemos restringirlo al ámbito del que estamos hablando, se ha producido en todos los ámbitos que cooperaban con la Justicia. Hubo un tiempo en que esos «cuatro mosqueteros», se las apañaban muy bien y tenían colaboración externa, a través de las fuerzas de seguridad del Estado, y ahora sí que habríamos cerrado el ciclo. Podríamos hacer una foto, y tenemos enfocada la mitad del siglo XIX, y prácticamente dos tercios del XX. Si hoy preguntáramos a alguien cuál es el modelo de investigación, hablo ahora de Justicia Penal, respondería: las fuerzas de seguridad del Estado, que hoy ya no son las mismas que antaño, ya no es sólo Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía, sino que hay que añadir, porque son del Estado también, los cuerpos de las Comunidades Autónomas y las policías locales. Pero el matiz más importante no viene por esa vía. Es que hoy son cuerpos que investigan: los inspectores de tributos, en el ámbito de la inspección financiera del Estado; los inspectores del Banco de España, en el ámbito que les es propio; son colaboradores de los tribunales en el ámbito que les es propio, por ejemplo, en el área de blanqueo, los notarios, los registradores… Tenemos una verdadera pléyade de investigadores, porque el Código Penal, hemos descubierto que además del hurto, el robo, la violación y el crimen y asesinato incluye el delito fiscal, el blanqueo, la corrupción.. y ahora resulta que el aparato investigador se ha extendido, y el concepto que se tiene ahora de la investigación es absolutamente multidisciplinar. Trasládelo a otros ámbitos y volvemos a donde empezamos: hoy día es impensable el tratamiento del área de Derecho de Familia, el tratamiento de las enfermedades mentales, el tratamiento de la violencia de género, el tratamiento de menores… sin la presencia de psicólogos, trabajadores sociales, etc. ¿De qué estamos hablando en definitiva? De una evidencia, y es que nos hemos hecho multidisciplinares. ¿Cómo debe encauzarse ahora, para optimizar esfuerzos, tanta actividad? Yo creo que los Institutos de Medicina Legal son un entorno adecuado para ver cómo se optimizan los esfuerzos de tanta gente, en el área en concreto del examen médico-psicológico-psiquiátrico. Este es el entorno que hemos creado para, integrado por profesionales procedentes de estas áreas, la Medicina, la Psicología… Dar una respuesta global … pero no sólo de ellos, también de biólogos, farmacéuticos, químicos.. porque cuando hablamos de la dimensión genética de los exámenes que hacemos en este momento, la proyección genética en el ámbito de familia o en el ámbito criminal, estamos hablando de personas con una formación variopinta y las necesitamos todas. En los Institutos de Toxicología pero también en los Institutos de Medicina Legal.

Por tanto, yo creo que el corsé adecuado para el tiempo que nos toca vivir no es el de los cuerpos. Estamos en un momento diferente donde necesitamos moldes más anchos y flexibles, donde nos podamos mover todos a gusto. Es decir, si cada vez que surge una especialidad, o a través del avance tecnológico somos capaces de investigar de otro modo, por ejemplo, en el área de los crímenes cometidos en la red, técnicos en informática, si cada vez tenemos que incorporar un cuerpo con los técnicos que surgen, no podríamos dar respuesta. La vida va muy deprisa como para que la Administración pueda ir a la par y, sobre todo, hay que preguntarse si aporta algo la creación de un cuerpo, o si mejor lo que hay que crear son esos institutos, esas agencias donde vamos incorporando con la mayor naturalidad a todos aquéllos que se ocupan de los avances técnicos para que vayan aportando su punto de vista en ámbitos tan complejos como estos nuestros de la Justicia.

J.U: Para acabar quisiera darle de nuevo las gracias y preguntarle lo siguiente. Usted y yo nos hemos manejado siempre delante de los medios de comunicación, nos ha parecido que es interesante y tiene un punto de Pedagogía. Sin embargo, como Ministro, como ciudadano, como persona con capacidad crítica, ¿qué le parecen esos juicios paralelos que se hacen hoy en las cadenas de televisión cuando realmente en el foro correspondiente se están conociendo otras parte? De una manera ciertamente alegre se hace un prejuicio, no sé si un perjuicio, pero un prejuicio…¡le parece que eso es positivo, que es abrir la Justicia a los ciudadanos o que es realmente contaminante?

