ADOPCIÓN HOMOPARENTAL, UN NUEVO MODELO DE FAMILIA

9 Ago 2005

El 30 de diciembre de 2004, el Gobierno aprobó el anteproyecto de Ley que permitía equipar jurídicamente el matrimonio entre homosexuales al de heterosexuales, lo que abrió la posibilidad de adopción para estos nuevos matrimonios que concluyó el 30 de Junio de este año cuando el pleno del Congreso de los Diputados aprobaba definitivamente la ley.

Durante estos meses, el debate sobre la adopción homoparental ha sido muy intenso y ha tenido muchas voces diferentes. El pasado día 1 de Junio, la ponencia de la Cámara Alta que tramitaba la reforma del Código Civil para la admisión de este derecho, acordó aceptar una propuesta del PP, apoyada por CiU, de que los grupos parlamentarios pudiesen proponer la comparecencia de expertos en Salud Mental para enriquecer el debate.

Así, el 20 de Junio, once expertos propuestos por los grupos parlamentarios del Senado comparecieron para hablar de los pros y los contras de la adopción por parte de personas del mismo sexo. De los once comparecientes propuestos se contaban un total de seis psicólogos tres abogados, un psiquiatra, y un médico.

 

RELACIÓN DE EXPERTOS COMPARECIENTES EN EL SENADO

  • D. Aquilino Polaino Lorente, psiquiatra y catedrático de psicopatología en la Universidad San Pablo CEU a petición del Grupo Parlamentario del PP en el Senado.
  • D. Ángel Bao Pérez, psicólogo y técnico de Acogimiento Familiar y D. José María Gonzalo Casal, abogado y responsable de Berdindu, a petición de la senadora del Grupo Mixto, Isabel López Aulestia (IU).
  • Dña. María del Mar González Rodríguez, Profesora de Psicología Evolutiva en la universidad de Sevilla e investigadora responsable del estudio «Dinámicas Familiares, organización de la vida cotidiana y desarrollo infantil y adolescente en familias homoparentales», a petición del Grupo Parlamentario Entesa Catalana de Progrés.
  • Doña Nuria Gispert Catala, abogada y ex consejera de Justicia de la Generalidad de Catañulña, a petición del Grupo Parlamentario en el Senado de Convergencia i Unio (CIU)
  • D. Fernando Chacón Fuentes, Decano del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, compareciendo por petición de Coalición Canaria.
  • Dña Patricia Martínez Peroni y Mónica Fontana Abad, del Departamento de psicología de la Universidad San Pablo Ceu, a petición del Grupo de Senadores del PP.
  • D. José Luis Linaza Iglesias, catedrático de Psicología Evolutiva de la Universidad Autónoma de Madrid, a petición de la Entesa Catalana de Progrés.
  • D. José Luis Pedreira Massa , doctor en Medicina especializado en paidopsiquiatría por parte del Grupo Parlamentario Socialista.
  • D. Javier Pérez Royo, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, a petición del Grupo Parlamentario Socialista.

De las comparecencias de estos expertos en el Senado hay que resaltar la opinión ampliamente mayoritaria de que no existe ningún estudio científico que demuestre alguna desventaja en el desarrollo psicológico de los hijos de parejas homosexuales. Al final de esta sección pueden consultarse la comparecencia de José Luis Linaza Iglesias, Catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, y los artículos «ad hoc» que han realizado para Infocop Ángel Bao, Responsable Técnico de Acogimiento Familiar y Adopción de la Diputación Foral de Bizkaia y Mª del Mar González, Profesora de Psicología Evolutiva de la Universidad de Sevilla y autora de la primera investigación en España sobre el desarrollo de los hijos de parejas homosexuales.

Esta postura favorable de la adopción homoparental, se defendió desde la psicología y también desde otras disciplinas afines como el derecho. José María Gonzalo, abogado y responsable de Berdindu y autor de la Legislación Vasca (Ley y Reglamento de Parejas de Hecho) nos hizo llegar su comparecencia en la que realizaba algunas consideraciones a la luz de los datos del Registro de Parejas de Hecho de la Comunidad Autónoma de Euskadi y de los datos actuales sobre parejas del mismo sexo que han obtenido la coadopción o adopción coparental de sus hijos/as.

Hay que aclarar que Euskadi es una de las cinco comunidades Autónomas que contemplan la equiparación entre las parejas del mismo sexo y las parejas de hecho de distinto sexo y los matrimonios en lo relativo al acogimiento familiar y a la adopción de menores.

De los datos de adopción Coparental, Jose María Gonzalo señala lo siguiente:

«(…)Como se acaba de señalar son 12 las leyes de parejas de hecho aprobadas por otros tantos parlamentos autonómicos hasta la fecha. Todas ellas dan idéntico tratamiento a las parejas del mismo y de distinto sexo, superando la discriminación por razón de orientación sexual imperante hasta el momento de su aprobación, y 5 de ellas, las de Navarra, Euskadi, Aragón, Catalunya y Cantabria, contemplan el mismo tratamiento para las parejas del mismo sexo que para las parejas de distinto sexo y para las parejas casadas en materia de adopción y acogimiento de menores. Hasta la fecha se han producido 8 pronunciamientos judiciales firmes en otros tantos casos de parejas compuestas por dos hombres o dos mujeres que han solicitado la adopción conjunta, dos en Navarra y 6 en el País Vasco. En todos los casos el juez que dicta el auto fundamenta la estimación de la petición de la pareja en la parte dispositiva sobre adopción de la ley autonómica conforme a la cual la pareja se ha constituido como pareja de hecho y en el modelo familiar de la pareja, constitutivo de un núcleo estable e idóneo para el menor. Lo importante para cada juez ha sido la existencia de una pareja adulta comprometida entre sí y comprometida con el bienestar del menor.

Cabe añadir que en Euskadi son 5.436 las parejas constituidas conforme a su ley de parejas de hecho en el periodo de dos años, entre finales de mayo de 2003 y finales de mayo de 2005, de las cuales aproximadamente el 7% son parejas del mismo sexo. En este periodo se han cancelado, por ruptura de la pareja, un total de 102 parejas, y curiosamente todas ellas, el 100 %, son parejas de distinto sexo, lo que disipa otro de los muchos tópicos existentes acerca de las parejas del mismo sexo».

En su comparecencia, exponía también los resultados arrojados del trabajo de revisión de las investigaciones psicológicas sobre menores criados en familias homoparentales encargando por Berdindu a un equipo de psicólogos profesionales y que finalizó en Junio de 2003. La revisión en cuestión se hacía sobre una base de cincuenta estudios y sucintamente concluía que no se encontraban diferencias en la prevalencia de la orientación homosexual en menores criados en familias homoparentales con respecto a los criados por parejas heterosexuales. Tampoco aparecían diferencias en la identidad y rol de género, ni el bienestar psicológico o el ajuste social de los niños/as con sus iguales.

