Impacto del consumo de alcohol en la salud cardiovascular, nuevo informe

7 Abr 2022

Las personas que realizan un consumo intensivo de alcohol tienen un mayor riesgo de morir de cirrosis hepática y de desarrollar una amplia variedad de problemas de salud mental, en particular, trastornos del estado de ánimo y de ansiedad, asociados con el consumo de alcohol.

Así lo advierte la Federación Mundial del Corazón (World Heart Federation) en un informe a través del cual aborda las consecuencias del uso y consumo de alcohol sobre la salud y, concretamente, el rol que desempeña en la incidencia de las enfermedades cardiovasculares.

Tal y como señala el informe, la prevalencia de enfermedades cardiovasculares (ECV) prácticamente se ha duplicado en las últimas dos décadas, registrándose más de 18,5 millones de muertes por este tipo de enfermedades, erigiéndose como la principal causa de mortalidad mundial e invalidez.

De forma específica, los factores de riesgo conductuales prevenibles desempeñan un papel importante en la incidencia de ECV, entre ellos, una alimentación poco saludable, la falta de actividad física, el consumo de tabaco y el consumo de alcohol.

Foto: cottonbro Fuente: pexels Fecha descarga: 21/02/2022

El alcohol, concretamente, afecta a la fisiología humana ya sea a través de años de consumo, intoxicación aguda o dependencia. Esta sustancia psicoactiva y nociva está comúnmente asociada con los estilos de vida sociales de muchas personas en todo el mundo y además exhibe una inequidad socioeconómica: según el documento, las personas con bajo nivel socioeconómico “experimentan un daño asociado con el alcohol desproporcionadamente mayor que las personas con un nivel socioeconómico alto” y hay una mayor carga general de muerte en los países de ingresos bajos y medios en comparación con los países de ingresos altos.

De acuerdo con los datos, el alcohol se relaciona con aproximadamente 230 enfermedades de la CIE-10, incluidas 40 enfermedades “que no prevalecerían sin el alcohol”. De hecho, el alcohol ha sido atribuido como un factor crucial en las muertes por enfermedades infecciosas, lesiones intencionales y no intencionales, enfermedades digestivas y varias enfermedades no transmisibles (ENT). A este respecto, los estudios revelan que las personas que realizan un consumo intensivo de alcohol presentan un mayor riesgo de morir de cirrosis hepática y de desarrollar una amplia variedad de trastornos psiquiátricos, en particular trastornos del estado de ánimo y de ansiedad, asociados con el consumo. De igual modo, su consumo excesivo triplica el riesgo de tuberculosis activa y exacerba los peores resultados en pacientes con VIH y tuberculosis debido a la disminución de la adherencia a los medicamentos, un menor acceso a la atención médica, y aumento de las conductas de riesgo del VIH debido a la falta de sobriedad.  

Además, más de 92 millones de DALY (años de vida ajustados por discapacidad, Disability Adjusted Life Years, por sus siglas en inglés) fueron causados ​​por el alcohol en 2019.

Los datos muestran que el alcohol incrementa el riesgo de cardiopatía hipertensiva, miocardiopatía, fibrilación y aleteo auricular y accidentes cerebrovasculares. Asimismo, se ha asociado con la calcificación coronaria y el aumento del grosor de la íntima-media carotídea, lo que puede deteriorar la salud vascular. En bebedores moderados, el riesgo de ictus es 1,14 veces mayor, el de enfermedad coronaria (excluyendo infarto de miocardio) es de 1,06 veces más elevado, el de insuficiencia cardíaca es de 1,09, el de enfermedad hipertensiva fatal de 1,24 y el riesgo de aneurisma aórtico fatal es 1,15 veces mayor.

Más allá de las graves consecuencias directas sobre la salud del bebedor, el consumo de alcohol es responsable de un importante impacto social y está vinculado con accidentes de tráfico, lesiones, problemas y discusiones familiares y carga para el sistema de justicia penal, entre otros resultados negativos. La evidencia señala también que los/as niños/as con padres que tienen adicción al alcohol presentan tasas más elevadas de alcoholismo en su vida.