M.B.: Me gustaría poder, en poco espacio, decir lo que quiero decir. El juicio paralelo, alcanza a veces la dimensión de juicio virtual. En el juicio paralelo hay un reflejo exacto de lo que está ocurriendo distorsionado por la propia lógica mediática, pero no deja de ser algo que camina al ritmo y en referencia a lo que está ocurriendo en la realidad; esto es lo que llamo yo un juicio paralelo. El juicio virtual despega de la realidad a la que debería referirse y la interfiere, generando, a su vez, datos desde el exterior, datos que la mayoría de las veces no tienen un soporte objetivo, son simplemente opiniones a través de las cuales se quiere interferir la marcha de la propia realidad; es un proceso virtual porque se despega de la realidad intentando a la vez interferirla.

Hemos tenido un ejemplo nítido con el proceso del 11M. Hemos asistido a cuatro o cinco meses de juicio, afortunadamente televisado en directo, y eso ha sido lo mejor que hemos podido hacer porque todo el mundo ha tenido la oportunidad de seguir la realidad. Y hemos asistido a la vez a lo que empezó siendo un juicio paralelo que ha ido transformándose progresivamente en un verdadero juicio virtual. ¿Por qué digo esto? Porque allí donde en el juicio real había una cinta de la Orquesta Mondragón, en el juicio virtual no era la orquesta Mondragón, de repente se había creado un ficción «Mondragón» por referencia a un lugar del País Vasco y se empezaban a vincular, y ahí viene lo virtual, situaciones inexistentes a través de las cuales se pretendía emitir un mensaje no ya distorsionado, sino generar una realidad que afectara a la otra. Pero es que eso se ha repetido y ha ido ampliándose y profundizándose. Otro ejemplo, en cuanto al itinerario de la mochila célebre la distorsión ha sido total, hasta el punto de que la mochila ha tenido un itinerario real y uno absolutamente virtual, el que el periódico de turno ha decidido porque mentir, sobre todo manipular, es gratis.

No le voy a seguir ejemplificando, estoy subrayando la diferencia que existe entre lo que ocurre en el proceso televisado en directo y eso otro que se ha ido construyendo.

¿Por qué ocurre? El tema es complicado porque ésta es una de las cuestiones a responder, qué interés se puede tener en construir una ficción; una ficción que, en momentos sublimes, nada tenía que ver con la realidad, y no sólo eso, sino que la contradecía. Bien, a cualquier observador no se le escapará que se ha intentado construir una ficción para intentar hacer buena una tesis que desde el principio no existía. Si ustedes observan eso, estamos ya en condiciones de hacer un análisis no puntual, sino un poco más teórico de la cuestión. Hemos asistido, efectivamente, desde el principio a la construcción de una hipótesis y se ha intentado apuntalar durante todo el tiempo esa hipótesis con una manipulación evidente de lo que realmente acaecía, que era otra cosa. Hemos llegado al punto final, a la sentencia y se ha puesto de relieve desmenuzadamente hasta qué punto era toda una manipulación lo que existía. Y ahora el análisis de la sociedad democrática, porque lo que los ciudadanos de este país y de todos los países deben asumir, y yo creo que vamos ya camino de madurez en ese tema, es que en el estado democrático sólo cabe un juicio, el que se produce en las condiciones de garantía que sólo el estado democrático establece y garantiza. Es decir se produce ante un juez, un tribunal independiente, imparcial y predeterminado por la Ley. Frente a esa realidad, en el área de redacción de los periódicos, juez y parte, porque realmente se sentencia diariamente lo que la opinión marca desde la parcialidad, de la falta de independencia, y desde unos fines que deben ser explicados, pero que dicho en el plano más suave, se identifica con la venta de periódicos, con el negocio.

Por lo tanto, juez o tribunal independiente e imparcial frente a la inexistencia de imparcialidad, es más, frente a parcialidad para obtener los fines que sean. Segundo, capacidad ilimitada de ataque y defensa, más limitado el ataque, menos limitada la defensa, ilimitar la defensa. Todo ello producido por una contradicción, por tanto, inmediata delante del tribunal, y con una capacidad de reducción que la Ley garantiza, frente a inexistencia de identificación de quien ataca y quien defiende, estamos siempre moviéndonos en la incertidumbre de quién es quién. Pero en todo caso sin posibilidad ninguna de que en el mismo instante en que se produce un legato pueda ser contradicho. Nadie puede estar continuamente contradiciendo a un periódico, entre otras cosas, a lo más que se puede llegar es a aparecer en la sección de cartas al director, como todos sabemos. Sistema de garantías en la prueba, no valen pruebas irregularmente obtenidas, hemos afinado al extremo en este país, tiene un nivel garantista muy elevado, solo las pruebas lícitamente obtenidas pueden ser utilizadas por la acusación. Frente a eso un sistema de alegato de distorsión, manipulación o de aportación de pruebas cuyo origen nadie garantiza. Estamos cansados de ver cómo de repente aparece en las páginas de cualquier periódico de los que se dedican a este tipo de información, un individuo, generalmente del lumpen más profundo, generalmente involucrado en el tema y en rebeldía porque escapó de la Justicia, que hace manifestaciones estelares, siempre en la dirección de lo que es la línea de ese periódico. Hemos asistido a la interceptación en prisión de conversaciones de personajes de ese tipo donde se han captado expresiones del tipo «a mi mientras me paguen digo lo que haga falta». En fin, no hace falta ser más explícito.