Entre las opiniones opuestas a la adopción por parte de parejas homoparentales destacó por su repercusión en los Medios de Comunicación las del psiquiatra Aquilino Polaino quien, afirmo que: «las personas con conducta homosexual padecen una patología» y que tienen un perfil psicopatológico caracterizado por un padre «hostil, distante y alcohólico, una madre sobreprotectora para los niños o fría para las niñas, ausencia de juegos y destrezas motoras, ausencia de identificación con sus iguales del mismo sexo, timidez extrema y en algunos casos haber sufrido abuso sexual»

Estas opiniones fueron contundentemente rebatidas por falta de rigor científico desde el ámbito académico y los Colegios Profesionales de Psicólogos. Algunas de las voces más relevantes fueron:

Jose Luis Linaza: «Ni como académico, ni como psicólogo, pero sobre todo como ser humano, puedo compartir las descalificaciones que el Dr. Aquilino Polaino se ha permitido expresar en la sede del Senado. Es un insulto a muchos millones de seres humanos y, además, es un insulto a la inteligencia».

Luis Aguado Aguilar, Catedrático de Psicología en la Universidad Complutense de Madrid: «La ciencia empírica, no la ideología, ha echado por tierra todas y cada una de las afirmaciones del profesor Polaino acerca de la homosexualidad. Sorprende que quien se dice especialista en el tema desconozca la abundante información al amparo de su supuesto carácter científico es un triste servicio al prestigio de la psicología y no hace más que reforzar la ignorancia y fomentar los prejuicios y la homofobia. La psicología, como las demás ciencias, trata de descubrir la verdad, no de inventarla».

ver carta completa

El Consejo de Dirección del Rectorado de la Universidad Complutense de Madrid también expresó su queja.

A la comunidad universitaria

Ante las numerosas protestas recibidas en este Rectorado en relación con las manifestaciones efectuadas por D. Aquilino Polaino en el Senado acerca de la homosexualidad, deseo manifestar que ya en su momento expresé públicamente mi rechazo y el del Consejo de Dirección que presido hacia tales afirmaciones, tal como se recoge en el comunicado hecho público el pasado 22 de junio y que para tu conocimiento te envío.

Carlos Berzosa, Rector de la Universidad Complutense de Madrid

COMUNICADO DEL CONSEJO DE DIRECCIÓN DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE

El Consejo de Dirección de la Universidad Complutense manifiesta que:

  1. Aquilino Polaino no es en la actualidad profesor de la UCM, sino de una universidad privada.
  2. Rechazamos totalmente las opiniones sobre la homosexualidad manifestadas por Aquilino Polaino en su comparecencia ante la Comisión de Justicia del Senado, opiniones que consideramos inaceptables y carentes de base científica.
  3. Asimismo, declaramos nuestra total solidaridad con las personas que se han visto ofendidas por las opiniones del señor Polaino. La libertad es el primer derecho del ser humano y debe ejercerse sin más cortapisa que el respeto a los otros, y en particular en algo tan consustancial como el ejercicio de la sexualidad en sus diferentes opciones.

Madrid, 22 de junio de 2005

 

Y el Colegio de Psicólogos de Madrid, distribuyó el siguiente Comunicado:

 COMUNICADO DE PRENSA

El Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid ante la demanda de información que se está produciendo con motivo de las declaraciones realizadas ayer, por determinados comparecientes en la Comisión de Justicia del Senado en relación con el Proyecto Ley por la que se modifica el Código Civil en materia del derecho a contraer matrimonio y, en particular, sobre la homosexualidad y los efectos que tiene en el desarrollo de los menores la convivencia con parejas homosexuales, quiere aclarar los siguientes puntos:

  • El ponente D. Aquilino Polaino Lorente no es Psicólogo, su profesión es Psiquiatra por lo que no pertenece a este Colegio.
  • El Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid quiere destacar que al igual que la Asociación Americana de Psicología y la Asociación Americana de Psiquiatría y las grandes organizaciones profesionales de salud mental consideran desde hace más de tres décadas que la homosexualidad no es un trastorno mental. La Asociación de Psiquiatría Americana retiró en 1973 la homosexualidad de su manual oficial de diagnóstico, Manual Estadístico y Diagnóstico de los trastornos Mentales (DSM). Está acción fue tomada tras realizar una revisión científica y consultar con numerosos expertos en este campo. La Asociación Americana de Psicología urgió a rechazar toda legislación discriminatoria contra gays y lesbianas.
  • La Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid acordó la siguiente declaración en relación a la adopción por parte de parejas homoparentales: «Según los estudios científicos existentes en la actualidad no puede afirmarse que los niños educados por familias homoparentales sufran perjuicios en su desarrollo psicológico».

 

Madrid 21 de junio de 2005

 

Su Decano, Fernando Chacón Fuertes, también experto compareciente en el Senado declaraba a Europa Press, el pasado día 21, que las afirmaciones del psiquiatra «van en contra de toda evidencia científica y las consideraciones de las mayoría de asociaciones internacionales de psicólogos y psiquiatras».

Al margen del revuelo que estas declaraciones pudieron generar entre los psicólogos y la opinión pública en general, es innegable que esta Ley tiene muchísima relevancia para el colectivo de psicólogos que trabajan en adopción lo cual se muestra en diferentes eventos y publicaciones en Revistas profesionales. Entre los primeros destacamos la Jornada realizadas por el Colegio Oficial de Psicólogos de Bizkaia, sobre «Sexualidad y Adopción» celebrada el pasado 22 de Junio que contó con la presencia del Defensor del Pueblo del País Vasco el Ararteko Iñigo Lamarca, el psicólogo Ángel Bao y el abogado Txema Gonzalo.

En esta jornada se debatió sobre el nuevo contexto legal, las condiciones sociales, las expectativas personales e intervención psicológica en el ámbito de la Adopción por Parejas Homosexuales.

Iñigo Lamarca, Ararteko

El Ararteko vasco nos envió amablemente a redacción las siguientes declaraciones:

La institución de la adopción tiene por objeto ofrecer a menores que no están insertos en un núcleo familiar (bien porque han sido abandonados por sus progenitores en una entidad, pública o privada, de acogimiento, o bien porque se les ha retirado a sus padres la patria potestad) la oportunidad de que puedan crecer y educarse en el marco de una familia que les dé amor, protección y las condiciones para que puedan llegar a la mayoría de edad como personas bien formadas. Resulta innegable que la realidad familiar de hoy en día ha experimentado un cambio muy notable en las últimas décadas. Si en un pasado, muy reciente aún, la familia se articulaba en torno a un hombre y una mujer unidos en matrimonio indisoluble, a esta modalidad se le han ido sumando otras: las parejas no matrimoniales, llamadas «de hecho», las unidades familiares monoparentales, las parejas y familias reconstituidas tras procesos de divorcio; últimamente, se han hecho visibles, y han reivindicado su dignidad y su igualdad, las parejas formadas por dos mujeres o dos hombres.

La ley debe reconocer, en igualdad de condiciones, a todas las formas de amor conyugal y a todas las modalidades familiares, y no debe excluir a priori a ninguna de ellas para que pueda acoger a un menor en adopción. Naturalmente, la Administración competente debe examinar con el mayor rigor posible toda solicitud de adopción antes de concederla, y debe velar en todo momento por el interés y derechos del menor adoptado. Así las cosas, desde una posición de defensa de los derechos fundamentales de la persona debe aprobarse que una pareja homosexual pueda solicitar menores en adopción (lo podían hacer hasta la reciente reforma legal de forma individual pero no conjuntamente) y pueda, por tanto, considerarse apta para educar debidamente a menores carentes de familia.

