El uso de pantallas en el funcionamiento diario de los adolescentes en riesgo de exclusión social

26 May 2022

¿Hasta qué grado el uso y abuso de las nuevas tecnologías puede condicionar o afectar al rendimiento académico o a otros ámbitos de la vida de los adolescentes? Esta fue la pregunta de investigación del estudio Impacto de las pantallas en la vida de la adolescencia y sus familias en situación de vulnerabilidad social: realidad y virtualidad, realizado por Cáritas y financiado por Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.

El estudio se centra en el análisis del uso de pantallas de menores entre 12 y 17 años en situación de vulnerabilidad y exclusión social, determinando el tipo de consumo de pantallas que realizan y su relación con los hábitos de salud, interacción familiar, bienestar psicológico y rendimiento y absentismo escolar y se enmarca en un programa más amplio que pretende prevenir las adicciones comportamentales sin sustancias en esta franja de edad.

Autor: Eren Li Fuente: 
pexels Fecha descarga: 22/02/2022

En la investigación ha participado una muestra de 900 personas, formada por jóvenes y sus padres, madres o tutores.

Tal y como señalan los autores en el informe, los principales resultados son los siguientes:

  • La práctica totalidad (más del 99%) de la adolescencia, tiene un contacto cotidiano con las pantallas, convirtiéndose en un hábito diario para el estudio, el entretenimiento o las relaciones sociales. El 66% emplea una hora diaria en el uso de pantallas y el 30% más de tres horas.
  • Las chicas se centran en las redes sociales, mientras que los chicos en los videojuegos.  
  • El comienzo del uso de pantallas cada vez se empieza a hacer a edades más tempranas y se establece como rutina diaria cuando al adolescente se le proporciona su propio móvil.
  • Los usos de las pantallas conllevan también riesgos para el desarrollo personal, social y cognitivo de la adolescencia, de forma que el 19,1% de los menores participantes se encuentra en riesgo de uso adictivo.
  • El uso adictivo de las pantallas es más probable en las chicas (20,1% entre chicas frente al 18% entre ellos),  “lo cual está fuertemente vinculado con el uso de las Redes Sociales”.
  • El trastorno por videojuegos afecta al 12,5% de la adolescencia en situación de exclusión (frente a un 6% del conjunto de la población juvenil española).
  • Una tercera parte de los adultos y casi la mitad de los adolescentes entrevistados afirman que no hay normas familiares respecto al tiempo de uso y tipos de redes sociales permitidas.
  • Se da una relación entre el uso adictivo de pantallas por parte de adolescentes y una peor calidad en el tiempo compartido en familia.
  • El uso de las pantallas genera preocupación en los padres, madres y tutores respecto a la percepción del aislamiento que observan en el menor y a la interferencia con las horas de sueño.
  • El 9,7% de los adolescentes prefieren hacer amigos por internet y el 11% piensa que el mundo virtual es más interesante que el mundo real.
  • Los menores con un uso adictivo o con un uso abusivo de las pantallas son los que mayores niveles de absentismo escolar presentan de toda la muestra (23% y 28% respectivamente).

En definitiva, el estudio evidencia que los chicos y las chicas establecen una motivación diferente para el uso de las pantallas, siendo el mundo de los videojuegos la principal atracción para los chicos y el uso de las redes sociales para las chicas y que este uso generalizado provoca interferencias en la dinámica familiar, en el empleo del ocio y tiempo libre y en el rendimiento académico.

Debido a la influencia del uso de pantallas en la vida adolescentes, los autores del estudio proponen las siguientes recomendaciones a los padres, madres y tutores:

1. Ser ejemplo y modelos con nuestro uso del ámbito digital en lo personal.

2. Perder el miedo al mundo digital, y para ello, tener conocimientos y competencias previas digitales.

3. Orientar en el uso digital según la edad y el nivel de madurez del menor.

4. Fomentar espacios de ocio y de “estar” en familia sin dispositivos digitales de por medio. Generar conscientemente momentos de “desconexión” de las pantallas para estar en familia.

5. En la medida de lo posible, establecer límites y normas consensuadas y realistas por parte de toda la familia, incluso que queden por escrito.

6. Desarrollar momentos de comunicación y conocimiento para acercarnos a lo que exploran y las aficiones de los adolescentes y jóvenes en lo digital.

7. El diálogo y la educación desde edades tempranas es clave.

8. Fomentar el discernimiento y autorregulación ante las situaciones que van viviendo los adolescentes y jóvenes.

9. La igualdad de género comienza con la educación y en las familias.

10. Observar hábitos y rutinas para percibir posibles cambios y prevenir situaciones de cambios de hábitos y de riesgo.

11. Expresar nuestras emociones para que ellos se den permiso a expresarlas.

12. Conocer y poner en práctica los beneficios de los controles parentales como medidas de supervisión, no de prohibición.

13. Exponer lo que conocemos o no sin temor o vergüenzas.

14. Disfrutar con los hijos e hijas de sus aficiones y juegos digitales para compartir sus intereses y explorar el medio.

15. No juzgar, no hacerles sentirse juzgados sobre lo que hacen o dejan de hacer nuestros hijos e hijas.

16. Velar por el equilibrio entre observar y conocer e invadir la intimidad.

17. Usar espacios diferentes de carga de teléfono mientras se producen los momentos de descanso.

18. Desarrollar competencias parentales en donde el afrontamiento y establecimiento de los límites quede claro.

19. Saber pedir ayuda.

Se puede descargar el informe en el siguiente enlace:

Impacto de las pantallas en la vida de la adolescencia y sus familias en situación de vulnerabilidad social: realidad y virtualidad

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