LA PATOLOGÍA DUAL –ENTREVISTA A ANA LÓPEZ DURÁN

15 Abr 2008

Con el objetivo de profundizar en los aspectos relacionados con el tratamiento y abordaje de pacientes con patología dual (aquéllos que presentan comorbilidad entre trastornos mentales y conductas adictivas), la Asociación Española de Patología Dual (AEPD) en colaboración con la Agencia Antidroga y Madrid Salud, entre otros, ha organizado el Congreso Internacional de Patología Dual: Conductas Adictivas y Otros Trastornos Mentales.

La concurrencia de trastornos mentales y consumo de sustancias en un mismo paciente es una realidad clínica a la que se deben enfrentar los profesionales de la salud, siendo un área de interés creciente tanto para la comunidad científica como profesional.

Con motivo de la celebración de este congreso, entre los días 29 y 31 de mayo de 2008, Infocop ha querido entrevistar a Ana López Durán, Doctora en Psicología por la Universidad de Santiago de Compostela y Máster en Drogodependencias por la misma universidad, cuya línea de investigación está centrada en los diversos aspectos relacionados con el consumo de drogas y la evaluación psicopatológica.

ENTREVISTA

Infocop: ¿Cuál es la prevalencia de los trastornos duales?

Ana López: En primer lugar, me gustaría destacar que a pesar de que en los últimos años es cuando se está hablando más de la patología dual, la presencia de patología entre los consumidores de sustancias no es un fenómeno nuevo. La patología dual hace referencia a la presencia simultánea de un problema con el consumo de sustancias y un trastorno mental. Es una forma de denominar un problema que lleva años existiendo y que, desde la clínica, se está abordando también desde hace tiempo. El consumo de sustancias es una conducta más dentro del repertorio de conductas del individuo y, en algunos casos, llega a convertirse en el motivo por el cual demanda tratamiento. Si, además, existe un problema psicopatológico, ya sea previo al consumo o consecuencia del mismo, la probabilidad de que esa persona demande tratamiento es mucho mayor (presenta un malestar mayor). Por esta razón, la prevalencia de los trastornos mentales en el ámbito de las drogodependencias es más alta que en la población general: estas personas demandan antes tratamiento porque se encuentran peor y, además, tienen más dificultades para abandonar el consumo de sustancias por sí mismas. Incluso en el tratamiento del tabaquismo, nos estamos encontrando que las personas a las que más les cuesta dejar de fumar y que acuden, por lo tanto, a unidades especializadas, son las que presentan más problemas psicopatológicos.

I.: ¿Qué implicaciones tiene para la Psicología la consideración de esta comorbilidad?

A.L.: A pesar de que la industria farmacéutica está aprovechando y fomentando el concepto de «patología dual», el papel del psicólogo está siendo y ha sido fundamental en el abordaje de estos problemas.

El psicólogo que trabaja en un centro de drogodependencias se enfrenta a la mayor parte de los problemas psicopatológicos que se abordan en el área de la salud mental. De ahí la necesidad de que se trabaje de forma conjunta en ambos ámbitos.

Uno de los problemas más importantes que nos encontramos en la práctica clínica es que se deben tratar conjuntamente el consumo de sustancias y la psicopatología, ya que están íntimamente relacionados, por lo que no va a mejorar uno si no se interviene también sobre el otro.

I.: ¿Por qué es importante considerar la evaluación y el tratamiento del consumo de sustancias en pacientes con problemas psicopatológicos y viceversa?

A.L.: En algunos casos, el consumo de drogas es consecuencia del problema psicopatológico, por ejemplo, una persona con un trastorno de alimentación que consume estimulantes para controlar el peso. Y, en otros casos, el problema psicopatológico es consecuencia del consumo de sustancias: una persona que lleva años consumiendo cocaína que ha perdido a su familia, tiene problemas en su trabajo, ha contraído deudas económicas… lo más habitual es que tenga problemas de depresión o de ansiedad.

Es necesario conocer «el papel» que cumple el consumo de drogas en la vida del individuo, por lo que la evaluación tiene una importancia fundamental: no podemos intervenir sin conocer previamente sobre qué vamos a intervenir.