Iñigo Lamarca Iturbe
Ararteko, Defensor del Pueblo del País Vasco

Otra ocasión importante para reflexionar sobre este tema se dará en el I Congreso sobre Homosexualidades e Identidad de Género que se celebrará en Cáceres los días 13 y 14 de Octubre y que dirigirá el catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, Jesús Palacios.

El propio Palacios, expresó su postura ante los medios tildando el debate sobre la adopción homoparental de ideológico y criticando la dificultad de una parte de la sociedad para aceptar no los hechos en sí, sino los nombres que se dan, el carácter sagrado de algunas palabras como matrimonio u adopción.

… Algo parecido ocurre con otra palabra sagrada en este debate: la adopción. Puesto que el Código Civil vigente se lo permite, son varias y de variado matiz ideológico las comunidades autónomas que en los últimos años han legislado sobre la posibilidad de acogimiento familiar por parte de parejas del mismo sexo. En el acogimiento familiar, un niño o una niña pasa a vivir con sus acogedores durante un tiempo, que puede prolongarse hasta su mayoría de edad en el caso del llamado acogimiento permanente. Funcional y psicológicamente, muchos de los acogidos se convierten en hijos de sus acogedores, que son su referencia personal y afectiva fundamental. Pues bien, cuando se ha legislado sobre el acogimiento por parte de homosexuales no ha habido ni debate ni manifestaciones. El problema parece ser, de nuevo, el carácter sagrado de algunas palabras, en este caso la adopción.

Para Palacios, el verdadero escándalo social reside en los cientos de niños que viven institucionalizados sin padres dispuestos a hacerse cargo de sus características y necesidades y que podrían ser felices viviendo en familias homoparentales.

Respecto a la segunda cuestión que adelantábamos, los artículos publicados en español y otros idiomas sobre este tema, puede consultarse la Tabla de Referencias Bibliográficas que la profesora Maria del Mar González ha elaborado para acompañar su artículo y que da cierre a esta sección.

Ver artículo completo

Añadir también que durante el mes de Julio el Gobierno remitió al principal partido de la oposición, en respuesta a una pregunta parlamentaria, un listado con los títulos de más de sesenta trabajos que respaldan la adopción por parejas del mismo sexo y afirman que no perjudican ‘en absoluto’ la salud psicosocial de los adoptados. La lista en concreto se envió a la diputada popular Alicia Castro a través de una respuesta parlamentaria y enfatizaba las conclusiones de la Asociación Americana de Psicología que sostiene que: «no hay ni siquiera un estudio que demuestre que los niños de padres homosexuales tengan desventaja alguna en ningún aspecto significativo» y asegura que las pruebas hasta la fecha demuestran que el ambiente que procuran en el hogar es «tan adecuado» como el de padres heterosexuales para permitir el desarrollo psicosocial de los niños.

Se abre un nuevo campo de trabajo y reflexión para los profesionales de la psicología, abogados y políticos que tratan de defender los derechos de los menores.

COMPARECENCIA EN EL SENADO DE JOSE LUIS LINAZA IGLESIAS

 

EL PAPEL DE LOS ADULTOS EN LA SUPERVIVIENCIA Y EN LA CRIANZA DE LOS SERES HUMANOS.

 

Jose Luis Linaza Inglesias

Hablar de adopción supone plantearse el complejo problema de la crianza y la educación de los niños, un fenómeno que se extiende a lo largo de muchos años y que significa la construcción y adaptación continua de una relación enormemente asimétrica en sus inicios y cuyo objetivo es lograr la autonomía del miembro más joven para que pueda incorporarse como miembro de pleno derecho en la sociedad. La paradoja de esa enorme dependencia es, precisamente, proporcionar las condiciones para una progresiva independencia. Nacemos con una gran  INMADUREZ, somos mucho menos capaces de valernos por nosotros mismos que ninguna otra especie. También tenemos una prolongadísima infancia, mayor que la de ninguna otra especie, antes de poder incorporarnos como miembros activos de nuestras sociedades. El significado de esta inmadurez es una mayor flexibilidad para adaptarnos a medios muy distintos y cambiantes. Otras especies disponen de mecanismos biológicos, de preadaptaciones, que garantizan su interacción con su medio natural. Los osos pandas, por ejemplo. Están tan bien adaptados a los bosques de bambú que, cuando estos desaparecen, corren peligro de extinción. Nuestro medio es siempre un medio cultural y en permanente transformación.

 

 

Debido a esta profunda inmadurez, que no nos permite siquiera el control de la temperatura corporal, SÓLO SOMOS VIABLES BIOLÓGICAMENTE SI ALGÚN ADULTO NOS ALIMENTA, PROTEGE, E INTERACTUA CON NOSOTROS DE MODOS MUY COMPLEJOS, REGULARES Y ESPECIFICOS. Para desarrollarnos con normalidad (quizá podíamos decir que para poder vivir) los humanos necesitamos que nos quieran. Aunque sea muy complicado estudiar científicamente un fenómeno tan complejo como el amor, la condición para que podamos nacer tan incompletos es que alguien asuma nuestro cuidado.

 

IMPORTANCIA Y LAS LIMITACIONES DEL CONOCIMIENTO CIENTIFICO.

 

El conocimiento científico es uno de los productos más admirables de nuestra civilización occidental. Históricamente es muy reciente (el Renacimiento) y en nuestras vidas individuales no desarrollamos la capacidad intelectual para poder elaborarlo hasta la adolescencia (pensamiento formal piagetiano) Sería absurdo pensar que otros modos de conocimiento ( a lo largo de la historia y en nuestras vidas individuales) no ocupan lugar. Por el contrario el conocimiento científico se construye a partir de conocimientos previos, social e individualemente. Con frecuencia surge de otros más prácticos, implícitos, antes de poder ser formulados con mayor rigor y sistematicidad. Dos ejemplos pueden ilustrarlo. La Armada británica comenzó a utilizar limones y naranjas para combatir el ESCORBUTO siglos antes de que se elaborara el conocimiento sobre la vitamina C. Miles de granjeros, y de niños, conocían la capacidad de patos y pollos para seguir un objeto en movimiento. Pero el troquelado sólo se convierte en hecho científico significativo cuando Lorenz lo identifica como mecanismo adaptativo de las aves. Está predispuesto pero sólo se pone en funcionamiento con experiencias concretas. Lo probable es que sea la pata o la gallina el primer objeto que vean y, al troquelarse a ellas, pollos y patos tienen mayores probabilidades de sobrevivir al ataque de un gato, un ave rapaz o ser atropellados por un coche. Pero es un mecanismo poco flexible pues, si en lugar de la madre lo que ven es un globo o una máquina de tren eléctrico, los seguirán como si les fuera en ello la vida, piando y manteniendo el contacto con estímulos tan poco relevantes biológicamente. Con frecuencia los científicos simplificamos y fragmentamos los fenómenos que pretendemos estudiar para hacerlos más manejables y utilizamos metáforas o analogías para darles sentido. En la psicología hay metáforas distintas, que han sido útiles, (modelos mecánicos, modelos biológicos de especies inferiores, modelos de procesamiento de información o de ordenadores, etc.) pero es fundamental no olvidar que NO SOMOS ni ratas, ni palomas, ni ordenadores.

 

Contexto histórico del problema de la crianza.

 

Desde finales del S.XIX  Freud plantea la relevancia de las primeras experiencias infantiles en el comportamiento adulto.