Frente al sistema de prueba garantizada, tasada y controlada por un tribunal, está eso que, démosle el nombre que sea, pero que no son pruebas, sino expresiones que intentan fluir a su vez, porque se producen coetáneamente. No hará falta que siga. Como verá, hablamos del sistema de garantías frente a la ausencia completa de garantías. La independencia y la imparcialidad frente a la parcialidad y el sentido y la dirección que se imprimen por las razones que sean. La posibilidad de contradecir frente a la imposibilidad de contradecir a nadie. La posibilidad de recurso frente a la imposibilidad de recurso alguno. En definitiva, el Estado de Derecho frente a quienes circulan por los márgenes del Estado de Derecho. En el estado democrático los ciudadanos ya vamos sabiendo mucho. Es muy conveniente que nadie pierda de vista lo que significa que seamos capaces de reconocer sólo en la sentencia de un tribunal la verdad del estado democrático. El juicio virtual no es otra cosa que una construcción caprichosa. Colofón: esta sociedad deberá replantearse el propio concepto de independencia judicial y preguntarse hasta qué punto es compatible en la independencia judicial la existencia durante el proceso de actuaciones como las que se han producido, y yo he descrito, realizadas de modo por su coetaneidad y por su contenido que, inevitablemente, afectan o pueden afectar al sereno juicio del tribunal.

Es un debate para el futuro, pero un debate necesario. Concluyo que en esta sociedad del siglo XXI los ataques a la independencia del Poder Judicial ya no vienen del Poder Ejecutivo. Hemos ganado la batalla en el siglo XX a los ataques a la independencia del tercer poder que venían desde el primero, desde el ejecutivo. La tenemos ganada porque hemos conformado unas leyes que garantizan esa independencia. Los ataques al Poder Judicial, a la independencia de los jueces no viene ya por los raíles del Ejecutivo, vienen por los raíles de los poderes fácticos, sobre todo., los poderes económicos que nunca han parado en mientes por intentar llevar el agua a su molino, y ahora el agua se lleva a los molinos de una manera distinta que en los siglos XIX y XX. La sociedad imagino que será capaz, en eso andamos, de adecuarse para impedir que por otras vías se ataque a la independencia del Poder Judicial, que es la esencia del Estado de Derecho.

J.U: Por nuestra parte, yo creo que es un magnífico colofón, no queremos quitarle más tiempo, sobre todo darle las gracias, por su día a día, a favor de la ciudadanía y por lo tanto por una justicia que lo es. Y en ese sentido, por el apoyo a los profesionales psicólogos. Ha dado muchísimo contenido, ha dado unos titulares y ya vemos algunos retos con la tercera edad,…

M.B: Con la mediación, con la resolución de conflicto en el ámbito laboral…

J.U: Pues esos son retos, en fin, que los profesionales, los más jóvenes intentarán resolver.

 

M.B.: Sólo una cosa: animar al colectivo de psicólogos a continuar en el camino emprendido. Yo creo que nos hace falta ahora, en la posición en la que estamos, ser capaces como colectivo de empujar en la buena dirección, que es esa en la que un colectivo, como tal colectivo, no en las individualidades, demuestra su voluntad de seguir siendo y de ganar credibilidad, que es ganar confianza en el sistema de los ciudadanos. Ese es uno de los grandes retos de los colectivos. El de psicólogos es joven, aquí en España en todo, pero sobre todo es joven en el área de justicia y como tal colectivo joven tiene cosas de demostrar. Sólo con la voluntad, el esfuerzo y desde la convicción del terreno que hay que ganarse se conseguirá por el colectivo ir ganando ese terreno, credibilidad, confianza. Ojalá se consiga porque saldremos todos ganando.

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