I.: Los estudios que han analizado la interrelación entre ambos trastornos muestran resultados dispares, ¿se puede establecer una causalidad entre los trastornos psicopatológicos y los adictivos?

A.L.: Hablar en términos de causalidad puede resultar reduccionista porque no hay un único factor causa-efecto en el campo de las drogodependencias. Sería más correcto utilizar el término relación. Como comentaba en la pregunta anterior, hay algunos casos en los que existe un problema psicopatológico previo y la persona empieza a consumir alguna sustancia para paliar el malestar que le produce ese trastorno, bien para reducir los síntomas, bien para aumentarlos, como es el caso del trastorno bipolar y el consumo de cocaína en la fase maníaca.

En otros casos, el consumo de sustancias produce una serie de consecuencias en la vida del individuo y, a partir de ellas, aparecen los problemas psicopatológicos como, por ejemplo, los problemas de ansiedad o depresión. También hay que señalar la aparición de los problemas psicóticos tras el consumo de sustancias como la cocaína, cannabis o drogas de diseño.

I.: Su línea de investigación se ha centrado en el estudio de los trastornos de personalidad y el consumo de sustancias. Desde su experiencia investigadora, ¿cuáles han sido los resultados más relevantes en este campo?

A.L.: En primer lugar, es necesario destacar la necesidad de evaluar los patrones de personalidad y no sólo la presencia de trastornos, para poder diseñar adecuadamente una intervención. No vamos a abordar el tratamiento de la misma forma en una persona con rasgos de personalidad dependiente que en una persona con rasgos narcisistas. Los trastornos de personalidad en el ámbito de las drogodependencias son muy frecuentes. Como comentaba antes, las personas que demandan tratamiento son aquéllas que tienen más problemas para abandonar el consumo de sustancias por sí mismas, y la presencia de determinados trastornos de personalidad está relacionada con más dificultades para abandonar el consumo, mayores consecuencias negativas y tasas de recaída más elevadas.

I.: Continuando con la pregunta anterior, ¿podemos establecer una asociación entre determinados trastornos de personalidad y el consumo específico de alguna sustancia? ¿Se podrían determinar perfiles psicopatológicos en los trastornos de personalidad?

A.L.: Los trastornos de personalidad límite y antisocial son los más relacionados con el consumo de sustancias en general. Ya en la propia descripción de estos trastornos en el DSM observamos que el consumo de sustancias tiene un papel decisivo.

En la actualidad, estamos estudiando el trastorno negativista, que está en fase de revisión en el DSM, y que en los estudios que estamos realizando parece jugar un papel importante. Sin embargo, no podemos establecer una relación entre un trastorno de personalidad y una determinada sustancia.

Hace años que la hipótesis de la automedicación está dejándose de lado, ya que se ha observado que la persona consume una sustancia, principalmente, por lo accesible que es y no por factores psicopatológicos previos. Por ejemplo, en los últimos años se ha disparado el consumo de cocaína, por lo que vamos a encontrar problemas psicopatológicos entre estos consumidores aunque en menor medida que los que observaremos dentro de unos años cuando «deje de estar de moda»: cuando la sociedad sea consciente de los problemas que acarrea esta sustancia irá disminuyendo el número de personas que la consumen, y sólo seguirán consumiéndola aquellos individuos que tengan más problemas para abandonarla, es decir, los que presenten otros problemas psicopatológicos asociados. Un proceso similar ha ocurrido con la heroína. 

I.:¿Qué consideraciones especiales implica el tratamiento de una persona con patología dual? ¿Cuáles son los pilares del tratamiento para este grupo de pacientes?

A.L.: Abordar de forma conjunta ambos trastornos es la premisa fundamental. Poco vamos a hacer si sólo trabajamos el consumo de sustancias en una persona que tiene otro trastorno mental. Además, el propio paciente nos demanda también que abordemos el resto de los problemas que a él le causan malestar.

No podemos trabajar dividiendo los problemas por parcelas (en el centro de drogas sólo se trabaja el tema de drogas y en los centros de salud mental sólo se trabaja el trastorno mental) porque el individuo es un todo y los problemas que presenta están relacionados entre sí.

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