Hacia mitad del siglo pasado los etólogos (Lorenz, Timbergen, Sluckin,  etc.) estudian el fenómeno del troquelado en las aves.

Bowlby sintetiza ambos planteamientos y resalta la importancia del apego a una figura adulta para el desarrollo humano. Lo descubre investigando la infancia de adolescentes delincuentes en Londres, huérfanos o abandonados como consecuencia de la postguerra.

Harlow estudia con macacos la relevancia del AMOR (así lo llama él) en el desarrollo de los monos. Aunque las madres-maniquíes de alambre proporcionen la alimentación, las crías de macaco NECESITAN el contacto ventro-ventral con las de felpa. Estas figuras maternas son imprescindibles, como base segura, para poder explorar el ambiente. Sin poder acceder a ella caen en una depresión profunda y muestran conductas de autoestimulación y gran pasividad.

Spitz observa conductas parecidas en bebes humanos criados en instituciones (hospitales, orfanatos, etc.) y define el síndrome de hospitalismo.

 

Las preguntas que nos hacemos los científicos no surgen de la nada, están relacionadas con conocimientos previos no científicos y con los contextos históricos y sociales concretos en los que vivimos.

Todas las culturas se plantean preguntas sobre el origen del mundo, de los seres humanos, sobre la muerte, et… y todas las culturas elaboran explicaciones más o menos elaboradas a estas grandes preguntas. Un papel esencial de la ciencia es convertir en problemático, en preguntarse, por lo que parece evidente.

 

Presuposiciones “evidentes”

Hace no muchos años, ante la separación de una pareja por adulterio, era “evidente”  que el padre adúltero no podía proporcionar un entorno aceptable para la educación de sus hijos. Hoy, sin embargo, pensamos que la fidelidad conyugal no determina la capacidad o competencia de un progenitor para educar y criar a sus hijos.

También se daba por supuesto que, en los casos de padres separados, las dificultades escolares o los problemas de conducta de los hijos, estaban directamente relacionados con esa situación. Hoy sabemos que uno de los factores que más incide en este tipo de dificultades son precisamente los conflictos entre los padres, aunque no haya separación ni divorcio.

 

Los seres humanos tenemos una tendencia a generalizar a partir de casos concretos. Forma parte del proceso de conocimiento y es cognitivamente económico porque nos permite anticipar cómo es el mundo o como son otros seres humanos. Pero con frecuencia nos conduce a conclusiones erróneas. Así sucede en el caso de los  prejuicios. Y esta tendencia es fácil de observar cuando generalizamos a partir de acontecimientos que llaman poderosamente la atención: suicidios, crímenes, muertes por sobredosis de drogas, videojuegos con contenidos agresivos o sexuales, etc… Tendemos a describir una realidad compleja y heterogénea a partir de pocos y muy llamativos casos.

Por eso los estudios científicos son importantes, para situar esos acontecimientos concretos en un marco mucho más general.

 

Para ello es importante tener el mayor número de casos posibles (datos empíricos), ser sistemáticos en el modo de recogerlos, utilizar procedimientos adecuados, controlar las posibles contaminaciones de unos factores en otros, etc…

Esta información sin duda puede ser de gran utilidad a quienes tienen que tomar decisiones sobre individuos concretos (padres, educadores, profesionales, jueces, legisladores, etc.)  Pero los científicos no tienen respuestas concretas para los casos concretos.

Limitaciones del conocimiento científico.

 

Para empezar hay buenas y malas investigaciones. No todo lo que se investiga y publica tiene la misma calidad. Nuestros conocimientos son siempre relativos, limitados por los instrumentos que utilizamos, la población estudiada, las teorías disponibles, el contexto social e histórico concreto, etc. Cometemos errores y, en ocasiones, tenemos que rectificar ante la evidencia de datos e interpretaciones proporcionados por otros investigadores.  Luego me referiré a algún caso concreto, relacionado con el tema que nos ocupa, en el que los propios investigadores terminaron reconociendo el error de su trabajo.

No hay estudios perfectos (todos son limitados y mejorables) pero, cuando se van acumulando datos congruentes en contextos distintos y con sujetos diferentes, la “objetividad” aumenta.

Muchos estudios tratan de responder a preguntas muy específicas, en contextos históricos y políticos concretos. Su elaboración es lenta. Con frecuencia investigaciones posteriores matizan y sitúan en perspectivas distintas los hallazgos logrados. Por ejemplo, cuando en un estudio se plantea la influencia de “madres solteras” en el desarrollo infantil, en muchos casos esos primeros estudios la condición de “soltera” enmascaraba factores socioeconómicos, actitud del grupo social más amplio hacia la madre, etc. Hoy una muestra de “madres solteras” hace referencia a un grupo muy heterogéneo de mujeres, muchas de las cuales han optado de modo consciente por una forma de maternidad diferente a la más convencional de parejas. Incluir en un mismo grupo de “solteras” a madres cuyas condiciones personales y sociales son muy distintas contaminará los resultados y nos impedirá entender la dinámica de esos modos de crianza.

No todos los métodos son igualmente válidos. Los datos se pueden lograr por observaciones directas, cuestionarios, diarios, etc. Y pueden responder a una sola toma de un conjunto de sujetos de diferentes familias, edades, etc. (métodos transversales), o pueden seguir el proceso de desarrollo y crianza de un conjunto de sujetos a lo largo del tiempo (métodos longitudinales). Estos últimos son los de mayor valor científico pero son también los más costosos en tiempo y dinero.

Finalmente hay preguntas que no pueden tener respuesta directa mediante estudios empíricos. Podemos valorar el efecto que produce, por ejemplo, el conocimiento de los padres biológicos en niños adoptados. Pero el “derecho” a conocer la identidad de sus progenitores se enmarca en una perspectiva claramente diferente de las investigaciones “empíricas”. De hecho los sistemas jurídicos no son insensibles a estos cambios de perspectivas históricas, sociales. Un mismo “hecho” no se valora igual en un sistema jurídico en el que está aceptada la posibilidad de ser “propietario” de otro ser humano (la esclavitud), o de poder disponer de la vida del presunto culpable (pena de muerte)

Estudios de fenómenos relacionados con la adopción.

Muy brevemente me voy a referir a un conjunto de fenómenos estudiados desde mediados del siglo pasado y relacionados con la adopción. Dos conclusiones claras de los mismos es que los seres humanos, aunque tengamos una serie de capacidades previas para interactuar con niños pequeños,  aprendemos a ser padres mientras llevamos a cabo nuestras tareas de progenitores, tanto las mujeres como los varones. Segundo, la crianza en instituciones, sin adultos de referencia que nos proporcionen atención y cariño en interacciones regulares y bien estructuradas, tiene unos efectos muy negativos sobre una gran proporción de niños. Ante la disyuntiva de adopción o institucionalización, siempre es aconsejable la primera  (Shaffer, 1990,1994)

 

  1. Se ha puesto remanifiesto la relevancia de estos primeros vínculos para el desarrollo humano.
  2. Normalmente estas relaciones tan significativas se establecen en torno a los 7, 8 meses
  3. Pueden también establecerse más tarde pero se incrementa la probabilidad (nunca la determinación, como señala por ejemplo Boris Cyrulnik en “Los patitos feos”) del síndrome del “carácter sin afecto” de Bowlby. De los importantes estudios de B.Tizard sobre el tema, la conclusión más relevante para nosotros es que el factor que mejor predice el buen desarrollo de los hijos adoptados es EL COMPROMISO SIN RESERVA DE LOS PADRES.  Comparando grupos de niños adoptados a edades diferentes, o con hijos que se criaban con sus madres biológicas solteras, el mejor desarrollo de los adoptados venía determinado por el mayor tiempo, afecto y energía de los padres adoptivos, las actividades conjuntas que realizaban con sus hijos. Eran padres-super, o super-padres, porque la paternidad ocupaba un lugar muy destacado en su vida diaria. Debe resaltarse el grado con el que los padres adoptivos DISFRUTABAN el ejercicio de dicha paternidad.

