Desde un abordaje gestáltico María Grazia habló de que el terapeuta producirá el conflicto, (oportunidad de cambio) abriéndole la puerta al sufrimiento al paciente/cliente, con la diferencia de que ahora estará acompañado y sostenido por el terapeuta. La conferenciante instó a trabajar para no servir, sino para facilitar el auto-apoyo. Se adentró en el tema de la relación terapéutica y habló de un terapeuta que se deja ver como persona y como única forma de entrar plenamente en el mundo de nuestro paciente/cliente y poder aceptarlo. De ahí extrae la importancia de que el psicólogo y/o terapeuta si no se conoce a si mismo difícilmente podrá acompañar a su cliente de forma satisfactoria.
También habló de la seducción del terapeuta, que pasa por saber más que la otra persona y el narcisismo de ayudar, las recompensas psicológicas y/o emocionales que subyacen en el acto de ayudar. Y de cómo no caer en estas trampas del terapeuta mediante la actitud y la presencia, desde una posición neutral.
Cuando hablamos de actitud en la Gestalt, hablamos del aquí y ahora entre otras cosas. Pero la conferenciante fue un poco mas allá, exponiendo que el terapeuta debe encontrar la neutralidad dentro de los polos, lo que ella llama punto cero. Este punto es alcanzable cuando el terapeuta se muestra como persona, no niega su emoción, es decir es consciente de su mundo interno, sensaciones que le provocan en la interacción con el otro y es capaz de extraer algo positivo exento de juicios, que devolverle al paciente/cliente. El punto cero no se refiere a negociar con los pacientes, hace referencia a la aceptación de las posturas de nuestros clientes, devolviéndoles un lugar de no juicio.
El reto del terapeuta es facilitar que el sistema incluya otras historias, ya que el deseo que subyace a las personas es, el de ser libres sin perder el vinculo de pertenencia, sin sentir el rechazo o abandono del sistema/familia.
En definitiva, el acompañar a la persona a entrar en la transformación, conteniendo su miedo, sin juzgarlo, desde una presencia consciente del terapeuta, podrá ser posible en la medida que el propio profesional ha trabajado consigo mismo, permitiéndose ser visto por el otro, mostrarse como persona y no desde la silla cómoda y simbólicamente elevada del terapeuta, posición que no le permitirá entrar en la realidad del paciente/cliente y salir conectándose con su propio mundo interior.