RELACIÓN ENTRE ANSIEDAD Y JUEGO PROBLEMA EN ADOLESCENTES

28 Abr 2008

Mª del Carmen Míguez y Elisardo Becoña

Universidad de Santiago de Compostela

La mayoría de las investigaciones realizadas sobre ansiedad en niños y adolescentes suelen centrarse en el estudio de la prevalencia de trastornos de ansiedad. No obstante, la evaluación de la ansiedad como dimensión de personalidad y su relación con otros trastornos es menos habitual y también de enorme interés.

Por otra parte, la conducta de juego constituye un elemento fundamental en el proceso de maduración de los niños. Sin embargo, existe un tipo de juego, distinto al que se utiliza como entretenimiento y/o diversión, que puede llegar a acarrear problemas en quienes lo practican. Nos referimos al juego de azar y de apuestas, que lleva implícita la posibilidad de arriesgar y ganar, o perder, dinero. Ambos tipos de juego pueden ser utilizados de forma lúdica, pero es éste último el que ha facilitado la aparición de lo que se conoce como juego patológico (Secades y Villa, 1998). Teóricamente este problema no debiera darse en niños y adolescentes, pues legalmente no pueden participar en estos juegos hasta los 18 años, pero sabemos que dicho problema existe, y que en ocasiones tiene una gran relevancia, llegando a ser su prevalencia superior, en algunos casos, a la encontrada en la población adulta (Fisher, 1993).

 

La realización de estudios en edades tempranas de la vida resultan de gran importancia para conocer el alcance de estos problemas y poner en marcha actuaciones a nivel preventivo. En este sentido, la presente investigación tiene como objetivo evaluar la ansiedad-rasgo y el juego problema en una muestra representativa de 1.447 escolares de Galicia, de 11 a 16 años, y analizar si existe relación entre el grado de implicación en el juego y el nivel de ansiedad que presentan.

Se recogieron datos de variables sociodemográficas, académicas y de relación con los padres, puesto que el nivel de ansiedad y/o problemas con el juego puede repercutir negativamente en el ámbito académico/escolar y familiar del niño. Además, se evaluó la existencia de antecedentes familiares de juego y la posible influencia parental en la adquisición de la conducta de juego, pues los padres jugadores suelen ser más permisivos con esta conducta y minimizan sus consecuencias negativas (Winters, Bengston, Dorr y Stinchfield, 1998).

Para la evaluación de la ansiedad el cuestionario utilizado fue la escala de ansiedad-rasgo del Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo para Niños (STAIC) de Spielberger et al. (1990), que evalúa la disposición general a ser ansioso, es decir, la ansiedad como rasgo de personalidad.

Para evaluar la conducta de juego se utilizó el cuestionario SOGS-RA de Winters et al. (1993) que proporciona tres categorías: no jugador, jugador en riesgo y jugador problema. Se entiende que los que se catalogan como jugadores problema tienen importantes problemas con el juego, que pueden repercutir negativamente en su funcionamiento cotidiano, ya sea a nivel de estudios, relaciones con sus amigos, padres, etc., cumpliendo los criterios para la dependencia del juego, tal como la conocemos en adultos (lo que se denomina jugador patológico). Los jugadores en riesgo se encontrarían en un estado menos grave, pero aun así, el juego les puede llegar a ocasionar problemas en el futuro.

En este estudio se encontró que las mujeres puntuaron más en ansiedad-rasgo que los varones en todas las comparaciones efectuadas. Si bien el nivel de ansiedad se incrementa con la edad, esto ocurre de forma mucho más acentuada para las mujeres. Este dato se encuentra en consonancia con el hecho de que los trastornos de ansiedad, al igual que lo que ocurre con los trastornos depresivos, se dan más a menudo entre mujeres que entre varones de igual edad a lo largo de todas las edades. Por ello, se podría hablar de una mayor vulnerabilidad, o la existencia de una cierta predisposición caracteriológica hacia la ansiedad para el sexo femenino. También se halló un mayor nivel de ansiedad en los que informan de que sus padres juegan, en los que afirman llevarse peor con sus padres y en los que han suspendido alguna asignatura.