 

  1. Apego maternal o instinto de madre.

La posible existencia de un “instinto maternal” (muy presente en las creencias populares) lo plantearon Klaus y Kennell. Una especie de mecanismo biológico de los adultos complementario del que genera el  apego en los bebés. Para su desencadenamiento era fundamental el primer contacto físico entre madre e hijo nada más parir. Estudios posteriores mostraron que no hay ningún dato empírico que valide este instinto maternal. El matrimonio Sluckin advertía hace muchos años sobre la utilización ideológica de ese supuesto “instinto materno” para justificar políticas sociales que dificultaran el acceso de las mujeres al trabajo. Varios años después los propios Klaus y Kennell reconocieron su error. Sin embargo, durante años, su propuesta provocó peculiares prácticas médicas y sociales atribuyendo a esta falta de contacto todo tipo de problemas ulteriores de los niños.

  1. Diferencias entre la crianza por padres biológicos o adoptivos.

Relacionado con el problema de la adopción por parejas homosexuales está la cuestión de si pueden establecerse, a edades más tardías, estos vínculos afectivos con otros adultos que no son los padres biológicos. Los estudios muestran que sí, que los padres adoptivos son perfectamente capaces de criar bien a sus hijos adoptivos e, incluso, mejor que sus madres biológicas cuando éstas se encuentran en las circunstancias que dan lugar  a plantearse la adopción. Como vimos en estudios como el de B.Tizard, lo fundamental es el compromiso con los hijos, la historia concreta de las interacciones con ellos.

  1. Participación del varón en la crianza.

El modelo de padre y madre como norma es limitado. En otras culturas existen modos diferentes de crianza. En África hoy muchos niños son criados por sus hermanos mayores, como hemos tenido ocasión de comprobar personalmente en Madagascar.

Además, la división de roles MASCULINO/FEMENINO está atravesando también transformaciones profundas en nuestra sociedad. Hay, al menos, tres factores que contribuyen a cambios profundos en la crianza:

a)      la incorporación de la mujer, de modo permanente, al trabajo

b)      la mayor autonomía e independencia de la mujer, su lucha contra la sumisión que era norma en la sociedad machista.

c)      Profundos cambios tecnológicos que permiten, fomentan y facilitan la participación del varón en la crianza (leche artificial, pañales, chupetes, etc.) y en el trabajo doméstico (lavadoras, aspiradores, microondas, etc.).

 

La participación exclusiva de la madre en la crianza será cada vez un fenómeno menos frecuente. En los casos de divorcio cada vez es mayor el número de padres varones que solicita la custodia. Es una consecuencia lógica de su mayor implicación en la crianza.

Varios estudios muestran que, al comparar padres y madres en su competencia para criar a sus hijos, el factor fundamental que les diferencia es si su tarea es primaria o secundaria, si son ellos quienes se responsabilizan prioritariamente o si su tarea es solo de apoyo al progenitor primario. Cuando se comparan progenitores primarios, no hay diferencias entre hombres y mujeres. Sí las hay cuando se hace entre primarios y secundarios (sean varones o mujeres)

 

  1. ¿Necesitan los hijos una figura de padre y otra de madre?

Es una creencia muy extendida. Es evidente que muchos niños se crían en contextos familiares muy diferentes al supuestamente NORMAL (Y QUE SE CONVIERTE EN NORMA) Siempre ha habido otros contextos: p,ej. Madres y padres viudos, separados, madres solteras, etc.

La creencia se pretende apoyar en la necesidad de ambas figuras para que niños y niñas puedan adquirir su rol sexual que, en esta perspectiva tradicional significaba  ACTIVO, SEGURO Y COMPETITIVO, para los varones, y COOPERATIVA, SUMISA Y SENTIMENTAL, para las niñas. Los estudios sobre padres separados muestran que esta dicotomía de roles se modifica como resultado de la separación y de las tareas nuevas que asume cada cónyuge. Madres y padres puntúan simultáneamente más alto en rasgos masculinos y femeninos. Y los hijos de esos matrimonios separados también muestran una mayor androginia.

Probablemente estos estudios ponen de manifiesto una tendencia de la propia sociedad, como consecuencia de las profundas transformaciones que ha provocado la incorporación de la mujer al trabajo, a reducir la dicotomía tradicional masculino/femenino. Las mujeres necesitan desarrollar características antes sólo atribuidas a los varones (activas, seguras, competitivas) y éstos necesitan desarrollar las atribuidas a las mujeres para poder participar con eficacia en la crianza de sus hijos (cooperativos, sensibles) Creo que la sumisión deja de ser una característica deseable para nadie.

 

Los datos de la última encuesta del CIS muestran este profundo cambio de la estructura familiar en España. La familia normal YA NO ES LA NORMA (45%), mientras que otras familias alternativas (parejas sin hijos 21%; madres solteras 9,5%; padres solteros 2%;) crecen significativamente. El tipo de hogar más frecuente es el unipersonal (20%)

 

Los datos aportados por la Profesora Mª del Mar González, autora de la primera investigación en España sobre el desarrollo de los hijos de parejas homosexuales, coinciden con los de más de 40 estudios realizados en otros países:

1)      chicos y chicas de familias homoparentales  no difieren de los criados con progenitores heterosexuales en ningún área del desarrollo intelectual o de la personalidad (autoestima, ajuste personal, desarrollo moral, etc.).

2)      Tampoco difieren en identidad sexual, identidad de género u orientación sexual.

3)      Mantienen relaciones normales con sus compañeros y son tan populares entre ellos como los hijos e hijas de padres heterosexuales.

4)      Las únicas diferencias encontradas en algunos de estos estudios es que los hijos de familias homoparentales son más flexibles y más dispuestos a aceptar la diversidad entre los seres humanos que los de familias heterosexuales.

La Asociación de Psicología Americana tiene disponible en su página web (http://www.apa.org/pi/parent.html) un resumen de los datos procedentes de estos 43 estudios empíricos, así como una reseña de 58 artículos y capítulos de libros sobre el tema. En la misma página web puede encontrarse una excelente síntesis de Charlotte J.Patterson, profesora de la Universidad de Virginia,. La conclusión de todos estos estudios empíricos y análisis de los datos de tantos investigadores es unánime:

NO HAY UN SOLO ESTUDIO EMPÍRICO QUE MUESTRE ALGUNA DESVENTAJA EN EL DESARROLLO DE LOS HIJOS DE PAREJAS HOMOSEXUALES.

