DIFERENCIAS DE PERSONALIDAD ENTRE ADICTOS A SUSTANCIAS Y POBLACIÓN GENERAL

27 Mar 2009

Eduardo José Pedrero Pérez y Gloria Rojo Mota
CAD 4 San Blas, Instituto de Adicciones de Madrid

Un tema de gran interés en la investigación sobre las adicciones es la búsqueda de diferencias en personalidad entre quienes padecen este problema y quienes no lo padecen. Estos datos serían de enorme interés, tanto para el tratamiento de las personas afectadas como para la prevención y detección precoz de conductas de riesgo. La teoría de Cloninger, una de las más recientes, ofrece una especial utilidad porque permite discriminar entre los aspectos más vinculados al aprendizaje (carácter) y aquellos otros con un mayor sustrato biológico (temperamento).

 

Uno de los problemas más habituales en investigación consiste en encontrar muestras de población general que sean adecuadas como elementos de comparación; es usual que estas muestras se obtengan a partir de estudiantes universitarios voluntarios, población muy diferente a la de adictos en cuanto a edad, nivel socioeconómico y cultural. El presente trabajo de investigación se efectuó a partir de una nutrida base de datos sobre los resultados obtenidos en un test de personalidad (el TCI-R de Cloninger), tanto por sujetos adictos como por sujetos de población general. De entre ellos se seleccionaron parejas anónimas compuestas por un sujeto adicto y otro de la población general con la misma edad, el mismo sexo y el mismo nivel de estudios. Se obtuvieron 55 parejas equiparadas en estas variables, lo que permitía explorar con más nitidez las diferencias en rasgos de personalidad.

Los datos del estudio muestran que los sujetos adictos obtienen mayores puntuaciones en Búsqueda de Novedad y menores en Autodirección.

  • La Búsqueda de Novedad se define como la tendencia heredada a responder fuertemente a estímulos nuevos y señales ambientales de recompensa, así como en la evitación de la monotonía y el castigo. Las personas con alta puntuación en este rasgo tenderían a comportarse de forma inquieta y desordenada, responder impulsivamente y requerir de estimulación permanente, mostrando gran dificultad para adaptarse a rutinas sociales y a mostrar los comportamientos que se espera de ellos en su entorno relacional. Este rasgo se ha encontrado fuertemente relacionado con la actividad del neurotransmisor cerebral dopamina, a su vez consistentemente implicado en las conductas adictivas.

  • La Autodirección se define como la habilidad de la persona para controlar, regular y adaptar la conducta ajustándola a cada situación, de acuerdo con sus propias metas y valores. Las personas que puntúan bajo en este rasgo tenderían a presentar una pobre autoestima, una tendencia a estados depresivos y ansiosos fundamentados en una pobre capacidad para determinar sus objetivos vitales y obrar en consecuencia. La definición de este rasgo muestra una enorme similitud con las denominadas funciones ejecutivas de los lóbulos frontales del cerebro, encargados del control y planificación del comportamiento, establecimiento de metas y toma de decisiones.

Estas diferencias encontradas en nuestro estudio apuntarían a que los adictos, por una parte, mostrarían una tendencia a la toma de decisiones rápidas e irreflexivas, que, a pesar de conllevar consecuencias negativas, se repetirían una y otra vez; y, por otra, una tendencia a desarrollar una conducta desorganizada, no dirigida a metas, con pobre asunción de responsabilidades derivadas de las propias decisiones, inadecuada gestión de los recursos disponibles y un sentido general de incoherencia entre la propia concepción del sí mismo, las metas establecidas y las estrategias utilizadas para alcanzarlas.

Se discute si estos rasgos son previos y, en consecuencia, favorecedores de la adicción, o si por el contrario son posteriores, en la medida en que reflejen los efectos de la adicción sobre la propia personalidad. La consulta de otros estudios similares parece indicar que, en alguna medida, estos rasgos preceden a la adicción, siendo la impulsividad una de las variables más estudiadas como predisponente al consumo temprano y desorganizado de sustancias, y la pobre Autodirección el producto de un incompleto o inadecuado proceso de educación y aprendizaje. Sin embargo, parece también que las diferencias encontradas pueden explicarse en buena parte no sólo por los efectos farmacológicos de la sustancia, sino también por los efectos del proceso adictivo, el estrés asociado a la adicción, el empobrecimiento estimular y la acumulación de eventos adversos provocados por la conducta de consumo.

Existe evidencia empírica de que los rasgos de personalidad interaccionan con las condiciones ambientales: condiciones favorables benefician el desarrollo de un adecuado autocontrol y condiciones desfavorables actúan en sentido inverso, adquiriendo el uso de sustancias funcionales autorregulatorias.

Las implicaciones de cara a la clínica serían de considerable interés. Los programas de tratamiento deberían incorporar una evaluación y un abordaje de rehabilitación neuropsicológicos, y las tradicionales modalidades de intervención psicoterapéutica en trastornos adictivos (p.e., entrevista motivacional, prevención de recaídas) deberían reenfocarse hacia los sustratos neurales/cerebrales implicados, sin cuya recuperación el proceso de rehabilitación del trastorno adictivo puede tornarse estéril. El desafío es interdisciplinar: el área psicoterapéutica debería incorporar conceptos neuropsicológicos, el área médica debería reconsiderar el uso de fármacos que pudieran obstaculizar el proceso de rehabilitación, y otras áreas, hasta ahora secundarias, como la terapia ocupacional, deberían tomar un protagonismo creciente ante la incorporación de técnicas de rehabilitación neurocognitiva que han mostrado considerable utilidad en otras modalidades de daño cerebral.

El estudio original en el que se basa este artículo puede encontrarse en la revista Adicciones: Pedrero Pérez, E.J. y Rojo Mota, G. (2008). Diferencias de personalidad entre adictos a sustancias y población general. Estudio con el TCI-R de casos clínicos con controles emparejados. Adicciones, 20, 3, 251-262.

Sobre el autor y la autora:

Eduardo José Pedrero Pérez. Doctor en Psicología. Máster en Drogodependencias. Diplomado en Enfermería. CAD 4 San Blas. Instituto de Adicciones. Ayuntamiento de Madrid.

Gloria Rojo Mota. Terapeuta Ocupacional. CAD 4 San Blas. Instituto de Adicciones. Ayuntamiento de Madrid. Profesora de Terapia Ocupacional en la Universidad Rey Juan Carlos.

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