La prevalencia de los jugadores en riesgo fue del 10,1% y la de los jugadores problema del 4,6%. Prevalencia de gran relevancia dada la corta edad de los integrantes de la muestra. De forma similar a lo observado en otras investigaciones realizadas con adultos (ej., Blaszcynski y McConaghy,1989), en las que se ha encontrado mayor nivel de ansiedad entre los más adictos al juego, en este estudio encontramos que las puntuaciones obtenidas en ansiedad son superiores para los jugadores en riesgo y jugadores problema, respecto a los no jugadores. Además, hay un incremento en ansiedad según la mayor implicación en el juego, y los que tienen mayores problemas de juego, obtienen también mayores puntuaciones en ansiedad cuando se consideran las variables de implicación de los padres en el juego y fracaso en los estudios.

Nos encontramos muy limitados al intentar establecer comparaciones con otros estudios, pues hasta el momento no se han publicado investigaciones que estudien ambas variables en niños de esta franja de edad.

En relación a población adulta, una línea de investigación es el estudio de las características propias del jugador, con el objetivo de elaborar un perfil del mismo y conocer posibles variables de vulnerabilidad. La ansiedad y depresión, como síntomas o como trastornos, son comúnmente los más relacionados con el juego patológico. Así se ha encontrado una clara relación entre juego patológico y depresión (ej., Becoña, Vázquez y Míguez, 2001). No obstante, en relación a la ansiedad, los resultados no resultan concluyentes. Una explicación que se ha dado a este hecho es que para definir el perfil psicológico del adicto al juego no se debe considerar a todos los jugadores como un grupo homogéneo (Echeburúa, Fernández-Montalvo y Baez, 2000), sino que es necesario delimitar el tipo de juego al que son adictos (ej., máquinas tragaperras, videojuegos, etc.). Así, en adultos, la ansiedad-rasgo se ha encontrado como una característica definitoria de los jugadores de máquinas tragaperras. Queda por estudiar si lo mismo ocurriría en el caso de niños.

A la vista de los resultados obtenidos, dada la naturaleza transversal de este estudio, no podemos llegar a afirmar la existencia de una relación de causalidad ni la dirección de dicha causalidad, es decir, si el juego constituye una estrategia para evitar o paliar la ansiedad o si, por el contrario, el juego es previo a la ansiedad. Otra posible explicación es que ambos sean la expresión de otros factores. En definitiva, esta es una cuestión que precisa de una mayor investigación.

Referencias

Becoña, E., Vázquez, F.L., y Míguez, M.C. (2001). Juego problema y sintomatología depresiva en adolescentes. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, 6, 1-16.

Blaszcynski, A.P. y McConaghy, N. (1989). Anxiety and/or depression in the pathogesis of addictive gambling. International Journal of the Addictions, 24, 337-350.

Echeburúa, E., Fernández-Montalvo, J. y Báez, C. (2000). El juego patológico en España: aportaciones de un equipo de investigación en la último década (1990-2000). Revista de Psicología General y Aplicada, 53, 641-659.

Fisher, S. (1993). Gambling and pathological gambling in adolescents. Journal of Gambling Studies, 9, 277-288.

Secades, R. y Villa, A. (1998). El juego patológico. Prevención, evaluación y tratamiento en la adolescencia. Madrid: Pirámide.

Spielberger, C.D., Edwards, C.D., Lushene, R.E., Montuori, J. y Platzek, D. (1990).STAIC. Cuestionario de autoevaluación ansiedad estado-rasgo en niños. Madrid: TEA.

Winters, K.C., Bengston, P. Dorr, D. y Stinchfield, R. (1998). Prevalence and risk factors of problem gambling among college students. Psychology of Addictive Behaviors, 12, 127-135.

Winters, K.C., Stinchfield, R.D. y Fulkerson, J. (1993). Toward the development of an adolescent gambling problem severity scale. Journal of Gambling Studies, 9, 63-84.

Sobre la autora y el autor:

Mª del Carmen Míguez es profesora del Departamento de Psicología Clínica de la Facultad de Psicología de la Universidad de Santiago de Compostela. Sus líneas de investigación y sus publicaciones están relacionadas con el estudio de las conductas adictivas.

Elisardo Becoña Iglesias es catedrático de Psicología Clínica en la Facultad de Psicología de la Universidad de Santiago de Compostela. Experto en tratamiento psicológico y adicciones.

PSICOLOGÍA EN RED


LOS COLEGIOS HABLAN

MÁS NOTICIAS