Tras lo expuesto sobre los padres adoptivos y de destacar la importancia que tienen las historias concretas de interacciones con los padres, en las vidas de todos los seres humanos, es lógico pensar que la implicación de éstos en el cuidado y educación de sus hijos sea equivalente a la de las parejas heterosexuales.

No hablamos de abstracciones, hablamos de niños que tienen ya la desgracia de no ser criados por sus padres. La opción entre vivir en una institución o ser adoptados por adultos que les quieran no ofrece duda. Sabemos los efectos devastadores que la institución genera en su desarrollo. ¿En función de qué dudas podemos negarles su derecho a crecer en el mejor entorno posible?. La aparente neutralidad de ese “esperar y ver” les condena a no poder disfrutar del cuidado y el cariño de los adultos que desean adoptarles. Esa lógica llevaría a impedir ningún matrimonio, incluidos los heterosexuales, hasta que la sociedad tuviera la seguridad de que esos progenitores están capacitados para serlo, una especie de “permiso de paternidad”. ¿Querrían ser los obispos también quienes realizaran el examen?.

Se puede entender el desconcierto de una parte de nuestra sociedad ante los profundos cambios que se están produciendo. En España se encarcelaba a los homosexuales, se ha mantenido durante mucho tiempo la falsa creencia de que se trataba de una enfermedad mental. Algunas personas siguen sin aceptar la libertad de otros seres humanos para elegir orientaciones sexuales diferentes a las suyas. Y seguro que se escandalizan, con razón, cuando conocen las torturas infligidas a niños y niñas africanos por seguidores de dogmáticas religiones en Londres con la excusa de ahuyentar supuestas posesiones demoníacas. Son prácticas que también ha realizado en otros tiempos la Iglesia Católica. La pretensión de imponer a los demás por la fuerza nuestras creencias y nuestros valores provoca enormes e injustificables sufrimientos en muchísimos seres humanos. En este debate uno tiene la impresión de que algunos encuentran mas inspiración en Herodes que en el Jesucristo al que apelan.

 

 ARTÍCULO ÁNGEL BAO

 

¿ POR QUÉ QUIEN PUEDE SER HIJO, HERMANA, ABUELO O TÍA, NO PUEDE SER PADRE O MADRE?

 

 

En realidad la propia sociedad, espontáneamente, ya está respondiendo a esta pregunta en un sentido afirmativo: muchos hombres y mujeres, solos o en pareja, ya están de hecho ejerciendo la maternidad y la paternidad. El debate, ciertamente hipócrita, no está tanto en lo que ocurre, sino en su legitimación; esto es, en dar valor social, garantías y derechos a una parte de nuestra realidad. El pensamiento y las instituciones más conservadoras se han hecho expertas en negar la realidad no deseada o temida, incluso si les afecta directamente en su propia historia, condenándola a la marginalidad o al olvido. Sin embargo, toleran muy mal que esa realidad se haga visible, participe del espacio público y, peor aún, se convierta en cuerpo legal, transformando los valores dominantes y establecidos, supuestamente, por mandato “natural” o divino, que para algunos, parece  a ser lo mismo.

Ángel Bao

 

La presencia social de las personas homosexuales, ya sea que vivan solas o en agradable compañía, es hoy una realidad incuestionable que descansa, además, en una legislación garantista, a la que solo faltaba por incorporar el acceso al matrimonio, con todas sus consecuencias. Sólo nos quedaba que quienes ejercen como educadores, profesores, terapeutas, albañiles o diputados pudieran también tener reconocido su ejercicio como padres, madres o esposos. Esto es, que definitivamente tuviera para ellos una dimensión práctica el artículo 14 de la Constitución y los relativos a la protección de la familia. Familia que no se define en atención a un modelo determinado, excluyendo otros, y que se defiende mejor haciéndola más abierta y plural, en lugar de más cerrada y restrictiva.

 

Una vez asentado el derecho al matrimonio de las personas gays y lesbianas, restringir por esa condición el acceso a la adopción, supondría generar una situación de agravio respecto a las llamadas “parejas de hecho” –en verdad ya de derecho-, dado que éstas, en 5 comunidades autónomas, disponen ya de la posibilidad de acoger y adoptar niños o niñas. Pero hubiera supuesto también una discriminación respecto a las y los homosexuales que de forma individual ya podían solicitar la adopción. Y al mismo tiempo, también habría limitado o condicionado el tan reivindicado superior interés del menor, dejando a muchos de ellos sin la cobertura legal a la que tienen derecho. Quienes ,supuestamente, velan con tanto celo por este interés superior, olvidan  que este se encuentra kilómetros por encima de sus “prejuicios” morales.

 

En un plano más psicológico, puede resultar una obviedad decir que la homosexualidad no es, desde hace afortunadamente muchos años, una categoría clínica. No puede ser objeto de valoración profesional, en cuanto tal, en los informes que se elaboran para la emisión de los certificados de idoneidad. Por lo tanto, no es de recibo que desde determinadas instancias políticas se plantee que las parejas homosexuales, sólo por eso, debieran ser consideradas como no idóneas. Supondría condicionar y determinar el trabajo que realizamos los profesionales de la psicología, que en la valoración de la idoneidad para la adopción nos ocupamos de las motivaciones de la pareja, su ajuste, las condiciones materiales, la edad o las expectativas ante la adopción, pero en ningún caso de evaluar características, orientaciones o actitudes estrictamente personales. Y estas condiciones y limitaciones no se han planteado a la hora de valorar otras situaciones familiares, como es el caso de la monoparentalidad, la ausencia de experiencia en el cuidado de niños, etc.

 

La Adopción , cuando no pretende formalizar una situación de hecho a través de la coadopción, es un instrumento más de la Protección Infantil. Es una forma de ayudar a niños o niñas que no han tenido familia propia o ésta ha sido gravemente negligente o maltratadora. El superior derecho de estos niños es tener un espacio “familiar” en el que puedan recibir la ayuda y contención que necesitan para superar los problemas y el dolor que acumulan y, al mismo tiempo, establecer una relación de apego que les permita desarrollarse y conformar una estructura personal integrada. Uno tiene la impresión que muchos “opinadores” de estos días no han visto nunca a un niño, ni son capaces de imaginarse los dramas, recuerdos y tristezas que llenan su mochila. Lo que van a esperar, y de alguna forma también a pedir, de su nueva familia es que les quieran de forma incondicional, les ayuden a reconciliarse con su pasado y a tener confianza con el presente. Y tienen derecho a esperar de los servicios de protección que tratemos y hagamos lo posible para “garantizárselo”, no que proyectemos a sus futuros padres o madres nuestros valores o pre-juicios morales.

 

Las opiniones con pretensión científica que tratan de fundamentar la exclusión de las parejas homosexuales de los procedimientos de adopción, suelen apoyarse en tres tipos de razonamiento. Están por un lado quienes, a pesar de descalificar por deficientes los estudios realizados, tratan de utilizar algunos hallazgos, por muy  parciales e inconsistentes que éstos puedan ser. A menudo se basan en estudios en los que se ha tomado la homosexualidad como variable y se concluye que estas parejas tenderían a ser más inestables, con dificultades para la integración social , mayor prevalencia de la homosexualidad en sus hijos y existencia de problemas añadidos en la adaptación del niño o niña a su nueva familia. A lo cual habría que decir que, aunque fuera cierto, la homosexualidad no es un problema que deba ser prevenido y los demás aspectos de supuesta diferencia forman parte de la valoración que habitualmente se hace, a todas parejas por igual, a lo largo del proceso de determinación de la idoneidad.