Por otro lado, el alcohol conlleva una carga económica severa. Las estimaciones económicas de países de ingresos altos y medianos han demostrado que el 1% del producto interno bruto (PIB) de dichos países se gastó en costes asociados con el alcohol, como los costes de la justicia penal y de productividad perdida.

La falta de asesoramiento universal y medidas políticas estrictas han contribuido a una mayor aceptación y fácil disponibilidad de alcohol. Con el incremento sin precedentes de muertes y discapacidades por enfermedades cardiovasculares atribuidas al alcohol y otras enfermedades, la WHF considera imperativo que los países y las organizaciones se unan para impartir un mensaje uniforme y basado en la evidencia y abogar por una agenda de políticas para el control del consumo de alcohol.

En el Plan de Acción Global para la Prevención y el Control de las ENT, la Organización Mundial de la Salud (OMS) llama a una reducción relativa del 10% en el consumo de alcohol per cápita entre 2013-2030, concluyendo que, de acuerdo con la evidencia reciente, “no existe un nivel seguro de consumo de alcohol”. La WHF se muestra tajante al manifestar que, “contrariamente a la opinión popular, el alcohol no es bueno para el corazón”, una afirmación que contradice directamente al mensaje común que durante los últimos treinta años han difundido algunos investigadores, la industria del alcohol y los medios de comunicación sobre que “el alcohol prolonga la vida, principalmente al reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares”.

En esta línea, por ejemplo, se ha hablado mucho sobre el consumo de vino tinto en la dieta como una bebida “saludable para el corazón”. La presencia de resveratrol en el vino ha sido señalada por sus características cardioprotectoras en bebedores leves a moderados. Sin embargo, el informe pone de relieve la existencia de múltiples razones por las que la creencia de que el alcohol es bueno para la salud cardiovascular ya no es aceptable:

  • Ningún ensayo controlado aleatorio ha confirmado los beneficios del alcohol para la salud. En cambio, la investigación en la última década ha llevado a cambios importantes en la percepción del alcohol en relación con la salud en general y las ECV en particular. Estos desarrollos han llevado a las autoridades sanitarias de varios países, como los Países Bajos, Inglaterra y Australia, para reducir la cantidad recomendada de alcohol para el consumo de bajo riesgo.

  • La industria del alcohol también ha perpetuado información engañosa sobre los beneficios del consumo de alcohol. A juicio de la WHF, esta interferencia de la industria del alcohol “refleja fielmente las actividades universalmente vilipendiadas de las empresas tabacaleras”. Las industrias del alcohol promocionan engañosamente sus productos bajo las etiquetas de «saludable» y «seguro».

  • Por su parte, la representación del alcohol en los medios impresos y electrónicos como necesarios para una vida social vibrante ha desviado la atención de los daños asociados con su consumo. Así, la publicidad dirigida a los/as jóvenes y la promoción del consumo de alcohol como “saludable para el corazón” han creado un entorno propicio para que los adultos y las adultas jóvenes relacionen el alcohol con “pasarlo bien”, a pesar de la evidencia en todo el mundo que relaciona el alcohol con una variedad de enfermedades infecciosas y no transmisibles.

La falta de inversión en estrategias comprobadas de control del alcohol, así como la persistencia de la desinformación y la interferencia de la industria, están obstaculizando los esfuerzos de los profesionales de la salud pública para lograr avances suficientes en la reducción de los daños y las muertes relacionados con el consumo de alcohol.

El informe finaliza con un resumen de recomendaciones sobre el uso de alcohol en función de los distintos grupos diana (personas con ECV u otras enfermedades crónicas, mujeres embarazadas y lactantes, niños/as y adolescentes), y una serie de orientaciones sobre buenas prácticas en políticas sobre alcohol.

Se puede acceder directamente al informe a través del siguiente enlace:

The impact of alcohol consumption on cardiovascular health: myths and measures

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