 

Otro grupo de teóricos plantea el valor superior de un determinado modelo de familia y concluye que las parejas homosexuales presentan “carencias”respecto a un modelo que sería el “natural”, como puede ser la ausencia de modelos compartidos de padre y madre. Sin embargo, estas mismas personas no han planteado estas objeciones en los supuestos de familias monoparentales o con padre o madre que por diversas razones son efectivamente ausentes e incapaces de establecer un vínculo efectivo con el hijo. Y por último están quienes, y estos últimos meses han sido muy ilustrativos al respecto, consideran que la homosexualidad implica la existencia de problemas personales y psicológicos, que obviamente se extienden a la pareja y que deberían ser objeto de atención y, en su caso, tratamiento. En todo caso, las tres posiciones coinciden en sostener la “incapacidad” o “limitación” de las parejas gays o lesbianas para la adopción de menores. En la práctica, con argumentos apriorísticos, pseudocientíficos en algunos casos o meras generalidades, están objetivamente sirviendo de sostén a las posiciones basadas en juicios previos de carácter moral o religioso.

 

La realidad, sin embargo, es muy otra. Los estudios e investigaciones realizadas, siendo cierto que su alcance y control científico parece mejorable, concluyen que no existen diferencias significativas entre la situación de los niños criados en familias hetero u homosexuales. En definitiva, que no hay argumentos o razones científicas que puedan esgrimirse para eliminar o limitar, si no un derecho subjetivo, si un espacio de desarrollo y deseo personal y en todo caso, las posibilidades para ejercitar, ahora sí, un derecho de los menores. Y que puestos a utilizar debidamente la investigación y el estudio científico, mucho mejor centrarse en el conocimiento de las situaciones, causas y contextos en los que aparece el riesgo y la desprotección de menores, de cara a desarrollar estrategias y recursos para su prevención. Así mismo, que el análisis de las relaciones familiares y los diferentes tipos de familia, todos ellos igual de legítimos, lo orientáramos a establecer las dificultades o insuficiencias de esas situaciones para la adecuada atención de nuestros niños y niñas y, en función de ellas, poner los medios y recursos de apoyo necesarios, siempre en favor de su superior interés. Sobre la base de su motivación, disposición de medios  y capacitación para establecer una vinculación y apego emocional, el trabajo al que verdaderamente merece la pena que  nos dediquemos como profesionales, es garantizar que esa nueva familia y relación responda a las necesidades del nuevo hijo o hija, ya sea  que en su nueva casa tenga una madre , un padre, ambas cosas, dos papás o dos mamás.

 

 

ANGEL BAO PEREZ

 

Psicólogo

 

Responsable Técnico de Acogimiento Familiar y Adopción.

Diputación  Foral  de  Bizkaia.

 

ARTÍCULO MARIA DEL MAR GONZÁLEZ Y TABLA DE REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

HOMOSEXUALIDAD Y ADOPCIÓN. ENTRE LA CIENCIA Y EL PREJUICIO.

María del Mar GonzálezA lo largo de los últimos meses hemos asistido a un encendido debate en nuestra sociedad al hilo de la reforma del código civil que abría la posibilidad de que parejas del mismo sexo pudieran formalizar su unión como matrimonio, con todos los derechos asociados a éste. Junto con la propia consideración en sí del término «matrimonio», el aspecto más polémico de esta reforma ha sido el relacionado con la posibilidad de la adopción conjunta de menores por parte de parejas de gays o lesbianas que con este cambio legislativo se propiciaba. Era éste el ámbito con respecto al cual había más dudas en la sociedad, especialmente en cuanto a la posible incidencia en el desarrollo y ajuste psicológico de niños y niñas del hecho de crecer en un hogar de madres lesbianas o padres gays, aquellos que denominamos «homoparentales». Por esta razón, se nos ha solicitado a profesionales de la Psicología la opinión experta en distintos foros, incluido el Senado, en cuya Comisión de Justicia se celebró una sesión de comparecencias el pasado 20 de junio. Dada la relevancia social del tema y las implicaciones que va a tener para el trabajo de psicólogos y psicólogas en distintos ámbitos (protección de menores, educación o salud, entre otras), nos parece que tiene sentido efectuar una síntesis del estado de la cuestión.

Maria del Mar González

Para aproximarnos al desarrollo infantil y adolescente en familias homoparentales, comenzaremos analizando someramente la situación de este ámbito de estudio, caracterizado en primer lugar por su juventud, puesto que las primeras publicaciones ven la luz mediada la década de los setenta. A las limitaciones metodológicas que habitualmente acompañan los primeros pasos en una nueva área de estudio -investigaciones aisladas, con análisis sobre todo de «productos» más que de procesos- se han unido en este caso las dificultades de acceso a un colectivo que ha sido rechazado y perseguido, razón por la que bastantes de estas investigaciones se han realizado con muestras pequeñas a las que se ha llegado de modo incidental (con el consiguiente posible sesgo en su composición) Sin embargo, también se dispone en la actualidad de estudios realizados con muestras más amplias y aleatorias, varios de ellos de carácter longitudinal, y en los que se han efectuado análisis no sólo de los productos sino también de los procesos de construcción del desarrollo. Hemos de decir que estas investigaciones se han llevado a cabo sobre todo en Estados Unidos y Reino Unido, pero también más recientemente en Bélgica, Francia, Holanda, Canadá, y España (ver tabla)

Si algo caracteriza los resultados obtenidos de los distintos estudios realizados en diversos países a propósito de las familias homoparentales y los chicos y chicas que crecen en ellas es su tremenda congruencia. Por ello, es relativamente sencillo sintetizarlos, como pasamos a exponer:

  • Gays y lesbianas son progenitores tan sanos y ajustados psicológicamente como los heterosexuales; como estos, se comprometen con su papel como padres o madres y pueden ser igualmente buenos conocedores del desarrollo infantil y de cómo intervenir en él para potenciarlo,.

  • Son tan capaces como los heterosexuales de organizar contextos educativos favorecedores del desarrollo, tanto por los estilos educativos que desarrollan, con buenas dosis de afecto y comunicación, al tiempo que normas y exigencias de responsabilidad a sus hijos o hijas, como por la vida cotidiana estable y variada que procuran para ellos y ellas.

  • Las parejas de madres lesbianas o padres gays suelen establecer relaciones igualitarias en las que comparten las tareas domésticas y de cuidado de sus criaturas (algo no tan común entre las parejas heterosexuales), relaciones que suelen mostrar un buen ajuste y con las que están muy satisfechas.

  • Estas familias están integradas en redes sociales tan amplias como las del resto de la población, redes que son variadas, ya que están compuestas por personas homosexuales y heterosexuales, con hijos y sin ellos, así como por amistades y familiares, de quienes reciben el apoyo necesario para sus tareas parentales.

  • Los hijos de gays y lesbianas muestran un desarrollo sano y armónico en las distintas dimensiones que se han estudiado: autoestima, ajuste emocional y comportamental, identidad sexual y genérica, competencia social, competencia académica, desarrollo moral e integración social, tanto durante la infancia como en la adolescencia o joven adultez.

  • En ninguna de estas dimensiones expuestas se han encontrado diferencias con los hijos o hijas de familias heteroparentales, excepto en su mayor flexibilidad con respecto a los roles de género, sus menores prejuicios con respecto a la homosexualidad y la mayor libertad y reflexión con la que definen su orientación sexual, hacia la heterosexualidad o la homosexualidad en proporciones similares a como lo hacen quienes viven en familias heteroparentales.

  • Y lo que es más importante, no se ha encontrado que la orientación sexual de los progenitores sea una variable que determine o comprometa el ajuste psicológico de hijos o hijas, sino que, como ocurre con las familias de progenitores heterosexuales, aquél es deudor de variables de dinámica familiar, como el grado de afecto o de conflicto en las relaciones parento-filiales, la implicación activa de ambos progenitores en su crianza, su mayor o menor estrés, etc.

Sobre la base de estos resultados, las organizaciones profesionales norteamericanas de Psicología, Pediatría, Psiquiatría, Psicoanálisis y Trabajo Social (ver tabla), entre otras, han efectuado pronunciamientos públicos a este respecto. Así, han concluido que los hijos o hijas de progenitores homosexuales tienen las mismas condiciones de salud, ajuste y desarrollo que quienes viven con progenitores heterosexuales; han abogado por el matrimonio entre gays y lesbianas, a quienes consideran tan capaces como los heterosexuales de construir contextos sanos y promotores del desarrollo, al tiempo que se han pronunciado a favor de la parentalidad compartida de los niños y niñas que viven con estas parejas, remarcando la seguridad en todos los planos de la vida que les aporta el reconocimiento legal de su relación con ambos progenitores. En España, el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid se ha pronunciado para hacer constar, en la misma línea, que los niños y niñas que crecen con progenitores homosexuales no presentan más problemas que quienes conviven con heterosexuales.

Con todos estos datos y pronunciamientos públicos, resulta sorprendente la polémica que se ha producido no ya en la sociedad española en general, sino dentro del propio colectivo de profesionales de la Psicología o la Psiquiatría, de la que se tuvo buena muestra en el propio Senado, tal y como se recoge en su diario de sesiones y reflejaron los medios de comunicación, o la que también se constató en el dossier especial de debate dedicado al tema por la Revista Infancia y Aprendizaje en el número 3 del volumen 27, en 2004. Como ya hemos expuesto, en estos momentos resulta injustificado seguir manteniendo que los hijos de gays y lesbianas van a tener un desarrollo psicológico desviado y patológico, puesto que no hay un solo estudio empírico que avale esta afirmación. Quienes la han sostenido se han basado fundamentalmente en dos tipos de argumentos igualmente apriorísticos, detrás de los cuales se esconden prejuicios que creemos deben desvelarse.

El primero de los argumentos esgrimidos tiene que ver con la necesidad de la presencia de una figura materna y otra paterna en un hogar, como requisito imprescindible para que niños y niñas tengan un desarrollo sano y armónico. Ciertamente, la gran mayoría de las teorías clásicas acerca de la construcción del desarrollo en el contexto familiar sostenían afirmaciones parecidas que nadie puso en discusión, pero que la investigación en diversidad familiar ha ido desvelando como carentes de base. Hoy sabemos que lo importante de un hogar para que sea un buen contexto de desarrollo no es si hay un progenitor o dos, o si son del mismo o distinto sexo, sino su grado de compromiso vital con niños y niñas, su capacidad para generar vínculos estrechos y crear entornos cálidos y estables. En resumen, es la calidad de la vida familiar, y no la estructura del hogar, la variable determinante. Entendemos que son sencillamente prejuicios heterosexistas los que subyacen a afirmaciones como la expuesta, o lo que es lo mismo, asumir que el estilo tradicional de vida de las personas heterosexuales, también en el ámbito familiar, constituye la norma con la que se ha de comparar al resto de la sociedad, entendiendo como desviación de la norma lo que sencillamente son modos distintos de establecer la convivencia.

El segundo argumento frecuentemente utilizado es relativo a la estructura patológica del psiquismo de gays y lesbianas, de los que se afirma han construido su identidad de un modo problemático o desviado, estando caracterizados por el egocentrismo, el narcisismo o la inmadurez afectiva. Estas afirmaciones resultan como mínimo sorprendentes, cuando no escandalosas, puesto que hace ya más de tres décadas que la comunidad científica extrajo la homosexualidad del ámbito de la patología y han pasado quince años desde que lo hizo la propia Organización Mundial de la Salud. A nuestro juicio, estaríamos ante una mirada de nuevo teñida de prejuicios, en este caso de carácter homófobo, que han estado en la base de determinadas teorías clásicas del desarrollo de la personalidad y que necesitan ser revisadas desde un punto de vista que contemple las distintas orientaciones sexuales como modos diversos, pero igualmente sanos, de vivir el amor y el erotismo.

En definitiva, sirva esta polémica para animarnos a revisar los postulados en los que asentamos nuestro quehacer profesional, de los que no siempre somos conscientes y que, con demasiada frecuencia, han sido asumidos sin discusión por estar basados en teorías tradicionales, ayunas en muchos casos de prueba empírica. Sin duda, en esta sociedad cambiante en la que nos ha tocado vivir, aparecen nuevas realidades sociales que plantean nuevos interrogantes a la profesión, a los que habremos de intentar responder con todo el rigor y toda la honestidad, y eso pasa por revisar lo que de prejuicioso y carente de base pueda haber en nuestros planteamientos. Estudios recientes efectuados en Estados Unidos con profesionales de la Psicología implicados en procesos adoptivos han desvelado hasta qué punto los prejuicios con respecto a la homoparentalidad pueden lastrar nuestra labor. Y no parece que las promociones futuras estén exentas de momento de este sesgo de subjetividad, al menos así parece desprenderse de otro estudio llevado a cabo con estudiantes de Psicología en una universidad española (ver tabla) Por todo ello, necesitamos revisar la formación inicial de quienes ejercerán la profesión en el futuro, de una parte, y, de otra, efectuar toda una labor de reflexión y adaptación de quienes ya la desarrollamos en distintos ámbitos.

Ciertamente, no sólo deben analizarse prejuicios y, por tanto, actitudes de partida, sino que también hay que avanzar en conocimientos y diseñar nuevos procedimientos. Así, necesitamos efectuar más estudios que nos permitan tener ideas más precisas de distintos aspectos de los que sabemos menos, por ejemplo, las especificidades de las adopciones efectuadas por madres lesbianas o padres gays, las estrategias educativas de prevención de la homofobia o los procesos específicos de construcción de la identidad en la adolescencia y joven adultez de sus hijos o hijas. Por otra parte, se hace cada vez más necesario diseñar protocolos específicos de trabajo con este tipo de familias, tanto en cuanto a su valoración de idoneidad para la adopción, como en el abordaje educativo que de ellas y con ellas se hace en la escuela o en cuanto a su tratamiento en el ámbito sanitario o en los servicios sociales, entre otros campos. Estas y otras tareas se nos antojan imprescindibles si, como profesión, aspiramos a hacer frente a los retos que estas nuevas realidades familiares nos están planteando.

Ver Tabla de referencias Bibliográficas, elaborada por Mar González

PSICOLOGÍA EN RED


LOS COLEGIOS HABLAN

MÁS NOTICIAS